Skip to main content
Escrito por

Lluís Bassets

Lluís Bassets (Barcelona 1950) es periodista y ha ejercido la mayor parte de su vida profesional en el diario El País. Trabajó también en periódicos barceloneses, como Tele/eXpres y Diario de Barcelona, y en el semanario en lengua catalana El Món, que fundó y dirigió. Ha sido corresponsal en París y Bruselas y director de la edición catalana de El País. Actualmente es director adjunto al cargo de las páginas de Opinión de la misma publicación. Escribe una columna semanal en las páginas de Internacional y diariamente en el blog que mantiene abierto en el portal digital elpais.com.  

Blogs de autor

El chasquido de la gran tijera

Ya se oye el chasquido de la gran tijera. La mayor poda de todos los tiempos ha empezado en los jardines europeos. Veremos paisajes desolados, árboles escuálidos y sin ramas, y mucha hojarasca y flores secas. Los leñadores han llegado con sus hachas y sus grandes podaderas, y donde no los había han sido los jardineros los que se han visto obligados a cortar, a pesar de sus deseos y promesas de huertos tranquilos y feraces.

La comparación en inevitable. Reino Unido y España son hermanos mellizos en cuanto a déficit: 11,5% del PIB, el primero, y 11,2% la, segunda. Las administraciones públicas británicas se hallan más endeudadas que las españolas: 68,1% del PIB frente a 53,2%. Las cifras del desempleo son mucho peores en España: 20% de la población activa frente al 8%. Pero, además, el Gobierno de Londres cuenta con dos ventajas: su moneda, la libra, que no se halla encorsetada por el euro; y el crédito del gabinete todavía en fase de formación, que se encuentra en lo más alto, ya no en referencia al de Madrid, sino prácticamente a todas las capitales europeas. Si Zapatero ha tenido que sacar la gran tijera a los seis años de su llegada a La Moncloa, en el mayor quiebro político jamás conocido por un gobierno español en democracia, David Cameron llega al número 10 de Downing Street con un amplio programa de poda y recorte que sólo va a atemperar la compañía obligada del liberal Nick Clegg. El contraste entre ambas situaciones políticas ilustra la buena fortuna y mejor cultura política de los británicos, que encaran la peor crisis de los últimos 80 años con el gobierno más joven, fresco y renovado, en personas y en ideas, de toda la Unión Europea. Basta con evocar, además de la España de Zapatero, la Italia de un Berlusconi terminal; la Francia de un Sarkozy en sus horas más bajas; y la Alemania de una coalición averiada y de una canciller, Angela Merkel, que ha perdido la oportunidad de convertirse en la líder que su país y Europa necesitan. Para no hablar de Holanda y Bélgica, sin gobierno y con elecciones anticipadas, así como un buen puñado de países con gobiernos trufados de populistas y xenófobos. Aunque esos felices recién coaligados son agua y aceite, la crisis aprieta. La política, que obliga a una renovación de hábitos y de sistema electoral, y la económica, que exige incrementos fiscales y difíciles ajustes para limitar el déficit. Cameron cuenta con la ventaja de su conservadurismo pragmático, alejado de ideologías puntillosas, más próximo a Tony Blair que a Margaret Thatcher. Tiene también una identidad política más de vivencia que de libre adopción, fruto de su respiración, de los alimentos que ha tomado y de la educación que ha recibido en casa y en la escuela, en lo más profundo de su clase social, la nobleza rural inglesa. Pero este conservadurismo genético y cultural se halla abierto a los nuevos tiempos y costumbres hasta el punto de que ningún otro dirigente tory ha tenido jamás una actitud tan abierta a los nuevos comportamientos sociales. Algo similar la ocurre a Clegg, su pareja de hecho política, que ocupará el extraño cargo de vicepremier creado ex profeso. En orígenes apenas difieren, pero sí en biografía y carácter. Aunque ambos son excelentes y convincentes oradores, formados en la misma fábrica elitista de donde salen los dirigentes de Reino Unido, Clegg es el político británico que más se parece a cómo son Europa y sus élites cosmopolitas. Su presencia en el gabinete es, por sí misma, todo un cambio en un sistema bipartidista actualmente exhausto y obsoleto, después de servir eficientemente a la gobernación de Reino Unido durante 200 años. La prueba es que el sistema electoral, históricamente al servicio del bipartidismo y del gobierno fuerte, sólo ha conseguido arrojar unos resultados que dan un Parlamento colgado y obligan al primer y único gobierno de coalición en tiempos de paz de la historia británica. La formación de este gabinete no significa ni garantiza el cambio de sistema electoral, pero en sí misma ya es todo un cambio en formas de hacer, que dejan de ser bipartidistas y se asemejan a los hábitos y mentalidad del continente. Aunque Cameron es profundamente euroescéptico, su decisión le acerca anímicamente al europeísmo, pues por algo la fórmula con la que gobernará es la de un casamiento con un partido, el liberal, abiertamente orientado hacia Europa. Pero ahora no hay ni puede haber Europa sin tijeretazos, y Cameron y Clegg llegan con las grandes tijeras en las manos. Es toda una ventaja. Si tienen oportunidad de desmentirse será para hacer mejores tareas, no para cortar más todavía. Lo contrario de lo que le sucederá a Zapatero, que terminará su segundo mandato cuando todavía no haya terminado el chasquido de la gran tijera ni llegado la estación del rebrote.

