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Las churras y las merinas

Por pura comodidad usamos el término de crisis para referirnos a una multitud de procesos distintos, porque diversas son las causas que en diferentes países han culminado con una quiebra nacional. No por las mismas razones se han hundido en la miseria Islandia, Grecia o Irlanda. Distinguirlo es importante si uno desea saber lo cerca que está España de cometer los mismos errores. Que los haya cometido o esté por cometerlos puede conducirnos al tercer mundo, que es donde están ahora los tres países antes mencionados.

No lo digo yo, lo dice un especialista en investigación económica del New York Times y de Vanity Fair, Michael Lewis, cuyo esclarecedor Boomerang ha sido traducido por Deusto. Lewis, modelo de estudioso que entrevista a los protagonistas reales, tanto si son directores de bancos alemanes como si se trata de pérfidos especuladores de Goldman Sachs, aclara algunos puntos clave que permiten valorar el grado de incompetencia de los dirigentes de los tres países mencionados, así como la ciega codicia de sus poblaciones.

Islandia es el caso más triste. Una sociedad dirigida por un puñado de patrones de pesca sin la menor idea de economía, metidos a financieros y persuadidos de haberse convertido en ases de las finanzas, mientras las corporaciones americanas les vendían por toneladas los fondos más tóxicos. Es el único país de Europa en el que una sociedad enfurecida ha intentado meter en la cárcel a los dirigentes que les han llevado a la ruina. Por supuesto sin tener en cuenta la responsabilidad que esa misma sociedad ha tenido en el disparate. Islandia ilustra sobre lo peligroso que es depender de un gobierno de inútiles. Para nuestro regocijo la salida del agujero se la plantean de un modo original: cambiando todos los dirigentes machos por dirigentes hembra, comenzando por la presidenta. Las razones, perfectamente sensatas, hay que leerlas en el libro.

La ruina de Irlanda es asunto por completo distinto. Juega aquí también la torpeza de la clase dirigente y de la clase política, pero impulsada no sólo por la ignorancia, sino también por la petulancia. Los irlandeses, que jamás habían destacado por su talento económico, se encontraron de repente con unos crecimientos exponenciales y en lugar de sospechar que algo no casaba, lo atribuyeron al genio nacional. El virus identitario cegó por completo a los dirigentes irlandeses. El primer ministro, Bertie Ahern (famoso por haber dicho aquello de que "Lehman's es un pulpo internacional que tiene testículos por todas partes"), es la cabeza de turco de una sociedad que se lanzó a comprar y vender su propio país de manera enloquecida sin dudar ni un momento en la inspiración financiera que les iluminaba en gaélico. Como dice Lewis, nunca rumiaron que de ser muy pobres habían pasado a ser muy ricos sin haber sido nunca normales. A los escasos críticos que osaban preguntar por esta anomalía se les acusaba de odiar a la nación. Hoy el riesgo de inversión en Irlanda es similar al de Irak.

Lo de los griegos es sensacional. ¿Cómo pudieron las autoridades europeas tomar en serio los datos que les daban unos dirigentes que sin excepción eran fanáticos de la mentira, el fraude, la estafa y el robo? Y eran así porque la población entera les había elegido como sus modelos. Algunos ejemplos. La jubilación de los empleos considerados "peligrosos" es a los cincuenta y cinco, pero hay seiscientos trabajos considerados peligrosos, entre ellos la peluquería. El déficit declarado por el gobierno en 2009 era del 3,7%, hoy sabemos que era del 14%. En Grecia nadie paga impuestos. No hay castigo. Los pocos casos que llegan a los tribunales tardan quince años en resolverse. La inmensa mayoría de los inspectores de hacienda aceptan sobornos. Si alguien los denuncia tardan ocho años en ser juzgados. Para entonces ya ha cambiado el gobierno y hay una amnistía encubierta.

Los griegos se han lanzado a incendiar la calle furiosos contra los bancos, pero también los banqueros podrían salir a la calle furiosos contra los griegos, piensa Lewis. "La epidemia de mentiras y estafas hace que la vida civil sea imposible; el colapso de la vida civil lleva a más mentiras, estafas y robos. Al carecer de toda confianza entre ellos, los ciudadanos se refugian en la familia o en sí mismos". ¿Les suena?

Antes, me decía Miquel Agulló, las mejores carreras universitarias acababan en el servicio al estado. Hoy lo hacen en cualquier enorme máquina de estacazo financiero. A la política sólo se dedican quienes no han podido entrar en esas máquinas atroces. La ruina del estado, que es la nuestra, está en manos de los mediocres.

Por falta de espacio no comento los dos últimos capítulos. Uno, magnífico, sobre las razones que han dado todo el poder a Alemania (y menos mal que así ha sido) y otro sobre California como modelo "irlandés" en los E EUU. La entrevista con Schwarzenegger es fabulosa y uno se pregunta cómo es posible que las entrevistas de altos dirigentes en este país sean tan sosas, fofas, desinformadas y aduladoras. Bueno, quizás sea por la altivez de nuestra clase dirigente, que conoce de sobra su impunidad. ¿No será eso lo que nos empuja lentamente hacia el abismo de nuestros arruinados vecinos?

