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Zhang Yimou

Si no supiésemos nada de China, lo que sabríamos después de estos Juegos es que tienen un director de cine llamado Zhang Yimou, capaz de montar una inauguración y cierre con gran imaginación, gusto y habilidad para organizar a cientos de personas como si fuesen una sola. /upload/fotos/blogs_entradas/ni_uno_menos_med.jpgNos hemos quedado sorprendidos, sobre todo después de haber visto películas suyas como Ni uno menos, que es absolutamente lo contrario a este espectáculo por su sencillez, cotidianidad y búsqueda de la naturalidad a costa de lo que sea. Una escuela rural, una niña de trece años que tiene que ejercer de maestra en sustitución de la titular y la frase de "ni uno menos", que significa que ha de lograr que ningún alumno deserte para que ella pueda cobrar su salario.

En esta película, aunque sin pillarse los dedos, nos muestra la otra cara de China. En la de los Juegos sólo le hemos admirado el trabajo de Zhan Yimou, porque hemos apagado el televisor sin ver nada de este país, salvo trozos de la Muralla China. Aún no entiendo por qué se han celebrado allí los juegos, ¿para apoyar su régimen? China es grande y fuerte, Cuba es pequeña y pobre.

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28 de agosto de 2008
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Centro y periferia. Criaturas fronterizas

Rafael Argullol: Lo que me parece importante de remarcar es ese juego entre centro y periferia.
Delfín Agudelo: En todos los días carnavalescos está el juego de otorgarse a sí mismo ir hasta la periferia asumiendo un papel y ejemplificando un aspecto que se escogió: el disfraz escogido demuestra la periferia en la que te encuentras, y el centro que estás evadiendo.
R.A.: Lo monstruoso siempre está en la periferia. En el centro tenemos nuestros usos, costumbres, nuestra moral, etc. Y en la periferia recogemos todo aquello que es trasgresor. Te pondré un ejemplo muy cotidiano, y al mismo tiempo muy folclórico: el matrimonio y las despedidas de soltero. En nuestra época existe una neo-sacralización del matrimonio, que resultaría insólito para alguien de hace veinte años, sobre todo en Europa, donde parecía que todos estos ritos matrimoniales estaban completamente en desuso. Todos los ritos más tradicionales han vuelto con todas sus formas. Por tanto, eso sería el centro: se recupera la ceremonia, la ritualidad, en el sentido más rígido. Pero si nosotros contrastamos esa recuperación tradicional del rito con, por ejemplo, el salvajismo folclórico de las despedidas de solteros y solteras que se dan en las calles, que recogen elementos de la tradiciones carnavalescas dionisíaca, que recoge todo el gusto por lo monstruoso incluso en los disfraces y atavíos que lleva la gente, ahí encontramos el pleno contraste entre ese juego del centro y la periferia, de la ley y de lo que está fuera de la ley, más allá de la frontera. Y acabamos convirtiendo en engranajes en que esto se hace simultáneo. Yo creo que esa especie de bestialismo de las despedidas de soltero que llevan a algo tan conservador como el matrimonio monógamo, muchas veces religioso occidental, nos refleja muy bien algo que debía haber confirmado en las diversas culturas, y que tenía función reguladora: lo monstruoso tiene una función regulada. De ahí que por ejemplo en lo carnavalesco o en el carnaval- ese día al año, o esos pocos días al año- la humanidad acepte que en lugar de ir bien vestida, con vestimentas del centro, se pone las vestimentas de la periferia y de alguna manera se convierte ella misma en el centro: se convierte en lo monstruoso, en aquella parada de  monstruos que ya no vemos en la televisión o la arena romana, sino que baja a la arena nuestra.

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28 de agosto de 2008
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Flor de Lotto / XVIII

XVIII. Se trasplantan agallas.

Se mira uno a expensas de la tiranía cuando volver a ella le hace sentir alivio. No es, como sugieren tantas almas blandas, que la víctima sufra para así darse gusto, ya que una verdadera tiranía provee tanto el pesar como el consuelo. Técnicamente es imposible ser infeliz veinticuatro horas diarias. Incluso la desgracia más avasalladora deja alguna rendija para la alegría, y quién sabe si no sólo por eso la hace más disfrutable que de costumbre. Nadie como el tirano se interesa en sembrar la impresión ilusoria de que la pena vale su peso en esperanza; su talento consiste no tanto en castigar, que es cosa simple, como en saber poner a una compensación la etiqueta vistosa de recompensa. Según la Corleonetta, el secreto consiste en reducir las expectativas ajenas a su mínima expresión. Una fórmula simple que de antemano multiplica la gratitud. ¿O no es verdad que un favor del tirano se recibe con lágrimas de dicha?