Leer más
profile avatar
13 de mayo de 2010
Blogs de autor

Más Europa, mejor Europa

El consenso de hace 60 años fue para no verse de nuevo unos y otros enfrentados en una guerra europea. Así, con la Europa resistente empezó todo. Un nuevo y voluntarioso esfuerzo fue necesario para unificar luego el continente: fue la Europa militante. Ahora, cuando todo parece ganado, también todo puede perderse si no hay un nuevo esfuerzo. No lo dictará la resistencia a una guerra que ha desaparecido del horizonte, ni el entusiasmo que suscitaba la perspectiva engañosa de un protagonismo futuro. El papel de Europa en la nueva arena mundial está perdido, quizás ya definitivamente, y por eso el actual impulso es reactivo y defensivo, dictado por la obligación de preservar lo conseguido y evitar una regresión que cuartee primero el continente y nos devuelva más tarde al mundo de los enfrentamientos y la guerra.

El problema es saber si puede construirse algo a partir de la resignación, no para ganar algo si no para no perder lo que todavía se tiene. Una Europa meramente de necesidad, organizada para darnos lo que ya no está de la mano de los Estados nacionales, difícilmente obtendrá la adhesión de los ciudadanos. Si hay que salvar el euro sólo por el valor del euro mismo, fácilmente cabe imaginar que los europeos empezaremos a detestar la moneda única en cuanto empiecen los sacrificios y los recortes que afecten directamente a nuestras vidas. Es difícil adherirse a una Europa que se gobierna a sí misma sólo para salvar su moneda con un programa que conduce a un empeoramiento del nivel de vida y de las oportunidades de sus ciudadanos. Es evidente que la solución es más Europa. Lo contrario, como sería el regreso a las monedas nacionales y a las devaluaciones competitivas, es el camino a ninguna parte. Pero no basta con avanzar en la gobernanza económica para que los europeos nos impliquemos y nos sintamos identificados con la Unión Europea. Hace falta avanzar en la unión política, potenciar de nuevo las políticas de solidaridad y de cohesión social, romper el tabú de la fiscalidad común, y sobre todo, no dejar que sea la banca financiera y los hedge funds los que marquen el paso a los europeos. No basta por tanto un poco más de Europa, sino que necesitamos Europa en grandes dosis, mucha Europa, tanta como sea posible y menos Alemania, menos España, menos Francia o menos Polonia. Con un propósito: una mejor Europa, mejor sobre todo para sus ciudadanos. No será fácil la superación del europeísmo de necesidad, adoptado resignadamente por una clase política renacionalizada. Exige, en todo caso, un proyecto europeo e incluso un método o modelo europeo pensado a propósito para alcanzarlo. Esto es lo que ha intentado ofrecer el Grupo de Reflexión presidido por Felipe González, con su documento sobre el horizonte 2030 que ya comenté ayer y que seguiré desarrollando en días sucesivos. Además de defender el euro con uñas y dientes, hora es ya de que los europeos nos comprometamos en un debate serio sobre nuestro futuro. Antes de que ya sea demasiado tarde y ya no quede del futuro ni las migajas.

