Félix de Azúa
Me tiene muy inquieto el Premio Nacional de Literatura. Algo fundamental está fallando en este galardón, como se llama. Llevan ya dos años, antaño con Sánchez Ferlosio y hogaño con Sergio Pitol, premiando a auténticos escritores, artistas verdaderos, modelos de prosa tan vivos como un salmón del Bidasoa. Esto no puede seguir así. Los grandes premios, como el Nobel, han de equivocarse por completo si quieren mantener su prestigio. Han de premiar a mentecatos como Harold Pinter, cuyo rasgo más literario es estar casado con Antonia Frazer.
El Nacional de Literatura había mantenido muy alto el pendón. Recuerdo aquel año en que un amigo propuso a Gil de Biedma y ante su espanto el grueso del jurado se inclinó, compasiva y delicadamente, por Raquel Meyer (¿o era Conchita Piquer?), que al parecer podía dejarnos en cualquier momento ya que contaba ciento ocho años de edad, o algo por el estilo. Lo juro. Los testigos viven.
Algún día (si él me lo permite) me gustaría contar cómo conocí a Sergio Pitol hace treinta años. Él era entonces un personaje novelesco. Nos peleamos a muerte y nos reconciliamos con igual facilidad. Su paso por Barcelona fue tan decisivo como el de Vargas Llosa o García Márquez, pero discreto, en obediencia a su carácter. Sus amigos aprendimos muchísimo. Por ejemplo, a través de algunas colecciones como la serie “Los Heterodoxos” de Tusquets, que nos descubrieron páginas de Grotowski, de Lu Hsun, de Cristóbal Serra, de Gombrowicz, ¡el Giacomo Joyce de Joyce!, ¿y aquel Roussel, Cómo escribí algunos libros míos, traducido por Pere Gimferrer con prólogo de Foucault?, en fin, delicatessen.
Entre los Heterodoxos figuraba una estupenda antología de Cioran titulada Contra la Historia, traducida y prologada por Esther Seligson. El libro, como todos los anteriores, lleva treinta años agotado. Podría reeditarlo uno de esos sellos pequeños y combativos. Para hacer boca, les transcribo un aforismo:
“Escuchad a los alemanes y a los españoles justificarse: harán resonar en vuestros oídos siempre el mismo estribillo: trágico, trágico… Es su modo de hacernos comprender sus calamidades o sus estancamientos, su manera de realizarse…
Mientras que en los Balcanes oiréis a propósito de todo: destino, destino… Así disfrazan sus tristezas inoperantes los pueblos demasiado cercanos a sus orígenes. Es la discreción de los trogloditas”.
¡La discreción de los trogloditas! ¡Qué título para describir la actualidad hispana!
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Corrección:
La película mencionada el 12/XII no era Mirindas asesinas sino Acción mutante. Gracias, Citando.