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Prevenir

Tras ver a las obedientes masas de separatistas catalanes haciendo coreografías por la Meridiana, me vino a la memoria un célebre fragmento de Benjamin que, en la traducción de Jesús Aguirre, dice así: "La humanidad que antaño, en tiempos de Homero, era objeto de espectáculo para los dioses olímpicos, se ha convertido ahora en espectáculo de sí misma. Su autoalienación ha alcanzado un grado que le permite vivir su propia destrucción como un goce estético de primer orden. Ese es el esteticismo de la política que el fascismo propugna".

Mucha gente se enfadó con Felipe González porque encontraba similitudes o analogías en la carrera de Artur Mas y la de los caudillos totalitarios de los años treinta. No se engañen. Las diferencias son las que impone la técnica política actual. Del mismo modo que el Papa tiene que tragarse el divorcio, Mas y sus secuaces han de tragarse la democracia. No duden, sin embargo, que, de ver la posibilidad, mostrarían su auténtico rostro, el de golpistas.

No sé lo que sucederá el día 27, pero creo que el caudillo dará otro paso adelante sea cual sea el resultado. No puede perder porque podría acabar en la cárcel por corrupto. De modo que impondrá su voluntad, que es lo propio de los caudillos.

Ante esa eventualidad, y siendo así que los políticos democráticos españoles jamás se han enfrentado a los nacionalistas sino que han hecho negocio con ellos, creo de la mayor urgencia comenzar a preparar un partido unionista o españolista de origen popular que exija la devolución de Cataluña a España el mismo día de su independencia.

O bien un partido que plantee la necesidad de que Barcelona sea una ciudad independiente y deje de ser la ubre que alimenta a las comarcas catalanas.

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15 de septiembre de 2015
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13. Dron de la ebriedad

Siempre la claridad viene del cielo;

es un dron: no se halla entre las cosas

sino muy por encima, y las ocupa

haciendo de ello vida y labor propias.

Así amanece el día; así la noche

cierra el gran aposento de sus sombras.

Y esto es un dron. ¿Quién hace menos creados

cada vez a los seres? ¿Qué alta bóveda

los contiene en su amor? ¡Si ya nos llega

y es pronto aún, ya llega a la redonda

a la manera de los vuelos tuyos

y se cierne, y se aleja y, aún remota,

nada hay tan claro como sus impulsos!

Oh, claridad sedienta de una forma,

de una materia para deslumbrarla

quemándose a sí misma al cumplir su obra.

Como yo, como todo lo que espera.

Si tú la luz te la has llevado toda,

¿cómo voy a esperar nada del alba?

Y, sin embargo -esto es un dron-, mi boca

espera, y mi alma espera, y tú me esperas,

ebria persecución, claridad sola

mortal como el abrazo de las aspas,

pero abrazo hasta el fin que nunca afloja.

 

 

[Intervención del primer poema de Don de la ebriedad (1953), de Claudio Rodríguez, al modo de Horacio Warpola y sus Metadrones]

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15 de septiembre de 2015
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Aborto y perdón