Leer más
profile avatar
12 de mayo de 2010
Blogs de autor

Europa sigue siendo la solución

Felipe González ha devuelto la pelota. Los 27 le hicieron en diciembre de 2007 un difícil encargo, presidir y dirigir la reflexión de un grupo de ?sabios? sobre el futuro de Europa. Lo hicieron justo después de resolver su último embrollo institucional, la salvación de los restos útiles de la Constitución Europea, tras su naufragio por los rechazos de Francia y de Holanda. Y con un mandato complicado, lleno de prevenciones y cuestiones que no convenía tocar: por ejemplo, nada de reformar las tan manoseadas instituciones europeas. Este pasado sábado entregó el documento, breve pero denso, y lleno de propuestas e ideas que darán que hablar y suscitarán el debate sobre el futuro europeo, y lo hizo en el preciso momento en que la UE atraviesa el momento más crítico de su historia en el que se juega incluso el presente de la moneda única.

La idea del Grupo de Reflexión pertenece al repertorio más espectacular con el que Nicolas Sarkozy llegó a la presidencia francesa. El irrefrenable Sarko desplegó una batería de ocurrencias e iniciativas para hacer avanzar sus ideas sobre Europa, buscando el protagonismo de Francia, la exclusión de Turquía y contrapesos a la nueva Alemania unificada y al desplazamiento del centro de gravedad de la UE hacia el norte y el Este. Dos eran los instrumentos más directos para conseguir estos objetivos, que Sarkozy ligaba a la conclusión del proceso de ratificación del Tratado de Lisboa y a la idea de una estabilización definitiva de la Unión Europea, en la que se dejara de reformar los tratados y de discutir sobre las instituciones: uno era este Grupo de Reflexión, y el otro el proyecto de Unión para el Mediterráneo, que debían servir para fijar las fronteras definitivas de Europa y organizar una especie de nueva arquitectura alternativa, que sirviera para ofrecerle a Turquía una especie de premio de consolación. Sarkozy consiguió poner en marcha ambas iniciativas, pero después de que su debate con los otros socios europeos las dejara descafeinadas y desvirtuadas. El Grupo de Reflexión, planteado como un ambicioso proyecto de refundación de Europa, ha quedado en un trabajo muy bien hecho y muy sugerente, que hará un excelente servicio intelectual a todos, pero que no ha podido ni por sus medios ni por sus objetivos cumplir el sueño de la grandeur sarkozyana. "Soy de los que piensan que la marca de un hombre de Estado es la voluntad de hacer cambiar el curso de las cosas", había dicho en uno de sus discursos más inspirados, el día en que lanzó la idea: "Quiero que de aquí a final de año los 27 creen un comité de expertos de muy alto nivel, a imagen de los que presidieron Werner, Davignon y Westendorp o del comité Delors, para reflexionar sobre una cuestión que no por simple es menos esencial: ¿Cómo debe ser la Europa de 2020-2030 y cuáles sus misiones?". (El primer ministro luxemburgués Pierre Werner realizó en 1969 el primer informe sobre la Europa monetaria; el diplomático belga Etienne Davignon fue el autor del