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El candidato

Por 18 de enero de 2006 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Viendo televisión peruana descubro en los informativos dominicales al exótico candidato presidencial Peter Koechlin. Su nombre es tan peruano como su imagen: un rubio de ojos claros. Y su metro noventa de estatura contrasta con su 0.90% en la intención de voto. Su eslogan es “tecnología y ecología”. O algo así.
Koechlin lanza su campaña por todo lo alto, ya que aparece casi simultáneamente en los dos programas de televisión con más audiencia. En ambos insiste en que es un firme defensor de la democracia. Y tiene pruebas: en los años setenta, en plena dictadura militar, organizó un concierto de Santana. Como los músicos se mostraron claramente drogados desde su ingreso al país, el gobierno decidió expulsarlos. Los militares latinoamericanos, ya se sabe, nunca escucharon Black Magic Woman.
En valiente respuesta, Koechlin tomó un avión y se fue del país por su propio pie. Pero antes, según dice, reunió a unos cincuenta muchachos y organizó la “única manifestación contra la dictadura que llegó a las puertas de palacio de gobierno”. Supongo que probablemente la policía no se dio cuenta siquiera de que ese grupo de marihuaneros rubios era una manifestación.
El eje de la propuesta de Koechlin es combatir la corrupción con tecnología: quiere comprar computadoras que sepan dónde y cómo se está gastando el dinero del estado. Dice que así será imposible que los funcionarios públicos se roben el dinero. No dice, sin embargo, qué pasará si los que controlan esas máquinas son corruptos. No sería raro que alguien se las robe. Deben ser caras.
Otra de las propuestas de Koechlin es acabar con el cultivo de coca, que además de ser el eje de la política norteamericana en la región, es un gran depredador natural. Divertida propuesta. Los campesinos cocaleros han resistido la erradicación violenta de sus cultivos y el enfrentamiento contra Estados Unidos. Han combatido y a menudo trabajado con narcotraficantes. Han estado en el ojo del huracán de la guerra entre el terrorismo y el ejército. Y en Bolivia, han llegado a la presidencia. Tienen aspiraciones políticas también en Perú. Pero Koechlin cree que dejarán de cultivar coca en cuanto se les explique que están envenenando los ríos. Según Koechlin, aún nadie les ha comentado ese punto.
Lo peor es que este hombre es tomado en serio. Los periodistas le preguntan por sus vínculos con gobiernos y dictaduras, pero nadie cuestiona lo que él llama su programa de gobierno y sus antecedentes de luchador por la democracia. Simplemente, forma parte natural del paisaje.
En el Perú hay 24 candidatos a la presidencia, la mayoría de ellos con partidos políticos nuevos que tienen nombres como Sí Cumple o Avanza País. El de Koechlin se llama Con Fuerza Perú. Todos saben que el hartazgo de los peruanos llega a tal punto, que es muy probable que gane las elecciones un perfecto desconocido. Y todos quieren ser el desconocido de turno. Si la candidatura funciona, los votos atraerán votos. Y tras los votos llegarán ávidos y solícitos los técnicos y asesores para formar un plan de gobierno. Ser candidato a la presidencia es una inversión con un 4% de posibilidades. Pero si ganas, te llevas la banca.

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