Skip to main content
Escrito por

Lluís Bassets

Lluís Bassets (Barcelona 1950) es periodista y ha ejercido la mayor parte de su vida profesional en el diario El País. Trabajó también en periódicos barceloneses, como Tele/eXpres y Diario de Barcelona, y en el semanario en lengua catalana El Món, que fundó y dirigió. Ha sido corresponsal en París y Bruselas y director de la edición catalana de El País. Actualmente es director adjunto al cargo de las páginas de Opinión de la misma publicación. Escribe una columna semanal en las páginas de Internacional y diariamente en el blog que mantiene abierto en el portal digital elpais.com.  

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

Mujer, abuela, presidenta

Hillary Clinton tendrá 68 años en 2015, año electoral en Estados Unidos. Reagan tenía 69 cuando ganó las primarias republicanas. Su edad no fue obstáculo para una presidencia de dos mandatos que le inscribió como uno de los mejores presidentes de la historia. Un 57% de los ciudadanos de Estados Unidos quisieran repetir con Hillary la experiencia de un presidente de la tercera edad, muy acorde con la evolución demográfica que está experimentando el planeta.

El sexo y la edad, desventajas en otras circunstancias, ahora son incluso elementos atractivos para que la actual secretaria de Estado se convierta en candidata demócrata en el relevo presidencial de 2016. Las abuelas son una clase de ciudadanas responsables y activas en las democracias occidentales, mejor predispuestas y preparadas para conducir los asuntos públicos que los hombres e incluso que las mujeres jóvenes, ocupadas en sus familias y sus profesiones. Clinton ha sido primera dama de Estados Unidos durante ocho años, senadora por Nueva York ocho años más, candidata derrotada en las primarias demócratas frente a Obama y ahora secretaria de Estado, un cargo que en muchos momentos ha brillado con mayor fulgor que la propia presidencia y que ha contado en el siglo XX con fuertes personalidades de profunda huella en la modelación de la historia del mundo. La lista es impresionante: Dean Acheson, Henry Kissinger, George Shultz, James Baker, Madeleine Albright, Colin Powell y Condoleezza Rice, entre otros.

Hillary Clinton va a abandonar su actual encargo en enero, cuando se halla ya bien colocada en la lista de los grandes secretarios de Estado, tras estos cuatro años al lado de Barack Obama, formando un equipo de rivales, según expresión de la historiadora Doris Kearns Goodwin en un libro que fue lectura de cabecera del actual presidente al llegar a la Casa Blanca (Team of rivals. The political genius of Abraham Lincoln).

La actual tarea de Clinton culmina una carrera que no necesita alcanzar la presidencia para merecer la máxima consideración. Pero si quiere conseguirla, ahora parece reunir todas las condiciones de una buena candidata. No hay ni un solo político en ejercicio en el mundo con más y mejor experiencia, conocimiento de los países y de los Gobiernos, mejores contactos mundiales y mejor imagen en su país y en el conjunto del planeta. Tampoco hay nadie mejor acompañado y asesorado, empezando por su marido, el expresidente Bill Clinton, de excepcional inteligencia y habilidad políticas.

De alcanzar la presidencia, sería la primera vez en que alguien reside en la Casa Blanca primero como cónyuge y luego como titular, circunstancia que en un orden distinto también le sucedería a su esposo, Bill. Es probable que el perfume dinástico de esta opción sea algo que también goce del favor de los estadounidenses.



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
8 de diciembre de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

Etiquetas con precio

Todo lleva su etiqueta. Quien toca algo debe saber cuánto cuesta. Sirve para mantener las cosas tal como están. Para que nada cambie. Es la política del pricetag (etiqueta con precio), que practican los colonos israelíes desde el desalojo de las colonias de Gaza por orden de Ariel Sharon en 2005. Cada vez que se ven obligados a desalojar una de las instalaciones ilegales de los colonos, uno de los llamados outpost, se lo hacen pagar al primer palestino que tienen a mano o a sus propiedades. A veces también lo pagan otros: por ejemplo, las fuerzas de seguridad israelíes.

Esta política es una forma de terrorismo de baja intensidad. Poniendo precio a cada objetivo circunstancial todos se hacen una idea de lo que significaría devolver el conjunto de los territorios ocupados por Israel. La colonización fue concebida por los más moderados como una forma de asegurar una negociación ventajosa con los palestinos el día en que se entrara seriamente a pactar la devolución de los territorios (los otros la concibieron como el expolio territorial permanente que es hasta el momento). No hay que olvidar que los palestinos parten a su vez de una exigencia negociadora muy alta, e inaceptable para Israel, pues a la devolución de Cisjordania se añaden el regreso de los refugiados y la capitalidad en Jerusalén. Los colonos, con sus prolíficas familias numerosas y sus nutridas subvenciones públicas, son la fuerza de choque que primero ocupa y después pone y marca el precio de la devolución. E l historiador israelí Zeev Sternhell, especializado en la historia de los fascismos que ha sufrido en propia carne esta violencia fanática, ha comparado estas actividades con la violencia política europea de entreguerras, propia de los nacionalismos étnicos. Los Gobiernos de Israel reprueban estas prácticas, que a veces se han cebado sobre miembros de sus fuerzas de seguridad. Nadie que defienda el Estado de derecho puede aprobar que jóvenes colonos incendien coches, arranquen olivares, hostiguen a la población, ataquen a los transeúntes o prendan fuego a las mezquitas y a las iglesias cristianas. Otra cosa es que se les persiga y castigue con la diligencia y el rigor merecidos. Es difícil que suceda porque, a fin de cuentas, los colonos están muy bien representados en el Gobierno y todavía lo estarán más si el tándem Netanyahu-Lieberman vence en las elecciones del 22 de enero. Son numerosos los ministros y parlamentarios, el propio ministro de Exteriores Lieberman entre otros, que viven en Cisjordania y se identifican directamente con los intereses de la colonización.