     -Prométeme que no vas a enojarte si me da por contarte la verdad -Apolonia Zarur acompaña la melcocha picante de su aliento, que sopla a poco menos de una pulgada del oído de Segismundo, con un rasguño quíntuple en su zona blanda. Sin sangre aún. O como lo pone ella: todavía con cariño.

     -Soñé que estaba cojo. Todavía siento la pierna dormida -cada pocos segundos, como un tic, Segismundo levanta la cabeza para estar bien seguro que sus extremidades siguen ahí-, no estoy seguro ni de estar despierto.

     -¿Y quién sí, Tigre?

     -Siento como si fuera un espectador y viera desfilar uno por uno a los personajes de la obra. Haz de cuenta que actuaran todos para mí. ¿Tú tampoco te enojas si te digo que no sé a quién creerle?

     -Mira, guapo, es verdad que nos hemos divertido contigo, pero ha sido por una razón. Había que salvarte la vida, ¿sí?

     -¿Qué me pasó, Apolonia?

     -Nada, si lo comparas con lo que puede pasarte. Además, ya te dije que la espectadora soy yo. Y no me veas así, que no fui yo quien pidió que te anestesiaran el pie.

     -¿Para qué? ¿Con qué objeto?

     -Con una jeringa, me parece. Y ya no chilles, que no te han hecho nada. El doctor opinaba que había que cortarte la pata, para tenerte más bajo control. Mi papá fue quien tuvo la idea de que bastaba con una silla de ruedas para que parecieras inofensivo, pero antes quería ver tu reacción. Saber si, como dijo Morazán, ya habías aprendido a negociar.

     -Ya acepté todo, voy a hacer lo que digan. ¿Qué más quieren ahora?

     -Te lo dijo Mauricio, pero ya no te acuerdas. Se supone que te están preparando. Psicológicamente, según mi papá. Cree que puede volverte valiente -las uñas suben, vibran, bajan, hacen el daño apenas necesario para causar resuellos, nunca gritos.

     -¿Para qué me preparan, Corleonetta? No tengo miedo, sólo quiero saber.

     -No sé si debería. Si mi papá se enoja, la va a agarrar contigo... -esas solas palabras, se teme Segismundo, bastan y sobran para sanar su alma.

     -Pruébame, Corleonetta -se engalla, se incorpora, la toma de los hombros, si bien no por eso alza la vista de sus piernas-. Nada de lo que digas me va a asustar.

     -A ver si es cierto, Tigre... Cuéntame, ¿te emociona que uno de tus riñones vaya a ir a dar al venerable tórax del Comandante?

Mañana en FLOR DE LOTTO: XIX. Parrillada de riñón. 

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28 de agosto de 2008
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La palabra del poeta

Ahora dejo la palabra a Ernesto Cardenal, condenado en Nicaragua por venganza política:

Acabo de recibir una condena del Juez David Rojas por el delito de injurias hechas al ciudadano alemán Inmanuel Zerger, la cual me niego a acatar por ser notoriamente injusta e ilegal.

En primer lugar ese supuesto delito había prescrito desde hace varios años.

En segundo lugar es una sentencia política sin ninguna base jurídica, que es simplemente de una venganza de Daniel Ortega por la acogida que tuve en Paraguay durante la toma de posesión del presidente Lugo, mientras a él se le impidió llegar.

Esa sentencia es de un juez danielista, que en tiempo de la revolución fue miembro de la seguridad del estado y es el mismo que posteriormente absolvió a Bayron Jerez. Y el abogado que ha respaldado al alemán Zerger es precisamente el mismo abogado de Daniel Ortega, José Ramón Rojas Mendez.

Además yo ya había sido declarado inocente en el año 2005, en una sentencia dictada por un juez del mismo sistema danielista, porque no existía en todo el expediente ni una sola evidencia que confirmara que había cometido el delito.

Es bien conocida la persecución que desde hace varios años me ha estado haciendo el alemán Zerger y su esposa Nubia Arcia acusándome por todos los medios de todo tipo de mentiras, insultos y calumnias, en la intención de apropiarse de un hotel propiedad de la Asociación para el Desarrollo de Solentiname. Por ese motivo tuve que escribir una carta pública defendiéndome y señalando acciones ilícitas e ilegales que estas personas habían cometido.

