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Eder. Óleo de Irene Gracia

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El grito del grito del grito

Siempre me pareció bastante malo el famoso cuadro de Munch y también peor que buena parte de su obra mejor conocida. No digamos ya si nos referimos al grueso del expresionismo alemán posterior a él del que fueron autores los componentes del grupo llamado Die Brücke (El Puente). Pero resulta que, por unas u otras razones, El grito ha pasado de ser un cuadro a ser pasquín y de ser una pintura al pastel a una postal amarga.

Nadie estaba más amargado que el propio autor. Sus padres, muertos tempranamente de tuberculosis y él, constipado crónico. La explicación de las obras halla siempre la base más firme en el genio y la salud del autor y no tanto en la genialidad o la finura del alma. De ahí el brío y la fecundidad de Picasso, por ejemplo.

Hasta el 2 de mayo de 2012 el cuadro más caro vendido en una subasta era uno de Pablo Picasso, pero ahora, en plena crisis, el récord lo marca un psicótico. Precisamente, mientras en el primer caso la puja es, en buena parte, por un lienzo estructurado, en el segundo es por un ejemplar deshilachado.

Pero no diré nada más de un cuadro que siempre me pareció tanto una estampa de consultorio médico como un raro logro escolar. En esa pinza de las manos tapando los oídos se desarrolla toda esta obra que, paradójicamente, grita sin gritar nada de nada.

¿Buscaba proveerse de este efecto el comprador o qué buscaba exactamente el multimillonario de los 91 millones de euros? Sin duda buscaba el poder que el cuadro encierra, convertido tanto en un bien de cambio superlativo como en una leyenda cultural (incluso a pesar de su feísimo marco) pero perseguiría también adueñarse de una coartada.

El cuadro muestra una angustia y un pavor al modo del pánico que sufre la mayoría de nuestra sociedad ante la Gran Crisis. Esta angustia sería ya similar a la náusea que en el Apocalipsis se atribuye a carnes blandas y tibias que, si han perdido su valor suculento, han ganado la catadura de mollas agonizantes. La temperatura no ha desaparecido del todo y queda allí como testigo de su padecimiento. Este ser entibiado apenas puede quejarse y menos todavía gritar. Y, ciertamente, El grito conmueve viendo cómo alguien que trata de chillar queda paralizado en su impotencia.

Pero, ¿se tapa los oídos para no oír la hecatombe exterior? Desde esta opción, el cuadro no permitirá oír nada y es así, gracias a su afasia, como la pintura gana fama. La fama del último grito.

También como en el caso de Dios, la voz no se oye. Su grandeza es tanta que Dios resultaría ridículo si se hiciera oír. Porque, ¿qué timbre posee la voz de Dios? Sencillamente la Voz de Dios es el Verbo y el Verbo no se expresa. No se verbaliza puesto que todo cuanto quepa pronunciarse pronunciado está. A los tiempos socialmente duros que caracterizaron el fin del siglo XIX (el cuadro fue pintado en 1893) corresponden los tristes momentos actuales de afonía en la revolución.

La ciudadanía grita desesperadamente pero ya no es posible resumir su profundidad. El grito se convierte en un hoyo cuyo sonido basal no alcanza a la superficie. De la misma manera, el personaje de Munch es el de alguien (dicen los exégetas) que asiste a un espectáculo tan horrendo que no puede aguantarse con todos los sentidos.

Justamente, el terror descrito en el Apocalipsis de San Juan llega a abrazar a esta última noticia de Sotheby's centrada en el grito sin sonido. Grito petrificado y puerilizado en el trazo que ya se halla dentro de la caja fuerte de un magnate.

En el Apocalipsis, el color amarillo-verdoso presente en el cuadro evoca al jinete de la muerte. Dentro de la caja fuerte se ha encerrado herméticamente la enfermedad fatal y su relincho. ¿Para que no termine nunca de vibrar? Efectivamente.

Acaso para que esta maldita enfermedad del mundo capitalista se prolongue todavía más. Para que se desarrolle, quizás, indefinidamente y, al cabo, ante el borde del abismo, no haya otro recurso que dejarse llevar por las vaharadas de sus aguas, cenagosas, falaces y corrompidas.



