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"El sueño del celta" documentado

Mario Vargas Llosa en España Estoy leyendo en este momento El sueño del celta de Mario Vargas Llosa y lo primero que salta a la vista es la gran documentación que ha realizado el autor para construir esta novela. Algo que nos recuerda a El Paraíso en la otra esquina o La guerra del fin del mundo, novelas escritas tras largas jornadas de estudio y bibliotecas.  En la revista Ñ señalan el tema de la documentación, expuesto ayer en la conferencia de prensa que Vargas Llosa dio en Casa América de Madrid:

Mario Vargas Llosa explica que encontró a Roger Casemant en una biografía de Joseph Conrad, quien trabó amistad con el irlandés que fue una influencia fundamental para su gran novela El corazón de las tinieblas . Casement le informó a Conrad que había un salvajismo mucho peor que el de antes, una forma mucho más espantosa que el canibalismo. Se cortan las orejas, las manos, las narices, los pies de los africanos que no traen los cupos de caucho que se les encarga. ?Una de las enseñanzas de lo que significó la vida de Roger Casement y su obra es que cuando desaparece toda forma de legalidad y se restablece la ley del más fuerte, inmediatamente se instauran la barbarie, el salvajismo y unos extremos de crueldad que llegan a extremos vertiginosos?, explicó Vargas Llosa. Casement se fue al Africa a los 20 años convencido de que Europa llevaba la civilización, la verdadera religión, que el comercio iba a ser el instrumento de modernización de esas tribus que vivían en la edad de piedra. Pero se encontró con el Imperialismo. Lo que vio lo horrorizó y lo obligó a revisar en todo lo que había creído con una fe patriótica, ciega. Vió en lo que se transformaba la Europa que conocía. Un mundo sin ley, en lo que se organizaba todo por lo codicia y las monstruosas crueldades que se derivaban de todo ello. Quienes habían ido allí eran muchas personas educadas, civilizadas, creyentes que en el contexto de absoluta impunidad en que vivían se fueron convirtiendo en verdaderos monstruos. El gran mérito de Casement fue haber documentado esto con lujo de detalles e iniciado un proceso de muchos años de campañas para abrir los ojos de los europeos sobre los horrores que ocurrían en el Congo, propiedad personal del Rey de Bélgica. Después Roger fue a la Amazonia (Brasil, Perú y Colombia) y se encontró las compañías caucheras, registradas en la bolsa de Londres. Halló los mismos horrores. Todo esto le produjo una crisis psíquica que lo llevó al borde de la locura. Volvió a documentar este horror vertiginoso en informes sobre los estragos del colonialismo, con acusaciones contundentes por el rigor y seriedad que los hechos que relataba. La increíble destrucción que sembró el colonialismo ha dejado secuelas hasta hoy, porque las víctimas no han logrado recuperarse. Buena parte de la tragedia que es el Congo hoy en día y la situación crítica de pequeñas comunidades amazónicas viene de esos años atroces. Un período de fines del siglo XIX e inicios del siglo XX, en que el mundo moderno civilizado, aprovechó con éxito para su desarrollo la riqueza del caucho. Así se inició el proceso que lo terminó convirtiendo en un héroe del nacionalismo irlandés, fundador del IRA, y ahorcado por los británicos por traidor y saboteador. Pertenecía a una familia probritánica, anglicana, que creía que lo mejor que le podía pasar a Irlanda era ser una colonia británica. Mario Vargas Llosa viajó al Congo y a Irlanda para documentarse sobre este personaje al que ha dedicado tres años de trabajo. El momento ?más terrible? que vivió en su viaje al Congo fue en un campo de refugiados, donde había millares de personas ?sin fuerza siquiera para espantarse las moscas?. ?Esto no es lo peor?, le dijo un médico congolés en perfecto francés. ?Lo peor de este país son las violaciones que se han convertido en el principal instrumento de las guerras. Violan porque es la manera de humillar al adversario. Es terrible ver a niñas, mujeres y ancianas violadas por todas las bandas y facciones?. El médico, añadió el peruano, ?se echó a llorar. Todo el sufrimiento atroz que vive el país estaba en ese testimonio?.

