IX. Granma, sección financiera.
Unos les llaman bolos, otros pinos, hay incluso quienes les dicen pines; Alejandro Zarur prefiere referirse a ellos como pelotudos. Pensar que son personas y es posible tirarlas de diez en diez. Deja caer la bola en la madera, termina de girar la cadera, cierra los párpados y se queda tieso, con la mano derecha teatralmente enconchada sobre la oreja. No conoce una música más estimulante que el ruido seco de los diez pelotudos derribados dentro de un mismo instante. Una masacre bárbara, se vanagloria a risotada limpia si alguien le pregunta cómo le fue en el último torneo.
-¿Sabés leer las páginas de finanzas, Andersón? -el bolichista se echa hacia atrás, relee y pela los ojos para dar a entender que aún no lo cree.
-No realmente, Don Alex, más bien tiendo a saltarme esa sección.
-Mirá el Granma de hoy, campeón -le sonríe, se levanta, le da un par de palmadas en la espalda, le pone la primera plana en primer plano -No le habés ni tocado un pelo al barbudo y ya lo tenés más gagá que de costumbre, ¿viste?
-¿Es él?
-Oh, sí. The Man Himself. Era él, antes de convertirse en Él. La pregunta importante, Andersón, no es si el Fidelosaurio aprecia las bondades de la chispa de la vida, la pausa que refresca, o como más te provoque llamarla, sino que está cagado del pavor. ¿Lo entendés ya? Usa los titulares para defenderse y la fotografía para negociar. En el segundo párrafo de sus reflexiones... no dice "el Fidelotto", sino "La vergonzante apuesta del Imperio". Las palabras de Chávez y el editorial del periódico están calcadas de sus reflexiones. Pero mirá el cocacolón en la foto. Para mañana va a salir con una Pepsi.
Alejandro Zarur Medinacelli. Abogado de profesión, nacido en Buenos Aires, residente oficial de Coral Gables, colono subrepticio de Tecamachalco, huésped distinguido en Tijuana. Sesenta y dos años, ochenta y nueve kilos, un metro ochenta y ocho, pelirrojo. No es propiamente un cinéfilo, pero podría recitar enteras la primera y segunda parte de El padrino, así como otras cuatro de Scorsese, una de Leone y dos de los hermanos Coen. Casado cuatro veces, vive tan alejado como puede de su única hija, Apollonia, que nomás por joderlo le ha quitado una ele a su nombre, se ha negado a conocer Buenos Aires y habla como una nueva rica de rancho mexicano. Cada vez que sospecha o se entera que su hija está en Miami, "Don Alex" hace honor a su fama de esfumadizo. De los veintitrés juicios que tiene pendientes en diversos países, seis son por homicidio, cuatro por tortura y tres por secuestro, todos ellos en México. Al igual que lo ha hecho para traer a México a su empleado Segismundo Andersón, Zarur Medinacelli se mueve entre Miami y Tecamachalco en vuelos tan secretos como la contabilidad de sus negocios y su promedio real en el bowling, sin más papeles que los verdes al portador. En lo tocante al tema del protocolo, aprecia especialmente que sus subordinados le besen la mano.
-Al final tiene clase, el Coma Andante. En ningún lado dice que lo quieran matar, sólo habla de amenazas a la Revolución. Echa pestes contra los apostadores, pero no aclara cuáles son las apuestas. Sólo dice que es una conspiración de tahúres. Ya me estás dando envidia, campeón. Vas a matar a un viejecillo aterrado... y yo era nada menos que el cagón que te iba a dar un millón de dólares por eso.
-¿Era? ¿Ya no...? -conforme el bolichista le hablaba bien de su desempeño, Segismundo se veía saliendo del hoyo; ahora vuelve a sentirse resbalar y teme ya de vuelta por su barato pellejo. Esta vez no lo habían traído en la cajuela, pero igual lo subieron al coche encañonado, y luego lo bajaron a gritos y empujones. Nada bueno, temióse, podría venir después.
-Antes de eso -el bolichista encara a Segismundo, le dedica unos ojos de zorro sarcástico, le oprime las clavículas con ambas manos- vamos a hablar de la Corleonetta. ¿Cierto que pensás verla hoy por la noche?