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28 de mayo de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Kaputt

Si la historia de la humanidad es el recuento de su desgracia, Kaputt es un magnífico libro de historia. Algo tramposo, la verdad, pero hay que tener en cuenta que en el momento de escribirlo Malaparte se encontraba inmerso en ese curioso proceso que le llevó de ser un fascista reconocido y agasajado por Mussolini y sus corifeos a ser un militante de la extrema izquierda (maoísta para más señas) después de pasar unos cuantos años en la cárcel y el exilio.

 

La parte principal del libro la escribió entre 1941 y 1942, aunque luego no lo terminó hasta 1944. Dejando de lado sus vaivenes ideológicos, Malaparte se supo bandear muy bien en los años más convulsos y peligrosos de la Europa del siglo XX: no solo salió de la I Guerra Mundial vivo y con condecoraciones al valor sino que estuvo subido al carro del vencedor fascista desde los años 20 en adelante, disfrutando de toda clase de honores y prebendas. En 1931 cayó en desgracia (a quién se le ocurre criticar públicamente a Hitler y Mussolini) y fue sucesivamente encarcelado y desterrado hasta que, en 1941, reapareció vivo y aún tuvo tiempo de incorporarse a la II Guerra Mundial como corresponsal del Corriere dela Sera para cubrir el frente ruso. Antes había pertenecido al cuerpo diplomático y como también en ese ambiente supo bandearse muy bien, de esa época data su relación con los grandes protagonistas de la política y la alta sociedad europea, una familiaridad que le iba a proporcionar la mitad del material literario de Kaputt. La otra mitad sale de sus andanzas como corresponsal por una Europa desgarrada por la guerra y sufriendo el ataque de saña más bestial que haya experimentada desde su ya larga y convulsa creación.

El aspecto algo tramposo del libro, al que antes aludía,  se debe a que, a fuerza de repetirlo, el truco se acaba haciendo evidente. Muchos de los capítulos contienen largas y minuciosas descripciones de recepciones en las mansiones de gente como el príncipe Eugenio, el hermano pintor del rey de Suecia, Gustavo V; el diplomático español Agustín de Foxá, otro fascista hecho un lío como él y también diplomático; o el Reichminister Frank, gobernador alemán de Polonia y responsable de las peores brutalidades que hubo de sufrir el pobre pueblo polaco, demasiado cerca de Alemania e inútilmente cerca de  Dios, pues éste no le salvó del holocausto exterminador de los nazis. Esas reuniones tienen lugar en suntuosas mansiones, muchas de ellas decoradas con los muebles y cuadros que las tropas alemanas saqueaban a su paso victorioso; a ellas asistían condes, duques, diplomáticos y grandes hombres, todos ellos acompañados de unas sofisticadas esposas educadas desde la cuna para dar brillo a las recepciones en las que se comían delicados  manjares y se bebían  exquisitos caldos después de haber escuchado al anfitrión interpretar unas piezas de Chopin. Con delectación que tiene algo de perverso, Malaparte se complace en interrumpir de pronto la reunión para introducir relatos espeluznantes y que están teniendo lugar mientras en los salones se exhibe lo más sofisticado y espiritual de la cultura europea: caballos que se metieron en un río ucraniano y que al ser atrapados por un bajón de la temperatura han pasado todo el invierno con el agua al cuello y asomando únicamente las cabezas de crines heladas; prisioneros rusos que se comen a sus camaradas muertos y que merecen este comentario de un alto oficial alemán una vez enterado del hecho:”¿Y se los comen con gusto?”. Aunque también pueden ser soldados tártaros que atan a los prisioneros rusos a un cadáver juntando cara con cara y pecho con pecho para que el muerto se coma al vivo; campesinos rumanos alistados a la fuerza y que cometen las brutalidades escalofriantes que les ordenan los  oficiales alemanes y que ellos llevan a cabo convencido de que es un rey al que no han visto nunca quien lo manda. Y también una visita al ghetto de Varsovia en compañía de todas las damas y caballeros que asistían a la recepción del gobernador alemán y que de pronto han tenido la necesidad de saber si la situación de los judíos es tan desesperada como éstos dicen o si se trata de simples habladurías de comunistas.