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4 de noviembre de 2010
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Combustible para el declive

El Estado, mínimo. Dirigido por quienes más se parecen a los ciudadanos, no por quienes saben. Inactivo ante las desigualdades. Insensible ante los desfavorecidos. Dedicado a desenfundar rápidamente ante los delincuentes, dentro y fuera del país. A ser posible, sin impuestos. También sin funcionarios, salvo en las prisiones y en las comisarías. Lo mismo en el mundo: con menos diplomáticos; cuantos menos diplomáticos mejor, y en cambio tantos soldados como haga falta. Y, claro está, en las fronteras y aduanas. Para cerrar el paso a las hordas extranjeras que se disponen a invadir y desnaturalizar la fibra íntima y auténtica de esta nación que se siente excepcional, en todo caso elegida por Dios. Para destruir a los terroristas, islámicos por supuesto, que desafían el poder americano e intentan destruir su dominio.

Y luego lo más difícil: política sin políticos, un Parlamento sin auténticos parlamentarios. Con hombres y mujeres intrépidos, dispuestos a resistirse a las élites gobernantes, entregados a la ley y al orden, armados hasta los dientes si hace falta para defender los derechos individuales e iluminados por la inspiración de su divinidad particular, entregada incondicionalmente a su causa. Esta es la fuerza que ha vencido en las elecciones de mitad de mandato. Un vector de ideas y sentimientos profundamente americano, alojado en el ventrículo más reaccionario del corazón más conservador de Estados Unidos. Sabíamos que la victoria de Obama hace dos años iba a nutrir y excitar esta víscera, profundamente incomodada por un presidente surgido del liberalismo, que en europeo quiere decir la izquierda. No podíamos medir todavía la dimensión de la crisis económica ni sus efectos sobre el empleo. Las altas expectativas creadas por la llegada del primer afroamericano a la Casa Blanca tampoco permitían calibrar la magnitud de la victoria demócrata: luego se ha revelado más coyuntural y efímera de lo que los amigos de Obama habían pensado. No hubo cambio de época, ni una nueva hegemonía demócrata para varias décadas como esperaban algunos. No hubo tampoco una transformación radical de la política presidencial: al contrario, con el tiempo han ido apareciendo las huellas de las continuidades entre el detestado Bush y el adorado Obama. Pero el corto aliento demócrata y la dureza de la crisis económica no bastan para explicar este profundo bache, que podría convertirse en sima. Sin la subordinación de la política a unos medios de comunicación radicalizados y escorados hacia la derecha, no habría partidos ni partidas del té, auténticas subastas delirantes que prometen terminar con la sensatez y el pragmatismo requeridos para hacer política. Tampoco existirían sin los intereses más particulares que han financiado esta campaña electoral, la más cara de la historia, con el objetivo de bloquear o torcer el programa legislativo de Obama sobre reducción de emisiones de gases, impuestos, banca financiera o seguros médicos y productos farmacéuticos. La barra libre para que las empresas inviertan en la defensa de sus intereses electorales recibió la luz verde del Tribunal Supremo el pasado junio, en una sentencia que protege las donaciones anónimas bajo el manto sagrado de la primera enmienda, que afecta a la libertad de expresión. Obama la criticó "como una victoria de las grandes petroleras, las compañías de seguros sanitarios y otros intereses poderosos que se imponen diariamente en Washington ahogando las voces de los ciudadanos de a pie". Los resultados electorales conseguidos tendrán consecuencias paralizantes no tan solo en la acción interior del Gobierno, sino lo que es más grave en sus márgenes de acción exterior y su capacidad de liderazgo internacional. En el momento en que China se reafirma en su papel económico global, Obama verá atascada su acción exterior en varios capítulos: el desarme nuclear y el llamado reseting (reinicio) de las relaciones con Rusia quedarán hipotecados por unos congresistas republicanos que rechazarán la ratificación del nuevo tratado START firmado con Moscú para una drástica reducción de cabezas nucleares activas; lo mismo sucederá con la legislación medioambiental, que influirá muy negativamente en el eventual liderazgo de Washington en las negociaciones de reducción de emisiones; también con la última generación de tratados de libre comercio, emitiendo así pésimos signos proteccionistas en un momento de crisis económica global. Así es como ese pueblo insurgente que no soporta el retroceso de EE UU en el mundo convierte su rebelión en combustible para acelerar su declive, repitiendo así la operación geopolítica con la que George W. Bush quiso asentar la hegemonía norteamericana como superpotencia única para todo el siglo XXI, consiguiendo únicamente arruinarla en dos guerras sin salida, desprestigiarla ante el mundo y abrir las puertas de par en par al mundo multipolar.