No es por tanto gamberrismo violento y sistemático a gran escala, sino una estrategia meditada, basada en una idea supremacista que confiere mayores derechos y menos obligaciones a los ciudadanos de Israel que a los ciudadanos palestinos e, incluso, a los árabes de nacionalidad israelí. Cuando una comunidad humana se considera superior a las otras que conviven con ella en un territorio también le suele suceder de puertas hacia afuera, en sus relaciones con las otras comunidades, incluidas las amigas y aliadas. No es extraño, por tanto, que la política de Netanyahu esté impregnada toda ella de la filosofía moral, o inmoral, de los colonos y de su pricetag.

La culminación de esta identidad de propósitos y de medios la ha proporcionado la reacción gubernamental al reconocimiento de Palestina por la Asamblea General de Naciones Unidas. El Gobierno de Israel, como los colonos de los outpost, no admite amenazas ni presiones de nadie, pero a la vez no deja sin castigo ni un solo acto que considera hostil o perjudicial para sus intereses. El precio del voto clamoroso de la Asamblea General de Naciones Unidas en favor del Estado palestino ha quedado marcado inmediatamente con el anuncio de la construcción de viviendas en la zona E1, que aísla Jerusalén, divide Cisjordania y hace inviable el Estado palestino e imposible un acuerdo definitivo. Es el pricetag. Israel se lo cobra a la Autoridad Palestina e indirectamente a Obama y a sus propósitos de paz para su segundo mandato.

Netanyahu está ahora mismo en la cumbre de su aislamiento. Holanda y Alemania, los dos amigos más incondicionales de la UE, no pueden aguantar más tanta intransigencia. Según la doctrina Merkel, fruto de las trágicas lecciones de la historia de Alemania, la relación con Israel forma parte de la razón de Estado de la República Federal. Obama podría suscribir su frase: ?La seguridad de Israel es sagrada?. Hasta ahora nadie ha puesto en cuestión las ventas de armas y los acuerdos de seguridad. Es la última trinchera, que a Netanyahu no le interesa dejar desnuda con nuevas y mayores provocaciones. A fin de cuentas el pricetag también terminará encontrando sus límites, y habrá un momento en que pasará factura a quien se dedica a pegar las etiquetas.



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
6 de diciembre de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

El dictamen de Michael Ignatieff sobre Cataluña

Para que engañar, Ignatieff no gusta en el mundillo nacionalista. Este político e intelectual canadiense es uno de los pensadores contemporáneos que más ha estudiado el fenómeno nacionalista, con frecuencia sobre el terreno, y sus conclusiones no suelen tener muy buena acogida entre los intelectuales nacionalistas. ?Lo que está mal en el mundo no es el nacionalismo?, ha escrito. Y añade: ?Todo pueblo debe tener un hogar, toda necesidad de este tipo debe ser atendida. Lo que está mal es el tipo de nación, el tipo de hogar que los nacionalistas quieren crear y los medios que utilizan para lograrlo?. Su caracterización del nacionalismo como ?narcisismo de las pequeñas diferencias? molesta especialmente a quienes convierten los hechos diferenciales en una ideología y en la base de una política.

Ignatieff ha tenido que enfrentarse estos días a la polémica sobre Cataluña con motivo de un premio concedido en Madrid. Imagino que habrá dicho cosas poco convenientes para los saberes convencionales, porque apenas he visto reflejadas sus opiniones en ningún medio de comunicación. Con una curiosa excepción: la entrevista que concedió a la periodista Rosa Meneses y que publicó El Mundo. No puedo dar el enlace porque es de acceso digital de pago, pero en ella se puede encontrar el dictamen de Ignatieff sobre Cataluña, del que voy a dar algunas frases. Ya les adelanto que hay al menos dos motivos para que no guste al nacionalismo español, del que El Mundo es un buen exponente, y solo uno para que no guste al nacionalismo catalán.

?Si cogemos el nacionalismo catalán, ¿qué es? Es el sentimiento de que Cataluña tiene un pasado histórico diferenciado, una lengua propia, aspectos de una cultura distinta y una tradición política diferente. Todo esto es verdad. Todo es compatible con una herencia democrática. No hay nada terrible en el nacionalismo catalán, la clave es política. ¿Debe tener un Estado? La cuestión no es si los catalanes son una nación, sino si deben tener un Estado. Y en esto yo discrepo. No veo ninguna razón por la que el pueblo catalán no pueda tener una identidad nacional fuerte dentro del estado español?. Resultado de esta primera parte: empate a uno; gol en una puerta con el reconocimiento de Cataluña como nación, y gol en la puerta contraria con la negativa a la obligación de Estado.

