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Palabras sabrosas

La prosa gastronómica ha encontrado su nicho –palabra que ha escapado de los cementerios para instalarse en los negocios– y su envoltorio semántico ha cruzado la puerta del restaurante, reflejando la centralidad que hoy ocupa el universo gourmet. En los años noventa empezó a fraguarse el discurso sensorial del paladar, aunque entonces pocos intuían que la comida sería la auténtica droga del siglo XXI. No sólo eso, Jeff Gordinier, periodista especializado en la materia, ha razonado que “el placer definitorio de los años 60 fue la música. Hasta cierto punto, el de los 70, el cine. Hoy, la búsqueda que define nuestro tiempo tiene que ver con la comida”. Tanto que el vocabulario de la alta cocina se viene colando –¿o debería haber escrito infusionando?– en el habla cotidiana, aunque la sencillez de antaño se ha revestido de una sofisticación, digamos, “desglasada”, “deconstruida”, “saborizada” con coulis o espumas a base de hidrógeno líquido, que hace felices a los comensales.
Sólo a esa luz, la que dan los fogones de los realities televisivos, los blogs especializados y los talleres para amasar tu propio pan o fabricar cerveza casera, puede entenderse que las estrellas de la comunicación culinaria en Estados Unidos cobren 6.000 dólares por un solo artículo, cuando, con suerte, un redactor freelance recibe en nuestro país 150 euros por página. Esa sobrevaloración indica el espacio que hoy ocupa la gastronomía sofisticada, que por cierto –y a diferencia de la moda o la cosmética– no se considera frívola ni efímera.
Este mes visitó nuestro país Stephanie Danler, la treintañera californiana autora de Dulceagrio (Malpaso), un best seller que narra la iniciación de un joven a la vida adulta en un exclusivo restaurante de Manhattan. Ella, camarera durante 16 años y foodie militante, que tras el éxito de su ópera prima ha firmado un contrato millonario para sus próximos libros, explicaba la paradoja que subyace en cualquier neobistrot de moda con lista de espera: “En un espacio reducido y durante la misma noche se reúnen, en los dos extremos, clientes dispuestos a pagar 500 dólares por una botella de vino y friegaplatos sin papeles que tienen cuatro trabajos para sobrevivir; una microsociedad”.
Ello me hizo pensar en el poema de Emilio Martín Vargas, un poeta de Valencia que se gana la vida como camarero. Una noche, se le cayó de las manos una botella de Pingus al servirla: imposible desperdiciar ese “reguero purpúreo de novecientos treinta y seis euros” que le tintó la punta de los zapatos con aristocrática humedad, proporcionándole material para sus versos y erigiéndose a la vez en un goloso símbolo de la lucha de clases.
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29 de marzo de 2017
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Poema 115

 

No tome Orfidal 1mg

comprimidos

-Si es alérgico (hipersensible)

a las benzodiacepinas

(grupo de medicamentos

al que pertenece

lorazepam)

o a cualquiera de los demás

componentes de Orfidal.

-Si le han diagnosticado Miastenia grave

(enfermedad neuromuscular

autoinmune

caracterizada por músculos

muy débiles o

cansados).

-Si padece insuficiencia

 respiratoria severa

(respiración dificultosa

o molestias graves

en el pecho.

-Si tiene apnea

del sueño

(parada respiratoria

por cortos periodos

de tiempo

mientras duerme).

-Si tiene una enfermedad grave del hígado.

En todo caso,

Orfidal puede tomarse

con o sin

alimentos.

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29 de marzo de 2017
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Perdida causa del hombre

 Recientemente  ha tenido lugar en el Palacio Macaya de Barcelona  un debate sobre la tan reiterada como inevitable pregunta relativa a lo que singularizaría  al ser humano, no ya en relación a otras especies animales sino también a entidades artificiales como eventuales robots dotados  de inteligencia e incluso de inteligencia empapada de  afecciones, esa "inteligencia sentiente" a la que se refería Zubiri, la cual hasta nuestros días parecía obvio que era una facultad (o expresión de juego de facultades) exclusivamente  humana.

En el coloquio participaron investigadores de primera línea en materias tan imprescindibles  para la cuestión como la robótica, la llamada inteligencia artificial,  la neurociencia y la biología. Junto a ellos (que no frente a ellos, pues la división de disciplinas no coincidió con las diferencias de posicionamiento) representantes de las llamadas humanidades,  antropología  o sociología pero también filosofía y lingüística.

