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Los dibujos de Tolkien

Una ilustración de Tolkien La primera edición de El Hobbit, el libro que dio inicio a la saga El señor de los anillos de JR Tolkien, apareció con ilustraciones del mismo autor. Ahora esas ilustraciones amateurs han sido recuperadas en su 75 aniversario y son publicadas en The Art of The Hobbit por HarperCollins editora. Y son más de un centenar. La nota de Borja Bergareche en el ABC así lo comenta. Dice la nota:

Para dar el inicio a unos meses calientes para los fans de la «comunidad del anillo», la editorial HarperCollins publica hoy un libro, «The Art of the Hobbit», que saca a la luz la totalidad de la obra gráfica con la que Tolkien acompañó los cuatro libros de la saga. La reciente digitalización de nuevos fondos de la biblioteca Bodleian de Oxford, depositaria de parte del legado del autor, permitió descubrir que Tolkien realizó un centenar de ilustraciones sobre el mundo de Bilbo Baggins (Bilbo Bolsón, en español).  Fue una sorpresa, pensábamos que podía haber 40 o 50 en total, pero son 110», explicó David Brawn, el editor. Este «tesoro» artístico incluye acuarelas, dibujos a la tinta, mapas y sketches. Y aporta una novedosa información, llena de viveza y fantasía, sobre cómo Tolkien imaginaba el universo de sus pequeñas criaturas, empezando por el «agujero» en el que vivía Bilbo. En «El Hobbit», este encantador personaje abandona su guarida para reclamar un viejo reino, y es acompañado en su viaje por un grupo de enanos que aspiran a recuperar su tierra. Las aventuras fundacionales de la saga, que incluyen la primera aparición del mago Gandalf y muchos enanos, protagonizan la primera de las dos precuelas a la trilogía del anillo, que rueda en Nueva Zelanda Peter Jackson, director de la exitosa trilogía cinematográfica. «The Hobbit» tiene previsto estrenarse en diciembre, y la segunda parte en diciembre del año que viene. Este aniversario precoz abrirá, sin duda, un periodo intenso de retorno a la leyenda para los fans de la historia en todo el mundo. Y coincide, según explican en HarperCollins, con la venta del ejemplar número 150 millones de «El Señor de los Anillos». Un poderoso mundo de fantasía al que el libro que se publica hoy, elaborado por dos bibliotecarios, Wayne G. Hammond y Christina Scull, debería restaurar en su imaginario más sobrio y vintage, para contrarrestar los infinitivos efectos especiales que permiten el paisaje neozelandés, y las nuevas tecnologías.

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29 de octubre de 2011
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Un toque de realismo mágico

Audur Ava Ólafsdóttir ?Los autores islandeses somos más especiales que el resto de los escandinavos, más poéticos, con un toque de realismo mágico; suecos, daneses o noruegos son más realistas puros, creo? Así se desmarca la islandesa Audur Ava Ólafsdóttir, autora de Rosa Cándida (Alfaguara) de la celebridad que está teniendo actualmente la literatura escandinava en España y en el mundo en general. Una entrevista en El País de Carles Geli anticipa lo que trae la novela de esta autora de apellido impronunciable. Dice la nota:

Cuatro horas caminando sobre el mullido y sedante musgo es más duro que hacerlo montaña a través. La misma suavidad acaba castigando mucho más los tendones de Aquiles que las rocas. Sin saberlo, cuando el joven aprendiz de jardinero cuenta este casi oxímoron está describiendo la fuerza oculta de Rosa Cándida, la novela de la que es protagonista, de la autora islandesa Audur Ava Ólafsdóttir (1958). La obra ha cosechado ya cinco premios internacionales, se quedó a las puertas de otros tantos y ahora llega a España con Alfaguara.