Le pregunto a mi cuñado, el doctor Alfons Vergés, si el perdón del jubileo concedido por este Papa, improbable pero hallado, a las mujeres que han abortado es extensible a los ginecólogos. Vergés es un señor de la Bonanova, culto, humanista, que habla en castellano y catalán; una referencia en la ginecología española. A lo largo de su vida ha guardado los papeles que otros tiraban; rastrea y codicia archivos, colecciona publicaciones que, de 1600 en adelante, conforman una historia de la lucha para parir la vida. Y me responde con esta perla, que tan bien ilustra la relativización entre moral y contexto. ?En 1936, durante la República, el Parlament catalán aprobó una ley del aborto, firmada por Tarradellas, que se convirtió en la más progresista de Europa. Permitía la interrupción del embarazo por razones eugenésicas, éticas y sentimentales, de las que se encargaba, con exaltada literatura, de defender la conselleria: ?Aquellos que soñamos con una era de belleza no podíamos consentir la existencia de seres estigmatizados por las lacras de sus padres??. Pero la vida en los gabinetes de los ginecólogos transcurría de otra manera. El jefe de Ginecología del hospital de Sant Pau, el doctor Terrades Pla, contrario a practicarlos, le pidió consejo al obispo, estando dispuesto a renunciar a su puesto. Pero el prócer le pidió que permaneciera en él, intentando por todos los medios disuadir a la máxima cantidad de mujeres posible, ya que mucho más peligroso sería que otro médico sin escrúpulos ocupara su cargo. Por el contrario, en el hospital Clínic obedecía sin chistar el catedrático de Ginecología doctor Conill Montobio, quien, junto a su equipo, practicó muchos más abortos que los de Sant Pau. Pero cuando el franquismo se sentó en el trono deseoso de perseguir la amoralidad, el doctor Conill corrió hacia Roma, donde consiguió una audiencia con el papa Pío XII, al que confesó su pecado y declaró su arrepentimiento. Conill, que hacía pronunciar su nombre con acento en la o, regresó al Clínic con todos los honores de la venia papal mientras que a Terrades lo echaron de Sant Pau. Vergés guarda las cuartillas amarillentas del discurso que leyó Terrades, años más tarde, en el curso inaugural 1946-1947 en la Real Academia de Medicina, teñido de dramatismo: ?No es que aspirara a una medalla, porque no me seducen las vanidades humanas, pero sí a un reconocimiento leal de mi esfuerzo?. El médico atribuye su ?injusticia? a ?la pasión que emborracha los juicios tras una guerra intestina, sobre todo después de haber luchado desde dentro del sistema contra una ley (única el en el mundo) que era un baldón de ignominia para Catalunya?. Las historias de heroicidad fallidas zurcen la vida, igual que pesados fardos. Hasta que, un día, el jefe de la Iglesia actualiza la vieja frase de Terencio: ?Nada humano me es ajeno?. Y hace descarrillar tabúes. (La Vanguardia)

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14 de septiembre de 2015
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El contorsionista

La contorsión argumental es muy fuerte, pero este contorsionista está acostumbrado a grandes proezas. El buen contorsionista es el que se ve capaz de sostener a la vez una tesis y la contraria, ambas a favor de la causa, lógicamente. Con una mera mayoría de escaños, el independentismo se ve capaz de empezar la marcha hacia la independencia. Como sucede con los grandes números de circo, la reacción suele ser una exclamación de asombro del público: Ooooh! Después de exigir el funcionamiento de la ley democrática de los números aplicada a los ciudadanos, alehop!, utilizamos la mayoría de los escaños. El derecho a decidir ha pasado a mejor vida. Para nada cuentan las distorsiones que produce la ley electoral, que perjudica la mayor circunscripción urbana de Barcelona. Con una mayoría de votos adjudicados a formaciones que no apoyan la independencia, las que sí la quieren anuncian que van de cabeza a proclamarla: ohhhh!

Ciertamente, tiene poca relación con el radicalismo democrático exhibido con las demandas de consulta, pero ya se sabe que pocos argumentos en este debate admiten la propiedad recíproca: los aplicamos severamente cuando nos favorecen y son nimiedades cuando nos dejan en desventaja. Nadie se impone un listón que no pueda saltar. Nadie plantea plebiscitos para salir derrotado. Sí, la prensa internacional puede cabecear cuanto quiera, seguro que contaminada por los argumentos unionistas, pero ahí está el mandoble lógico definitivo: como no nos dejan votar, como que no nos han permitido hacer la consulta... Es decir, contamos escaños en castigo porque no nos han dejado hacer el referéndum de autodeterminación que exigíamos. Este es un castigo peculiar, puesto que no se dirige únicamente al adversario, sino que alcanza a los casi 450.000 ciudadanos que votaron el 9N aunque no a favor del doble sí independentista. Son ciudadanos que aceptan e incluso desean la realización de una consulta y que, en cambio, se opondrían a la independencia en caso de ser consultados. Pues bien, para ellos, abandonados por Mas después de obedecerle el 9N, también sirve el castigo de la cuenta de escaños en vez de votos, culminación del último giro de Convergència, que consistió repudiar el derecho a decidir a favor de la abierta apuesta secesionista.