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4 de noviembre de 2010
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En qué sentido la filosofía ha de usar las disciplinas

El escrito de José Lazaro  que  evocaba en la entrega anterior, incluye una simpática referencia personal acompañada de una advertencia (sin duda destinada también a sí mismo):

"Nadie más favorable que yo a la transdisciplinariedad (he conseguido que me paguen por hablar de historia, literatura y filosofía en una facultad de medicina). Pero tenemos que pensar muy bien las condiciones de posibilidad para que un proyecto como los que a nosotros nos gustan adquiera la suficiente solidez y consistencia para que sea capaz de resistir a las críticas "a lo Sokal" que sin duda recibirá (en el mejor de los casos: en el peor no recibirá ni siquiera críticas). En el fondo, ya hasta el pueblo español lo ha dicho siempre con aquello de lo que se abarca y lo que se aprieta."

Se recordará que estas consideraciones sobre los peligros de una filosofía que aspira a servise de varias disciplinas pero que se  quedaría  en lo superficial de cada una de ellas se inscribía en un epistolario a tres bandas, en el que Javier Echeverría abogaba por una actitud filosófica que fuera más allá de la relectura devota de textos considerados sagrados. De alguna manera Javier planteaba la cuestión de si permanecer fiel a la filosofía no implicaba precisamente abandonar la facultad-panteón de filosofía, cosa que él ha hecho (lo cual no es asunto baladí si se recuerda que tras su fundación por Ramón Valls, Javier contribuyó como nadie a que se asentara la facultad de filosofía en un Pais Vasco entonces auténticamente conmocionado por la violencia).

Lo cierto es que yo también he tomado distancia frente a la  la facultad de filosofía,y espero que  no para cambiar de manera de afrontar la vida, sino precisamente para no hacerlo. El intento de trabajar directamente con científicos, concretamente con físicos en mi caso, va por ese lado. La orteguiana barbarie del especialismo tiene paradójica traducción  en las mismas facultades de filosofía. Es muy sencillo: si has de escarbar en la filosofía medieval (tan fascinante por otro lado) y ponerte al nivel de los eruditos, necesitas la vida por entero. Y si no haces tal cosa, te expulsarán-al menos simbolicamente-de la academia. Por eso quizás sea cierto que la facultad de filosofía es a veces incompatible con la exigencia filosófica.

Pero abogar por la necesidad  de abrir el espíritu a ámbitos sin los cuales la filosofía se ahoga en un aire viciado, obliga a tener aun más presentes las consideraciones de josé Lázaro sobre  la necesidad de no lanzarse  inprudentemente al pantano, o charca de ranas, de lo interdisciplinar. No se trata  en absoluto de barnizar la especialización filosófica con una capa de conocimiento superficial de disciplinas científicas. Tomando  el ejemplo, aquí tantas veces considerad de la Mecánica Cuántica: se trata de acceder realmente al meollo del problema, a partir del cual la cuestión ontológica sale de inmediato. Tecnicamente ello implica estar casi a la altura del científico en el tremendo asunto del formalismo matemático. ¿Dónde puede el filósofo dejar de seguirle? Pues inmediatamente despues, cuando (tal es su oficio) el físico tiene la obligación de escarbar en el universo experimental que recubre tal formalismo. Seguir ahí sería consagrar la vida a ello...y dejar de interesarse por las implicaciones filosóficas de la disciplina. Mi tesis es que el primer paso puede darse pese a las dificultades técnicas. No se trata de yuxtaponer disciplinas sino de usar el meollo teórico de una disciplina u otra.