La aparente candidez del argumento -un islandés de 22 años sin un sentido claro de su vida, que sólo aspira a recuperar la rosaleda de un monasterio perdido en medio de Europa y que de pronto se convierte en padre fruto de un viejo encuentro fugaz- camufla notables reflexiones sobre el azar o la predestinación, la nueva masculinidad y hasta la desaparición de lenguas minoritarias. Todo en un estilo seco, de capítulos breves y parcas descripciones, que refuerzan un aire entre aforístico y espiritual. A los personajes, marcados por coincidencias alfanuméricas llamativas, siempre les pasa algo muy distinto de lo que piensan o de lo que la vida les apunta. ?La fuerza de los números está también en mis otras dos novelas, quizá influencia de papá, que era ingeniero y en vez de cuentos me explicaba historias de números?, rememora Ólafsdóttir que, sin darse cuenta, abre y cierra corchetes y recuadra cifras o palabras sobre el papel mientras habla. ?Rechazo el pensamiento analítico realista; yo intento otro acercamiento, el del sabor, el del olfato, tocar? en mi obra el cuerpo importa más que la palabra?. (?)

Pero si algo cuestiona este libro es la masculinidad. ?Es un libro sobre cómo un joven afronta la paternidad. ¿Quieres seguir siendo libre o comprometerte? Nadie nace siendo padre o madre y todos tenemos nuestros sueños?, resume. Pero sigue con el tema paterno. ?Los padres son tanto o más importantes que las madres, si se dieran cuenta de ello tendríamos un mundo mejor? Aquí sabemos de eso: los vikingos dejaban a sus familias para ir a robar y violar, destrozaban hogares y luego volvían al suyo a descansar? Mi libro es una oda al hombre, a la nueva masculinidad; es totalmente antivikingo?. La teoría rousseauniana de que el hombre es bueno por naturaleza impregna las 271 páginas. ?Hay que tener confianza en la gente aún en este mundo de avaricia?, aclara. ?Lo escribí coincidiendo con la crisis de Darfur, en el Sudán: era horroroso? Yo quería crear otro mundo, donde la crueldad no existiera. Y sí, pienso que el 99% de los humanos son buenos, lo que ocurre es que el poder lo tiene el 1% restante?. Y en el libro aparece todo ello pero bajo capas de simbolismo narrados con estilo seco pero sencillo. Entre los niveles casi subliminales de lectura está el asunto de las lenguas minoritarias: el joven es islandés (su idioma solo lo hablan los 315.000 habitantes del país) y viaja a un lugar donde aprenderá una lengua en vías de extinción. ?En un mundo donde lo práctico es ley divina, él hace una cosa tan poco práctica como eso; igual que la rosa que lleva para añadir a la rosaleda donde hay infinitas variedades de todo el mundo, con las lenguas pasa lo mismo: cada una enriquece el mundo y lo representa?. No siente que el islandés esté amenazado, ni lamenta que la suya, que fue la literatura que en el siglo XII salvó todas las demás nórdicas al recopilar por escrito las sagas, sea hoy la menos conocida. Le da más miedo ?el funcionamiento del mercado literario, que lo ha invadido todo sólo de novela negra, ocultando así los otros tipos de literatura que hacemos aquí arriba?. Y como muestra, será su superexitoso colega de serie negra Arnaldur Indridason el que dará la conferencia inaugural la próxima semana en la Feria del Libro de Francfort, que este año se dedica a Islandia. Escéptica, dura en el fondo, Ólafsdóttir matiza incluso el paraíso cultural islandés, donde cada ciudadano lee una media de ocho libros al año. ?Es un mito: estas cifras las aguantan las mujeres, que leen dos y tres títulos a la semana; piense que el 70% de los universitarios de aquí son chicas; además, se compran muchos libros, pero casi nadie los acaba?. Igual de dura se muestra con la crisis económica, que afectó especialmente a su país. ?¿Sabe qué es lo más grave? Que nos robaron por dentro y desde dentro? Estoy enfadadísima con eso. Pero ahora cambiaremos la Constitución y lo arreglaremos?, dice con sus fulgentes ojos azul hielo. Cuidado con el musgo?

