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Brutal cambio de identidad

Por 22 de septiembre de 2008 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Félix de Azúa

Después de treinta años de gobierno nacionalista, hora es ya de hacer balance sobre la riqueza que tan acendrada ideología ha traído a Cataluña. Basta con repasar algunas calumnias lanzadas tradicionalmente contra este pequeño país. Por ejemplo, la acusación de "tenderos". ¡Ya nadie llama "fenicios" a los catalanes! Otras regiones españolas han demostrado merecer con mayor mérito el apelativo y han hecho negocios excelsos. ¿Y la vieja calumnia de que para ser funcionario había que nacer en Madrid? Tenemos ya sobre los ciento cincuenta mil funcionarios y en una reciente encuesta los niños catalanes declaraban desear, por encima de todo, ejercer de funcionarios. Otro mito que se hunde junto con el odio al enchufe, práctica tenida por mesetaria y que el embajador Carod Rovira reivindica para Cataluña. Se decía, además, con muy mala uva, que aquí no había sentido del humor. Observen las radios y televisiones del Principado. Todas cubren la mayoría de su horario con programas cómicos. Es cierto que no hay quien los distinga porque sólo se ríen del aspecto ridículo, vil y grosero de los españoles, pero eso no quita la novedad inmensa de un humor nacional catalán.

/upload/fotos/blogs_entradas/mer_med.jpgDurante decenios se tuvo a Cataluña por lugar violento. Barcelona era "la capital de la ira", titular del Nouvel Observateur que fue motivo de chirigota en los años setenta. Aquí florecían las bandas de sicarios de la patronal y los eficaces asesinos comunistas y anarquistas. ¡Cómo ha cambiado el país! Ayer manifestaban su espanto algunos jefes catalanes porque unos avioncitos iban a figurar en las Fiestas de la Mercé. Pero lo que más ha cambiado es aquello de que aquí residía la capital de la cultura y el intelecto. Gracias a nuestra elite, por fin hemos conquistado las peores cotas educativas y culturales de España. Ya era hora. Tras un titánico esfuerzo y un océano de millones, los catalanes son ahora unos tipos escasamente educados, poco eficaces, que se ríen sin descanso y desatienden el dinero. En resumen, un lugar más agradable. Similar a la Andalucía de los años sesenta.

Artículo publicado en: El Periódico, 20 de septiembre de 2008.

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Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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