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4 de noviembre de 2010
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Dos entrevistas a Josefina Ludmer

Josefina Ludmer, la crítica del momento Con Aquí, América Latina (Eterna Cadencia) Josefina Ludmer se ha convertido en la crítica más importante de la actualidad en Argentina. El libro de ensayos, al que ella considera una ?especulación?, ha dado mucho de qué hablar y ha motivado dos entrevistas esta semana. La primera, en el ADN Cultura, del diario La Nación, por Patricia Somoza. Algunas respuestas:

La literatura sería para usted un modo privilegiado en esa construcción de realidad. -La realidad tiene muchísimas zonas y modos. Uno puede entrar a la realidad, o a la construcción de realidad, a través de cualquier cosa que uno sepa leer. Yo aprendí a leer literatura, no sé leer la sociedad o la historia en sí misma. Uno puede leer lo que quiera en la literatura. A mí la crítica pura, sobre un texto o un autor, me aburre. Entonces, ¿por qué concentrarse en un texto o un autor? Mejor mirar el mundo; pero hay que tener una pantalla, un tarot: el mío es la literatura. -Lee literatura de América latina, y a la literatura argentina en el marco latinoamericano. ¿Esa perspectiva se la dio haber estado afuera? -Totalmente. Creo que para poder ver a la Argentina hay que salir. Cuando uno está sumergido en algo, no lo ve. Desde acá vemos la relación con Europa y con el Primer Mundo en general, pero no hay relaciones con los vecinos en términos culturales literarios. España es la que decide lo que circula.

Usted ha vinculado los tonos antinacionales de ciertas escrituras latinoamericanas (Fernando Vallejo, Horacio Castellanos Moya, Diogo Mainardi) con el momento de las desnacionalizaciones o privatizaciones. ¿Hay escrituras, voces o tonos vinculados con el momento actual, en el que estaríamos asistiendo a una suerte de reformulación del Estado o la nación? -Veo un cambio en relación con las identidades en la literatura. La postulación de las identidades nacionales (lo argentino, lo mexicano), tan claras en los años 60 y en los clásicos latinoamericanos, desaparece, y en cambio aparecen identidades locales, del barrio, de la ciudad. Pienso en textos muy actuales: Agosto , de Romina Paula, cuenta un viaje al interior, pero no se trata de lo nacional sino de la relación íntima con otro lugar; en Las teorías salvajes , de Pola Oloixarac, está el mundo de la facultad. Siempre son identidades locales. O identidades gay, feministas, que no son nacionales, son globales. -Muchas de estas nuevas escrituras, que suelen llamarse ?malas? en el sentido de que serían menos literarias, conviven con las otras, que se siguen produciendo. ¿Qué podría decirnos de esto? -La literatura no tendría en sí misma marcas estéticas o literarias. Hay escritores que son más barrocos, que inflan el estilo, que escriben con marcas literarias que no necesariamente agregan valor literario. Frente a la facultad que, como agencia de canonización, valora las escrituras que tienen más marcas literarias y menos las más despojadas, suspendo el juicio y caracterizo: hay escrituras con marcas literarias y escrituras que las borran. Obviamente considero que hay valores, escrituras que me gustan o no me gustan. Algunas de las que tienen marcas literarias para mí son malas, recargadas. En cambio, otras mucho más modestitas me interesan más porque tienen una vibración diferente.

-¿Que ha leído últimamente con interés? -Lo que más me apasionó en el último año fue la serie Millennium , de Larsson. Me pareció espectacular, me agarró, no la podía largar. También hay series televisivas que me atrapan así. Yo digo que lo que me atrapa es buenísimo, sea televisión, sea un best seller . La captura me fascina. Ningún libro de los que estoy leyendo últimamente me ha capturado tanto. Me gustó mucho Los topos de Félix Bruzzone. Me gustó también lo de Pola, aunque lo considero muy barroco, una escritura muy trabajada. Mi escritura favorita es la sequedad, por eso me gustó lo de Bruzzone. Trato de leer lo que sale.