La aparición de Kaputt, ahora en formato de bolsillo pero en la muy cuidada edición y traducción de David Paradela es como una segunda oportunidad para quienes  se lo perdieron hace dos. Sobre todo al principio, hasta que pillas el truco, no se sabe qué produce más horror, si las elegantes recepciones palaciegas o las monstruosidades que mientras tanto están asolando Europa, pues son como las dos caras de este pequeño continente que ha dado a luz a civilizaciones extraordinarias al tiempo que se entregaba a las guerras y al exterminio con un entusiasmo digno de mejor causa.

 

Kaputt

Curzio Malaparte

Galaxia Gutemberg  



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28 de mayo de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Tres dictaduras y una democracia

Amnistía Internacional (AI) no tiene buena prensa entre los dictadores. Merecidamente. Los más viejos del lugar recordarán cómo incordiaba al régimen franquista. Tampoco gustaba a los antifranquistas enfeudados a otras dictaduras, las comunistas de Moscú y Pekín. La labor que viene haciendo AI desde su fundación en 1961 para proteger a las poblaciones de los abusos y atentados contra sus derechos es pionera y ejemplar, a pesar de los errores que pueda haber cometido esta organización, como tantas otras dedicadas a la defensa de los derechos humanos.

De las múltiples denuncias que contiene el informe anual sobre el estado de los derechos humanos en el mundo, quiero destacar aquí solo un párrafo sobre 2011, en absoluto el más desgarrador: ?Israel mantuvo el bloqueo de Gaza, prolongando así la crisis humanitaria, y continuó con su agresiva política de ampliar los asentamientos establecidos en el territorio palestino de Cisjordania, que ocupaba desde 1967. Las organizaciones políticas palestinas Fatah y Hamás hicieron blanco de sus ataques a sus respectivos simpatizantes; las fuerzas israelíes y los grupos armados palestinos llevaron a cabo ataques en represalia en Gaza?. Basta juntar en Google tres palabras: Amnesty International, Israel y antisemitismo para dar con las dificultades que se encuentran al informar sobre los abusos en determinadas regiones especialmente complejas. No debe extrañarnos. Las denuncias de AI, incluso las controvertidas o equivocadas, ayudan en los regímenes democráticos y, en cambio, molestan a las dictaduras, como ha ocurrido siempre. ¿Significa esto que Israel no es una democracia? En absoluto. Significa que debemos hilar fino a la hora de calificar lo que hay entre el Jordán y el Mediterráneo, y que puede resumirse en tres dictaduras y una democracia. La democracia es Israel: un Estado de derecho, con división de poderes, democracia representativa, pluralismo político y libertad de expresión. Hay dos dictaduras: la de Hamás en Gaza, donde se aplica la pena de muerte y se atenta contra los derechos humanos, además de atacar a la población israelí fuera de las fronteras, y la más benigna de Fatah en Cisjordania, cuyo jefe, Mahmud Abbas, no ha querido, por cierto, confirmar ni una sola de las condenas a muerte dictadas por sus tribunales. Y una tercera que dejaremos describir a Peter Beinart, joven intelectual sionista estadounidense, en su más que recomendable libro 'La crisis del sionismo': ?Nos decimos a nosotros mismos que Israel es una democracia, pero en Cisjordania es una etnocracia, un lugar donde los judíos gozan de la ciudadanía y los palestinos no?. Puede que la dictadura de los colonos no sea peor que la de Fatah y Hamás, pero es el mayor obstáculo para la paz entre israelíes y palestinos. Y es del todo lógico que AI no tenga buena prensa entre los colonos y los políticos que los representan.