Si me quieren echar preso -y en este sistema que hay ahora en Nicaragua todo es posible- estoy listo para ir a la cárcel.

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28 de agosto de 2008
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Cuando el compromiso es coartada

La erudición (o al menos cierta forma social de ella) le­jos de acercar a la lucidez tapona el camino de acceso y con ello la condición de posibilidad de la creación. Mas la figura vacua del erudito es en la perspectiva de la Recher­che menos lastimera que la de un segundo personaje, el cual, no obstante, parece haberse acercado en mayor medi­da al acto creador. Me refiero al artista absurdamente calificado de «comprometido», ya que precisamente su «trabajo» constituye el paradigma de un «arte» en el que nada se expone, nada se trasciende y que nada fertiliza. El narrador es, a este respecto, una vez más implacable: «La idea de un arte popular, como de un arte patriótico, aun-que no hubiera sido peligrosa, me parecía ridícula» (La Pléiade 3, 888). Idea sustentada a la vez en una impotencia creadora y en una ignorancia de la verdadera condición espiritual de las clases sociales. De hecho sólo porque participa de los pre­juicios que respecto al «pueblo» poseen las clases «superio­res» y eruditas, intenta el escritor sacrificar las exigencias de la forma; pues iletrados en el sentido radical son aque­llos para los cuales la palabra es mercancía y pretexto, y no tanto los que no saben leer: «a este respecto, un arte popu­lar en su forma se destinaría más bien a los miembros del Jockey que a los de la Confederación General del trabajo» (ídem). Y ante los que pretenden que la complejidad de es­critura de un Bergotte es tan sólo apta para mundanos, gens du mon­de, el narrador objetará que se hace así a tales gentes «un honor inmerecido.» (893.)

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28 de agosto de 2008
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Otra vuelta de carroza

Nunca había visto Esperando la carroza. Pero a instancias del amigo Germán Welz -quien, insisto, de tener algún día hijo varón debería llamarlo Orson-, me senté a verla en una espantosa copia en DVD de esas que son tan comunes en este país. Fue como asistir a una de aquellas funciones míticas de The Rocky Horror Picture Show, dado que Germán, su novia Ivana y hasta mi propia mujer se sabían los diálogos de memoria y los repetían en voz alta con perfecto timing. Elvira (China Zorrilla) criticando a su vecina: ‘Yo hago empanadas, ella hace empanadas; yo hago puchero, ella hace puchero'. El próspero Antonio (Luis Brandoni) comiéndose una de las tres empanadas que eran todo el almuerzo de unos pobres y diciendo: ‘Qué tristeza... ¡Por lo menos tenían una pobreza digna!' Mama Cora (Antonio Gasalla) parando un colectivo y pidiéndole al conductor que la lleve ‘a lo de Emilia', como si el hombre supiese quién demonios es esa Emilia -y dónde cuernos vive.

Sinceramente no me reí mucho. No porque la película no sea graciosa -entiendo perfectamente por qué hizo y hace desternillarse a tanta gente-, sino porque me duele horrores. Esperando la carroza es un perfecto compendio de todas las cosas que detesto de cierta clase de argentinos: la envidia, el arribismo, la falta de escrúpulos, la compulsión de aparentar ser lo que no se es, la mediocridad, la familia convertida en instrumento de tortura... Al mismo tiempo el film es una competencia de gritos que dura casi hora y media, cosa que me induce dolor de cabeza y me pone al borde del crimen. Detesto a todos y cada uno de esos personajes, quizás con la excepción de Susana (Mónica Villa), que a duras penas soporta a la psicopática familia a la que se integró por la vía del matrimonio. Pero en el fondo tampoco le perdono que no logre romper con ellos. Con el tiempo, imagino, terminará convirtiéndose en parte del grupo y adoptando sus mismos, perversos métodos.

Ahora dicen que filmarán una segunda parte. Más allá del resultado, lo indiscutible es que entre la Argentina de 1985 y la del presente hay unas corrientes subterráneas de continuidad que la tornan más vigente que nunca. Lamentablemente hemos cambiado muy poco...

La experiencia de ver Esperando la carroza me remitió a aquella broma de Broadway, según la cual un hombre se topa con otro al que han apuñalado y le pregunta si le duele. La respuesta del herido es la siguiente: ‘Sólo cuando me río'.

Ojalá la Argentina me doliese sólo cuando me río.