El intercambio dialéctico no careció de acuidad y hasta de tensión, pues obviamente lo que estaba en juego nos concierne quizás  en mayor grado que ninguna otra cuestión teorética.  La controversia no venía dado por aspectos técnicos, pues ninguno de los participantes  ponía en tela de juicio la competencia en la materia desde la que cada uno de sus colegas  abordaba el problema.  Cuando el  ponente que abrió el coloquio (director de un prestigioso instituto de biología evolutiva) expuso las razones experimentales que abren la puerta a considerar que un primate sería susceptible de simbolización matemática (cosa para la cual Platón consideraba condición necesaria y suficiente ser un ser de lenguaje (1)), nadie puso en cuestión lo riguroso del experimento evocado; y lo mismo ocurrió cuando otro de los conferenciantes  expuso los sorprendentes avances  en materia de robótica que permiten  homologar parcialmente el aprendizaje de los robots al de los niños, posibilitando en consecuencia hablar de un estado "infantil"de los primeros.  La polémica, que surgió de inmediato, vino dada a la hora de posicionarse sobre la significación profunda de tales experimentos, una  polémica de tipo hermenéutico.

Cabe decir que todos razonaban en base a asumir los resultados experimentales expuestos por los científicos, mas no lo hacían  desde un lugar común,  desde un postulado compartido, y por ello idénticos hechos   empíricos confortaban posiciones bien diferentes y hasta contrapuestas. Una de las ponentes, ilustre  filóloga, veía en  tales exposiciones técnicas razones suplementarias  para defender la conveniencia de una tesis  gradualista  que, entre otras cosas, evitaría establecer una diferencia cualitativa entre lo que supuso la aparición de códigos de señales animales complejos y lo que supuso la emergencia del lenguaje humano. Significativo fue al respecto la discusión en relación al peso de la metáfora en el lenguaje humano. Cuando uno de los participantes  defendió la tesis de que la metáfora, tan inútil para la mera subsistencia,  es un rasgo de nuestro lenguaje imprescindible para la propia recreación del mismo, por parte de dos ponentes se dio como contrapunto el hecho de que habría (el condicional es mío) personas absolutamente impermeables al deslizamiento metafórico, como serían absolutamente impermeables a los chistes. Y en la pregunta que lanzaban al oponente había una  sombra  de acusación de segregacionismo: ¿es que dejaríamos  por ello  de considerarlos  humanos?

La respuesta iba por el lado de que la impermeabilidad a la metáfora, de darse efectivamente, no sería consecuencia  de  incapacidad originaria como de capacidad mutilada, al igual  que la innata capacidad para la música, es en tantas ocasiones atrofiada en los niños por la misma educación que debería fertilizarla. Pero la parte que en el coloquio defendía la tesis del papel central del hombre sólo llegó a barruntar tal respuesta, quizás ante la evidencia de que en ese ring dialéctico triunfaba el postulado que conduce a enfatizar la continuidad del comportamiento humano con el comportamiento animal  y, en particular, del lenguaje humano con los códigos de señales animales.

Es de señalar que esta tesis gradualista se complace  en reivindicar una afinidad con la  ciencia, pues posibilita esa aproximación reductora a nuestra especie inherente a la expresión misma  ciencia del hombre. Expresión que  parecería como mínimo abusiva si se considera: por un lado que la aparición de un código de señales como el lenguaje (en el que la metáfora y otros expedientes sustentados en la equivocidad son determinantes), constituye un momento radicalmente singular, una auténtica  emergencia, de la historia evolutiva; por otro lado  que sólo cabe hablar cabalmente de hombre cuando tal salto cualitativo se ha dado. En tal perspectiva  efectivamente el verbo -surgido en la evolución de una determinada especie de primates-  se halla en el principio  de cada individuo  potencialmente humano, individuo  que llegará  a ser humano en acto cuando su nacimiento biológico se complete con ese segundo nacimiento que supone su inserción en la lengua materna.