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29 de octubre de 2011
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Peter Stamm reseñado

carátula de la novela ?Una novela tan precisa y desoladora como sus relatos? dice Rafael Narbona en la reseña que publica en El Cultural sobre Siete años, la novela de Peter Stamm que para mí (y que me perdonen los fans de Jonathan Franzen) será la novela del año sin lugar a dudas. Ya no puedo esperar que llegue a Lima, o encontrarla en México pues viajo en tres semanas para allá. A ver. Dice la reseña:

La infelicidad se ha fundido con nuestras vidas, insinuando que el fracaso es el desenlace inevitable de cualquier ilusión. Peter Stamm (Weinfelden, Suiza, 1963) ha abordado los conflictos que acechan a las relaciones sentimentales en Siete años, una novela tan precisa y desoladora como sus relatos, donde apenas hay espacio para la esperanza. Sonja y Alex son un matrimonio aparentemente perfecto. Atractivos y con éxito profesional, se dedican a la arquitectura, pero el orden que reflejan en sus proyectos apenas logran esconder su caos interior. Cada uno se enfrenta a los conflictos de forma distinta, pero la frustración ha prevalecido sobre todas sus estrategias, frustrando las expectativas de dicha. La crisis económica sólo contribuirá a desatar el malestar que han aprendido a reprimir. Los dos comenzarán a fantasear con su pasado, planteándose la posibilidad de retroceder y comenzar de nuevo, pero ambos saben que las oportunidades perdidas no regresarán. Pese a todo, Alex rescatará del olvido a Ivona, que le hizo vislumbrar un mundo diferente e incomprensible, donde el amor ya no era una pasión correspondida, sino una insensatez con vocación de absoluto. Ivona es una joven polaca, católica e introvertida. No es una mujer hermosa, pero tiene la belleza de un animal herido. Su amor hacia Alex se convertirá en una obsesión silenciosa, que sobrevivirá a la separación y a las múltiples imposibilidades que impidieron la consumación de un deseo recíproco. Stamm se adentra en sus personajes con una deliberada perplejidad. No pretende saberlo todo. Sólo desea compartir su desconcierto e inseguridad. Lejos del punto de vista del narrador omnisciente, no presume de conocer sus motivaciones. El otro siempre es un misterio impenetrable. Hay una intimidad recóndita que ni siquiera se muestra en las relaciones más estrechas. La amistad es más propicia a las confesiones, pero siempre hay un resto que se escamotea. El matrimonio presupone el fin de todas las reservas. Sin embargo, los protagonistas, Alex y Sonja, se alejan con el paso de los años, hasta convertirse en extraños afligidos por una intolerable soledad. Alex invoca constantemente el magisterio del arquitecto milanés Aldo Rossi, pero su influencia se manifiesta más en su vida que en su trabajo. Cuando se encuentra a solas con Ivona por primera vez, la alcoba que les protege de las miradas ajenas se convierte en espacio descanrado de repulsión y desencuentro. ?Cada habitación habita un abismo?. El abismo que se levanta entre los amantes, los esposos o los desconocidos, que buscan alivio o una tregua en el placer ocasional. No es algo insólito, si se repara en que las ciudades sólo son ?un campamento de vivos y muertos?, donde la existencia y su fin se encadenan sin ningún propósito racional. Siete años es una extraordinaria novela, y un excelente retrato de una época sin certezas y ni convicciones. Peter Stamm evita los juicios morales. No pretende hacer pedagogía, sino reflejar nuestra impotencia frente a los acontecimientos. Al igual que los trágicos griegos, cuestiona la libertad, pero sin atribuir las calamidades al destino. Aldo Rossi sostenía que el verdadero significado de un edificio no se aprecia hasta que ha sido demolido. Peter Stamm escarba entre las ruinas de las pasiones humanas y nos muestra que es absurdo soñar con la felicidad. La literatura sólo es la crónica de una derrota y no debemos esperar nada de ella, salvo unos momentos de lucidez. 