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3 de mayo de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Algunos muertos gozan de buena salud

Aquí mi nuevo post en “Vano Oficio” del diario El País sobre la muerte inminente de la era de los blogs y el modo de sobrevivir que han encontrado algunos, en especial nueve de ellos (no son todos los que leo y considero, por cierto, los límites son de espacio).

Foto: Mark Hunter En una entrevista en el Hay Festival Xalapa 2011 me preguntaron sobre la importancia de los blogs. Declaré entonces que los blogs estaban muriendo. Así lo creo, honestamente. Entonces, ¿vale la pena seguir administrando o creando nuevos blogs? Creo que sí, aunque bajo ciertas condiciones. La primera, asociar el blog a otras herramientas de comunicación (como el Facebook o el Twitter). Y luego, la más importante, ser muy exigente con el contenido. Considero que ya no es el medio sino la calidad de las entradas el tanque de oxígeno que permite que algunos blogs continúen con vida y tengan aún impacto en los lectores y en la sociedad. Esto incluye a los blogs literarios y a los que no lo son. Ahora no es suficiente abrir una cuenta y ponerse a postear. Hay que ser muy conscientes de lo que se escribe y el modo de hacerlo para repercutir en los lectores contemporáneos, la mayoría de ellos habituados a leer frases de 140 caracteres. Aquí les dejo una lista, incompleta desde luego, de los blogs literarios que considero que aún gozan de buena salud. The Literary Saloon.- The Complete Review es una página de reseñas que no solo pone interés en la literatura norteamericana sino en todos los idiomas y continentes. La cantidad de información que contiene su blog, “The Literary Saloon”, es impresionante. Siempre está actualizado y sus entradas nos conducen desde Ferias Literarias en Teherán hasta traducciones de libros del árabe, pasando por discusiones candentes, listas de libros, noticias literarias, etc. Imprescindible leerlo todos los días. Arts Beat.- Es el blog donde escriben los críticos de arte y literatura de The New York Times, y aunque su calidad y actualización ha decaído en los últimos años (sobre todo cuando el blog Paper Cuts desapareció y se creó este blog general sobre arte), aún tiene muchos apuntes interesantes sobre novedades literarias y estupendos podcasts. Books Blogs.- Con una gran cantidad de colaboradores y puntos de vista inusuales (muchas veces polémicos) sobre temas literarios de actualidad, el “Books Blogs” del diario británico The Guardian es el ejemplo de cómo los blogs de los diarios más célebres sirven no solo para complementar la información que ofrecen las ediciones impresas sino para fomentar la discusión, de manera tal que la edición on-line del diario resulta mejor y más atractiva que la impresa. Papeles Perdidos.- Al estilo del extinto “Paper Cuts” o del mencionado “Books Blogs”, el diario El País inauguró el blog “Papeles Perdidos” donde colaboran miembros de la redacción del diario y también invitados. Aunque su contenido abarca todos los ámbitos de la cultura, lo literario ocupa mayor espacio. Mi sección favorita es Letras en 360º, que lleva Virgina Collera, donde hace un repaso de las noticias literarias más curiosas de la semana en diversos países. Nunca me decepciona. Gustavo Faverón.- La sólida capacidad argumentativa en cada uno de sus post volvió imprescindible a “Puente Aéreo” del crítico y escritor peruano Gustavo Faverón, que trascendió la frontera nacional. Asimismo, la virulencia con la que defendía sus posiciones, sin discriminar enemigos, lo hizo también el blanco de los ataques de muchos blogueros, incluso no literarios (su estupenda novela, El Anticuario, no tuvo en el país la recepción merecida, creo, como daño colateral de esas peleas). Faverón cerró hace unos meses “Puente Aéreo”, pero ha abierto el blog “Gustavo Faverón”, dedicado no solo a lo literario, que ya empezó a poner temas y discusiones en la agenda periodística peruana. Sin duda Faverón, pese a vivir en el extranjero y tener una presencia mediática limitada a su blog, es un referente en la opinión cultural y política del país. El lamento de Portnoy.- Gran amante de la literatura norteamericana, el español Javier Avilés no deja de lado lecturas de autores en castellano y en otros idiomas. Lo más resaltante del blog, además de la frescura y la inteligencia de cada uno de sus post, es que no se dedica a la actualidad literaria sino a comentar los libros mientras los va leyendo. No teme ocupar seis o más entradas en un libro. Avilés no hace concesiones a su interés en los detalles pues, como explica su autor y el título de su blog (que viene de una novela de Roth), esta es una bitácora para onanistas literarios. Eterna Cadencia.- La librería Eterna Cadencia es uno de mis lugares favoritos en Buenos Aires. Ha conseguido hacer acogedor el acto de ir a comprar libros (que para lectores adictos como yo suele ser solo un acto compulsivo). Esa calidez se transmite a través del blog de la librería que dirige de manera extraordinaria Patricio Zunini. En contra de lo que uno puede pensar sobre un blog de una librería, dedicado a hacer listas de los más vendidos o de ofertas literarias en su local, el blog de Eterna Cadencia pide textos a colaboradores, genera textos propios a partir de los conversatorios en su librería y hace entrevistas exclusivas para el blog, convirtiéndose en una excepcional revista de libros de lectura obligatoria para estar actualizados en lo que sucede literariamente en Argentina. Linkillo.- Daniel Link es un crítico cultural y narrador argentino y su blog “Linkillo (cosas mías)” no solo recupera artículos suyos publicados en diversos medios, sino que propone reflexiones, opiniones, discusiones o resalta algunas frases curiosa de la cultura o política argentina que editorializa en el título de la entrada. La clave del éxito de Daniel Link es su gran sentido del humor, que nunca es hiriente ni cínico, sino el modo como un autor de sólida formación académica asume la administración de un blog: más que un lugar para teorizar es un sitio para pensar en voz alta esas “cosas mías” que suelen afectarnos a todos. Fragmentos.- De los diversos blogs de Letras Libres, “Fragmentos” de Christopher Domínguez Michael es mi favorito pues, a diferencia de la mayoría de blogs aquí mencionados, en este el autor escribe sobre temas que difícilmente tendrían cabida en otro espacio. “Fragmentos” suele tratar sobre autores o libros anacrónicos, comentados con una erudición también anacrónica para el mundo de los blogs. Ahí radica su fortaleza: ser el depósito de textos exigentes, escritos con solvencia y con auténtica pasión literaria, que no tienen lugar en las redacciones de los diarios o las revistas de divulgación ni en otros blogs.