Si en la senda de Pinker, Chomsky  y tantos otros que les precedieron, se considera la capacidad de lenguaje como la auténtica naturaleza humana, y si el lenguaje tiene entre sus rasgos determinantes la potencialidad de la metáfora y otros expedientes análogos, entonces, hablar de ciencia del hombre  (ciencia de lo intrínsecamente equívoco) supone una distorsión  radical del significado de la palabra ciencia. Pero sobre todo no cabe ciencia del hombre porque siendo la ciencia (como el arte) un resultado del lenguaje humano, la reducción de su objeto que toda ciencia supone equivaldría para el lenguaje a dar cuenta de sí mismo.

En cualquier caso pareció en este coloquio triunfar la denuncia de la erección del hombre es una suerte de etapa  final  de la evolución, a la vez que se avanzaba la idea  la idea de que el hombre es superable. Y así, además de la reivindicación del cyborg, la relativización del peso del ser humano  adopta también (y quizás sobre todo) forma de dilución de lo que se consideraba singularidad vertical de nuestra especie en la condición animal e incluso en la mera condición de ser vivo. Y la calidad científica de los que defendían tales posicionamientos sólo dejaba  a la posición cercana al humanismo el consuelo final de felicitarse por haber pasado dos tardes seguidas en una suerte de ring dialéctico (la disposición topológica invitaba a esta metáfora, con los ponentes en torno a una mesa rectangular  rodeados de la asistencia): prueba dónde las haya de la radical singularidad de nuestra especie.

Hace unas semanas evocaba aquí la tesis mantenida por la responsable de un programa de ética animal en una importante universidad catalana, según la cual una persona que se somete a una dieta que excluye el consumo de carne animal por motivos de salud, e incluso por considerar que así contribuye al equilibrio ecológico, no puede ser considerada vegana. Pues aunque, de hecho, un vegano protege efectivamente su salud y la del planeta no se debería definir por ninguna de estas cosas, sino por el principio ético que las motiva". Decía entonces que rara vez he visto expresada con mayor radicalidad (a la vez que  mayor desviación respecto al objeto) el corolario mayor del principio de la moralidad kantiana: si la máxima subjetiva que mueve a un individuo a comportarse de tal o tal manera responde al principio absoluto de la moralidad, que Kant llama imperativo categórico, entonces, aunque las consecuencias sean nefastas,  ese individuo es un ser moral, mientras que si tal máxima es contraria al imperativo, aunque las consecuencias sean positivas,  ese individuo falla a la moralidad. Y señalaba que la  diferencia estriba en  que, para Kant, el imperativo categórico consistía en no instrumentalizar al ser de razón y de lenguaje, mientras que en este caso el imperativo consiste en no instrumentalizar a las especies animales "porque utilizar a un sujeto vivo, sensible, nunca está justificado"

La singularidad humana resuena tras las expresiones con las que, por ejemplo, una persona se refiere a su actitud, considerada valiente sino heroica, ante unos hechos trágicos. Tras los disparos que el pasado miércoles 20 de febrero acabaron con la vida de un ingeniero y dejaron malherido a otro en un bar de Kansas (por el único delito de ser oriundos de la India), un hombre llamado Ian Grillot se lanza tras el homicida, con la consecuencia de recibir él mismo un disparo. Ante el cúmulo de alabanzas, protesta con la siguiente declaración: "Hice lo que cualquiera habría de hacer por otro ser humano" Y desde luego la expresión es leída en los periódicos sin reserva alguna por todo el mundo... Espontáneamente a nadie se le ocurre que la frase habría de ser: "hice lo que cualquiera habría de hacer por otro animal" Y sin embargo esta empatía  que jerarquiza al ser humano, esta empatía  que aun sigue imperando como una suerte de universal antropológico y determina  los sentimientos espontáneos, deja de operar cuando pasamos al plano literalmente  de la ideología, es decir a la trama imaginaria que se superpone a las vivencias efectivas, sean estas naturales (como la reacción del evocado ciudadano) o impuestas por relaciones de fuerzas.

 La  escisión entre cómo se vive de hecho y la vivencia en conformidad a la ideología es quizás inevitable, o al menos siempre se ha dado: se vivía en la finitud pero se afirmaba la vida perdurable (tesis que nutre literalmente a una gran religión desde hace más de veinte siglos). Pero ideologías diferentes tienen implicaciones diferentes. Los postulados que conducen a la declaración de derechos del hombre son en gran medida meramente ideológicos (de lo cual es síntoma el hecho de que tales derechos nunca se han cumplido), pero en cualquier caso  hoy pueden estar en vía de sustitución por unos presupuestos  no menos ideológicos que tenderían a  afirmar la carta de los derechos generales de los animales y aun la carta de los derechos generales de los seres vivos. Por ello, si a las condiciones de objetivo embrutecimiento a las que se halla sometida la gran mayoría de los humanos, que les  impiden realizar plenamente su condición de seres de razón, añadimos el peso creciente de las ideologías que diluyen la naturaleza humana en la generalidad de la naturaleza de los seres, vivos cabe preguntarse si la causa del hombre no es hoy una causa perdida.