Segunda parte. ?No se puede retener a una persona en la casa si lo que quiere es irse. La única solución es celebrar un referéndum y las reglas son éstas: (?) preguntas claras, resultados claros, sin secesión unilateral, negociamos (?) Déjeme ser claro: espero que no lleguen a ello. No es una opción feliz, sino muy dolorosa. Así que no lo hagan a menos que tengan que hacerlo. Pero no pueden pretender que pueden mantener a un pueblo en un país contra su voluntad. Antes o después no funcionará. Así que creo que, antes o después el referéndum deberá estar sobre la mesa en Cataluña?. Final del partido: dos a uno en favor del derecho a decidir.

Colofón para casticistas españoles y catalanes: ?Esto no es un problema solo español. Es un problema europeo e internacional. Todos los estados modernos son multinacionales y no solo multiétnicos. Así que España no tiene un problema que nadie más sufre, sino que tiene el problema que tienen todos?. El problema es de todos y la decisión al final también es la misma: nada de autodeterminación de los pueblos o de derecho colectivo a decidir sino lisa y llanamente de aplicación del principio democrático.

(Fuentes: la primera cita es de ?sangre y pertenencia. Viajes al nuevo nacionalismo?, El Hombre del tres; y la segunda de El Mundo, 1 de diciembre de 2012)



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
3 de diciembre de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

Cadáveres políticos

En política no hay cadáveres. Los mejores ejemplares triunfan incluso después de muertos. Por profundas que sean las heridas, incluso las auto infligidas como es el caso de Artur Mas, la resurrección siempre es posible. Es difícil, ciertamente, porque la fortuna, la oportunidad que debe saber aprovechar el Príncipe maquiavélico, no suele pasar muchas veces. A algunos no les pasa nunca, a otros les pasa una sola y no saben sacarle partido alguno, y otros más saben aprovechar la última que les encumbra hasta la cima justo cuando estaban a apunto de tirar la toalla. Hay ejemplos a porrillo, pero cada uno puede buscar los suyos.

Artur Mas no es exactamente un cadáver político, pero su plan sí lo es. Las elecciones del 25N han pulverizado su transición nacional. Recordemos que debía conducir al Estado propio a través de una mayoría indestructible, parlamentaria y social, que debía ser más fuerte y más sólida que la que tiene Rajoy en el resto de España, y que debía suceder gracias a la batuta de un presidente plebiscitado con fuerza y autoridad, y por tanto con manos libres para negociar en nombre de Cataluña, internacionalizar el conflicto entre legalidad y legitimidad y obtener así de Madrid y de Bruselas las mejores condiciones para el futuro Estado. Todo debía ocurrir a ser posible en una legislatura que resolviera el derecho a decidir y, como máximo, en dos. Esa hoja de ruta tan precisa, pormenorizada por la almendra del soberanismo convergente en sus contactos con la prensa internacional y con los diplomáticos extranjeros, incluía en su final la retirada de un Mas satisfecho y exhausto, una vez Cataluña situada ya en el lugar que le corresponde.

Pero que Mas no sea un cadáver no quiere decir que las cosas se le hayan puesto muy cuesta arriba. Su liderazgo está totalmente resquebrajado, a punto de caramelo para que crezca muy rápidamente la pulsión de relevo en su partido y en la coalición. El soberanismo ya tiene en todo caso un líder nuevo, Oriol Junqueras, de Esquerra Republicana, que es el que le marcará el paso a partir de ahora. Se le ve un tipo tranquilo y frío, con cabeza y carácter para aguantar la presión de los convergentes. El buenismo soberanista de moda, que hace los jugos más dulces con los limones más amargos, asegura que nada ha cambiado y que solo se trata de compartir el liderazgo. Que Dios les conserve la vista. El orondo Junqueras tiene una mandíbula política y un estómago electoral de ogro. Que se preparen.

Mas puede resucitar pero su proyecto no. Ese es el auténtico cadáver que ha quedado tirado en mitad de la avenida de la independencia. La agenda, la hoja de ruta y el relato, ¡ay el relato!, pertenecen a Esquerra y no a Convergència i Unió, y ésta es una verdad difícil de reconocer. Hasta hace una semana estábamos hablando de 68 diputados convergentes, de un mínimo de 90 soberanistas y de un líder incontestable e incontestado a la cabeza de todo, para aprovechar la ventana de oportunidad abierta por la Diada, el momentum le llaman los americanos. Poco queda de todo aquello, sobre todo del momentum.

Se ha terminado el entusiasmo, hijo de los numerosos entusiastas voluntarios pero también de un nutrido grupo de insignes contratados. Basta con leer los periódicos barceloneses, llenos de columnas torcidas y desangeladas. Queda el soberanismo realmente existente, muy serio, sólido y respetable, digno de la mayor atención de todos, empezando por Rajoy, pero exactamente como ya existía antes y a la espera de otro momentum que no sabemos si volverá.



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
2 de diciembre de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

Nudos viejos

El nudo ha ido creciendo con los años. Es lógico el pesimismo, porque cada vez que alguien ha intentado desanudarlo lo único que ha conseguido es embrollarlo más todavía. Si observamos con atención veremos que no es un nudo, sino tres. Cuando uno se afloja los otros quedan más firmes.