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28 de mayo de 2012
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Madrid sin primavera

  Ocurren cosas inexplicables, como vivir durante más de quince años en una ciudad y ser incapaz de definir el carácter de su gente sin recurrir a los tópicos. Estoy hablando de Madrid. De su excitación mórbida y de los garbanzos del cocido, de la hilera de pantalones rojos con mocasín que llenan las terrazas del Bernabeu o del olor a libros de segunda mano de los jóvenes antisistema de Sol, azuzados por los ultracastizos que siguen empeñados en que España se rompe por culpa de vascos y catalanes. ¡Y de los perroflautas! Pero caben muchas ciudades entre el Rastro y el Viso, entre Leganés y la Moraleja. Desde los restos arqueológicos de una corte reaccionaria hasta la militancia obrera o el vuelo libre de los artistas en el irreproducible arte de la tertulia, sea en el Español o en la terraza del Gijón ?hace cinco días amenazada de cierre y antes de ayer declarada bien de interés cultural?. Así es Madrid, un viaje de ida y vuelta. Espléndida y caótica, abierta y enseñoreada, en Madrid siempre se siente la nostalgia del mar. Tan sólo desde sus límites, como el balcón de las Vistillas, puedes tener la ilusión de un horizonte lejano, aunque nunca llegará el salitre. Hace apenas veinte años, la capital de España era una ciudad deslavazada, el mobiliario urbano resultaba un atentado contra la decencia, no existían los gimnasios spa ni los hoteles boutique como en la vanguardista Barcelona, los taxis olían a infierno y los diseñadores huían. Cierto es que ha sufrido en silencio su infernal geografía, el páramo amarillento que la rodea, su alejamiento del flujo marítimo o fluvial, siempre sinónimo de tolerancia y progreso. Arrinconada en ese altiplano ?es la segunda capital más alta de Europa, después de Andorra la Vella? que la hiela en invierno y la recalienta en verano, sin tregua para admirar el paso de las estaciones, hoy Madrid reluce pero de nuevo se queda sin primavera. Y no es una figura literaria, sino una seña de identidad. La capital de España vive su bochorno sin transición: el despeñamiento de Bankia con su oso del madroño y sus banqueros con botones dorados, el hinchado déficit de la comunidad o las declaraciones de una incandescente Aguirre (tan brava que cuando llegó a Sol corrió a feminizar el baño instalando unas bombillas en el espejo, como en un camerino) cuestionan su modelo de neocentralismo patrio. Porque como bien argumenta Enric Juliana en su nuevo libro, Modesta España. Paisaje después de la austeridad (RBA), Madrid arremete contra la arquitectura autonómica ya que, además de capital de la España eterna, quiere ser el centro de todo, a imitación del gran París. Menos mal que ahora podrá endulzar la amarga hiel con el sueño olímpico, entre Tokio y Estambul, y ojalá logre acceder por fin a la primera división. Fuera complejos. Sería la mejor noticia para Madrid, pero también para la periferia.

(La Vanguardia)

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28 de mayo de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Futuros mexicanos 3

México, julio-diciembre de 2012

 

El presidente legítimo -ahora cómo debería llamarse a sí mismo, presidente- aún-más-legítimo?- apenas pudo dormir. En cuanto el IFE confirmó su inesperado triunfo, se dirigió al Zócalo y lanzó la alocución más pausada de su carrera. Concluido su discurso, se retiró a su casa. Ahora son las cinco de la mañana y por fin enciende el televisor. Para su sorpresa, la noticia principal no es su triunfo, sino las declaraciones del candidato del PRI, cuyo rostro enérgico y amenazante aparece sin tregua en la pantalla.

-Los resultados no resultan creíbles para nosotros -repite Peña una y otra vez-. Según las cifras oficiales, la diferencia de votos es aún menor que hace seis años, apenas una décima de punto. Exigimos un recuento.

López Obrador no puede creer las palabras que escucha en boca de una multitud detrás del priista:

-Voto por voto, casilla por casilla.

 

***

 

Como de esperarse, el IFE rechaza la petición del PRI y sus aliados.

-El recuento ha sido escrupulosamente vigilado por todos los partidos -anuncia su vocero.

 

***

 

López Obrador no sabe qué hacer. Ceder a las presiones de la mafia podría resultar funesto para su causa. ¿Pero cómo puede él, precisamente él, justificar su oposición a que vuelvan a contarse las boletas?