 

 

 


(1) "¿Es griego y habla griego?" pregunta Sócrates a Menón  en relación a su esclavo adolescente y analfabeto, como único requisito para llegar a probar que necesariamente el muchacho encerraba un conocimiento matemático,  del que simplemente no era consciente. El ejercicio concreto consiste en que, guiado por las preguntas de Sócrates y sin que este de información positiva alguna, el esclavo de Menón logre responder a la pregunta siguiente: si a una superficie  cuadrada de área 4 corresponde un lado de magnitud 2, ¿Cuál será el lado que corresponde a una superficie cuadrada de área 8? El simple hecho que la respuesta suponga  magnitudes irracionales es buena muestra de que la cuestión no es baladí desde el punto de vista estrictamente matemático.

Respecto a la condición: "¿habla griego?" ha de considerarse que para los griegos su lengua era realmente la lengua cabal, de tal manera que la pregunta  en el seno de una concepción de la equivalencia salva veritate  de toda lengua con toda otra lengua sería simplemente: "¿habla?". Indico con ello que las objeciones que quepa hacer  a las premisas del texto desde una perspectiva precisamente humanística, defensora de la inter-paridad  de lenguas y razas, no afectan en absoluto a la cuestión sobre el estatuto de la matemática que en el mismo  se plantea.

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28 de marzo de 2017
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Así es

No vayan a tomar mis palabras por una bronca, queja o sermón, se trata de una mera constatación: Occidente se ha infantilizado. No es que haya rejuvenecido, ojalá, sino que ha regresado a la edad pueril, aunque sin la gracia de los infantes. Infantil ha sido el Brexit,infantil la elección de Trump, y ahora vienen Francia e Italia

Por infantil entiendo esa etapa en que los humanos aún no hemos adquirido la lógica, el sentido común, la capacidad de juicio objetivo y todas las virtudes asociadas a la edad que no en balde se llamaba antaño "edad de la razón". Esas capacidades intelectuales han sido remplazadas por la sentimentalidad. Y es ella la que intoxica los populismos. Los políticos y los medios ya no proponen argumentos o discusiones razonadas, sino sentimientos. Caso extremo, la Alianza de Civilizaciones de Zapatero y Erdogan (¡!).

Vean, también, el cambio de 47 calles de Madrid promovido por el Ayuntamiento de Podemos y PSOE. Un trabajo inútil que pone de manifiesto la impotencia del Consistorio. El comité ha seleccionado las calles y ha trabajado bien. Ha cumplido con su encargo. Lo absurdo es la tarea misma. Nadie menor de 60 años sabe quiénes eran los hermanos Falcó, Carlos Ruiz, Juan Pujol, el cerro Garabitas, y así hasta 30 caprichos. No digo yo que merezcan calle, digo que es un gasto grotesco cuando los juzgados están cayéndose a pedazos, los hospitales colapsados o el asfalto con socavones de a metro. Es una medida sentimental, una muestra de frivolidad ideológica.

¿La causa? Quizás, como cree Theodore Dalrymple en su pertinente Sentimentalismo tóxico, el colosal fracaso de la educación después de Bolonia. Y la incompetencia de las izquierdas para resolver los problemas de la gente. Las derechas, ya se sabe.

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28 de marzo de 2017
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Poema 114

Informe a su médico o farmacéutico

si está tomando

alguno de los siguientes medicamentos:

Ketoconazol, itraconazol o voriconazol

(usados para tratar las infecciones por hongos).

Digoxina

(usada para el tratamiento de problemas del corazón).

Diazepam

(usado para tratar la ansiedad, relajar los músculos o en la epilepsia)

Fenitoína

(usada en la epilepsia).

Si está tomando fenitoína,

su médico deberá mantenerlo controlado...

Medicamentos empleados para impedir

la formación de coágulos de sangre,

como warfarina u otros antagonistas

de la vitamina K.

