Félix de Azúa
Y ya que hablamos de madres, ¿cantan todas las madres la misma cantilena a sus criaturas? ¿Todas las criaturas se duermen, como las fieras, en cuanto suena la lira de Orfeo? Ciertamente, el ámbito europeo/americano tiene una apariencia homogénea en este punto, la misma aliteración presente en “nana” y en “lullaby”, con su ritmo de mecedora, así lo sugiere, pero ¿qué cantan a sus recién nacidos las madres pekinesas? ¿Se adormecen los niños chinos con nanas ultra agudas en plan lechuza?
Lo digo porque la vieja hipótesis de Rousseau ha regresado inesperadamente. Steven Mithen, de la Universidad de Reading, afirma que la música es anterior al lenguaje y lo defiende con argumentos arqueológicos y neurocientíficos en The Singing Neanderthals: The origins of Music, Language, Mind and Body (Harvard UP).
Jamás podría tomar en serio ningún trabajo con semejante título, pero un experto como William H. McNeill, emérito de la Universidad de Chicago, dice que es “una erudita e imaginativa panorámica de la más importante y elusiva dimensión del real pero indocumentado pasado remoto, a saber, cómo la comunicación entre nuestros antepasados cambió sus vidas, hizo más sólidas sus comunidades, y mejoró la supervivencia”.
La hipótesis no es muy distinta de la que sostuvo Rousseau hace casi tres siglos en uno de sus escritos menos conocidos y poquísimas veces editado, el Essai sur l’origine des langues, oú il est parlé de la mélodie et de l’imitation musicale. Todos los músicos deberían leerlo.
Según Rousseau los gritos pasionales fueron el ur-lenguaje que daría lugar más tarde a los convencionalismos lingüísticos. Quejas amorosas, súplicas hambrientas, susurros de intimidad, balbuceos de pánico, aullidos de dolor, forman un repertorio que luego se pondría en allegro, scherzo y adagio, y sólo más tarde en verbo, sujeto y predicado. Rousseau deseaba que la razón lingüística, el logos, se fundara en la pasión y no en la necesidad.
La hipótesis de Mithen tiene, como la de su antepasado ginebrino, un elemento novelesco. Según el prehistoriador, esa habría sido la causa eficiente de la misteriosa extinción de los Neandertales, los cuales fueron incapaces de pasar de la música al lenguaje.
Es una imagen fascinante y terrible. Un pueblo entero que ha sobrevivido doscientos mil años cantando y bailando, pero que se extingue aceleradamente cuando se enfrenta a competidores parlantes. Resulta estremecedor imaginar a aquellas pobres gentes cantando en coros desesperados su consunción y muerte, mientras los enemigos preparaban ataques cada vez más certeros, perfectamente articulados por sus rétores.
Me conmueve particularmente una frase de Mithen citada por McNeill:
they must have been highly emotional people
Desgarrador.