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2 de mayo de 2012
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Nos hacemos viejos

Te dices «sólo es un pliegue». Lo coges entre dos dedos, en forma de pinza, para examinarlo como si no fuera tuyo y te pellizcas hasta que duele. Lo combates mentalmente, aunque no tienes demasiado claro cómo destruirlo. Sabes que transitas ya por los años en que la grasa ya no admite prórrogas y, como la política, busca insistentemente el centro, siempre alrededor del ombligo. Ahí está la edad en que hay que cambiar hábitos, el meridiano de tu biografía. Un tiempo en que las mujeres van dejando de ser reproductivas y los hombres acomodan su calvicie ante el espejo. Tiempo de vista cansada ?magnífico eufemismo que aporta tintes heroicos a quien ha visto mucho? y de botellas de vino escogidas. De madrugar más y mejor, desayunar con cariño, admirar el aroma de lluvia y de pino o sustituir el café por tisanas ?de la rooibosmanía a las flores de jazmín, que en agua hirviendo se abren con una voluptuosidad casi pornográfica?. Sabes que los bancos saben que te quedan menos años para pagar una hipoteca y que las aseguradoras te exigen que aún seas capaz de hacer el pino. Y es que a pesar de que el progreso haya prolongado la esperanza de vida, y no dejemos de repetir que los 40 de hoy son los 30 de ayer y así sucesivamente, como si le hubiéramos ganado a la vejez una década, la percepción del declive se te pega como un chicle debajo de la silla. Leyendo a David Bainbridge en The Washington Post me entero de que las orcas tienen la menopausia y que sus vidas son un buen reflejo de las nuestras. Viven mucho, son comunicativas y se desarrollan lentamente. Con sus técnicas para conseguir comida u organizarse evidencian unas capacidades sobresalientes después incluso de haber dejado de reproducir. Bainbridge asegura que la madurez en los humanos también es un periodo de desarrollo: la edad productiva en la que se acumula experiencia vital y se goza de energía y buena salud. «Los múltiples roles de las personas de mediana edad en las sociedades humanas son tan complejos y están tan entrelazados que podría decirse que son los seres vivientes más impresionantes producidos por la selección natural». Ni jóvenes adultos ni maduros rejuvenecidos, «biojóvenes», denomina la psicóloga Carmen Freixa al fenómeno de los cuarentones y cincuentones con cara de redbull, que sortean la flacidez y las manchas en la piel amparados por una industria que se apresta a buscar los elixires de la juventud. Pero más allá de una resignación optimista acerca de las pequeñas miserias corporales, en la mitad de la vida hay que expurgar la lamentable autocompasión y dejar de decir de una vez por todas esa vulgaridad melancólica de «nos hacemos viejos». (La Vanguardia)

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2 de mayo de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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El ministerio del dolor

Esa crisis tan severa compone un friso de personalidades y actitudes políticas bien peculiares. No hablemos de los más lejanos, los Sarkozy, Merkel, Monti o Cameron, cada uno con sus cosas. Recordemos cómo el naufragio del radicalismo social de Zapatero ante el ímpetu del déficit público quedó sintetizado en su frase ya célebre: cueste lo que cueste y cueste lo que me cueste. Su personalidad política, su generación socialista y su propio partido cayeron inmolados en el altar del rigor presupuestario exigido por la canciller Merkel. Ahora vemos cómo el quietismo de Mariano Rajoy, en cambio, le lleva a descontar la catástrofe del balance político que le espera, incluso antes de ponerse a ello: es el político de la desesperanza, arcángel del paro, la liquidación y el cierre y primer ministro de un dolor sin límite ni consuelo.