Su médico tendrá

que mantenerlo controlado...

Rifanmpicina

(se usa para tratar la tuberculosis).

Atazanavir

(usado para tratar la infección por VIH).

Tacrolimús

(en caso de trasplante de órganos).

Hierba de San Juan (Hypericum perforatum)

(usada para tratar la depresión leve).

Cilostazol

(usado para tratar la claudicación intermitente).

Saquinavir

(usado para tratar la infección por VIH).

Clopidogrel

(usado para prevenir los coágulos de sangre)

(trombos).

Erlotinib

(usado para tratar el cáncer).

Metotrexato

(tratamiento de quimioterapia

usado en dosis altas

para tratar el cáncer-

si está tomando una dosis alta

de metotrexato,

su médico tendrá que parar

temporalmente el tratamiento

con omeprazol.

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28 de marzo de 2017
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‘Gent gran’

Aguardo con delicia las Notas de edición que me manda este periódico, no solo por curiosidad filológica sino porque al actualizar el lenguaje, también se clarifican las brazadas del mundo. Si se nos alerta del abuso de palabras como ‘millennials’, ‘prémium’ o ‘intensificar’, que se han enganchado igual que lapas a nuestro discurso, hay que asumir que su acomodo es un síntoma del espíritu de franquiciado que nos acecha. Que te subrayen el matiz entre gestación subrogada y maternidad subrogada (que correspondería a la crianza) es un claro indicativo de las mudas que adquiere la actualidad. Las antiguamente llamadas “normas de estilo” capturan en tiempo real el habla mediática y/o popular, y asimismo son un espejo de las nuevas necesidades expresivas. De ‘Brexit’ a ‘perro rabioso’, o el sustantivo compacto y normativo de ‘sintecho’, el lenguaje brota de la urgencia del vivir o de la ocurrencia pegadiza –por ejemplo, mileurista–, y una vez reflexionado por sus técnicos, toma una voz entre otras: a poder ser la más honesta, y por tanto la más exacta. La más correcta, aunque lo políticamente correcto amenace al propio lenguaje.
 
Entre estos correos, me llamó especialmente la atención el que se refería al uso de la palabra anciano. Decía así: “Anciano: alerta con esta palabra, si no se trata de una persona de edad avanzada (más de 80) y con las facultades disminuidas: cuarta edad. Siempre es más elegante hablar de ESP: jubilado, persona mayor, tercera edad, una mujer de 75 años. CAT: jubilat, gent gran, tercera edat, una dona de 75 anys, un avi…”. Lo primero que pensé es que como puede diferir tanto el peso de la palabra “abuelo” para referirse a una persona mayor (y además, casi siempre a gritos) de la catalana  “avi”, que evoca las habaneras y el fuego de leña. Pero en seguida centré el asunto: cuán chocante sería llamarle hoy anciano a Mario Vargas Llosa o anciana a Sofia Loren, y con que prisa nombramos así a aquellos que no tienen foto ni caché, tan solo edad.
 
Las personas mayores son acaso el grupo más invisible de nuestra sociedad, que en cambio envejece sin freno, a punto de convertirse en una gerontocracia. No todos son buenos, pero muchos de ellos siguen ávidos de experiencias. Atesoran la eternidad del momento. Se ríen con mayor facilidad que los jóvenes vetustos, también son más desinhibidos, te miran a los ojos, y no amagan el sentimiento. Su opinión siempre contiene un ángulo, igual que un calzador que facilitara el encaje de las ideas, aunque se repitan. ¿Quien no lo hace? Detesto que se les utilice para hacer chistes, para reírse de su lentitud o su desapego al presente, porque me gusta escuchar a los viejos livianos de chaqueta de punto con coderas, o a las octogenarias que calzan deportivas y se pintan los labios. Su lúcida testarudez escapa a cualquier etiqueta. Tienen años, sí, pero no son ancianos.
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27 de marzo de 2017
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El Loewe da de comer