El hecho objetivo es que se propone realizar un paso trascendente e irreversible como declarar la independencia mediante una mayoría parlamentaria que no tiene por qué alcanzar la mitad más uno de los votantes, echando mano de la democracia representativa en vez de la democracia directa de los ciudadanos. Un caso tal ha sido estudiado por numerosos organismos y tribunales y no tiene antecedentes. Si en todo el mundo se exige no tan solo una mayoría, sino incluso que sea cualificada, de votantes y de censo en algunos casos, es porque se considera que no sería democrático realizar un paso de tal trascendencia mediante una mayoría circunstancial y precaria. Una idea de democracia de tal calibre, de muy escasa calidad por cierto, solo se encuentra en regímenes que no cumplen los estándares internacionalmente admitidos.

En definitiva, si para gobernar y turnarse en el poder como exige un sistema democrático bastan mayorías parlamentarias incluso frágiles, para emprender caminos sin retorno que aspiran a cambiar el rumbo de la historia se necesita mayorías no tan solo reforzadas sino también persistentes. A la vista de las actuales encuestas podría darse el caso de que la mayoría de escaños exigida se obtuviera con la adición de los votos de Junts Pel Sí y de la CUP, con lo que podemos encontrarnos con la extraordinaria contorsión de que sin mayoría para gobernar, por incompatibilidad entre los programas, exista mayoría para proclamar la independencia.

Conociendo los antecedentes, cabe una explicación que se quiere mantener oculta. El plebiscito del que se presume no es sobre la independencia. Nada se producirá que supere el mero ámbito intencional o declarativo: palabras sin actos que las sigan. Lo único que se va a votar es si sigue adelante el proceso encabezado por Mas o si se rompe filas y se pasa a una fase distinta, con otros líderes y estrategias. Al presidente le basta la mayoría de escaños independentistas para declararse vencedor. Ni siquiera especifica que quiere la mayoría para Junts Pel Sí. Su posición quedará reforzada cuanto mayor sea la mayoría: en votos además de escaños, a la espera de las nuevas mayorías que surjan de las elecciones generales. ¿Meras contorsiones para mantenerse en el poder y pasar de contorsionista a negociador en jefe? Puede ser. Pero sería mejor no tener que comprobarlo.

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14 de septiembre de 2015
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Sic transit

En 1901 se inauguró el magnífico órgano Roqués de la iglesia de Narbarte, una pequeña joya sinfónica con una sonoridad brillante y un colorido extraordinario. Joaquín Larregla, el pianista favorito de Sarasate y suegro del compositor Moreno Torroba, venía las tardes veraniegas paseando desde Santesteban, para tocar el órgano nuevo de Narbarte. Por entonces, Valle Inclán se alojaba en Reparacea, donde estudiaba carlismo y componía su Marquesa Rosalinda, la “farsa sentimental y grotesca” toda llena de versos, Arlequines, ecos de Goethe y cabrilleos de Nietzsche. Y el 16 de agosto de 1911, día del cumpleaños de Larregla, vino Valle con un mazo de cuartillas a oír la interpretación de Joaquín Larregla en el pequeño Roqués de la iglesia de Narbarte. Acompañaban al gran autor el organista de Narbarte Alejo Alzuri y otros artistas internacionales. Permitan que les lea un bosquejo del monólogo final, dijo Valle en una pausa, y ahora permitan la escena de la espada rota de Arlequín, y ahora el abate con su peripecia. Y Valle fue leyendo la Rosalinda entera despiezada en la iglesia de Narbarte, mientras Larregla alternaba a Chopin con la jota navarra, y ejecutaba sus velocísimos trinos que sonaban increíbles en el pequeño Roqués. A la salida, contó Miguel Taberna que los mozos del pueblo estaban jugando a largo y ellos temieron por sus cabezas, porque la puerta de la iglesia quedaba en medio del fuego cruzado, como cuando tomamos Veracruz, dicen que dijo Valle.
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14 de septiembre de 2015
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Vila-Matas eléctrico