Así es Oriente Próximo. El mayor nudo aparentemente es el que ata a israelíes y palestinos en una confrontación casi siempre violenta desde hace unas siete décadas. Aunque los israelíes apelen a una historia de tres milenios, es el nudo más joven, hijo directo del siglo XX. Conocemos la fórmula para desanudarlo y es la que aprobó la Asamblea General de Naciones Unidas hace 65 años adjudicando una parte del territorio entre el Jordán y el Mediterráneo a los judíos y la otra a los palestinos, es decir, los dos Estados en paz y seguridad conviviendo uno al lado del otro. Entonces no la admitían las autoridades árabes y ahora no la quieren las autoridades israelíes.

El segundo nudo es el que opone desde hace siglos al sectarismo chiita con el sectarismo sunita, transformado ahora en una guerra civil siria entre el régimen apoyado por Irán y una oposición armada que recibe el auxilio de las monarquías petroleras de la península arábiga y de Turquía. Más amplias son las ataduras que lo vinculan, por un lado con un frente de países árabes y occidentales, con Washington a la cabeza, y por la otra con Rusia y China, potencias proclives a tomar ventaja de cualquier desventaja de Estados Unidos. Este nudo huele a guerra fría del siglo XXI. El tercer nudo está en Egipto y es el más antiguo, y de ahí que sea crucial para desanudar a los otros dos. En él están atados y enfrentados desde épocas milenarias el poder faraónico y la voluntad democrática del pueblo. Con la primavera árabe creímos que empezaba a desanudarse. La llegada del islamista Mohamed Morsi gracias a las urnas hizo creer que el nuevo rais intentaría deshacer también el nudo de Siria y luego el de Palestina. Mandó una severa advertencia al régimen de El Asad, demostró después su capacidad de mediación entre Gaza e Israel con la tregua que obtuvo tras la guerra de los misiles. Aunque promete desanudar los tres, cada gesto suyo aprieta más el nudo egipcio, pues se acompaña de una mayor concentración de poder en sus manos, primero en detrimento del ejército y del parlamento y luego de la judicatura.

Cada uno de los tres nudos está compuesto de otra infinidad más de nudos más pequeños. Deshacemos uno con la tregua en Gaza, otro con el reconocimiento internacional de Palestina y otro más con la acotación del poder presidencial en Egipto después de haberlo ampliado, pero luego la inscripción de la sharia en la Constitución egipcia anuda de nuevo el poder del pueblo al de los Hermanos Musulmanes. Cuanto más viejo el nudo, más difícil de desanudar.



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
1 de diciembre de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

Cuando Europa tenía política exterior

Es ya un tópico aceptado con resignación que la Unión Europea no tiene política exterior. Son una vulgaridad los sarcasmos sobre lady Ashton, la vicepresidenta de la Comisión y alta representante de la Política Exterior, a la que se le ha encargado pilotar un barco sin rumbo, sin velas y quizás sin casco, es decir, un artefacto que ni siquiera sirve para navegar. Desde julio de 2010 comanda un formidable Servicio Europeo de Acción Exterior, con 3.000 diplomáticos de altísimo nivel profesional, que no tiene realmente a quien servir, porque le falta la unidad y la voluntad políticas que conforman una identidad y una personalidad internacionales.

Todos los países que cuentan saben que en política exterior hay que tratar con los grandes socios europeos uno a uno, mantener unas relaciones prudentes y discretas con los medianos y pequeños, y solo atender a las instituciones europeas en las escasas cuestiones donde la Comisión todavía aguanta el tipo, como es la política de competencia. Lo saben en todas las cancillerías no europeas: las paces y los acuerdos mejor por separado, porque siempre hay otro europeo para la factura. Lo saben en Washington, lo saben en Pekín y donde más lo saben es en Jerusalén, que no es la capital internacionalmente reconocida de Israel, pero es donde está su Gobierno. Hoy habrá ocasión de contemplar, una vez más, el espectáculo de la Europa evanescente, cuando la Asamblea General de Naciones Unidas apruebe la petición que presentará el presidente de la Autoridad Palestina para que el plenario de la primera institución internacional reconozca a Palestina como Estado observador, aunque no miembro. Han fracasado, como se esperaba, todos los intentos de fraguar una posición común, que debía contar con el voto de todos y cada uno de los 27 socios de la UE, y de ahí que haya empezado el desfile de los Gobiernos que han decidido tirar por el camino de en medio.

Ahora parece algo normal. La pelea europea por el dinero es tan cotidiana, los agravios y descalificaciones mutuas tan habituales y la desafección por el proyecto común tan extendida como para olvidar que las cosas no han sido siempre igual. La verdad brutal que hay que restregar en el rostro de los actuales responsables políticos es que los europeos teníamos política exterior cuando no existía política exterior. A la que hay que añadir otra todavía más cruel: lo poco que se haya podido avanzar en el camino de la paz entre israelíes y palestinos se debe a las decisiones y resoluciones que se tomaron cuando los europeos teníamos sin apenas saberlo una personalidad y una política exteriores.

La prueba de cargo contra el vacío de hoy es la Declaración de Venecia, un documento de junio de 1980, en respuesta a los Acuerdos de Camp David y a la firma del Tratado de Paz entre Egipto e Israel, en el que los jefes de Estado y de Gobierno de los nueve países miembros de la Comunidad Europa, ahora UE, se comprometían a una jugar ?un papel especial? en la obtención de la paz en la región; reconocían el derecho de los palestinos a la autodeterminación; prefiguraban ya los dos Estados, el actual Israel y otro para los palestinos, conviviendo en paz y seguridad y reconocidos por todos; y propugnaban el camino de las negociaciones entre las dos partes. Ya en aquel lejano entonces, los Nueve condenaban la política de asentamientos, que calificaban de ?serio obstáculo para el proceso de paz? y rechazaban el cambio unilateral del estatuto de Jerusalén. Y todo por unanimidad. Sin veto alguno.

