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Blogs de autor

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La simiente

Queremos ser queridos por los demás pero a la vez comprendidos. Muchos amores se van a pique o valen la mitad por no entender al otro. Podría decirse que los cimientos del amor pasan por el entendimiento. O que la mente es la simiente.

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25 de septiembre de 2015
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¿Qué nos está gritando el pez lobo?

Es de esas fotos que hacen las delicias de las redes sociales. ¿Qué hacíamos con fotos así antes de Facebook? El pescador se llama Hirasaka Hiroshi, y pescó hace unos días este monstruo marino cerca de Hokkaido, entre Japón y Rusia. El pez se conoce como “wolffish”, o pez lobo. Suele medir un metro y pesar 15 kilos. Este es el doble de grande y el triple de pesado.

¿Quién parece más asustado, Hirasaka o su pez lobo? Yo diría que el pez: según los relatos periodísticos de los últimos días, lo más probable es que haya terminado en la sartén del pescador. Pero esa no es la única ganancia del señor Hosaki. Como suele pasar con las fotos que se vuelven virales en Internet, este no es un pescador japonés cualquiera: viaja por el mundo pescando y fotografiando seres extraños, y la foto circuló tras aparecer en su blog y su Twitter. Él sabía que este bicho le daría sus 15 minutos de fama.

Pero la noticia es otra: tiene que ver con la zona en que fue atrapado el pez lobo gigante y horrendo: es cerca del sitio del tsunami del 2011. Cerca de Fukushima, el reactor nuclear. En nuestra memoria, la cara desencajada de esta criatura nos recuerda los portentos humanos y animales que surgieron en los alrededores de Chernobyl. En nuestras pesadillas, es la imagen del peligro nuclear.

Al menos tres diarios que dan la noticia (en Gran Bretaña, Australia y Japón) usan el mismo dato para explicar el tamaño de las fauces del pez lobo: podría deglutir a un niño pequeño. Lo repiten para aumentar nuestro miedo, aunque los expertos insistan en que esta especie come algas y plancton. ¿Por qué mentar al niño?

No creo que sea solo la combinación de sensacionalismo y pereza, esa mescolanza que llene los diarios de fotos que llaman la atención, sin historia ni contexto.

No: esta foto es mucho más. El niño que podría devorar el monstro somos nosotros. Es la especie humana, que desató hace exactamente 70 años el monstruo del desastre atómico en Hiroshima y Nagasaki, muy cerca de estas aguas.

Esta es la cara de angustia de nuestro miedo al desastre nuclear. El pez lobo nos mira a la cara. ¿Qué vamos a hacer? 

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24 de septiembre de 2015
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El rojeras antigolfista

Por fin un candidato que se perfuma con Nenuco, y que es muy de llorar. Porque Antonio Baños admite que le hace llorar prácticamente todo. Como buen hijo de la generación X, no solo ha alargado la adolescencia, sino que parece dispuesto a no perder la infancia; ahí donde, según el poeta, descansa la mejor idea de la patria. ?Mi infancia fue muy feliz, toda ella está llena de buenos recuerdos?. La acidez que exhibe estos días en campaña no excluye una emotividad que lo envuelve como capas de cebolla: sin impostura, fajador de mano en la cintura que a veces también se acaricia el cuello, al estilo Séneca. En los debates televisivos ha explicado igual que un psicólogo cognitivo el vínculo emocional entre España y Catalunya: ?La España que llevamos en la memoria y el corazón, la de las luchas y los afectos, es irrompible; pero el Estado español es inviable?. Confiesa, como buen hombre nenuco ?aunque en las redacciones aseguran que le privaba el olor a hombre?, que de niño quería ser antropólogo: ?Creo que imaginaba a un antropólogo como una especie de explorador/periodista/escritor?. Un poco más tarde fantaseaba con ser una estrella de rock, y, de hecho, ahí están sus pinitos sobre los escenarios con Los Carradine. Pero también le ha echado codos para escribir su Posteconomía. No va de puntillas por la vida y denuncia la rebelión de las élites que no sueltan sus yates en la Costa Azul ni sus esquís en Gstaad: ?Son unas élites irresponsables, que no pueden ser demócratas porque no se vinculan a una comunidad?. Le pido que defina a nuestra generación: ?En mitad de todo: mitad analógicos, mitad digitales; mitad 68 mitad antiglobalización; mitad punk, mitad grunge… Fuimos la primera generación precarizada, la primera criada con la televisión, Vimos caer el Muro y flipamos con el Spectrum. La primera decepcionada con la transición, testigo de todas las derrotas de la izquierda y el triunfo del neoliberalismo?. En verdad parece que Baños se lo pasa muy bien: tan solo lleva 57 días en política y afirma convencido en los debates que el día 28 comenzará una nueva república ?y no la de Ikea? y que lo cambiará todo. Con su corbata rosa y su chaleco negro, vestido a ratos como el mago Tamariz pero con un aire entre Umberto Eco y Fernando Arrabal, no hay que negarle sentido del humor, acaso el más destacado entre los candidatos del 27-S. No en vano su película favorita es La vida de Brian. En el cortometraje de campaña de la CUP, ?Anaven lents perque anaven lluny?, sus compañeros piden a Baños un gato para cambiar una rueda pinchada, y él aparece con un Maneki-neko, ese felino amuleto japonés. Poliédrico ?periodista y escritor, tertuliano, analista económico, músico y ahora político?, quienes le conocen dicen de él que es un buen tipo, que escribe muy bien, radical anticapitalista, coherente incluso en el vestir y que nunca llegaba a final de mes. Según sus propias palabras, de hombre sincero y enrollado que confiesa: ?En la vida de un servidor, un par de cosas le han traído problemas de forma persistente. Son los gin-tonics y el optimismo?. Su papel el 27-S podrá reducirse al de fiel escudero de Romeva y Junts pel Sí. Pero un escudero, como Sancho en El Quijote, con voluntad de arremangarse y hacer política. Sancho sorprende a propios y extraños al declarar que el objetivo de su gobierno en la Ínsula Barataria será ?limpiar esta ínsula de todo género de inmundicia?. Baños está empeñado en que el aburrimiento no acabe por matar a la identidad. (La Vanguardia)