Por otra parte, en la Revista Ñ aparece hoy una entrevista a Ludmer a raíz de recibir el Honoris Causa en la UBA. La entrevista es de Gabriela Cabezón y aquí un fragmento de la nota:

Sigue haciendo crítica, pero le da una vuelta novedosa. Si bien, como se estila en todos los libros del género, pone su mirada sobre otros textos, en la primera parte de Aquí?Ludmer se fuga de las tradiciones de su género y se adentra en las de la autoficción: trabaja sobre su propio diario, sobre las impresiones de su ?yo? de argentina recién llegada al país después de años de vivir en los EE.UU. Una subjetividad que arriba a ese borde del estallido que fue 2000 y registra acontecimientos masivos y también privados: todo eso que incluye en la ?imaginación pública?, porque lo privado, aclara, está contenido en lo público y la ficción en la realidad. Y viceversa. Un ejemplo: ?Los miércoles a la noche con Okupas en el canal público me instalo en la familiaridad, en casa, en cama, en plena experiencia afectiva de habitar y pertenecer en un ahora público?, relata en su libro para explicar el concepto de ?intimopúblico? . Lo que hace Ludmer es pensar y especular sobre lo que lee: sus propias opiniones de su diario de 2000, lo que decían sus amigos, series de televisión, obras de teatro, el fenómeno de la muerte del Potro Rodrigo, actos políticos, artículos periodísticos, el neoliberalismo, canciones de Los Redondos, películas, y, por supuesto y sobre todo, literatura. ¿Por qué tanta literatura? ?Porque es lo que aprendí a leer, pero si alguien quiere entrar por la pintura, la fotografía u otro lugar, que entre: la imaginación pública es todo lo que circula y se dice. La cuestión es poder extraer el jugo de lo que se lee? dice Ludmer diez años después de escribir su diario. Aunque ahora, confiesa, si ?estuviera por entrar a la facultad no elegiría Letras, elegiría algo más de tipo perfomance, más de acuerdo a los tiempos. En mi época, Letras era más de señora: La Profesora?? Pero hoy no está por entrar a la facultad Ludmer, está por recibir el título de Profesor Honoris Causa de la Universidad de Buenos Aires ?mañana a las 19 en el rectorado de la UBA, Arenales 1371. Para la ocasión, dará una conferencia llamada ?Lo que se viene? . Sobre literatura, claro: es su puerta para leer el mundo. Entremos. En Aquí? , establecés un sistema literario compuesto por escritores, escritores jóvenes y escritoras mujeres, ¿por qué? Hay una sola literatura, de mujeres y hombres, pero la sociedad coloca la escritura femenina en un segundo plano, en el mismo lugar que se le da a los jóvenes, el de promesas: quedan ahí, en una especie de espera. Y no hablo de guerra de género, sino de inclusión en el centro. Fijate que no es así en la poesía y tal vez ni siquiera en el cuento; pero la novela queda como un coto masculino. Pero no está mal estar junto con los jóvenes. Es una zona que se mueve, porque el centro está congelado a veces, ¿no? Hablando de lo que se mueve, ¿qué cambió en la literatura argentina durante estos diez años? No veo cosas muy nuevas, al contrario, me parece que la literatura argentina es muy conservadora. Lo que estoy investigando ahora es ?lo que viene después? ?el tema de la conferencia de mañana- porque creo que el presente argentino se define como lo que vino después de los 70. La cultura sueña todo el tiempo esos años.

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3 de noviembre de 2010
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La vida y el sueño

 

Estoy leyendo el ensayo que Jacobo Siruela dedica a la historia de los sueños. Una historia que, como bien advierte el autor, nunca antes había sido escrita. "El mundo bajo los párpados" será por ello una referencia ineludible entre los que quieran asomarse al resbaladizo e imprevisible universo onírico del hombre.

Su elocuente inventario de los testimonios escritos durante siglos nos permite hacernos una idea cabal del territorio que sin cesar se insinúa bajo la conciencia y de cuán extraña ha sido su influencia en la historia de la cultura. Los más remotos relatos atestiguan estupefacción, miedo, superstición, pero también, entre los más sagaces, una inteligencia dispuesta a penetrar lo que a veces nos parece un conglomerado de imágenes caóticas.