Solo cuatro de los nueve firmantes de la declaración de entonces tenían asegurado el voto afirmativo para Palestina ayer por la mañana: Francia, Dinamarca, Luxemburgo e Irlanda. Era casi seguro que Bélgica terminaría decantándose en favor. Reino Unido con sus condiciones, Alemania con sus dudas y cavilaciones y Países Bajos e Italia con su negativa terminan de componer el cuadro de la desunión europea solo respecto a la época en que Europa tenía una política exterior.

Es una excelente noticia que España haya salido de dudas y finalmente encabezara la definición de lo que será la posición mayoritaria europea. Ya que desgraciadamente no hay una política exterior europea, es bueno que los intereses españoles coincidan con la posición mayoritaria. Y lo es más todavía cuando observamos cómo evoluciona el mundo. La votación de hoy será una demostración de debilidad y de ausencia de la UE como tal de la escena internacional en el momento en que se produce la irrupción de los emergentes, en los que la causa palestina tiene su mejor apoyo. La idea de un Estado palestino, tan imposible y utópica como se quiera, está cargada de futuro si observamos dos cosas muy sencillas y que son los raíles sobre los que transcurre la historia: la demografía de la región y el mapa geopolítico del mundo.



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
28 de noviembre de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

La responsabilidad, declinada por Artur Mas

Hay un lector al que no les gusta que escriba sobre Cataluña en este blog. Debe haber muchos más. Les entiendo perfectamente porque yo mismo prefiero escribir de temas internacionales. E, incluso, cuando no tengo más remedio que escribir sobre política catalana me gusta buscar el ángulo más distanciado y global posible, es decir, su encuadramiento en el escenario internacional. Las actuales circunstancias me obligarán, al menos durante una temporada, a seguir ocupándome de Cataluña, por lo que ya advierto a los lectores descontentos que no tendrán más remedio que ausentarse de este blog en caso de que les siga disgustando.

Hoy lo hago para comentar la palabra de moda en Barcelona en las horas posteriores al batacazo. La pronunció Artur Mas en su conferencia de prensa del lunes, en apelación a las fuerzas que pueden apoyarle para la investidura. Corresponsabilidad es la palabra en cuestión. La explicó así: ?Asumo mi responsabilidad de forma parcial, pero no total; otras formaciones tendrán que asumir la parte de responsabilidad de gobierno que han querido los ciudadanos?.

Los más biempensantes aseguran que la transición nacional que Artur Mas imaginó requerirá ahora liderazgos compartidos, algo que es una contradicción en sus propios términos, o como está de moda, un oxímoron. Y un amigo soberanista me susurra otra palabra, que he utilizado en mi artículo de ayer sobre Mas: generosidad. No habrá salida del embrollo que él mismo ha creado sin generosidad.El problema es que la generosidad de Mas empieza por los otros. Seamos generosos, dice. Pero es Oriol Junqueras quien deberá renunciar a sus denuncias de la corrupción y a sus pretensiones de terminar con los recortes sociales para salvar la transición nacional. La presión por este lado puede ser seria, porque el chantaje moral de Mas sobre los tres partidos que le pueden dar la investidura ya está preparado y pronto servido. Si no hay un gobierno estable será culpa de los tres, empezando por el PP, siguiendo por el PSC y terminando por ERC. Y si no hay proceso soberanista, será culpa de ERC. Allá con su conciencia esos independentistas que sacrifican al patria por sus ideas sociales.

La explicación es muy sencilla. El pueblo siempre es el que decide. Cuando sigue a quien le conduce, su decisión es buena. Pero cuando no lo hace, entonces son los otros los que deben obedecer al pueblo mientras el guía se lava las manos. De ahí que Junqueras, Navarro y Sánchez Camacho deben ponerse a las órdenes del pueblo para que Artur Mas tenga las manos libres para aplicar su programa.

Artur Mas no es tan ingenuo como para decir que el pueblo se ha equivocado. Pero se deduce claramente de sus palabras y de las de sus partidarios, porque mantiene inalterable el programa que le condujo a la disolución y al desastre y asegura que lo llevará a término aunque no tenga la mayoría indestructible que necesitaba. Sobre eso no exige ni pide responsabilidades. Si el pueblo le hubiera dado la mayoría que pedía, ahora no tendría tantas complicaciones. De manera que ya saben los tres segundones del parlamento catalán: manos a la obra a las órdenes del jefe.

Las cosas deberían ser de otra forma. Generosidad, claro que sí. Mucha generosidad, pero empezando en casa. CiU debe renunciar a su hoja de ruta porque no tiene la mayoría que pedía. Debe estar dispuesta también a negociar y equilibrar los recortes sociales, porque así lo pide el electorado, sin renunciar, por supuesto, a la austeridad extrema a que estamos obligados. Debe abrir las puertas a la transparencia y a las responsabilidades en el caso Palau, en el caso ITV y en los escándalos de la sanidad catalana, también por la misma regla democrática. Si hace todo esto, seguro que es más fácil formar gobierno. Y si no es bastante, CiU debe estar dispuesta a poner la cabeza de su líder desautorizado sobre la mesa para facilitar la gobernabilidad. Declinar toda responsabilidad por sus decisiones como hace Artur Mas, para que caiga la responsabilidad entera en la cabeza de los otros cuando es toda suya, es un ejercicio de irresponsabilidad que le descalifica de nuevo en la etapa de formar nuevo gobierno después de que ha sido ya descalificado en las urnas.