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24 de septiembre de 2015
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La definición de Europa

¿Qué es Europa? Esta es una vieja pregunta de respuesta jamás satisfactoria. Han intentado responderla poetas y filósofos en numerosas ocasiones, también geógrafos e historiadores, al igual que economistas y sociólogos, incluso algunos teólogos, pero al final nadie ha conseguido una definición exacta y eficaz.

Una tal definición puede valerse de varios instrumentos. Uno de ellos es la delimitación del perímetro, sus fronteras. También cuentan los principios o valores políticos establecidos en sus cartas constitutivas. Es muy evidente la existencia de un mercado común a todos, donde puedan circular personas, capitales, bienes y servicios, de la que se desprende fácilmente una moneda común. Pero la que más se exige y a la vez se echa en falta cuando hay un proyecto que no funciona es el demos, el pueblo soberano, los ciudadanos que eligen a sus representantes y gobernantes.

Desde la caída del muro de Berlín y el final de la división del continente por la Guerra Fría, se ha intentado a menudo y con objetivos muy prácticos. ¿Hasta dónde debía llegar la ampliación de la Unión Europea, este proyecto de unificación de los pueblos y los ciudadanos europeos? ¿Debe incluir a Turquía? ¿Debería llegar algún día incluso a Rusia?

Una cumbre estableció en 1993 en Copenhague los criterios que debían salvar los países candidatos al ingreso. Sirvió para situar bien alto y claro el listón y evitar que ingresaran países que no cumplen con los estándares democráticos ni respetan los derechos humanos, no tienen una economía de mercado, no desean aplicar la legislación europea o no comparten los objetivos fundacionales. Una definición surgida de la filosofía moral, elegante y eficaz, la definía en la misma época como el territorio libre de la pena de muerte.

La discusión entre juristas y políticos surge en cada una de las numerosas reformas de los tratados: Maastricht (1992), Ámsterdam (1997), Niza (2001), Lisboa (2007), además del Tratado Constitucional (2004), que es probablemente donde más se discutió, aunque nunca llegó a entrar en vigor porque los franceses y los holandeses lo rechazaron en sendas consultas populares. Finalmente, siempre con resultados inconclusos.

Esta vez la pregunta va muy en serio. No son los juristas y los políticos quienes la formulan sino unos ciudadanos extraeuropeos, sirios, afganos, eritreos, y la hacen con los pies. Las respuestas les llegan de los países europeos que les reciben o les rechazan, y de los Gobiernos e instituciones abocados a construir una política de asilo europea en la que quedarán definidas las fronteras (gestionadas finalmente en común), los valores (Hungría, por ejemplo, ya está fuera) o la ciudadanía (los refugiados serán candidatos y los inmigrantes económicos lo tendrán más difícil).

La Europa del derecho de asilo será más pequeña, como sucede ya con la del euro y dejará muy atrás una gran parte de la definición territorial: Ucrania y Turquía quedan mucho más lejos ahora. Esta crisis de los refugiados nos enfrenta a los europeos ante un momento definitorio: o la Europa de las dos velocidades o nada; es decir, la desintegración, el regreso a los nacionalismos y la irrelevancia.

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24 de septiembre de 2015
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El Boomeran(g)
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