-Tu 0.1% de ventaja está dentro del margen estadístico de error -le indica uno de sus consejeros-. Si se abren los paquetes, cualquier cosa podría ocurrir.

            -Planean un fraude a posteriori -lo azuza otro.

            -Habría que convocar manifestaciones en todo el país que se opongan al recuento -le indica uno más.

            López Obrador se mesa los cabellos y da un golpe sobre la mesa. Todas las opciones le parecen malas.

 

***

 

Las televisoras no cesan de transmitir escenas de las supuestas irregularidades en la elección presidencial. Dicen que en Iztapalapa y Milpa Alta hubo acarreos; en Chiapas, ratón loco; en Guerrero, compra de votos.

En Tercer Grado, la conclusión es unánime:

-López Obrador tiene que apoyar que se abran los paquetes -asevera uno de sus conductores con voz marcial-, de otro modo el presidente legítimo se convertirá, paradójicamente, en espurio.

 

***

 

Entrevistado durante dos horas por López Dóriga, Peña Nieto se muestra firme e indignado.

            -Joaquín -lee en el teleprompter-, todos hemos visto las irregularidades en el DF y otros estados. La diferencia es de menos de diez mil votos. Lo único sensato es abrir los paquetes. Yo no quiero asustar a nadie, Joaquín, pero México no va a permitir una imposición.

            -Pero ¿no podría verse como un ataque a las instituciones?

            -No, querido Joaquín -vuelve a leer Peña-. El PRI creó las instituciones de este país. Y por eso vamos a defenderlas. Es evidente que el IFE está tomado por radicales afines a nuestros adversarios. Pero si las instituciones están corrompidas, al diablo con las instituciones, Joaquín.

 

***

 

-¿Y ahora qué hacemos? -pregunta el secretario de Gobernación-. Si nos oponemos al recuento, le entregaremos el país a ese troglodita. Y, si lo apoyamos, estaremos contradiciendo nuestra decisión de hace seis años.

            El presidente Calderón da un golpe sobre la mesa.

            -Al menos con Peña se puede negociar -murmura.

            Dos horas más tarde, el secretario de Gobernación comparece ante los medios.

            -Si el señor López Obrador fuese un auténtico demócrata -sostiene-apoyaría el recuento. Así se alejaría el fantasma de la inestabilidad y le haría un gran servicio al país.

 

***

           

A López Obrador le incomoda su silencio.

Haciendo caso a sus asesores, eludió las respuestas francas o directas. A pregunta expresa de Carmen Aristegui, se limitó a decir:

-La decisión está en manos de las instituciones.

            Aún así, a punto de abandonar su casa rumbo al Congreso -advirtió que no se mudaría a Los Pinos-, su silencio aún lo escuece. 

 

***

-El Tribunal Electoral ha decidido no aprobar el recuento -anuncia su vocero.

            Afuera, donde han levantado un gigantesco plantón, los priistas insultan a los magistrados.

 

***

 

En las últimas semanas, Peña ha dejado de escuchar a sus consejeros más sensatos. A su lado permanecen los empresarios, los gobernadores priistas y, pos supuesto, la Maestra y Televisa (en TV Azteca nunca se puede confiar). Y, hace apenas unas horas, recibió el respaldo de un amplio sector del PAN. El plan es sencillo: impedir que López Obrador llegue al Congreso. Esta vez no conseguirán introducirlo por la puerta de atrás.

 

***

           

Frente a miles de priistas, panistas y verdes congregados en el Monumento a la Revolución -Adela Micha afirma que son tres millones-, Peña no está dispuesto a hacer concesiones. Enfebrecidos, sus seguidores lo reciben al grito de "voto por voto, casilla por casilla".

            -Ustedes saben, mexicanos, quién es el verdadero ganador de esta elección -exclama con solemnidad.

            Mientras se escuchan los primeros acordes del himno nacional, Peña se coloca en posición de firmes y espera a que Emilio Gamboa, el nuevo líder de la mayoría priista en el Senado, coloque en su pecho la improvisada banda tricolor.

 

twitter: @jvolpi

 

 



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27 de mayo de 2012
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?Mascherano y Keita son mis ?niñitas??