Quien ya se ha dado por muerto a sí mismo y se ha dado por perdedor en varias ocasiones se siente inmune e indiferente a cualquier desgaste, y por eso anuncia dolor y más dolor cada viernes en que reúna al Consejo de Ministros: cueste lo que os cueste, a vosotros ciudadanos, y a vosotros políticos amigos del PP, y a mí que tanto me da y nada me puede costar porque ya me doy por amortizado antes de meterme en este lío. Con esta ventaja ya podemos intuir cuál será la estrategia electoral de Rajoy. Practicará el electoralismo populista de siempre de cara a las elecciones en Galicia y País Vasco de 2013; que se dé por amortizado a sí mismo no significa que desoiga las exigencias de su partido: al contrario, lo hará incluso para no tener que escucharles otra vez, por pereza cósmica. Los presupuestos del Estado más duros de este siglo mantienen algunas apuestas para estas autonomías con expectativas, donde el aparato del PP y sus barones regionales aspiran a mantener o ampliar sus cuotas de poder. El suyo es un pecado ya conocido, un vicio popular por tanto. Lo practicó antes de las elecciones andaluzas, aunque en vano, a la vista de los resultados, con la dilación morbosa de la aprobación de los presupuestos del Estado hasta esperar el resultado de las urnas y el cubileteo fracasado con las cifras del déficit ante las autoridades europeas. La panacea ante estos fallos está muy desgastada, pero no importa: la herencia recibida, que se convertirá en mentiras, deslealtades y ocultamientos ajenos si hace falta para maquillar hasta el infinito la intensa cosecha de sus propios incumplimientos, ocultamientos y evasivas. Cualquier cosa antes de ceder a la debilidad del consenso y de los pactos, y más con esta mayoría absoluta que le aplastará como una losa y nos aplastará a todos. La oposición a la oposición ya sirve ahora, pero servirá todavía más en el futuro cuando todo siga escalando a peor, y será pieza central para acabar la legislatura en forma. En el plazo más largo, jugará a debilitar a la oposición y a fomentar las divisiones. Le convendrá mantener a Rubalcaba, pero siempre bajo mínimos. Algo de alimentación asistida para que pueda sobrevivirse y desalentar alternativas serias pero a la vez el máximo cuidado para mantenerle a raya y evitar que se crezca. Es su única baza. Terminará la legislatura con unas cifras de paro notablemente mayores que las que encontró en noviembre. Sus previsiones de crecimiento tan débiles, del 1?8 por ciento en 2015, nada positivo nos dicen sobre la creación de puestos de trabajo. Llegará al final de su mandato exhausto y resoplando de fastidio, como ya se le ve hacer ahora, de forma que el PP lo confiará todo al PSOE: es decir a su presumible incapacidad para actuar como alternativa. Exactamente la medicina que le aplicó Zapatero en su día: dividir a la oposición, controlar el oxígeno que llega a su líder. Con la diferencia del ritmo. Todo lo que le pasó a Zapatero al final, le ha pasado a Rajoy ya al principio, a los cien días. No le gusta lo que hace; tampoco a Zapatero: si alguien espera pedagogía y convicción de este tipo de gobernantes puede darse por vencido antes de empezar la partida. Rajoy ha incumplido en cien días un buen puñado de sus promesas electorales; Zapatero le abrió el camino en los incumplimientos e incluso en la inversión de sus promesas y programa en el atropellado y dramático final de su presidencia: alérgicos a la verdad, solo saben ser auténticos en su administración del dolor, que señalan e incluso subrayan con su franqueza. Reconozcamos que ambos lo hacen sin delectación alguna: los sarcasmos y las sonrisas sádicas quedan para Cristóbal Montoro cuando exhibe su voracidad interventora. Zapatero era un relato excesivo, quebrado por la realidad que se le fue por otro lado. Rajoy es todo realidad sin relato, en el sigilo galaico de la escalera. Pide silencio incluso a la oposición, a la que pagamos para que hable, y a la calle, donde la protesta cívica, pacífica y democrática, es ingrediente imprescindible de una sociedad viva y dinámica. La fatalidad del rigor sustituye así a la palabra y a la política, secuestradas ambas por la afasia gubernamental, que no sabe ni quiere explicar y comunicar a los ciudadanos, dar un poco de sentido y de dirección al giro más tajante y dramático en políticas sociales, laborales y presupuestarias de los últimos 30 años.