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28 de octubre de 2011
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El pulso de Julian Barnes

carátula del libro Mientras esperamos que en otoño del 2012 Anagrama publique The Sense of an Ending, la novela de Julian Barnes ganadora del Booker, podemos adelantarnos a la prosa de Barnes a través de los cuentos de Pulso que ha publicado la editorial para fin de año. La reseña muy elogiosa en El Cultural es de Germán Gullón.  Dice:

Julian Barnes en sus últimos libros, al igual que Philip Roth, abordaba los temas de la muerte y de la vejez, lo que ponía un monótono crespón negro a su narrativa. En Pulso remite el pesimismo. El narrador cuenta con la alegría de quien se reencuentra con la vida, con las mil y un facetas que cada día ofrece la realidad, y con ellas elabora estos fragmentos de vida literaria. Este libro es excepcional por la riqueza de sus relatos. Ya el cuento inaugural, ?Viento del Este?, nos deja sin aliento. En él, un divorciado comienza a tener una relación con una inmigrante del Este de Europa, una mujer madura que apenas dice nada, simplemente se deja llevar. Su silencio pide discreción y, en cambio, incitará la curiosidad del hombre. Deseoso de saber sobre la amante, consigue entrar en su habitación, donde descubre el secreto de su conducta. No la volverá a ver, porque ella abandona el trabajo y el lugar. Otros relatos exploran la verdad más dura sobre una relación matrimonial, el momento en que los esposos comienzan a regalarse objetos útiles para la casa, cuando el sentimiento que los unió, el amor o como se quiera llamar, ha desaparecido. Estas historias, según dije, nos dejan sin aliento, frente a casos, a momentos de la vida, que quizás los lectores hemos protagonizado o visto ocurrir en nuestro entorno. Un cuarteto de piezas ocurre en la casa de Phil y Joanna, donde se reúnen ocho amigos de clase media a cenar. Hablan de los temas más diversos, la política, el medioambiente, Obama, el despego de los ingleses hacia Europa? Son diálogos vivaces sobre la actualidad, en los que apenas distinguimos quién habla, pues los personajes se quitan la palabra unos a otros, sin que podamos identificarlos. Aquí Barnes descorcha su prosa, construyendo unos diálogos enormemente sugerentes, que vienen a ofrecer un listón de cómo habla y piensa un inglés educado de clase media. Algunos cuentos abordan el nacimiento de las relaciones amorosas, como el inicial, y otros las pequeñas disensiones que se producen en el seno de las parejas. Puede ser que se trate sólo de cómo organizar las plantas en un jardín o la invitación a unos amigos a tomar una barbacoa. Estos tira y afloja de la vida, que cuando viene mezclada con unas amistades anodinas acaban por sumir la existencia cotidiana en un tedio permanente. No faltan cuentos referentes a la muerte, testimonio del impacto de la viudez de Barnes. Uno, ?Pulso?, el que da título al volumen, trata de la muerte de una mujer y del dolor y el hueco que deja en la vida de su hijo y, sobre todo, de su marido. Los últimos cinco relatos tratan cada uno de un sentido, donde encontramos a un pintor ciego, a un músico sordo, y así. Quizás la calidad de estos cuentos se deriva de que Barnes no es un escritor que sólo escribe de sí mismo, sino que crea ambientes donde participan diversos personajes. Se ha dicho que esto ocurre por la influencia de Guy de Maupassant, porque, como él, sabe situar al hombre en el mundo, donde nunca estamos solos. 

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28 de octubre de 2011
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La shortlist del Herralde

Hotel Condes de Barcelona, donde se dará el veredicto Entre Argentina y España (salvo que el cubano nos dé una sorpresa) está el ganador del XXIX Premio Herralde de Novela de la editorial Anagrama. La rueda de prensa que dará al ganador y al finalista será al mediodía del lunes 7 de noviembre. Anagrama ha enviado ya la shortlist, con 10 semi finalistas: - El salto de Donatti, Juan Almar (pseudónimo), España - Usted me pidió que le contase, Budrun (pseudónimo), España - Modelos animales, Aixa de la Cruz, España - Otros negocios, Martín Hernández (pseudónimo), Argentina - Érase una vez en el invierno, Antonio Jiménez Iznaga (pseudónimo), Cuba - La piscina, Roberto Lara (pseudónimo), España - La sala en noviembre, Gonzalo Leal Manrubia (pseudónimo), España - El hombre del mini, Peña Maín (pseudónimo), España - Padres de la patria, Gabriel Pasquini, Argentina - La vida nueva, Alberto de Santos (pseudónimo), Argentina

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28 de octubre de 2011
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II. El poder, un espejismo alucinante

Y era tal el espejismo alucinante creado por la megalomanía del coronel, que se negaba a sí mismo como todopoderoso, declarándose ajeno a los asuntos terrenales del gobierno que dejó en manos de sus hijos; en un plano mucho más elevado, casi etéreo, era el guía espiritual no sólo de Libia, sino del mundo, a través de las enseñanzas de su Libro Verde, del que hizo imprimir millones de copias en todos los idiomas.