El brote primaveral ha despertado a los jazmines. Pero ha sido un espejismo, un regalo frugal; en menos de veinticuatro horas pasamos del sol de verano a la nieva navideña . En las calles y en la radio se habla del tiempo, además de la contienda fratricida socialista y de los meapilas de derechas, que es como se denomina aquí a los píos devotos que quieren poner de moda la misa. Se trata de una expresión muy castiza que antaño designaba a los santurrones que de tanto persignarse con agua bendita creían que la orinarían. La nueva generación toma impulso en las redes sociales, protestando por la posible eliminación de la misa televisada de La 2. La capitanea Tamara Falcó, secundada por su hermano Duarte –ese nombre tan castellano, como Lope o Mencía, que parecen apellidos–. El pasado miércoles me encontré a los padres de Tamara, por separado, por supuesto. Su madre, Isabel Preysler, es una agnóstica confesa que ha sucumbido a la espiritualidad y carnalidad literaria. De nuevo vive asediada por los paparazzi, que quieren fotos de ella y ‘el Nobel’: así le llaman a Vargas Llosa sus íntimas. El padre de Tamara, el Marqués de Griñón, fue uno de los últimos invitados en llegar al Palace, donde se celebró Premio Loewe de Poesía, uno de los saraos que solo se puede entender en Madrid. ¿Qué hacen en un mismo salón Jaime de Marichalar, Soledad Puértolas, Modesto Lomba, Laura García Lorca, Marta Robles, María Pagés o el Marqués de Griñón? Le pregunto al marqués y a su joven pareja, Esther Doña, qué poema han leído últimamente: “el que me ha escrito Carlos”, dice ella melosa. Sigo interrogando a los asistentes sobre sus poetas de cabecera, sin demasiada fortuna, hasta que me cruzo con Laura Ponte, modelo, diseñadora, ex emparentada con la realeza y ahora novia de un poeta. “Mi preferido es Pedro Letai, sin duda”. Con su chico –en Madrid se dice así, tengas treinta u ochenta años– va a cursos de poesía y recitales. “Leo a Alfonsina Stoni y me he atragantado de Alejandra Pizarnik, tan poderosa”. Ponte explica que no se había acercado antes a la poesía por pudor, al considerarla un arte elevado. “y de repente ha descubierto que es mucho más modesta que altiva”.
Jaime de Marichalar, en cambio, siempre igual de cuidadoso con la prensa como caústico con sus amigas de la alta sociedad, me dice que la poesía “me aburre que me mata”, que es muy cursi, pero que no lo ponga. Y acaba hablando del independentismo catalán con tan mala cara que refugio en mi mesa, una de las mejores del comedor, con el ‘puto amo’ y editor del premio, Chus Visor, además de Pepe Caballero Bonald y su esposa, Pepa Ramis. Hablamos de la gauche divine versus la izquierda antifranquista madrileña, que también tenía su Bocaccio, aparte del Oliver y del Whisky Jazz. “Pero aquí no se hicieron las fiestas de Barcelona, nos faltaba su decoración”. Me confundo con Juan Van Halen y le pregunto si es ecologista: “yo siempre del PP, hija” responde con cierta melancolía.
Enrique Loewe inventó el Premio hace treinta años y hoy es el mejor dotado de España: 25.000 euros para el ganador, que este año ha sido para el gaditano melómano José Ramón Ripoll. Me cuenta Javier Rioyo –historia viva de la literatura de bare-, que Ripoll pudo vivir gracias a los dineritos que le dieron sus letras para Joaquín Sabina, y tararea “macarra de ceñido pantalón”…Los poetas malviven. Por ello el lujo les parece un regalo de Dios. Del Dios amor y no castigo, del que te acerca un paraíso que no agoniza. “Quisimos acercarnos a la belleza a través del premio, un gran beneficio para Loewe: nos hacía sentir un poco más buenos y más importantes” discurseó el patriarca, acompañado por la presidenta de la Fundación Loewe, su hija Sheila. Ejerció de maestro de ceremonias, Víctor Rodríguez Núñez, (ganador de la pasada edición) que presentó al ganador del Premio a la creación novel, el también cubano Sergio García Zamora con “El frío de vivir”. “Descorteza el poema y hace una poesía abierta al mundo pero no colonizada” dijo del joven poeta que dió las gracias a Loeue”. Las primeras deliberaciones del jurado: Brines, Colinas, Caballero Bonald , tenían lugar en el Lhardy . Entonces presidía el jurado Octavio Paz, que anteponía el cocido a los versos. Este es el único premio de poesía donde te despiden con un regalo de lujo: poetas, periodistas y marqueses salimos comidos del Palace con un pedazo de fular y dos libros.
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27 de marzo de 2017
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Poema 113

 

Entré en una iglesia

en pecado mortal

y temí que los muros

lo advirtiesen.

