Félix de Azúa
Ahora ya me puedo morir tranquilo. Según este anuncio de La Vanguardia hay un “cementerio único” a 15 minutos de Barcelona. Lo de anunciar un cementerio como si fuera un modelito de París, me parece un hallazgo. Imagino grandes posibilidades como “Extirpación única de tumores malignos” o bien “Confesiones católicas por sacerdote único”.
La unicidad de este cementerio llamado “Parc Roques Blanques” no se explica con la necesaria contundencia, pero en cambio se nos anuncia que: “disponemos de nuevas Tumbas y Panteones y Columbarios, por ampliación de nuestra instalaciones”. Debe de ser una de las pocas empresas de este país que amplía instalaciones. También es cierto que por su materia prima tiene difícil la así llamada descolocación. Ciertamente, con un poco de iniciativa uno podría ser enterrado en Turquía o en el Tchad, en donde el terreno viene siendo más barato, pero aunque la idea sea razonable en términos económicos, es difícil que un negocio de exportación de cadáveres acabara dando altos rendimientos.
Al final del anuncio, sin embargo, averiguamos en qué consiste la unicidad del cementerio: “Todos (tumbas, columbarios, panteones) están ubicados en amplios espacios rodeados de naturaleza”. Esto es admirable. Quienes vivimos en la ciudad más cara de España y una de las peor acondicionadas, con pisos de 30 metros cuadrados a cuarenta millones de pesetas, tenemos ahora la oportunidad de gozar tras la muerte de todo lo que nos fue arrebatado durante la vida.
Ya tengo ganas de estrenar, no sé si tumba o columbario. Voy a pedir el folleto que se envía “confidencialmente y sin compromiso”, quizás porque es difícil comprometerse a morir y siempre es mejor no hacerlo en público, llamando al 936730535.
Habrá que darse prisa.