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
27 de noviembre de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

La meditación del rey destronado

No era el rey Arturo. Tampoco era el caudillo que unos soñaban y otros denunciaban. Es dudoso que a estas alturas pueda mantenerse como líder incontestado de Convergència i Unió: los cuchillos se afilan en el partido de Pujol donde fabricaron su liderazgo y más todavía en Unió Democràtica, el socio de coalición dirigido por Duran i Lleida, al que los designios dinásticos de la familia prohibieron el acceso al trono. Le costará incluso seguir como presidente en ejercicio, es decir, gobernar, con una mayoría tan insuficiente en un Parlamento tan fragmentado y excitado por su acción divisiva y sus recortes sociales: ha roto todos los puentes con el PP, ha peleado por el electorado independentista de Esquerra Republicana y ha intentado quebrar el espinazo al socialismo catalán.

Su plan y su hoja de ruta yacen hechos trizas en los salones del hotel Majestic donde su partido acostumbra a celebrar sus numerosas victorias. Semáforo rojo. Quiso cambiar el catalanismo pactista y aspiró a superar a todos los héroes que le precedieron. Se sintió con fuerzas para desafiar al Minotauro, la bestia mitológica que el historiador Jaume Vicens Vives identificaba con el poder español, con el objetivo de acabar de una vez con la ineptitud secular de los catalanes respecto al Gobierno del Estado: ya que no se nos abren las puertas del de España, vamos a crear uno propio. Se sintió llamado a tomar esta empresa como un desafío personal, arropado por la seguridad en su causa y por la fe en el derecho de los catalanes a decidir sobre su futuro. Iba a ser la voz del pueblo. Su destino iba a ser el de Cataluña. Palabras mayores todas ellas en tiempos muy menores. Se las susurraban sus asesores, sus amigos, sus aduladores, cada vez más numerosos, cada vez más hipnotizados por sus propias palabras y sordos a las razones de los otros, sobrecargados de sus propias razones.

El domingo por la noche, a pie de resultados, rechazó la entrevista que le pedía TV-3, la televisión pública, su televisión. No es extraño. Su deuda es con el pueblo, no con los ciudadanos de Cataluña. Su guardia mediática evita la intemperie. Todo muy medido y preparado. Durante la campaña tampoco quiso dar entrevista alguna a EL PAÍS. Sus lectores no eran ?una prioridad?, según su equipo de campaña. Quien accedió a responder a las preguntas incómodas de TV-3 en la noche de una tan amarga victoria fue Oriol Pujol, el hijo del patrón y secretario de Convergència Democràtica. ?El presidente no puede responder a la entrevista porque está reflexionando?, fueron sus explicaciones.

Es una muy buena respuesta. Artur Mas debe hacer una reflexión seria sobre las sucesivas decisiones que le han llevado a esto, lo más parecido a dispararse en el pie cuando nos había anunciado la caza del león. ?Cataluña está en vísperas de su plenitud nacional?, dijo después de la Diada. Estábamos y estamos en el abismo financiero más profundo. La Generalitat, sin liquidez. La población, en un pozo de desempleo, recortes y pérdidas de derechos como no se habían visto desde la posguerra. El bochorno es colosal. Los panegíricos y ditirambos en honor del rey Arturo se han trocado en espinas lacerantes. La antología es extraordinaria. No solo por las frases del propio Mas y de su guardia pretoriana, sino de los periodistas, directores de medios y empresas de comunicación enteras. Llenarían colecciones de libros.

El destrozo va mucho más allá de lo que nadie hubiera esperado y previsto. No es Mas el único que deberá reflexionar. También deberían participar de esta meditación nacional todos los que han coadyuvado a la construcción del escenario ficticio que ahora se ha derrumbado y que tanto daño ha producido ya al proyecto soberanista. Algo tendrán que decir los responsables de unas encuestas que ni siquiera se acercaron a las cifras finales del hundimiento.

No son los únicos. Hay muchos comentaristas en los medios de comunicación que se han dejado llevar por la corriente o por sus bajas pasiones e intereses, que deberán también meditar sobre sus responsabilidades y dar alguna explicación. La ficción que se ha creado en torno a la transición nacional, al liderazgo de Mas y al cambio que se acercaba merece una meditación generalizada de las élites catalanas, de las que hay que excluir, justo es decirlo, a un empresariado que ha sabido mantenerse en silencio mientras los otros se regodeaban ruidosamente en sus errores.