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28 de agosto de 2008
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Del azul al amarillo

En un porcentaje que supera el 80%, las gentes cuando se les pregunta por su color preferido contestan eligiendo el azul. El azul no clama ni hiere, no estimula ni mata. Hoy se tiene por un color frío pero no siempre fue así. De hecho, el azul, se incorporó tarde y avasalladoramente a las modas de la vestimenta y vino a ser como un amable sofoco. La razón más poderosa para explicar el violento auge del azul la atribuye el historiador Michel Pastoureau a la "revolución azul" que estalla en Francia a partir de 1140 y triunfa en todo el imperio en el siglo XIII. Se trataría, según los especialistas, del nacimiento también de un nuevo orden cromático que ha pervivido entre sus laberintos simbólicos hasta estos días.

Dice Pastoureau: "El azul, que pesaba poco en las sociedades antiguas y que a los romanos no les gustaba en absoluto (para ellos era el color de los bárbaros) se había mantenido en un lugar relativamente discreto durante la Edad Media. De pronto, sin embargo, a partir de 1140, invade todas las formas de la creación artística, se convierte en un color cristológico y marial, luego en un color real y principesco, y desde finales del siglo XII, comienza incluso a competir con el rojo en muchos ámbitos de la vida social. El siglo XIII es el gran siglo de la promoción del azul, aunque en los albores de los años 1300, se puede admitir que ya se ha convertido, en lugar del rojo, en el color preferido de las poblaciones europeas."

Pero ¿qué decir del preterido amarillo? Desde el siglo XIII pocos son los hombres y mujeres que en Europa occidental visten de amarillo, tanto en el mundo de los nobles como en el de los plebeyos. En la actualidad, el amarillo es casi inviable en la indumentaria de un hombre. ¿Una camisa amarilla? ¿Unos calcetines amarillos? ¿Una corbata amarilla? El lenguaje de la discreción y no se diga ya de la elegancia ha convertido en elementos incompatibles las masculinidad con lo amarilididad e incluso la feminidad hará bien en no abusar, durante el horario laboral, de sus reflejos.

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28 de agosto de 2008
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Precios

/upload/fotos/blogs_entradas/libro2_med.jpgHablamos de precio, de precios de los libros. Había 14 países en Europa donde el precio de los libros era "fijo", es decir, el mismo, obligatorio y decidido por la casa editorial. Desde el lunes, son 15 países, pues la comisión de economía del consejo nacional de Suiza votó 13 votos contra 11 por el restablecimiento del precio fijo tal como lo dice el Neue Zurcher Zeitung. El tema del precio de los libros es una figura clásica del debate sobre las leyes económicas.

Conocemos los argumentos:

1. -La falta de competencia en los precios ayuda a la supervivencia de pequeños protagonistas en un mercado y frena las concentraciones (lo que permite mantener una red de pequeñas librerías).

2. -Pero el precio único crea "rentas" para ciertos actores cuyo beneficio garantizado no es amenazado por una presión sobre sus tarifas (casas editoriales o distribuidores en ciertos países tienen negocios muy rentables e inatacables).

3. -Al final, los lectores tienen algo positivo, el placer del acceso a través de muchas librerías, y negativo, la imposibilidad de buscar un precio más bajo.

En el caso de Suiza, con varios mercados lingüísticos (alemán, francés, italiano), la confusión es tremenda. Se sospecha de los importadores de libros franceses de un abuso en el momento de establecer el precio, tal como lo dice el diario 24 heures. Pero todo el sector del libro francés (importadores, distribuidores, librerías) pedía un precio único diciendo defender a los lectores. Francia apoya y apoyó siempre el precio único tanto en sus gobiernos de derecha como de izquierda con argumentos a favor de la democracia cultural, de la defensa de la red de distribución y de su pluralismo (basta leer este documento del ministerio de cultura).

En los últimos meses, declaraciones a nivel de la Unión Europea recordaron que el tema no está cerrado. El futuro del precio único no está garantizado por Bruselas. Basta leer un discurso de Meglena Kueva, la comisaria al consumo de la Unión Europea, para entender que hay una voluntad de promover la competencia en las tiendas de Internet. ¿Es posible vender en Francia en línea un libro español a un precio más bajo que en España? Por el momento, no es posible, pero...