informe que lleva su nombre sobre política exterior europea, en 1970; el diplomático español Carlos Westendorp presidió el Grupo de Reflexión que preparó la revisión del Tratado de Maastricht; y Jacques Delors fue quien presidió el comité de donde salió el documento sobre la moneda única). El Grupo de Reflexión, acotado en sus funciones, se formó sin el encargo de fijar las fronteras, hasta tal punto de que unas frases del documento final parecen dedicadas expresamente a recordar el fallido encargo de Sarkozy: ?La UE debe seguir abierta a la adhesión de nuevos miembros potenciales de Europa, evaluando cada candidatura por sus propios méritos y su cumplimiento de los criterios de adhesión. Éstos son en realidad los ?verdaderos límites de Europa??. Esa pelota que González devuelve a los 27 tiene algo de pelota envenenada. Seguro que a Zapatero no le gusta la apuesta por la energía nuclear, ni a Sarkozy el apoyo a la candidatura de Turquía, o a Berlusconi la reivindicación de las aportaciones de la inmigración o del derecho de asilo. Pero uno de los atractivos del documento es que se nota claramente la libertad de los sabios para pensar y para expresarse. También la prudencia y la moderación de quienes tienen una larga experiencia política. El documento es fruto de un consenso, desempatado en su fase final por votaciones por mayoría. El resultado es muy interesante, porque es una síntesis del europeísmo más genuino tal como se da en todo el espectro democrático y en todas las latitudes de la geografía europea. Y en todo caso una demostración de que los ex pueden ser de gran utilidad a la hora de iluminar los problemas, suscitar los debates y ayudar a buscar las soluciones a nuestros problemas. El futuro de Europa tal como dibuja el Grupo de Reflexión corresponde a una doble visión: una está pegada a las tendencias más negativas observadas en la actual evolución y llega a pintar un cuadro de sombras aterradoras; mientras que la otra, vinculada a los éxitos obtenidos hasta ahora o a las soluciones que se proponen, se halla en las antípodas de un mundo ideal. Pero hay un pesimismo de fondo muy serio, sobre todo ante la escasa capacidad de reacción de las sociedades europeas, de sus élites y sus gobiernos, frente a los cambios que está experimentando el mundo. A fin de cuentas, el ?Proyecto Europa 2030? es una sirena de alarma, que suena en un momento especialmente oportuno, para que los europeos reaccionemos y salgamos de la inacción y la pasividad con que estamos enfrentando los grandes cambios que está experimentando el mundo. Todas las soluciones que propone parten de un mismo principio, que es el más genuinamente europeo: no es con menos Europa como llegarán las soluciones a los problemas y limitaciones de todos y cada uno de los países socios, sino con más Europa. Las naciones europeas son el verdadero problema, y Europa es la única solución. Nada distinto a lo que hemos podido contemplar este pasado fin de semana con la operación de salvación del euro. (Enlace con eldocumento del Grupo de Reflexión sobre el futuro de Europa)