Por mucho que se empeñen algunos, insistiendo todavía en la mayoría soberanista del Parlamento, no hay por dónde coger los resultados. CiU se ha quedado a 18 diputados de la mayoría absoluta que se había fijado como objetivo y que justificaba la precipitada disolución parlamentaria en la atmósfera soberanista de la Diada. No tiene mayoría de Gobierno si alguna de las tres fuerzas que le siguen no le echan un cable. La mayoría soberanista apenas se ha movido en un diputado por arriba, lejos de la barra de los dos tercios del Parlament que se establecía como símbolo de la hegemonía: tampoco por ahí se justifica la maniobra. Nadie en las filas de CiU, Artur Mas el que menos, tiene la capacidad ni la grandeza para promover geometrías políticas distintas. Recordemos que Jordi Pujol arrancó su larga presidencia en 1980 solo con 43 diputados.

La reflexión nacionalista se enfrenta a un obstáculo grave, surgido de su repertorio más clásico. Se llama Madrid. Cualquier crítica queda adscrita a la inquina secular instalada en su discurso y cierra el camino al análisis. La hipermediática Pilar Rahola, pionera del culto masista, supo verlo con agudez en su libro La máscara del rey Arturo: ?Él parece guiarse por una disciplina moral estricta, que no se acomoda muy bien con la lógica sucia de la guerra política. Todo gira alrededor de un cierto aire de martirio?.

Rahola, que escribió su libro a rebufo de Yasmina Reza y su El alba la tarde o la noche sobre Nicolas Sarkozy, utiliza el pronombre Él en cursiva para no repetir su nombre, con el efecto de subrayar todavía más hasta qué punto este hombre gris necesita el culto a su liderazgo. Con la Diada, y una estudiada ausencia en la manifestación que le hizo todavía más presente, el mito del líder alcanzó cotas solo superadas por la última ocurrencia de su equipo de campaña. Identificado como Moisés y convertido en la voz del pueblo, el rostro de Artur Mas colgado de las farolas de Cataluña estaba listo ya para el sacrificio.

Si el nacionalismo se equivocará en eludir la reflexión escondiendo la cabeza detrás de Madrid, todos los que el nacionalismo identifica con Madrid harán lo mismo si en la derrota sin paliativos de Mas quieren entender una derrota de Cataluña y una victoria de la España de una sola nación, una sola identidad y una sola lengua. El problema se halla intacto. O peor: con los puentes rotos y el interlocutor natural herido gravemente gracias a sus errores y pecados. La transición nacional fue una idea de Mas. El Estado propio dentro de la Unión Europea también. Pero la crisis institucional del Estado de las autonomías, la financiación insuficiente, el déficit catalán en infraestructuras, la insatisfacción catalana con los símbolos y con la lengua, la aspiración de Cataluña a mayores cotas de autogobierno y a una presencia singular en Europa, seguirán existiendo caiga o siga Mas, tengan o no recorrido los actuales planes de la indiscutible mayoría soberanista que hay en el Parlament.

Además, tras el batacazo suenan distintas las descalificaciones contra los tibios y los dialogantes de uno y otro lado. No suena mal ahora el pacto fiscal primero exigido perentoriamente y luego despreciado por demasiado poco y demasiado tarde. Tampoco parece tan descabellado el federalismo, menos inextricable que el famoso Estado propio, que los maltrechos socialistas catalanes han situado en el centro del escenario.

Las elecciones ponen a todos en su sitio. Mas dijo que pensaba en Cataluña y no en su partido cuando convocó elecciones. Al revés te lo digo para que me entiendas, le ha respondido la voz del pueblo, esos 3,5 millones de decisiones que dibujan, sumadas una detrás de otra, el acierto que corrige un inmenso error. Cataluña ha ganado, CiU tiene la pesada tarea de formar Gobierno en las peores condiciones posibles y Artur Mas ha sufrido una severa derrota de la que difícilmente podrá levantarse. Un presidente malherido y disminuido es el que debe gobernar a partir de ahora.

En otro sistema de partidos la cabeza de Mas habría caído ya. En este, por el contrario, recibe un doble castigo, el de su derrota personal y el de gestionar el Gobierno en las peores condiciones. La generosidad que exige tal situación es escasa en la vida política de hoy y quien menos la encarna es el presidente, propenso a lamerse las heridas y a contemplarse dolidamente en el espejo. A pesar de todo, habrá que exigírsela.



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
27 de noviembre de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

La aventura es la aventura

La crisis es esto. A las grandes dificultades para gobernar se añaden la persistencia de los gobernantes en equivocarse. Por más vueltas que le den los responsables del desaguisado, el mensaje es desalentador. Las únicas promesas y profecías cumplidas son las más inquietantes. Era verdad: todo es posible, entramos en camino desconocido. Calcémonos.

El presidente tiene menos fuerza y autoridad. El parlamento cuenta con una composición de gestión más dificultosa. La idea de unas elecciones plebiscitarias ha quedado desautorizada. La aventura le cuesta a CiU un buen puñado de escaños, además de dar alas a Esquerra e incluso a la extrema izquierda de la CUP. Un presidente débil y una mayoría soberanista dan una ecuación inquietante. Su único y penoso éxito, que da sentido a la disolución, es la erosión del socialismo y la fragmentación de la oposición en su conjunto.

La composición del Parlamento que arrojan las urnas nos da la intensidad y la velocidad del potente vector soberanista en la nueva dinámica, aunque también es un buen reflejo del voto de protesta que suscita una sociedad azotada duramente por la crisis. No sabemos si habrá consulta y menos todavía si avanzará la idea de la independencia, pero lo que es seguro es que todo ha cambiado y ya nada será como antes. De hecho, ya no lo era antes de que se abrieran las urnas.