Sobre la necesidad de mantener la competencia en Internet, ya hay pruebas definitivas. Francis Pisani, bloguero de San Francisco, lo demuestra al contar cómo intentó comprar un libro electrónico para su lector Kindle. No hay otra tienda que Amazon para el usuario de Kindle: es un caso de ausencia total de competencia. Sorpresa, sorpresa, para Pisani: el libro electrónico vale más caro que el mismo libro en papel (que puede comprarse en todas partes). Un claro abuso de posición dominante. Y también, una manera de recordar la necesidad de tener una competencia sobre los precios. Pero si se crea la competencia en los precios, desaparecen las pequeñas librerías. La solución del problema es el cuento de nunca acabar. Hace un año, Suiza no quería más el precio único, ahora vuelve a promover esta solución. ¿Pero cuál es la buena solución?

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27 de agosto de 2008
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Venganza a la medida

En Nicaragua no existen casos judiciales que no estén sujetos a las ordenanzas del poder matrimonial de los esposos Ortega. Cualquier clase de asunto que se ventile en los juzgados y en las cortes, puede ser usado en cualquier momento como chantaje, para dominar voluntades díscolas, para alinear a inconformes, o como acto de venganza política, sin pararse a mirar la calidad ni la fama del agredido. El sentimiento de venganza, es más fuerte que el de la cordura.

/upload/fotos/blogs_entradas/ernesto_cardenal_med.jpgEs lo que acaba de suceder con Ernesto Cardenal, el más grande los poetas contemporáneos de Nicaragua, quien ha sido condenado en un viejo juicio por injurias, revivido para castigarle, porque en su reciente viaje a Paraguay, invitado a la toma de posesión del presidente Lugo, criticó a Ortega y a su esposa tal como el poeta suele hacerlo, sin tapujos.

Se trataba de una acusación judicial absurda contra Cardenal, llevada a los juzgados hace años por un ciudadano alemán que rentaba un hotel perteneciente a la comunidad de Solentiname, que el poeta fundó, pero en todo caso, ventilado como un asunto privado. Tan absurda vio la acusación la jueza de primera instancia,  que en un raro acto de independencia la desechó, absolviendo al poeta de toda culpa.

El acusador recurrió a otro juez de categoría superior, y tres años después de hallarse archivada la causa, las órdenes llegaron prestas desde las alturas matrimoniales: procédase a revocar la absolución, y díctese la respectiva condena, orden que fue cumplida sin dilaciones.

¿Sabe el juez quién es Ernesto Cardenal?  No creo que le importe. Lo único que sabe es que debe cumplir las órdenes que recibe. 

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27 de agosto de 2008
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Mancebos del arte (2)

Toda la diferencia entre La Bruyére y el desgraciado que, incapaz de conseguir ni siquiera una ci­ta de la dama deseada, mas impotente asimismo de "expre­sar sus sufrimientos y el peligro al que ha escapado" (Pléiade 3,894), se contenta con leer con entusiasmo la frase del primero: "A menudo los hombres desean amar y no lo logran. Buscan su derrota y no la encuentran; cabe decir que se hallan condenados a ser libres." (ídem.)

De ahí la precaución del Narrador de la Recherche que, tras determinar como aspecto más precioso de todo libro su primera edi­ción, entendiendo por tal aquella en que por él fue leída y que así le ayudaría a reencontrar lo entonces experimentado ("Como el vestido bajo el cual vimos por vez primera a una mujer", 887) afirma que ni siquiera este interés feti­chista podría justificar su conversión en bibliófilo... "pues las imágenes dejadas por el espíritu son fácilmente borradas por él." (ídem):

"En cuanto a los ejemplares de los libros, hubiera podido interesarme, por lo demás, en una acepción vivificadora. La primera edición de una obra me hubiera parecido mucho más digna de aprecio que las ulteriores, entendiendo por primera edición aquella en la que hubiera leído el libro por vez primera. Buscaría las ediciones originales, es decir aquellas en las que había recibido del libro una impresión original. Pues las impresiones siguientes ya no lo son. Coleccionaría para las novelas las encuadernaciones de antaño, las del tiempo en el que leí mis primeras novelas...Como el vestido con que vimos por vez primera a una mujer, estas encuadernaciones me ayudarían a reencontrar el amor de entonces, la belleza sobre la que había superpuesto tantas imágenes progresivamente menos amadas, para poder reencontrar la primera, yo que ya no soy aquel que la vio y que debe ceder el sitio al que yo constituía entonces, si éste reconoce la cosa que conoció y que mi yo actual ya no conoce." (ídem.)

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27 de agosto de 2008
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El Boomeran(g)
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