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2 de mayo de 2012
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III. El reinado de lo arcaico

El reinado de lo arcaico sobrevive en sus esplendores caducos y la historia entrega de cuerpo entero a los dictadores a la novela, desde el doctor Francia, recreado por Augusto Roa Bastos en Yo, el Supremo, a Manuel Estrada Cabrera de Guatemala, recreado por Miguel Ángel Asturias en El señor Presidente, a las figuras eclécticas, compuestas por una suma de dictadores caribeños recreados por Alejo Carpentier en El recurso del método, y por García Márquez en El otoño del Patriarca, hasta la del Generalísimo Rafael Leónidas Trujillo en La fiesta del chivo de Mario Vargas Llosa. De este friso surge la ya clásica novela del dictador que cubre todo el siglo veinte latinoamericano, un descubrimiento literario que no podemos dejar de atribuir a Valle Inclán, el primero que convierte a un tirano latinoamericano en personaje excéntrico, en Tirano Banderas.
Pero, por otro lado, la anormalidad del poder no sólo engendra al dictador que llega a convertirse en un fantasma acosado por la eternidad, como en El otoño del patriarca, sino que también altera y distorsiona la vida de los ciudadanos comunes, y crea dramas familiares e individuales, miedo, corrupción, sumisión, cárcel, exilio, muerte. Es cuando el poder, como una fuerza ciega se introduce en el ámbito privado y lo saca de quicio para someterlo también a la anormalidad; es así como la historia pública es capaz de descoyuntar las vidas, quiéranlo o no los protagonistas, y alterar sus destinos. En este sentido, el poder es también materia de la novela, y no sólo el poder político hoy en día, también el poder de la desigualdad económica que provoca las emigraciones forzadas, y el poder del narcotráfico.
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2 de mayo de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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El tirón

Ruptura con el Partido Popular. Remodelación del Gobierno con entrada de consejeros de Esquerra Republicana. Discurso solemne del presidente para certificar que Cataluña entra en una nueva etapa histórica. Confirmación parlamentaria de una nueva mayoría soberanista, dispuesta a exigir el pacto fiscal en la línea del concierto. Consulta popular para obtener el apoyo plebiscitario a la reivindicación económica catalana. Y, finalmente, elecciones anticipadas, quizás a principios de 2013, en las que el objetivo de la independencia se somete a las urnas para incorporarse en el plan de acción del Gobierno en caso de victoria. ¿Es esta la hoja de ruta? ¿Consiste en esto el pla de l?estrebada, el plan del tirón hacia adelante del que habló el portavoz del Gobierno, Francesc Homs, la pasada semana?

Hay quienes trabajan para salir de la crisis. Pero más fácil todavía es trabajar para sacar provecho de la crisis. Recordemos el dicho popular: no hay que dejar pasar la oportunidad de una gran crisis. La divulgó el alcalde de Chicago, Rahm Emmanuel, hace cuatro años, cuando empezó todo esto y era jefe de gabinete de Barack Obama. Sarkozy quería reformar el capitalismo. La salida de la crisis iba a ser verde. Zapatero todavía soñaba que no pagaran los platos rotos los de siempre. Las crisis quitan poder a unos y se lo dan a otros. Estructuras y sectores productivos enteros quedan desposeídos y obsoletos. Emergen nuevos negocios y poderes que saben convertir estas circunstancias tan difíciles en su oportunidad. Quienes no tienen poder alguno suelen ser los más perjudicados, pero quienes lo tienen todo también pueden verse impugnados y superados por el tirón de los emergentes. Pierden los que han sido muy conservadores y sufren los que nada tienen, porque las crisis son también momentos crueles e insolidarios. En la crisis hay quien practican la técnica del tirón: la fuga inesperada hacia adelante, ante la que nadie es capaz de oponerse. Una crisis permite resolver por decreto arduos problemas empantanados durante años. La tentación es enorme. Las mayores reformas se acometen sin incluirlas en los programas electorales, sobre todo si se cuenta con una mayoría absoluta tan mecánica como una sierra motorizada. El servicio universal de la salud, el modelo de televisión pública y el marco de relaciones laborales ya han pasado por el aserradero. A Esperanza Aguirre le gustaría meter la motosierra sobre el Estado autonómico. Cristóbal Montoro amenaza con intervenir a las comunidades autónomas, algo insólito en la historia constitucional española, a cuenta del cumplimiento de las obligaciones de déficit impuestas por su Gobierno. Hay que ir con mucho cuidado con la técnica del tirón. Para aprovechar la crisis no basta con tener ocurrencias geniales. Es fácil confundir la exhibición de la propia osadía con el buen cálculo político. Si se cumplen los pronósticos y Nicolas Sarkozy sale derrotado de la elección presidencial francesa, a pesar de la ventaja enorme con que siempre cuenta el titular de la presidencia y del perfil difuminado de su adversario, François Hollande, habrá quedado demostrado que, al menos en Europa, la crisis pasa factura a todos, con independencia del color político. Deberán tomar nota quienes se sienten tentados por la maniobra táctica de las elecciones anticipadas. Los peores errores son los estratégicos. El tirón que propone el portavoz del Gobierno catalán no parece circunstancial. Responde a la certeza de la oportunidad, pero pretende resolver un problema histórico. Justo en el momento en que arrea más fuerte la mayor crisis desde 1929, cuando se pierden puestos de trabajo a chorro, millares de familias quedan fuera del paraguas protector del Estado y la pobreza y la precariedad penetran incluso en las clases medias. Puede que el plan del tirón sea solo un mero gesto estridente en una negociación a cara de perro con el socio y aliado que asegura la mayoría parlamentaria y a la vez el dinero líquido para el funcionamiento de la Administración autonómica. Cuando Francesc Homs amenaza con el pla de l?estrebada, aclara que se hará ?sin violentar la legalidad, que tiene mala prensa?. Menos mal. En una crisis hay algo peor que ser irrelevante, y es equivocarse por no saberlo.