            La ilusión del poder para siempre, que no es sino una forma de locura, desvanece la idea de la muerte y la sustituye por otra perversa, la idea de la inmortalidad. La soberbia del poder crea un juego de espejos infinitos donde la figura del caudillo se refleja hasta la eternidad, y por eso mismo, cuando la muerte se le presenta al coronel Kadafi en su último y precario refugio de la alcantarilla, uno de esos espejos se rompe, y él pregunta, asombrado, incrédulo, a quienes lo buscan para matarlo: "¿qué pasa? ¿qué pasa?".

            ¿Qué pasa? Es como si en ese momento despertara, saliendo del más profundo de los sueños, el sueño del poder omnímodo, que es como un abismo, y viera en todo su terrible esplendor a la realidad en la imagen de los insurrectos que lo apuntan con sus fusiles, para entonces exclamar: "¡No me maten! ¡mis hijos!". La indefensión, la impotencia son ahora los fantasmas que lo rodean, mientras los fantasmas siempre risueños del poder se desvanecen, y lo que sus oídos escuchan es el ruido de los espejos de su gloria inmortal, que van saltando, uno tras otros, en añicos.

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28 de octubre de 2011
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¿Existe el Nuevo Drama o el viejo marketing?

Portada de suplemento literario Mucho ruido pero ¿pocas nueces? No he leído la antología Mi madre es un pez, publicada por Libros del Silencio y preparada y antologada por Sergi Bellver y Juan Soto Ivars, aunque conozco uno de los cuentos (de Katya Adaui) y me parece fantástico. Sin embargo, al parecer, aunque la antología trataría de reunir solo cuentos sobre familias, los autores del prólogo han dicho algunas cosas que han disgustado a más de uno, porque al parecer han usado la antología como herramienta y bandera de un supuesto nuevo movimiento al que han llamado Nuevo Drama y que se opondría al grupo Nocilla, y lo han propuesto en contra -o en desconocimiento- de los propios antologados. Viejo truco de marketing, en realidad. ¿Recuerdan McOndo? Por su parte, los autores del prólogo (luego de tirar la piedra, hay que decirlo), ante la trifulca que se armó, en la presentación del libro han pedido no ahondar en el prólogo sino en los textos.  Pero la bronca ya está armada y no se puede ocultar el sol con un dedo. Así lo cuenta Juan Palomo en su blog ?La Papelera?:

Semana movida la que han vivido los jóvenes escritores españoles. Acaba de nacer un movimiento literario y ya le han crecido los desertores. Todo empezó cuando Sergi Bellver y Juan Soto Ivars, editores de la antología de relatos Mi madre es un pez colaron en el prólogo el advenimiento de Nuevo Drama, básicamente anti-Nocilla y anti-Mallo, que se impone ?romper con la frialdad de la forma y la impostura de lo fragmentario?. Tendències, de El Mundo de Cataluña, lo registró en un reportaje incluyendo a Javier Calvo, otrora nocillero, en el conciliábulo. Pues bien, un cabreado Calvo colgó en la red este comunicado: ?No formo parte del movimiento Nuevo Drama ni tengo nada que ver con él. El movimiento Nuevo Drama, por lo que yo sé, lo integran tres personas: Bellver, Soto y Manuel Astur. Yo no comulgo con su manifiesto ni me he alineado nunca con él?. Más desmarques siguieron: Javier Avilés, Mercedes Cebrián? O sea, se ocultó a los antologados (Eduardo Mendoza y Rodrigo Fresán, entre ellos) en Mi madre es un pez que el libro se iba a vender como la bandera del nuevo movimiento. 

Si quieren leer el prólogo que ocasionó tantos disgustos, haga clic aquí. 