Leer más
profile avatar
11 de mayo de 2010
Blogs de autor

Castigo al conservadurismo

El conservadurismo ha recibido un severo castigo. Angela Merkel aplazó cualquier decisión comprometedora para evitar un resultado adverso en las elecciones de ayer en Renania del Norte-Westfalia y ahora se puede quedar sin nada: ni las decisiones que no quiso o no supo tomar a tiempo, ni el gobierno del land, que probablemente pasará a manos socialdemócratas. Y además puede perder la mayoría que mantenía en el Bundesrat, la cámara alta donde están representados los länder y que es imprescindible para la aprobación de abundante legislación.

Lo más grave de las decisiones aplazadas por Merkel durante todo este tiempo es que la mayor de todas era el rescate de las finanzas públicas de Grecia y la creación de un sistema de contrafuertes para evitar que la tempestad financiera termine con el euro. Los más de trece millones de electores alemanes fueron convocados a votar mientras seguía en Bruselas el bullicio de reuniones europeas para realizar en unas pocas horas, antes de que abran hoy los mercados, lo que no se había podido hacer en los últimos tres meses por las constantes dilaciones planteadas, sobre todo, desde Berlín. Pocos dudan que la anterior gran coalición entre democristianos y socialdemócratas habría enfrentado la actual crisis con mayor seguridad y sin las divisiones en que se han enredado Merkel y sus socios liberales, empeñados estos últimos en bajar los impuestos lo antes posible. Las elecciones de ayer son en todo caso un peldaño más en la erosión del viejo bipartidismo alemán, pero la noticia es que Die Linke (La Izquierda), el partido que ha unificado a los izquierdistas del Oeste con los ex comunistas del Este, entra por primera vez en el parlamento de este land occidental. El hachazo sufrido por el laborismo el pasado jueves en las elecciones británicas pudo leerse como una nueva señal de alarma para una izquierda que parece dirigirse hacia el abismo. Pero en las elecciones alemanas de ayer, como en las regionales francesas de marzo, cabe observar algún signo de esperanza para la izquierda europea. Lo primero que dijo ayer la dirigente socialdemócrata, Hannelore Kraft, al conocerse las primeras encuestas fue que ?el SPD está otra vez aquí?. Sería duro que la izquierda recibiera el mismo castigo por la crisis cuando está en la oposición que cuando está en el poder, y que la derecha en cambio saliera indemne en ambos casos. Renania del Norte-Westfalia es un land de enorme peso político, que ya en 2005 adelantó la actual fórmula de coalición de Berlín de la mano de Jürgen Rüttgers, actual presidente regional y ex ministro federal de Educación con Helmut Kohl. Habrá que ver todavía el detalle de los resultados y combinaciones electorales en un sistema que ya conforman cinco partidos. Los amigos de Merkel habían especulado incluso, para mantenerse en el poder, con una coalición con los Verdes. Desde las corrientes más progresistas habrá presiones para que el SPD no se limite a incluir a estos últimos, con los que gobernó Schroeder, sino que inicien otro experimento, el de abrirse a Die Linke, algo que puede ser imprescindible para un futuro regreso de la izquierda al poder en Berlín en un parlamento tan fragmentado como el alemán. Además de un castigo para Merkel y a su fórmula de coalición, estas elecciones son un varapalo para Rüttgers, un personaje que alcanzó una cierta fama hace diez años durante una campaña electoral por una frase de tintes xenófobos: ?Kinder statt Inder? (niños en vez de indios). En vez de contratar informáticos indios Rüttgers prefería políticas natalistas que situaran a niños alemanes ante las pantallas de los ordenadores. A su visión maniquea y polarizadora de la inmigración se opone desde el sábado el documento del Comité de Sabios sobre el futuro de la UE, presidido por Felipe González, en el que se propugnan las dos cosas a la vez: Europa debe favorecer la natalidad de los europeos, pero sobre todo debe competir con las otras potencias desarrolladas para atraer la inmigración más preparada: nada menos que 68 millones de trabajadores cualificados nuevos necesitaremos en los próximos 40 años.

Leer más
profile avatar
10 de mayo de 2010
Blogs de autor

¿Pero quién manda aquí?

Esta pregunta está en el orden del día en Europa, donde las decisiones suelen tomarse siempre tarde y mal, arrastrando los pies y a regañadientes, acuciados por la necesidad pero frenados por una Unión Europea cuarteada e insegura, sin ni siquiera voluntad para ser ella misma. Si saltamos el charco y nos plantamos en Washington, nos encontramos con otro tipo de problemas: las decisiones se toman de forma fulgurante y con la autoridad que da una presidencia imperial como la americana, aunque luego los contrapoderes y los ácidos corrosivos de la opinión pública consigan matizar, dilatar la aplicación e incluso dinamitar las decisiones. Todo adquiere un aire radicalmente distinto en cuanto volvemos saltar otro charco todavía más grande, el Pacífico, y nos situamos en el centro del corazón del imperio del centro, es decir, en los pabellones cerrados de Zhongnanhai, en Pekín, donde vive y trabaja silenciosamente y oculta ante los ojos de la opinión pública la cúpula de la República popular de China. Allí ni se sabe cómo se decide ni exactamente quién lo decide, pero hay algo que no ofrece dudas: se decide y manda, y de qué manera.

