Félix de Azúa
El viernes 14 de abril, la dirección del diario Liberation, a pesar de la barriga cervecera que le desborda por sobre el cinturón, se enfundó sus tejanos más chulos, la camiseta con la bandera cubana, el pañuelo de Al Fatah, y se apostó a la puerta del colegio por ver si pillaba algún adolescente incauto.
“Une jeunesse determinée et vigilante”, titulaba en portada, pero ni esa página ni las siguientes aclaraban cuál era la determinación, ni qué objeto o ente estaban vigilando los jóvenes franceses.
Luego anunciaba: “Encuentros con jóvenes que han sido considerados individualistas y pasivos, pero que ahora se imponen en el debate político”.
Da vergüenza transcribirlo. Ni siquiera un desesperado deseo de ligar puede justificar semejante sarta de majaderías en un diario “de izquierdas”.
Nadie ha creído jamás que los jóvenes actuales (¡ni los antiguos!) sean individualistas, sino más bien gregarios. En España, por ejemplo, pirrados por el botellón. Y en Francia no han impuesto absolutamente nada, sino que se han dejado manipular por los sindicatos, únicos vencedores en la batallita del contrato juvenil. Un papel que escapaba al estricto control que desde 1950 ejercen estos caballeros con contrato indefinido.
Los periódicos tratan desesperadamente de que algún menor de cuarenta años los lea, pero ni siquiera son coherentes con su hiperdulía pedófila. El mismo día y en el mismo diario, Baudrillard decía exactamente lo contrario: “Este ha sido un acontecimiento-farsa en el que se representaba el melodrama del “Poder y los Otros”, o sea, los rebeldes, sin que nadie se tomara realmente en serio el papel de actor histórico”.
Luego calificaba la lucha contra el contrato juvenil como “acontecimiento gamberro” (évenément voyou, rogue event), modelo de acción política inocua en perfecta consonancia con la corrupción absoluta de los políticos actuales.
De modo que en el mismo diario coincidían los intentos de seducción tipo “Corte Inglés” (“¡eres rebelde, único, irrepetible, así que cómprame estas carísimas zapatillas que lleva todo el mundo!”), junto con el insulto de un viejo desengañado que ya no espera ganar ni un duro con los adolescentes.