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1 de mayo de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Lo que dijo Vargas Llosa

Mario Vargas Llosa y Gilles Lipovetsky Mientras tanto, en Revista Ñ comentan la presentación del libro La civilización de la cultura de Mario Vargas Llosa, acompañado por Gilles Lipovetsky, en Madrid. Dice la nota de Andrés Hax:

La preocupación obsesiva de Vargas Llosa es que la cultura masiva, la del espectáculo ha diluido los valores del arte. Valores en el sentido de distinguir entre lo que es de buena calidad y lo que es de mala calidad. Al escritor peruano le parece que en las artes plásticas esto es especialmente evidente: ?Todo arte puede ser bello o feo, pero no hay manera de saberlo. Hoy todo puede ser excelente o execrable según el gusto del cliente. El gran talento y el pícaro se confunden porque son ambos victimas del mismo mecanismo, como la publicidad. Si la cultura es puramente entretenimiento no importa nada.?La presencia de Gilles Lipovetsky fue mucho más que ornamental. El pensador francés, a pesar de estar fundamentalmente de acuerdo con Vargas Llosa, tiene una mirada mucho más amplia frente a la cultura popular. Específicamente piensa que las artes populares, como el cine por ejemplo, han servido para salir de los ?nacionalismos? y el deseo perpetuo de revolución. ?En las sociedades donde domina el espectáculo suelen ser sociedades consensuadas de un modelo democrático?, enfatizó. Vargas Llosa insistía en defender la alta cultura como una fuente de valores. Alegaba que aun alguien que no lee a Proust es beneficiado por Proust y que Proust mismo hizo ?al escribir En búsqueda del tiempo perdido- un trabajo a favor de la libertad porque su trabajo sensibiliza a los que lo leen, a la condición humana. Y por lo tanto los sensibiliza en contra los totalitarismos y atropellos varios al bienestar humano.Vargas Llosa enfatizó además, que la alta cultura puede y debe servir para responder al profundo apetito espiritual del hombre. Además que es el único contrapunto a los aspectos más salvajes del capitalismo que ?a pesar de ser un sistema que ha mejorado la calidad de vida de los seres humanos, tiene un costado brutal que ha llevado a la soledad y la deshumanización.



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30 de abril de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Críticas a "La civilización del espectáculo"

Mario Vargas Llosa El libro de Mario Vargas Llosa, La civilización del espectáculo, publicado por Alfagura, ha traído consigo una serie de polémicas y de críticas acerca de la diferencia que él hace entre “alta” y “baja” cultura. Dos textos recientes denostan contra el libro. En el diario El País aparece una reseña muy extensa de Jorge Volpi, titulada El último de los mohicanos, donde dice:

El de Vargas Llosa es un vehemente elogio de la aristocracia (en el mejor sentido del término). No deja de ser curioso que alguien que se define como liberal ?invocando una estirpe que va de Smith, Stuart Mill y Popper a Hayek y Friedman?, se muestre como adalid de una élite cultural que, en términos políticos, le resultaría inadmisible: un mandato de sabios, semejante al de La República, resulta más propio de un universo totalitario como el de Platón que del orbe de un demócrata. Por supuesto, Vargas Llosa no admite la paradoja: a sus ojos, su lucha contra al autoritarismo político ?de Castro a Chávez, pasando por Fujimori?, no invalida su defensa de la autoridad en términos culturales porque ésta se demuestra a través de las obras. Reluce aquí la fuente de su malestar: si el respeto a la élite cultural se desvanece, los parámetros que permiten distinguir las obras buenas de las malas ?y a los autores que merecen autoridad de los estafadores? se resquebrajan. En un mundo así, ya no es posible confiar en nadie, ni siquiera en un Premio Nobel. Las masas ya no siguen a los sabios y, en vez de escuchar una ópera de Wagner o leer una novela de Faulkner, se lanzan a un concierto de Lady Gaga o devoran las páginas de Dan Brown. Para Vargas Llosa, no lo hacen porque les gusten esos bodrios, sino porque dejaron de hacer caso a los happy few que, a diferencia de ellos, poseían buen gusto. Vista así, la cultura ?esa cultura? desaparece. Y se impone el caos. (…) ¿Qué es, entonces, lo que le perturba? En el fondo, sólo ha cambiado una cosa: antes, las masas trabajaban; ahora, trabajan y se entretienen. Pero al marxista que Vargas Llosa tiene arrinconado en su interior esto le resulta indigerible: al divertirse, sin abrevar en las aguas del espíritu, las masas están alienadas. En cambio, la pequeña burguesía ilustrada sigue allí, aunque ya no sea tan pequeña. De hecho, muchos de los lectores de Vargas Llosa provienen de sus miembros, aunque él también se haya convertido en parte de esa cultura popular que tanto fustiga ?y que vuelve sinónimo de ?incultura?.