Guardiola, camisa blanca, corbata estrecha, con esos aires mod, se rasca como si eso le ayudara a pensar pero no vacila ni un segundo para decir, acaso con un mohín de provocación: «Son mis niñitas». Umm. Nadie se ríe en la sala de prensa. 5-0 contra el Villarreal. Guardiola habla con su tono bajo, comedido, que se hace más ronco cuando toca asuntos emocionales. O viscerales. Aunque lo visceral en Guardiola siempre es racional. Incluso su «puto amo». Maestro midiendo registros y contextos, rey del aforismo y de las frases con sustancia en esas ruedas de prensa donde el lenguaje suele clonarse, Pep ha creado su marca gracias a sus tácticas futbolistas, pero también a su verbo, su cadencia y su retórica. Sin guiones previsibles. Pero regresemos a sus niñitas. «¿Hablará en serio?». Hay que aguardar sin cachondeo a que continúe la frase. Porque a Guardiola se le consiente hablar como un padrazo. Incluso que se cargue el mito de la virilidad futbolera de un plumazo, excluyendo los sinónimos que siempre señalan a hombretones de alma musculada. No obstante, él mismo parece sorprendido. Vacila, se agarra a los puntos suspensivos y al final remata: «Son… son dos soles de jugadores». Ni cracks ni gladiators. Dos soles. Y ahora viene la pregunta previsible: ¿Guardiola ha feminizado el fútbol? Sus tan glosados valores, como la empatía, el reconocimiento a sus jugadores o el aprendizaje en la humildad (y en la derrota), bien han demostrado que se puede sustituir la testosterona por la inteligencia. También, como algunas mujeres, ha conseguido tener ojos en la espalda. Y en las antípodas de los machotes casposos, el estilizado Guardiola ha construido su discurso sobre la determinación y el espíritu de equipo, sin escudarse en la frialdad del método. Pero a diferencia de gran parte de las mujeres, siempre ha sabido comunicar su mentalidad de ganador: autoconfiado, con una aplastante seguridad que le permite interrumpir su discurso para rascarse la barba o el párpado. La que le hace parecer natural, mesuradamente sensible, eficaz, libre de lastres y códigos de barras. Pero lo más importante no son sus niñitas, ni sus soles, sino la segunda parte de la frase. Que después de 13 títulos siga buscando el «sentido de esta profesión», el sentido de la vida. (La Vanguardia)

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26 de mayo de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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El país que nadie visita

Óleo de Mark Rothko

Otro lugar Entro en la luz que hay no encegueceni es suficiente para vislumbrarlo que ha de venir sin embargo veoel aguael único boteun hombre que está de pie es alguien que no conozco este es otro lugarla luz que hay cubre como una redla nada lo que ha de venrhabía sidoesto antes: el espejo donde el dolor duermeel país que nadie visita. Mark Strand Traducción: Juan Sanchez-Pelaez



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25 de mayo de 2012
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II. Un múltiple entramado verbal

Cuando se publicó en 1958 su primera gran novela, La región más transparente, la crítica en México vio como a tan temprana edad, un novelista asumía la inmensa tarea de reproducir la vida presente usando un múltiple entramado verbal, sumamente novedoso, desde la perspectiva urbana, la gran capital atrofiada que era ya entonces la ciudad de México. En aquellas páginas crecía una polifonía, voces contrastadas y discordantes como en la música dodecafónica que revelaban un universo oculto, la ciudad que se asentaba en las piedras del sacrificio de la antigua Tenochtitlán y hacía subir su sabia secreta, sangre y detritus, hacia las barriadas marginales pobladas por inmigrantes campesinos, y hacia la urbe de los nuevos potentados que tras la ya antigua revolución sustituían a la vieja clase porfirista derrotada; los vencedores pobres se habían vuelto ricos y habían "institucionalizado" la revolución. Así nacía la novela moderna, no sólo en México, sino también en América Latina.
En La muerte de Artemio Cruz, publicada en 1962, la polifonía se convierte en monólogo. El protagonista, que peleó en las filas revolucionarias, y que ha llegado a la cúspide del poder político y financiero, contempla con cinismo el pasado desde su lecho de muerte, y busca en ese pasado lecciones que ya nunca le podrán ser útiles, porque la revolución en la que luchó ha sido carcomida por la polilla de la retórica y ya no sirve pensar el mañana.