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28 de octubre de 2011
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"La literatura no tiene la obligación de estar reflejando la realidad"

Yuri Herrera en Buenos Aires Hace unos meses, Yuri Herrera estuvo en Buenos Aires para el FILBA. Ahora, la Revista Ñ nos deja una entrevista que le realizó Marcela Mazzei en aquella ocasión, donde se habla mucho de política latinoamericana y también un poco sobe su segunda novela (tan exitosa como la primera, Trabajos del reino) titulada Señales que precederán el fin del mundo ambas publicadas por Periférica.  Dice la entrevista:

¿Cómo es que la realidad de su país se mete en la ficción? Creo que no necesariamente la migración o el narcotráfico son el núcleo de muchas historias que se están contando en México, sino que son ingredientes ineludibles. Y la gente que hace literatura los toma y los procesa. La literatura no tiene la obligación de estar reflejando la realidad ?cosa que por otro lado creo que no es posible? sino que la representa, la reconstruye y le añade algo. En relación a la violencia, la idea es no sólo estar repitiendo los mismos discursos extremadamente sangrientos sino ?sin temerle pues al horror?, tratar de aprehender una cierta emoción que hay en la sociedad respecto a estos hechos. ¿Se trata entonces de refutar discursos extendidos, hegemónicos??Sí en la medida en que soy muy crítico de los discursos que tratan de monopolizar las versiones de la realidad. Sin embargo, cuando estoy escribiendo un texto de ficción no me gusta hacerlo en función de una agenda específica o de un propósito político. La literatura siempre está atravesada por la política pero uno la empobrece si lo hace sólo en función de un solo objetivo como podría ser: voy a escribir esta novela para refutar el discurso presidencial. Sí creo que los discursos presidenciales tienen que ser criticados y refutados pero la literatura va más allá de un asunto coyuntural. Estudió Ciencias Políticas, de manera que cuenta con herramientas para analizar en esos términos la realidad, ¿cuándo ingresa la literatura?La literatura siempre estuvo presente. Yo tenía una convicción bastante idiota: si querías hacer literatura no podías estudiar literatura, y es por eso que decidí no entrar a ninguna carrera de letras. Ahora creo que si uno quiere escribir, escribe, independientemente de lo que estudie o no. Aparte de esa motivación un poco tonta, no me arrepiento. Aunque todo el tiempo sabía que quería hacer literatura, fue muy interesante practicar la elaboración de otros discursos, estar con otro tipo de gente; y además fue un momento muy interesante. Porque la UNAM es no sólo la mejor universidad sino la más interesante que hay en México, y entré en 1989 cuando todas nuestras certezas políticas, de uno y otro lado, comienzan a desarmarse: caen el sandinismo, las burocracias de Europa de Este, y el sistema político mexicano empieza a resquebrajarse también. Esto contribuyó a enriquecer una mirada que me estaba construyendo sobre la realidad.  (?) De regreso a la migración, ¿cómo construyó desde la literatura esta idea en su versión contemporánea? Porque gente que migra hay desde que el mundo es mundo?Una de las cosas que a mí me importan a la hora de escribir es no ser rehén de ciertos términos que están sobrecargados y dependen de discursos muy establecidos. Eso es lo que sucede con narcotráfico o migración. Nunca utilizo esas palabras porque creo que una de las cosas que puede hacer la literatura es poner ciertos problemas que parecen abstractos en una escala humana. ¿Y en la novela específicamente?Señales que precederán al fin del mundo es la historia de un viaje que realiza una mujer y, a través de este viaje, esta mujer por un lado está cambiando su identidad y por otro está colaborando en el cambio de identidad de estos distintos países. Y una de las cosas que se pueden ver en este trayecto es que la lengua también es algo que está cambiando. Cuando se habla de migración, cuando los políticos hablan de migración, da la impresión de que solo están hablando de asuntos que tienen que ver con pasaportes y con ciertas leyes sobre cómo puedes tú transportarte de un lugar a otro manteniendo tus derechos. Y la migración es algo que tiene muchas más influencias que las que los estados nacionales están dispuestos a reconocerle. Llevo más de 10 años mudándome, siempre lo he hecho como un individuo privilegiado, pero si una cosa puedo decir es que no solo la migración es un derecho universal sino que es un hecho irrefrenable. Y lo que hacen estas grandes leyes migratorias en muchos países es simplemente abaratar el trabajo migrante pero no detener el fenómeno.