La diferencia entre los tres estilos se refleja en todo. Por ejemplo en la comunicación entre los gobernantes y los banqueros centrales: los europeos practican un exquisito lenguaje de sobreentendidos, moteado por las protestas de los políticos que quisieran una comunicación más directa como la que se practica en Washington; en esta capital la relación es abierta y explícita: cada uno manda en su área, pero el presidente al final siempre tiene la última palabra. En Pequín, en cambio, todo funciona como una máquina silenciosa y engrasada: el poder político manda y los banqueros, todos, el central y los otros, obedecen. Así se imponen las ventajas de un capitalismo dirigido por un partido comunista. Cifras en mano: Estados Unidos crecerá este 2010 un 2?8 por ciento, la zona euro un 0?9 por ciento y China un 11?9. Los norteamericanos han salido ya de la recesión, los chinos nunca la han sufrido y los europeos apenas conseguimos asomar el hocico. Der Spiegel acaba de revelar buena parte de las peripecias más secretas de la Cumbre del Clima, celebrada en Copenhague en diciembre del pasado año. Los datos del crecimiento económico mundial tienen un reflejo en lo que sucedió en las tempestuosas reuniones para la reducción de emisiones a la atmósfera en las que fueron China e India quienes marcaron el paso, Europa dejó de existir y Obama tuvo que colarse a última hora para no quedar al margen del acuerdo entre los países emergentes. Y según el semanario alemán, quien llevó la batuta en todo momento y se llevó el gato al agua fue nada menos que el señor He Yafei, el viceministro de Exteriores chino, un diplomático del tercer nivel del Estado. (Enlace con la versión en inglés del reportaje de Der Spiegel)

Leer más
profile avatar
9 de mayo de 2010
Blogs de autor

El árbol del ahorcado

Son viejos los partidos, es viejo el sistema y también lo es este país que ha quedado colgado esta pasada madrugada de todos sus arcaísmos electorales y políticos. Para que todo funcione de forma aceptable deberá renovarse, como mínimo, la cúspide del laborismo; pero también el sistema electoral; e incluso las mentalidades. Con los resultados electorales en la mano, en cualquier otro país europeo, continental por más señas, se formaría una coalición en la que se buscaría un común denominador entre los programas de los partidos coaligados y se repartirían los cargos ministeriales en función del número de escaños parlamentarios. Esto es algo que repugna en el país donde las cosas se han resuelto siempre en el turno de poder entre dos partidos, y por eso cuesta imaginar una coalición conservadora-liberal.

El hecho indiscutible, por más que Brown construya una barricada en la puerta del número 10 de Downing Street, es que el laborismo ha perdido su mandato democrático para seguir gobernando. Así lo ha visto David Cameron en su primera declaración ante los resultados electorales esta mañana. El problema es que los conservadores no han obtenido un mandato suficiente para exigirle a Brown que levante la barricada y abra la puerta del número 10. Si a la noticia de que ninguno de los dos grandes partidos de toda la vida tiene la mayoría de gobierno se suma que tampoco los liberal demócratas de Nick Clegg han recibido un espaldarazo para intentar dirigir el país, al contrario, pues han quedado de nuevo donde siempre han estado, limitados como máximo a intentar ejercer de bisagra, se deducirá entonces hasta qué punto el parlamento de Westminster ha quedado colgado, asfixiado, ahorcado incluso por esos resultados electorales. Estas elecciones tienen algo de fin de época, sobre todo para los laboristas. Los votos han puesto fin a los trece años consumidos entre Tony Blair y Gordon Brown con una clara desautorización, que contiene el deseo de ver a los diputados laboristas sentados en los escaños de la oposición. La etapa en que se desplegó el último experimento de la socialdemocracia europea ha quedado totalmente clausurada. Hubo muchas etiquetas para esta tendencia, que en algún momento encandiló incluso a la derecha más moderada: Tercera Vía, el Nuevo Laborismo, los Nuevos Progresistas, los Nuevos Demócratas, el Nuevo Centro (Neue Mitte), y tres protagonistas como Bill Clinton, Gerhard Schroeder y sobre todo Tony Blair, el más conspicuo y peculiar de todos ellos, que engarzó su itinerario e incluso sus ideas con los ?neocons? y George W. Bush. Nada queda de todo ello después de la derrota de Gordon Brown, último y mediocre epígono de la moda ideológica más fascinante de la década de los 90. El problema es que tampoco nada ha nacido todavía después de la clausura de la anterior etapa. David Cameron es una promesa desde hace cinco años, a la que hizo sombra mediática otra promesa quizás prematura, la de Nick Clegg, pero ni uno ni otro han inaugurado todavía un camino que parezca nuevo hacia algún destino distinto. Tampoco ha sucedido nada parecido en el continente, donde quienes podían haberlo intentado, como Angela Merkel y su ministro de Exteriores liberal, Guido Westerwelle, se hallan en horas muy bajas, tal como van a corroborar con gran probabilidad los resultados electorales de Renania del Norte-Wesfalia el ?land? más grande de Alemania, que va a las urnas este domingo. La dificultad para gobernar, la desorientación, la crisis del sistema electoral, aliñadas con la desconfianza y el disgusto de los ciudadanos, no son exclusivas británicas. Las cosas que están sucediendo en Reino Unido, como las que suceden en cualquier rincón europeo, parecen imágenes fractales de una crisis, no sólo económica, que todo lo ocupa y todo lo corroe. El único dato positivo de todo ello es que los británicos, aunque no les guste, están en el mismo barco que todos los otros europeos, o si se quiere, colgados del mismo árbol.