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25 de mayo de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Subastan la máquina de escribir de Pessoa

Pessoa en las calles de Portugal José Paulo Cavalcanti Filho, un abogado y escritor brasileño, autor de una biografía sobre Pessoa, ha conseguido en reñida subasta compar la máquina de escribir y el escritorio donde Fernando Pessoa (o sus heterónimos) escribieron extraordinarios poemas pero, sobre todo, un montón de papeleo burocrático para la Sociedad Portuguesa de Explosivos. El precio de la compra: 80.000 euros. El valor: incalculable. Dice la nota de Belén Rodrigo en ABC:

El abogado y escritor brasileño José Paulo Cavalcanti Filho ha comprado en subasta la máquina de escribir y la mesa de escritorio que pertenecieron a Fernando Pessoa por 80.000 euros. Durante cuatro años, el escritor luso utilizó diariamente ambos objetos cuando trabajaba en la Sociedad Portuguesa de Explosivos, en Lisboa, que no formaron parte de su espolio. Desde entonces han pasado 80 años pero tal y como se pudo comprar en la subasta de antigüedades organizada por World Legend, en Lisboa, todo lo que fue de Fernando Pessoa sigue despertando mucho interés entre los seguidores de su obra. En esta ocasión se trataba de una mesa de escritorio en caoba, con cuatro cajones a cada uno de los lados, el interior forrado en piel verde y con diversos compartimentos. Su precio oscila entre los diez y veinte mil euros, salió a subasta por diez mil y se adjudicó por 58.000. En lo que se refiere a la máquina de escribir, de la marca norteamericana Royal, su precio está entre los tres y cinco mil euros, se subastó por tres mil y se vendió por 22.000. Las piezas formaban parte de la familia del propietario de la empresa para la cual Fernando Pessoa trabajó y habrán ido pasando de generación a generación. Ambos objetos integraron la exposición de los 120 años del nacimiento de Fernando Pessoa, en el 2008, organizada por la empresa de abogados ABBC y por la editorial Assírio & Alvim. La subasta fue anunciada hace una semana y a pesar de ser varias y muy diferentes las piezas licitadas, los objetos de Pessoa fueron los que más revuelo causaron en la sala y cerraron la puja superando las estimaciones de los organizadores. Fue una disputa reñida y el ganador, José Paulo Cavalcanti Filho, ni siquiera estaba en la sala y siguió la subasta por teléfono. Autor de ?Fernando Pessoa: casi una biografía?, el abogado y escritor brasileño ha asegurado públicamente hacer leído ?diez o doce veces las 30.000 páginas de Pessoa?. Hace un año que lanzó la biografía de Pessoa, considerada la reconstrucción más completa de la vida del escritor portugués en la que se abordan las angustias, los amores, los heterónimos y la genialidad del mayor poeta de la lengua portuguesa. Sus representantes no quisieron hablar de los intereses del comprador una vez acabada la subasta pero destacaron de él que se trata ?de un pessoano?. Otro de los objetos más destacados de la subasta fue un diseño a lápiz sobre papel, ?Emilia? de la pintora lusa Paula Rego que salió a la plaza por 2500 euros y fue adjudicada por 5400 euros.



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24 de mayo de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Sin hoja ni ruta

Todos buscamos una hoja de ruta que nos saque del pozo. Para los eurobonos esta pasada noche en Bruselas. O para salir del avispero de Afganistán, hace unos días en Chicago. El mayor inconveniente de esta idea luminosa que nos proporciona una guía sin pérdida posible es que lleva incluido el fracaso en su propio origen. Ahora mismo se cumplen diez años de la hoja de ruta que popularizó la expresión, la hoja de ruta por excelencia que debía conducir a la paz entre israelíes y palestinos en tres años, en 2005 exactamente. En un año, cese de toda violencia, congelación de los asentamientos y reformas políticas y celebración de elecciones en la parte palestina; en otro, restauración de relaciones entre Israel y los países árabes y conferencia internacional para resolver todas las condiciones para la creación del estado palestino, incluyendo las económicas; y en un tercero más, negociación de fronteras definitivas, asentamientos en Cisjordania, refugiados palestinos y Jerusalén.