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27 de octubre de 2011
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El islam no es la solución

Túnez señala la dirección. Las mayorías parlamentarias en los países árabes donde se celebren elecciones democráticas en buenas condiciones se articularán alrededor de partidos islamistas, todos ellos en una u otra forma ramas nacionales o derivaciones de los Hermanos Musulmanes, la veterana organización egipcia fundado en 1928 por Hassan el Bana. Es lo que sucederá en Egipto, que las celebra el 28 de noviembre, y en Libia, que quiere celebrarlas en ocho meses; también en países donde no ha habido cambio, pero sí puede haber transición, como Marruecos, que las celebra el 25 de noviembre. Occidente no aceptó la realidad del islamismo político en 1991, entre la primera y la segunda vuelta de las elecciones generales en Argelia que iban a dar la victoria y el poder al Frente Islámico de Salvación (FIS). Los militares, con el beneplácito de todas las capitales occidentales, interrumpieron la transición, iniciada en 1989 con una reforma constitucional y la desaparición del monopolio del partido único, el Frente de Liberación Nacional. Suspendieron las elecciones, disolvieron el parlamento, obligaron a dimitir al presidente Chadli Benjedid, prohibieron el FIS e implantaron el Estado de emergencia, que ha durado hasta 2011. El terrorismo y la represión indiscriminada viraron pronto en una guerra civil que se cobró 200.000 vidas.

Veinte años desde el primer intento no pasan en vano. Durante estos años perdidos ha aparecido una alternativa más extremista y peligrosa como es el proyecto terrorista de Al Qaeda. La tentación violenta ha quedado mayoritariamente desacreditada, aunque todavía recoja adhesiones en lugares como la franja de Gaza. Los partidos islamistas han sufrido bajo las dictaduras, pero también han tenido ocasión de reflexionar sobre sus errores y la evolución de un mundo en cambio, en el que los beneficios de la globalización se desplazan hacia los países emergentes. Y, sobre todo, han estallado las revueltas de la dignidad de punta a punta del mapa árabe. Durante estos años, el islamismo ha sido la principal fuerza de oposición a las dictaduras. Una parte de su éxito actual viene de la prohibición y la clandestinidad y está ganado en los cadalsos, comisarías y cárceles, como sucedió con el comunismo en países como España. En muchos casos ha actuado como una red social que proporciona a las capas más desfavorecidas la sensación de que alguien se hace cargo de los ciudadanos ante un Estado dictatorial y corrupto. Y cuenta con la fuerza y la popularidad de las mezquitas, es decir, del conservadurismo reigioso y de la tradición. El islamismo no ha hecho estas revoluciones, pero será su principal beneficiario. Los jóvenes, que se lanzaron a las calles de las ciudades árabes desde el Atlántico hasta el golfo Pérsico a partir de enero pasado, poco tenían que ver con las hermandades musulmanas organizadas para restaurar la pureza de la sociedad islámica frente a la corrupción de los dictadores y de la modernidad occidental. En la plaza Tahrir de El Cairo apenas asomaron las barbas los primeros días, pero pronto se presentaron los disciplinados militantes para organizar el rezo de los viernes y segregar a las mujeres. El impulso fue cosmopolita, laico y modernizador, pero la capitalización identitaria, religiosa y tradicionalista. Todo esto inquieta a los árabes más laicos, que temen por el tipo de Estado y de democracia que se va a construir. Una democracia adjetivada como islámica puede reducir el campo de juego y de la pluralidad o sencillamente contar como una opción más, la mayoritaria, dentro de la pluralidad; al igual que las democracias cristianas dentro de los Estados aconfesionales europeos. Si de los viejos partidos comunistas han salido formaciones reformistas y socialdemócratas, perfectamente acomodadas a las reglas de juego y preparadas para gobernar, nada impide que los Hermanos Musulmanes terminen constituyendo la base de esa democracia islámica. Los temores no son gratuitos y tienen una base palpable: la segregación de sexos; la limitación de los derechos de la mujer; la ocupación religiosa del espacio público; o la presión sobre los ciudadanos de otras creencias, que en Egipto tiene visos de persecución. La democracia no puede ser un mero trámite en las urnas que abra las puertas a la sharía. Significa instituciones y equilibrios entre poderes públicos, derechos y deberes de los ciudadanos, igualdad ante la ley. Este es el reto del islamismo. Y no hay una sola sharía. Como no hay un solo islam. Incluso en el islam político y conservador hay al menos una bifurcación, con un camino autoritario que lleva hacia Arabia Saudí y otro democrático que conduce a Turquía. El islam es la solución, reza el eslogan más conocido de los Hermanos Musulmanes. No es verdad. El islam es, como más, el camino obligado e inevitable en esta transición. Como recuerda una y otra vez el escritor egipcio Alaa al Aswany en sus artículos, antes y después de la caída de Mubarak, la solución es la democracia.