Cada época y cada región cultural ha elaborado sus patrones hermenéuticos y no siempre se ha eludido el resignado tópico del misterio impuesto por nuestras limitaciones cognitivas. Siruela cita a Jung para dibujar el asunto del que estamos hablando: "Un sueño es como un teatro en el que el soñante es escenario, actor, apuntador, director de escena, autor, público y crítico". Podríamos añadir: soñante es también el que lo olvida todo al despertar. La amnesia matutina puede ser un castigo del que no todos consiguen librarse. Y convendría propiciar en las escuelas, a esa edad en la que no todo está perdido, un ejercicio de memoria activa. Retener los sueños mediante el deliberado esfuerzo de relatar y consignar lo que ha sido vivido. El matiz es importante: los sueños no se ven, se viven. La experiencia onírica, a pesar de nuestras prevenciones o descuidos, constituye a la personalidad tanto como la actividad de la vigilia.

La fenomenología de los sueños que emprende Siruela, con reveladoras noticias sobre personajes históricos, permite alumbrar zonas del ser que de otro permanecerían sepultadas. ¿Por qué somos como somos? ¿Qué aspecto del yo permanece latente y siempre a punto de brotar? ¿Qué cosa es la Naturaleza humana?

El mundo bajo los párpados, publicado por Atalanta, es una contribución excelente a ese proceso de conocimiento (que también es de reconocimiento) al que está irremediablemente abocada la conciencia. Ya saben, esa vieja cita cada día más urgente y decisiva.

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3 de noviembre de 2010
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Los demás

Un consejo terrible pero supremo es el que dice: "no esperes nada de los demás". Su parte de misantropismo se compensa con la dosis de humildad, la cantidad de menosprecio de los otros se iguala al propio. Pero con un resultado capital: la independencia respecto al juicio positivo o negativo de los otros aumenta la energía para hacerse mejor. Y no sólo para sí sino para la posible mejora ambiental de la gente que nos rodea. Y que nos juzga. Que nos da o nos quita. O que pretende hacer tanto una cosa como otra, ignorante del terrible y piadoso consejo inicial.

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3 de noviembre de 2010
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III. Bravuconada o serenidad

Ésta es la muerte festiva, la de azúcar chocolate, de fémures y tibias comestibles y calaveras que se disfrutan trocito a trocito. La otra, la de verdad, se ha vuelto el elemento omnipresente del paisaje cotidiano de México, cadáveres mutilados que se apilan abandonados en los baldíos, emigrantes de paso hacia Estados Unidos ametrallados en masa, cuerpos que cuelgan de los puentes peatonales sobre las autopistas, cabezas de decapitados entregadas a domicilio, la fiesta del terror en todos sus furores.

Pero la una es la representación sin remedio de la otra. Hay que reírse de la pelona, la huesuda, la calaca, la catrina. Ser amable con ella, no olvidarla. Sentarla a la mesa de los comensales. Aprender a no tenerle miedo. O fingir que no se le teme, para no tentarla. O tentarla de verdad, si de todos va a envolverte en el abrazo de sus huesos duros, treinta y cinco mil asesinados que van ya desde que comenzó esta guerra que cunde en las calles y en las carreteras y alborota y abarrota los cementerios. Desafiar a la muerte tan celebrada, que puede ser una bravuconada de macho pendenciero, o un acto de serenidad. Si no veamos a Marisol Valles, esta muchacha que a sus apenas veinte años ha ocupado sin alardes, y seguramente a falta de candidatos varones, la jefatura de policía del municipio de Praxedis G. Guerrero, en el estado de Chihuahua.

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3 de noviembre de 2010
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Contra la enfermedad y la medicina

La política global todavía es americana. No hace falta ni siquiera que se produzca una elección presidencial para que la atención de medio planeta se fije en el funcionamiento de las urnas en Estados Unidos. Sabemos cómo va a condicionar la acción internacional del presidente Obama, a la cabeza de la que es y seguirá siendo todavía durante largo tiempo la primera superpotencia, pero estamos también atentos a las decisiones que marcan tendencia en el mundo, como es el caso de la iniciativa popular para la legalización de la marihuana derrotada esta noche en California. Si Washington lidera el mundo, la sociedad norteamericana es el espejo en el que nos miramos y atisbamos horizontes futuros. Poco de todo esto sucede con las nuevas potencias emergentes, en muchos casos organizadas alrededor del hermetismo y la arbitrariedad. Estados Unidos, por contraste, proporciona un espectáculo excepcional de transparencia y de equilibrios, de forma que a estas horas ya casi podemos saberlo todo sobre la nueva distribución del poder, que atará todavía más las manos a Obama, y de las razones que han movilizado a los conservadores para ir a las urnas y han desmovilizado a los progresistas que arrollaron en la última elección presidencial.

