Skip to main content
Blogs de autor

Consolación

Por 20 de abril de 2022 mayo 9th, 2022 Sin comentarios

ZUMA PRESS

Félix de Azúa

 

«Es difícil explicar la muerte a una sociedad que no quiere ni oír hablar del asunto»

 

No sabía yo que hubiera tal cosa como unas rabinas, encarnaciones femeninas del rabino judío de toda la vida. Al parecer (y esa debe de ser una peculiaridad única en todas las religiones del Libro) hay mujeres ejerciendo esa función desde hace tiempo en el ámbito religioso hebreo. Esta novedad es realmente curiosa y poco conocida, aunque lleva ya muchos años existiendo.

Recuerden ustedes que el Talmud es tajante en este punto: «El lugar de la mujer está en la cocina» (Yoma 66B) y seguramente eso explica por qué las madres judías eran tan excelentes cocineras. Sin embargo, hace unos veinte o treinta años, se ha ido imponiendo lo que Jon Juaristi me indica como «el movimiento reformista», una revolución iniciada por Hermann Cohen, kantiano de renombre, que tuvo gran arraigo en los Estados Unidos. Y ya se sabe que lo que decide el judaísmo americano acaba por imponerse en el mundo entero. Hoy día hay rabinas incluso en España.

Bien es verdad que estas mujeres dedicadas al estudio de la Tora (ese es el significado de «rabino») no ejercen funciones sacerdotales, pero es que no hay sacerdotes en la religión judía desde la destrucción del Templo de Jerusalén en el siglo II de nuestra era. Las sinagogas no son templos, sino lugares de reunión.

Todo lo anterior viene como preámbulo a un documento que me ha parecido digno de atención, se titula Vivir con nuestros muertos (Asteroide) y su autora es Delphine Horvilleur, una rabina que ha ejercido en el mundo entero. Esta interesante mujer francesa de unos cincuenta años se ha especializado en acompañar a los deudos en su dolor. Es decir, que las familias, parientes, amigos o amantes la llaman cuando han perdido a una persona muy querida y le piden que las acompañe en el duelo. Ella les da consuelo gracias a su sabiduría y a una inteligencia evidente en el libro. Junto a ellos recita el kadish, elemento esencial de la liturgia fúnebre judía.

Esto me parece muy curioso porque en la religión judía no hay vida después de la muerte. Ni infierno, ni cielo, ni nada parecido. Hay un viejísimo lugar, la Gehena (Gehinom en hebreo), que a veces se ha pensado como lugar de castigo para los malos, pero sólo creen en ella unas pocas sectas ultraortodoxas. En cuanto al Sheol, lugar a donde van los muertos, no tiene ninguna función de castigo o premio, así que el consuelo se hace difícil. No se puede prometer una vida eterna o por lo menos una segunda vida, pero tampoco un castigo para los malvados.

Delphine explica un buen número de casos en los que ha intervenido, entre ellos el de la matanza de la revista satírica Charlie Hebdo donde fue asesinada una amiga suya, y son todos ellos casos muy distintos e instructivos. Digo «instructivos» porque muchas veces he opinado sobre las dificultades actuales para explicar la muerte a una sociedad que no quiere ni oír hablar del asunto. Lo entiendo y me parece bien dedicarse a las series de la tele y al fútbol, pero quienes tenemos hijos pequeños no podemos derivarlos a esos lugares de entretenimiento desesperado. Algo hay que decirles, porque lo preguntan. Delphine tiene el mismo problema y lo sortea como puede.

En el momento final del relato la rabina acude al cementerio judío de Westhoffen, en Alsacia Lorena, donde se ha producido una profanación. Un grupo de bárbaros neonazis ha destruido tumbas y pintado cruces gamadas. Con este motivo reflexiona Delphine sobre la historia de Caín y Abel, el primer asesinato de la humanidad. Pero lo más emocionante es que descubre, entre las tumbas, la de un viejo pariente al que había olvidado, el tío Edgar, y se ve en la difícil y emocionante situación de consolarse a sí misma.

Un libro francamente útil.

 

Este texto fue publicado el 9 de abril de 2022 en The Objective

profile avatar

Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

Obras asociadas
Close Menu