Primer cambio: Cataluña está en el mapa internacional y es de temer que siga suscitando esta atención exterior en la medida en que se vaya complicando esa transición nacional en plena crisis, que Mas deberá liderar desde una posición erosionada. Desde los Juegos del 92 no había obtenido tal protagonismo en los medios de comunicación de todo el mundo. Lo consiguió la manifestación de la Diada, pero ha quedado amplificado por la convocatoria anticipada de elecciones y por una novedad sustancial. CiU, la primera formación política catalana en la historia de la actual democracia, ha dado un quiebro estratégico del que ha salido transformada.

Este es el segundo cambio. Durante más de 30 años CiU ha sido una fuerza moderada y pactista, con un programa de desarrollo de la autonomía que jamás se había situado en el horizonte de la secesión. Ahora ha adoptado los eslóganes, las banderas e incluso la mística del independentismo, tema casi único de la campaña electoral, con el resultado que se ha visto: los independentistas prefieren el original a la copia.

Hay un tercero, por carambola, como es el regreso del federalismo y a toda prisa en el discurso político español. Después de ser laminado y desprestigiado por el fracaso del Estatut ante el Tribunal Constitucional y la subsiguiente polarización catalana, ahora ha regresado, aunque con escasa fortuna electoral, en respuesta precipitada al vacío político que ha encontrado el proyecto independentista fuera de Cataluña.

Cuarta modificación, que conecta con el estancamiento del PP. Ha quedado equilibrada primero y luego desbordada y superada la ofensiva recentralizadora que preparaba el Gobierno, inspirado por la FAES, en respuesta a la crisis de endeudamiento española y en aplicación de un programa revisionista respecto al Estado de las autonomías. Sin la reacción soberanista es fácil imaginar la evolución de las autonomías y en concreto de la catalana como efecto de la recuperación de poder desde el centro.

Última transformación: la independencia de Cataluña no entraba dentro de los mundos políticos posibles. Ahora es una eventualidad deseada por una fracción muy importante de la población catalana, y considerada perfectamente posible en un mundo en transformación global como es el nuestro. Puede que sea altamente improbable, pero el cambio nos enseña que no se percibe como imposible. Su exhibición por el nacionalismo hasta ahora acreditado para el pacto la convierte en una pacífica e insólita arma disuasiva de utilidad en cualquier negociación.

El problema es saber quién tiene la fuerza y la autoridad para utilizarla eficazmente y sobre todo para encabezar la obligada negociación. Artur Mas no lo ha demostrado con esta convocatoria precipitada y este resultado. La aventura es la aventura.



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
26 de noviembre de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

El pivote asiático de Obama

La idea tiene algo más de un siglo y pertenece al padre de la geopolítica, Halford J. Mackinder, que pronunció en 1905 una conferencia titulada precisamente El pivote geográfico de la historia. En su concepto hay un eje o pivote sobre el que giran unas relaciones de poder internacionales fuertemente condicionadas por la geografía. Este punto se encontraba en Asia Central y le condujo a enunciar su teoría más célebre, que ha condicionado la política internacional del último siglo y se resume en la idea de que quien controla el corazón del continente (Heartland) controla el mundo.

Muchas cosas han cambiado en cien años, empezando por el concepto de un corazón continental que asegura el dominio del mundo. Pero la teoría del pivote ha regresado de la mano de los cambios producidos por la globalización. Justin Vaïsse, de la Brookings Institution de Washington, explica así la nueva política internacional de Barack Obama: ?El pivote, concebido no solo en el estrecho sentido geográfico como un giro desde Oriente Medio hacia Asia, sino en un sentido más amplio, como un redespliegue de la política exterior estadounidense desde las cuestiones de seguridad y terrorismo hacia las económicas y globales; desde las viejas naciones hacia el mundo emergente, o incluso, desde el unilateralismo hacia la cooperación, no es ni más ni menos que un cambio de actitud hacia el mundo, una reformulación y una actualización del liderazgo de Estados Unidos? (Barack Obama y su política extranjera, 2008-2012).

El pivote asiático de Obama corresponde así a un giro político que expresa muy bien su primera gira internacional tras la reelección, que le ha llevado a Tailandia, Camboya y Mianmar justo en el momento en que Pekín culmina el relevo generacional y expresa su vocación de dominación asiática en una reformulación china de la doctrina Monroe (si América es para los americanos, es decir, los estadounidenses, Asia deberá ser para los chinos). La dificultad del momento y del cambio de pivote queda expresada por el estallido de la crisis de Gaza: a Obama no le bastará con clausurar las dos guerras de Irak y Afganistán para culminar el giro. Era el último viaje del presidente con su socia del equipo de rivales, Hillary Clinton, ahora en vías de salida, que no pudo culminar la gira, puesto que fue requerida con urgencia en Jerusalén para obtener la tregua entre Hamás y Netanyahu.

La rapidez de China en su ascenso no se explica sin el zarzal iraquí y afgano con el que Bush entretuvo a Estados Unidos. Pero será difícil que Washington traslade definitivamente el pivote o eje del mundo y se dedique a disputar la hegemonía al socio y, sin embargo, rival estratégico que es China, si antes no cancela el pivote fijado por israelíes y palestinos en la tierra disputada de Oriente Próximo sobre la que todavía gira la estabilidad del planeta.



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
24 de noviembre de 2012
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.