El pésimo funcionamiento de la economía, y más en concreto la incapacidad de Obama para crear empleos, es el motivo central de la derrota electoral demócrata de esta pasada noche; algo previsible y común en democracia. Esta crisis se llevará por delante a muchos gobiernos y a muchos gobernantes: no iba a ser menos el Partido Demócrata. Sucede en todas las crisis, pero sucederá más todavía en ésta, porque es una crisis de cambio de época y de modelo, que coincide con un desplazamiento de poder económico y geopolítico en el mundo. Pero en el caso norteamericano, al contrario de lo que sucede en Europa, la crisis enerva los reflejos antigubernamentales de los ciudadanos, que en vez de centrar sus temores en la preservación de derechos sociales como sucede con los europeos, temen que desde Washington se aproveche la coyuntura para aumentar el tamaño del Estado, de los impuestos y de la intervención del Gobierno en la economía. No les gusta ni la enfermedad ni las medicinas. Toda jornada electoral norteamericana bate algún record. La mayoría republicana en el Congreso, 60 escaños según los últimos sondeos, es la mayor desde 1948, coincidiendo con el inicio de la Guerra Fría. El gasto acumulado en el conjunto de las campañas electorales también es probablemente el mayor de la historia. Y sin datos precisos en la mano cabe imaginar que ninguna elección de mitad de mandato norteamericana, es decir, sin que estuviera en juego la figura presidencial, ha sido seguida con mayor atención en todo el mundo. Las expectativas levantadas por la presidencia de Obama han sido tan elevadas que necesariamente sigue atrayendo y fascinando una elección que matizará su capacidad de acción y de influencia. En algunos lugares del planeta como Oriente Próximo la correlación de fuerzas entre el Congreso y la Casa Blanca se observa con la misma o incluso mayor atención que los avatares de la política global. Las negociaciones de paz entre israelíes y palestinos se hallan paralizadas por los desacuerdos entre los negociadores sobre los asentamientos judíos en territorio palestino, pero sobre todo pendientes del nuevo rumbo que tomará Obama a partir de hoy, una vez tome las medidas de la nueva distribución de poder parlamentario. Si la política global todavía es americana, la política local también está condicionada en muchos lugares del globo por lo que suceda en Washington. Estados Unidos ya no es la superpotencia única, capaz de dictar en solitario el rumbo global, pero la mayoría del planeta no tiene otra referencia en la que buscar las señales que nos orienten: las otras potencias sólo emiten señales para sí mismas o emiten señales confusas o ni siquiera permiten que nos asomemos a sus decisiones. De ahí la fascinación que suscita la democracia americana y su prodigiosa capacidad para equilibrar y matizar victorias y derrotas, por fortuna todavía no superada por las nuevas fascinaciones que levantan las decisiones impenetrables de Pequín o de Moscú.

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3 de noviembre de 2010
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Pagsanjang. Isla de Luzón, Filipinas

8 de julio de 2006. Pagsanjang. Isla de Luzón, Filipinas. Esta mañana he sido testigo de la prodigiosa habilidad de los remeros del Pagsanjang para remontar el curso del río a contracorriente y superar los saltos de agua. Como las lluvias monzónicas mantienen alejados a los turistas, he hecho la excursión en solitario. Uno de los remeros, Willy, me ha hecho sentar en el centro de la banca, una especie de piragua de madera que he contratado. Él se ha quedado de pie, detrás, mientras Edwin, su compañero, se colocaba delante. (...)

Willy me ha contado que una vez al año, antes de la Navidad, todos los remeros que no son demasiado viejos se trasladan a los grandes saltos del Pagsanjang, más allá de donde hemos estado nosotros. La marcha dura tres días, en el transcurso de los cuales no comen ni duermen sino que únicamente reman. Al superar la cascada final, la mayor de todas, comen arroz y plátanos y beben el mismo aguardiente de caña que nosotros estábamos bebiendo. Reparadas las fuerzas los remeros se echan  a dormir en la orilla. A menudo duermen también tres días, o más, y a este descanso prolongado lo llaman muerte. La muerte del remero, más exactamente: rower's death ha dicho Willy. Durante esta muerte del remero los sueños son muy importantes, porque informan de cómo ha sido realmente el año que se despide y de cómo repercutirá en el que está a punto de empezar.