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27 de octubre de 2011
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La técnica y el ser del hombre: del control del fuego a la medida cuántica VIII

VIII "En filosofía"

El tercer protagonista del diálogo que vengo glosando anfitriona e interlocutora de nuestros "paleoantropólogos", confiesa a un momento dado sentirse abrumada por el hecho de que  toda respuesta a una pregunta avanzada supone para ella nuevos interrogantes. A fin de mostrar que ello es perfectamente lógico, Eudald Carbonell precisa: "En filosofia podemos utilizar   'tengo la convicción'  como elemento de autoridad, en ciencia no [...]en ciencia no se puede utilizar el 'yo creo' sino el 'yo pienso' [...]Lo más importante en ciencia es problematizar y cuestionar". Me permitiré matizar en este punto a Eudald Carbonell. Con  evocar a Platón (que exigía el sacrificio de las opiniones como punto de arranque para aspirar siquiera a alcanzar la verdad) queda claro que poco tiene de filósofo aquel que no se pregunta si sus arraigadas convicciones no son acaso prejuicios. Y en cuanto al pienso por oposición al creo la metódica duda cartesiana es un paradigma que parece insuperable.

En realidad la filosofía no tiene dificultad alguna en reconocerse en las afirmaciones de Carbonell y Agustí en la página que precede a la frase citada, y en la que ambos coinciden en que si bien es cierto que siempre convergemos en los mismos problemas, lo hacemos no sólo con mayor información sino confrontados a nuevas hermenéuticas. Ello es precisamente lo que hace que podamos considerar a Aristóteles como el padre, tanto de la disposición de espíritu que tildamos de filosófica como de la que tildamos de científica (con independencia de lo acertado  no acertado de sus propias respuestas a los universales problemas que él mismo plantea). La filosofía no difiere de la ciencia en razón del contenido, sino en razón de la radicalidad con la que se asumen las consecuencias de toda dimensión problemática de tal contenido. La filosofía lo que aporta es una exigencia de inteligibilidad global, exigencia de la aristotélica unidad focal de significación, por la cual la disciplina especializada escapa al riesgo de la insignificancia y el especialista que la asume se convierte él mismo en filósofo.

 Son muchas los ámbitos en que el propio explorador de la physis se convierte en metafísico. La mecánica cuántica es un paradigma, pues acuciado por sus propias aporías, el que la practica acaba esbozando modelos que subvierten nuestras más arraigadas convicciones sobre lo que constituye la naturaleza elemental. Pero algo análogo puede llegar a ocurrir con la genética en relación a la naturaleza viva, y con la paleontología (de hecho hoy  muy dependiente de la genética) en relación al ser humano.

Como antes indicaba, en este coloquio con Eudald Carbonell y Jordi Agustí se exponen de manera amena cuestiones de alta incidencia técnica, pero tras ellas subyace una pregunta que de alguna manera da unidad a todas ellas:  pregunta no ya por la cosa en general o  pregunta por la cosa viva, sino  pregunta por la rarísima cosa (cosa porque constituye pese a todo un sistema abierto sometido al segundo principio de la termodinámica) que es el ser hablante.

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27 de octubre de 2011
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