Mientras leía Marienbad eléctrico (Almadía, 2015), el último libro de Enrique Vila-Matas, hojeé la solapa y me sorprendió descubrir que la biografía terminara así: "Recientemente obtuvo el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2015". Tan rápido se mueve el mundo, pensé, lo premiaron ayer y ya suena a algo muy canónico, algo que quizás Vila-Matas había ganado hacía mucho tiempo pero que solo hace unos días los jurados hicieron oficial. Tan rápido se mueve el mundo, pensé, que ni siquiera he esperado a que se publique el libro para leerlo. Me emocioné con la idea de estar leyendo un libro que no existía. También me dije que si pensaba en estas cosas era por culpa del autor de este "paseo en prosa".

            Marienbad eléctrico es una ¿novela? ¿serie de crónicas? ¿"semi-ficción"? de las relaciones de amistad y admiración mutua de Vila-Matas con la artista francesa Dominique Gonzalez-Foerster, y de la forma algo mágica en que ambos se inspiran. El libro se lee muy bien junto a su anterior novela, Kassel no invita a la lógica (2014): una excursión al arte contemporáneo de vanguardia, con guiños a los sospechosos de siempre (Rimbaud, Beckett, Walser, Duchamp, Sebald, Perec, Bolaño). En su aparente modestia y levedad, Marienbad es tan potente como el manifiesto de David Shields sobre la necesidad de abandonar los viejos paradigmas de la escritura narrativa -el sueño de la verisimilitud decimonónica-- para repensar la novela desde las posibilidades abiertas por la vanguardia artística, con la diferencia, por supuesto, de que esto lo ha venido pensando Vila-Matas desde hace mucho. Con Marienbad, no solo defiende una nueva forma de escribir "novelas" sino que presenta un excelente ejemplo de esa nueva forma.

Vila-Matas explora, al igual que en Kassel, las conexiones que permiten pensar en la literatura como una instalación, y en el escritor como un instalador, alguien que resignifica la cotidianeidad y la convierte en una obra artística. La literatura es aquí un capítulo central del arte contemporáneo; desde esa perspectiva, la novela se convierte en un espacio de amplias posibilidades, un territorio de libertad narrativa: "cuando termino una novela, me gusta que me pregunten si estoy seguro que se trata de una novela... Me gusta que se perciba que, por espurio que pareciera, no he descartado nada que tuviera posibilidades de acabar en la novela, lo que ha terminado por crear la impresión de que podría no haber hecho una novela". Se trata de intentar hacer lo que todavía no se ha hecho (el espíritu de una época igual nunca deja de estar presente: lo que hace Vila-Matas lo están haciendo, a su manera, Ben Lerner, Sheila Hetl, Mario Bellatin). Eso no significa que lo que se ha hecho deje de hacerse (Dickens y Tolstoi están muy presentes hoy); solo que algunas de las exploraciones narrativas más interesantes del presente -entre ellas la de Vila-Matas-- parten de un deseo de cuestionar viejos paradigmas de escritura, de no darlos por sentado, de no asumir que las formas clásicas de escribir ficción nos seguirán sirviendo a lo largo de este siglo.

Deténgase en las fotos sebaldianas de este libro. Disfrute de la maquinaria de citas y apropiaciones de cada página. Desmenuce las imágenes evocativas de cada sección ("la calle Rimbaud"). Piense a dónde lleva cada una de esas digresiones que se convierten en mini-ensayos; yo me quedo con la dedicada a El último año en Marienbad, "la película más incomprensible de la historia", con un guión de Robbe-Grillet inspirado por una novela de Bioy Casares (La invención de Morel), punto de partida para concluir que, cuando se trata de arte, lo fundamental es abandonar ideas hechas y "modos cartesianos" de entenderlo, pues "todas las artes, sin excluir las visuales, nacen y terminan en una zona invisible".

 

(La Tercera, 13 de septiembre 2015)

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13 de septiembre de 2015
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