Temí que,  de inmediato,

el templo me cayera encima

y sentí el despavorido

impulso

de escapar.

Pero ¿y si aquel espacio,

ante mi visita

deseaba, por el contrario,

 pecar?

¿Y si la arquitectura,

en vez, de su extrema

simpleza,

observara

una triste infamia

en su propia desnudez.

Desconsuelo,

inutilidad, tedio

de sí misma

deshabitada de aquí

y del más allá.

pobrez

y fuera tras de mi como un caparazón?

 

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27 de marzo de 2017
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Oriente surreal

El surrealismo ha sido la vanguardia más ambulatoria de la historia, si entendemos el vanguardismo no como simple disposición de un espíritu artístico sino en tanto que movimiento dotado de manifiesto, ideología, fecha fundacional, dirigentes severos y normas de obligado cumplimiento. De ahí que pocos años después de su creación ya existieran franquicias y dispensarios surrealistas en sitios tan distantes de París como México, Chile, la Martinica o El Cairo; en España, sin ir más lejos, los hubo en Tenerife y en Zaragoza, al margen claro está del influjo de sus técnicas irracionalistas en grandes artistas sin filiación expresa como Aleixandre, Lorca o Buñuel. 

 

Ahora llega al Museo Reina Sofía en una muy sugestiva exposición originada en el Pompidou de París, ‘Art et Liberté. 1938-1948', un surrealismo egipcio teñido de compromiso y ruptura política, en la que nuestro país y su guerra civil figuran como motivo inspirador. El grupo de los surrealistas cairotas era cosmopolita, a tono con el internacionalismo de su ramificación, y agrada encontrar entre sus miembros a cuatro mujeres fundamentales: la gran pintora Amy Nimr, la mecenas y poeta Marie Cavadia, la famosa fotógrafa y musa viajera Lee Miller y una significativa artista y activista, Inji Efflatoun, ampliamente representada con sus cuadros en la muestra. También es muy elocuente ver la interacción de la plástica con la literatura, otro de los sellos definitorios del ‘ismo' creado por André Breton. En ese sentido, hay que resaltar la presencia en las salas del Reina Sofía, a través de textos y perfiles, del poeta de familia copta Georges Henein y del novelista de expresión francesa nacido en El Cairo Albert Cossery, de quien aquí se tradujeron (en el sello Anaya de Mario Muchnik, y aún se encuentran en el mercado de lance) sus excelentes novelas ‘Los hombres olvidados de Dios' y ‘La casa de la muerte segura'. Aparte de su intervención substancial en el manifiesto que dio a conocer en 1938 al grupo Art et Liberté, ilustrado con el ‘Guernica' de Picasso, Henein, que pasó su adolescencia en Madrid, llama poderosamente la atención con su ocurrente truculencia (que recuerda a veces a César Vallejo) le dolía España, las dos Españas, la reaccionaria de los curas y los potentados y aquella defensora de la legalidad republicana abandonada por las potencias europeas durante la Guerra Civil, como se pone de relieve en su llama--tivo poema ‘No intervención', que comienza con estos versos: "las cancillerías revientan de espléndidos cadáveres / que brotan de los más violentos desgarros de España". 
La visita de la exposición, acompañada de curiosas imágenes contemporáneas de un país en fermento y libertad gedstual hoy no muy deterjo---rada, depara la oportunidad de descubrir a algunos artistas de deslumbrabte calidad dentro de iconografía habi---tual de la pintura surreal: destacan para mí la ya citada Amy Nimr, los ingeniosos dibujos al carboncillo de Marcel Salinas, los cuerpos fragmentados de Hassan El-Telmisani, la riqueza cromática de uno de los cabecillas del grupo, Abdel Hadi El-Gazzar, y , sobre todo, el que para mí supone el mayor descubrimiento del conjunto, los cuadros al óleo de vigorosa imaginería tanto realista como fantasiosa de Mayo, nombre artístico de Antoine Malliarakis, colaborador independiente del grupo nacido de madre francesa y padre griego en Port Said. Es quizá, en términos de calidad absoluta, el mayor artista de esta -memora-ble exposición

 

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24 de marzo de 2017
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El Boomeran(g)
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