Por otra parte, Gustavo Faverón en su blog escribe el post “No es el fin del mundo” donde expone punto por punto las críticas contra el libro de Vargas Llosa. Aquí algunos de los aspectos:

12. Por supuesto, la pregunta clave, sobre todo para un ensayo que parece básicamente historicista, como el de Vargas Llosa, y que se empeña en defender todavía la jerarquización tradicional de la alta cultura y la cultura popular, es la pregunta sobre la estabilidad de esa jerarquización. No es una pregunta nueva: es una de las preguntas más formuladas y más respondidas en la historia de las artes: cuando uno reconoce que el Quijote fue escrito durante un periodo histórico en que la novela como género era vista todavía como literatura de segunda clase, por debajo del drama y la poesía, que la novela no era otra cosa que una suerte de épica popular con pocas más aspiraciones que la del pasatiempo, la conclusión elemental que uno debe extraer de ese reconocimiento no es la romantización o la heroización de Cervantes como un autor “adelantado a su tiempo”, sino la seña de que es en la génesis de nuevos géneros artísticos donde esos géneros modifican su propio futuro, modificando la forma en que serán percibidos en el porvenir, y abriendo el terreno para su evolución. Los doscientos cincuenta años de reinado de la novela no nos deben hacer creer que la novela como género va a durar para siempre, y mucho menos deben hacernos pensar que su posible desaparición marque una decadencia cultural o artística: la novela será reemplazada por lo que tenga que venir luego, y no hay razones para pensar que esa cosa nueva que nos aguarda en el futuro sea una caída al abismo: en el arte los abismos no se encuentran caminando; se encuentran quedándose quieto, en la comodidad de las formas aceptadas. (Y que conste, como dije en los puntos 9 y 10, que no veo mayores motivos para suponer que la novela esté ahora mismo encontrando un final vergonzoso; más dañino que la espectacularización, para el futuro de la novela, es el libre mercado que Vargas Llosa defiende). 13. Cuando Vallejo publicó Trilce, en 1922, uno de los poquísimos críticos que lo saludó de inmediato y sin dudas como una genialidad fue Luis Alberto Sánchez. Cuando Luis Alberto Sánchez publicó a mediados de los setenta la edición revisada de su Historia de la literatura peruana, objetó que el talento de Vargas Llosa estuviera infectado por el virus de la literatura popular y por la enfermedad del lenguaje vulgar y la grosería. Me temo que Vargas Llosa, que por mucho tiempo ha estado en la primera línea de la literatura occidental, puede estar hoy mirando el panorama desde perspectivas obsoletas, malentendiendo los nuevos caminos de esa disolución entre “alta cultura” y arte popular que él mismo ayudó a construir con libros como La tía Julia y el escribidior, Pantaleón y las visitadoras e incluso La guerra del fin del mundo. La verdad es que no es el fin del mundo.



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30 de abril de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Fantasmas de piedra

El 9 de octubre de 1963 una ladera del monte Toc ( que en el dialecto local significa “podrido”) se derrumbó sobre el embalse de Vajont, en  plenos Dolomitas de Friuli. Al caer de golpe sobre el agua embalsada los 300 millones de metros cúbicos de piedra provocaron una oleada gigantesca que saltando por encima de la presa se precipitó valle abajo arrasando todo cuanto encontró a paso. Además de Erto y Casso, las dos poblaciones situadas al pie de la presa, el agua se llevó consigo las localidades de Spesse, Pineda, Lirón, Marzana, Prada y  San Marino. La mitad de los cuatro mil habitantes que entonces tenía Erto desaparecieron aquella trágica noche. La otra mitad emigró en busca de una nueva vida salvo por trescientos irredentos que optaron por quedarse y aferrarse a los usos tradicionales y los viejos modos de vida ertanos.

 

Mauro Corona es hoy, con mucho, su habitante más famoso. No nació en Erto, pues sus padres eran vendedores ambulantes y su madre le dio a luz en un carromato cerca de Trento. Pero desde niño, y hasta la edad de trece años, todo su aprendizaje vital  tuvo lugar en esa desgraciada localidad destinada a sufrir una amputación brutal.  Ya de mayor, y tras muchos años de vagabundear y ejercer diversos oficios, Mauro Corona regresó a Erto y se ganó la vida como tallista de madera hasta  que un día acertaron a pasar por allí el escritor Claudio Magris y su esposa, hoy fallecida, Marisa Madieri. A ésta, más que su habilidad con el formón, lo que de verdad le sedujo fueron los relatos del escultor. Gracias a su insistencia y patrocinio, Mauro Corona es hoy autor de dieciocho libros que han vendido 2,4 millones de ejemplares, sólo en Italia.  

Fantasmas de piedra es un recorrido por las calles del Erto actual contemplado desde la perspectiva de las cuatro estaciones del año, que en el relato se suceden como las de un vía crucis revivido por el autor con tacto piadoso y un extraordinario poder de evocación. El recorrido se inicia en  la calle más cercana al cauce del río Vail, en la parte baja del pueblo. Y entre que ha elegido la estación más desolada del año y que esa zona quedó prácticamente arrasada por el agua, el ascenso es angustioso. Sin embargo, ya digo que Mauro Corona  posee un extraordinario don para evocar y le bastan cuatro muros que milagrosamente todavía se mantienen en pie, o una verja oxidada,o una puerta arrancada de cuajo, para reconstruir la familia que ocupaba entonces esa casa.