Ni siquiera se inició la carretera que lleva al primer año, tal fue el tamaño del fracaso. Podríamos utilizar una expresión menos usada, pero si las hojas de ruta salen una y otra vez de la boca de los responsables políticos ante los problemas más variados y difíciles por algo será. Una explicación podría ser que hablamos de hojas de rutas, road maps en su expresión original, precisamente porque estamos totalmente desorientados y no sabemos ni dónde estamos ni hacia dónde hay que tirar. Como si su repetición a título de oración terminara haciendo llover sobre nosotros los mapas de los que carecemos tanto los ciudadanos como, lo que es mucho peor, los dirigentes. Algunos incluso lo dicen sin rebozo: nos adentramos en territorio desconocido y no tenemos ni idea de hacia dónde vamos. Practican entonces la navegación a vista, guiados por las citas electorales o las encuestas que miden su popularidad, el grado de aceptación de las medidas que propugnan o las expectativas electorales. En casos muy singulares, como es el de Rajoy, la presión es más inminente, a vista de 24 horas, y material, porque son las necesidades de liquidez de los bancos o incluso de las administraciones las que guían cada movimiento y declaración, atendiendo así a la prima de riesgo y a las oscilaciones del Ibex 36 y en ningún caso a objetivo alguno que no sea llegar vivo al día siguiente. Utilizar la expresión hoja de ruta para el caso de Afganistán, como hizo Obama en Chicago, es así tan pertinente como descorazonador. De la misión que llevó a la OTAN al país afgano hace diez años solo se sabe una cosa: tuvo la cobertura legal del Consejo de Seguridad y fue en respuesta a los ataques del 11-S organizados por Al Qaeda desde sus bases en el país de los talibanes amigos. Una vez derrocados los talibanes, tan pronto como en el mismo 2001, poco se puede decir de los objetivos o de los resultados durante estos diez años ni ahora mismo porque siempre han sido confusos y nadie ha conseguido explicarlos. El actual presidente, adversario de la guerra de Irak pero partidario de la de Afganistán, supo pronto que no se obtendría más estabilidad ni garantías de un Estado viable en un año que en diez. Declararse vencedor y partir, que es lo que quieren hacer todos los presidentes, era imposible. De ahí esa hoja de ruta, aprobada en la cumbre de Chicago, sin más objetivo ni propósito que terminar ordenadamente de una vez y dejar atrás esos diez años de guerra, la más larga jamás librada por Estados Unidos. No va a ser fácil. Pakistán está en el origen de todo y también estará en el final. Su frontera está ahora cerrada a los suministros a Afganistán, en respuesta a la matanza de 24 soldados paquistaníes en noviembre por bombardeos estadounidenses. Sacar a los 130.000 soldados que tiene la OTAN, y sobre todo su colosal impedimenta, requiere de estas vías que han visto incrementado súbitamente su coste: los paquistaníes cobraban unos derechos de paso de 250 dólares por camión antes de la matanza y piden 5.000 ahora. Hace falta dinero para irse y también hace falta para dejar la seguridad en manos del nuevo ejército afgano al que hay que formar. Eso es lo que Obama pidió a los aliados en Chicago, aunque su preocupación mayor fue que la retirada prematura de Francia no fuera el cornetín de desbandada para los otros aliados, todos ellos sometidos a unas restricciones presupuestarias que han mermado cualquier vocación de intervención exterior. La OTAN sabe o cree saber lo que va a hacer en Afganistán, pero en Chicago también se ha desentendido claramente de la matanza en Siria. Ahí ya no sabe nada. Y de lo que no se puede hablar, mejor callarse del todo. Así parece creerlo una Alianza que se decía guiada por unas ideas y unos valores discretamente arrumbados en la navegación a vista, que es lo habitual cuando no hay ni hoja ni ruta.



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24 de mayo de 2012
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El Boomeran(g)
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