Visión desde el fondo del mar, pgs. 39-40 

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3 de noviembre de 2010
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Kapuscinski no se mojaba nunca

Ryszard Kapuscinski. Foto: Begoña Rivas El cronista polaco Kapuscinski despertaba adeptos tanto como enemigos, pero sin duda fue uno de los grandes periodistas del siglo XX y los primeros años del XXI. Una biografía de 600 páginas sobre él apareció en inglés hace poco, y acaba de ser editada en castellano por Galaxia Gutemberg. Muchas novedades respecto a este workhaolic y viajero sin descanso. Lo cuenta Luis Alemany en El Mundo:

¿Qué ha trascendido de ?Kapuscinski non-fiction?, la biografía poco complaciente del periodista polaco escrita por su amigo Arthur Domoslawski (y recién editada en España por Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores)? Básicamente, dos cosas: el adulterio continuado y las frecuentes chapuzas periodísticas del ganador del Premio Príncipe de Asturias de la Comunicación de 2003. Pero en las 600 páginas del libro se encuentran muchas más cosas. Se encuentra, sobre todo, un retrato psicológico lleno de complejidad sobre Kapuscinski, que, en contra de la imagen encantadora que nos legó, estuvo llena de recovecos, zonas oscuras y frustraciones. Una de las primeras claves para entender a Kapuscinski tiene que ver con su fe ideológica. Después de la Guerra Mundial, el periodista creía sinceramente en el Estado Comunista que se estaba implantando en su país. Sin embargo, hacia 1956, Kapuscinski ya estaba desencantado con el rumbo de la Polonia Popular, que se había deslizado hacia el totalitarismo. Para evadirse de esa frustración, Kapu?ci?ski encontró un consuelo: viajar por el tercer mundo. Viajar y vivir otras revoluciones más nuevas y más puras y sustituirlas unas por otras: Etiopía, Angola, Bolivia, Chile, Irán? Según Domoslawski, uno de los propósitos de Kapuscinski en estos viajes fue el de salvar su alma revolucionaria. Kapuscinski era un chico de provincias y pobre que accedió a la literatura relativamente tarde. Nunca pudo superar la incomodidad que le producía ese origen humilde ante sus compañeros varsovianos, más sofisticados y cultos. Sus conferencias y actos públicos eran sosos y sus reflexiones en abstracto, cuando se ponía intelectual, sonaban bastante naíf? Kapuscinski se sentía un impostor en el mundo de la cultura y, por eso, vivió acomplejado. Además, el periodista había deseado, por encima de todas las cosas, dedicarse a la literatura. No le llegó el talento, o la perseverancia, o la suerte? Por eso, según Domoslawski, Kapuscinski incurrió en tantas imprecisiones, exageraciones o, directamente, fabulaciones en sus crónicas. El periodismo, en el fondo, le sobraba. Kapuscinski vivió los últimos años de su vida lleno de temor. Polonia vivía una especie de caza de brujas contra los antiguos comunistas y el periodista, que había evolucionado desde la ortodoxia hacia posiciones muy críticas con el Partido, sabía que le harían pagar su éxito durante los años de la Polonia Popular (de hecho, su ?ajusticiamiento? en los medios se produjo cuando ya había muerto). Por eso, los frecuentes ataques de ira en sus últimas entrevistas. Y por eso, su costumbre de negar el saludo en público a los viejos correligionarios caídos en desgracia. En la biografía, decenas de testigos coinciden en su recuerdo íntimo de Kapuscinski. Era amable y complaciente, escuchaba con atención, hacía sentir bien a su interlocutor? pero no se mojaba nunca. Lo mismo ocurrió con su carrera político/profesional, un ejercicio de equilibrio formidable. Cuando irrumpió el sindicato Solidaridad en el norte de Polonia, por ejemplo, Kapuscinski se implicó estrechamente con sus líderes, sin dejar de ser un niño mimado del Gobierno de Varsovia.

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2 de noviembre de 2010
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El Boomeran(g)
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