A su don para la evocación, Mauro Corona une una asombrosa precisión y elegancia para la descripción, ya sea de paisajes, gentes, oficios o costumbres, algunas decididamente abominables (y me refiero por ejemplo al salvaje que, a cambio de unos céntimos, animaba a los hermanos Corona a arrasar nidos y traerle unos pollos que el inductor de la  salvajada echaba enteros a la sartén después de haber tenido la precaución de aplastarles el cerebro apretando con  el índice  y el pulgar. Quizás para tranquilidad del lector, el autor aclara que de pequeño aún  hizo cosas peores…). Los herreros de antaño, los molinos movidos por el agua del río, el panadero que cada mañana regalaba a los hermanos Corona (“huérfanos de padres huidos”) un bollo de pan cuando iban camino de la escuela; el maestro local, las tabernas de entonces, el penoso abonado de los campos a base de estiércol que las mujeres subían hasta los campos en serones cargados a la espalda. Nada escapa a la mirada de un narrador al que todo interesa, razón por la cual, por ejemplo,  el lector cierra el libro con una información detallada acerca de la época en que debe cortarse la leña para el fuego, qué orientación debe dársele para que madure en el bosque o cuál  es la madera adecuada para cada uso, pero también información acerca de las herramientas de los diferentes orfebres o la información acerca de los hechos de la vida que con su conducta los adultos transmitían a los jóvenes. Es uno de esos libros que, pese a su aparente sencillez, obligan al lector a sopesar con  preocupación cómo van pasando las páginas, pues ello implica que cada vez falta menos para que se acaben. Sería de agradecer que los editores españoles se decidiesen a editar otras obras de este curioso personaje que aparte de escribir y  esculpir, todavía encuentra  tiempo para escalar  montañas, y varias vías de acceso a las cumbres de los Dolomitas y del parque de Yellowstone llevan su nombre.

 

Fantasmas de piedra

Mauro Corona

Altaïr

 

 



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30 de abril de 2012
Blogs de autor

Schubert y Shakira

¿Sobrevaloramos hoy a chefs y diseñadores como máximos exponentes de la cultura?, ¿soportamos todo tipo de artefactos escabrosos como obras de arte, autores de pacotilla, colas insufribles para contar que pudimos ver «la exposición» de la temporada? Según Mario Vargas Llosa, no sólo eso, sino que la cultura se ha acabado tal y como un día se entendió. Su último libro ?curiosamente el primero después de recibir el merecido Nobel? ha suscitado una amena controversia. «Perdonen, ¡pero qué viejas ideas! Primero porque la gran cultura siempre ha sido cosa de pocos, pero al menos ahora todos pueden leer, aunque no sea Nietzsche», escribía hace unos días Pilar Rahola, mientras que el escritor Jorge Volpi analizaba la paradoja de que alguien que se define como liberal, «se muestre como adalid de una élite cultural que, en términos políticos le resultaría inadmisible: un mandato de sabios, semejante al de La República, resulta más propio de un universo totalitario como el de Platón que del orbe de un demócrata». Porque en su acérrima defensa de una aristocracia intelectual, Vargas Llosa pasa de puntillas ante la democratización de la cultura, ese fenómeno «altruista y loable», dice, pero cuyo efecto ha sido tan catastrófico como banal. El menosprecio vale tanto para los contenidos como sus envoltorios. Aunque, curiosamente, en una entrevista publicada en La Vanguardia, el autor contaba que tuvo que terminar el libro en aeropuertos, «a salto de mata», un proceso tan nómada e hipermoderno en las antípodas del recogimiento del autor clásico que precisa soledad y silencio para crear. Cierto es que desde las atalayas resulta más confortable estar en contra de todo. Contra el periodismo irresponsable, la política deslavada, la crítica literaria insustancial o los productos culturales light que requieren un esfuerzo intelectual mínimo. Su desconfianza ante las nuevas tecnologías roza el negacionismo. Y arremete contra la influencia de «la jerga, a veces indescifrable, que domina el mundo de los blogs, Twitter y Facebook». «Pero si en los 140 caracteres te cabe un link de la Enciclopedia Británica», me argumenta el filósofo Javier Gomá, que en su libro Todo a mil (Galaxia Gutenberg) recupera el sentimiento de ser «hijo gozoso de nuestro tiempo». Además de un discurso beato que anega todos los progresos morales de la civilización, esta radiografía de la pobreza cultural, esta melancolía intelectual, vuelve a lo de siempre: a contraponer lo viejo y lo joven, lo profundo y lo superficial, lo permanente y lo efímero, lo elevado y lo popular. Por supuesto, corriendo a deslegitimar la promiscuidad cultural de quienes van a los conciertos de Shakira pero también escuchan a Schubert. Porque, quién a día de hoy está legitimado para imponer un canon, desatendiendo uno de los principios de la cultura: la subjetividad.

(La Vanguardia)

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30 de abril de 2012
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El Boomeran(g)
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