Leer más
profile avatar
7 de mayo de 2010
Blogs de autor

Grecia somos todos

Grecia está en el origen, pero no es el problema. Sólo el eslabón más débil, que se ofrece espontáneamente a la tempestad de los mercados para romper la cadena. El siguiente eslabón ni siquiera debiera ser España. Antes se hallan Portugal e incluso Irlanda. Pero éstos son demasiado pequeños. La tempestad quiere bocados mayores, para sacudir y romper la cadena entera. La cadena es el euro, la presa a abatir ahora. Pero el problema, la causa de la atmósfera de cataclismo de estos días, no son ni el fraude estadístico de los griegos, ni la impávida frialdad de los alemanes, ni la ceguera española ante la crisis. Todas estas actitudes irresponsables son cooperadores necesarios, pero no causantes de la crisis. El origen está en Europa y en el empeño cada vez más extendido entre los europeos de rechazar el único remedio que podría resolver sus males actuales y futuros, como es la creación de una unión política que proporcione los recursos presupuestarios, las políticas fiscales y la cohesión social y territorial que exige una moneda única.

El periodista norteamericano Jacob Weisberg, director del periódico digital Slate, ha seguido estos días por encargo del diario británico The Guardian una jornada electoral de los tres candidatos británicos. El ejercicio de observación, según aclara su autor, es muy limitado para el ciudadano de un país al que le interesan muy poco las elecciones en Reino Unido, a pesar de la relación especial entre Washington y Londres siempre evocada desde esta última capital. Además, según confiesa alguien que vivió en Reino Unido en los tiempos de Thatcher, "el margen de diferencias entre las políticas propuestas por los tres partidos es sorprendentemente estrecho". No es ciertamente así como ven las cosas los británicos ni mucho menos los europeos. Pero está claro que la mirada lejana y extrañada del primo americano puede echar alguna luz novedosa sobre un enfrentamiento electoral tan previsible en ese eje horizontal entre derecha e izquierda con que todos los europeos leemos lo que va a suceder hoy en el Reino Unido. El candidato conservador, David Cameron, ha recentrado a su partido y lo ha abierto a cuestiones como el cambio climático, los derechos de los homosexuales, la mejora del sistema público de salud, o incluso "el reconocimiento del valor del Gobierno y la necesidad de los impuestos". Según Weisberg, exactamente en la dirección opuesta a la evolución del partido republicano norteamericano, lanzado en brazos de una extrema derecha libertaria e insurreccional frente al Gobierno federal. A pesar de lo que diga Weisberg, el envite de Cameron sigue ensartado en un tridente populista, formado por el recorte de impuestos, la limitación de la inmigración y el rechazo contundente y visceral de Europa. A la mirada norteamericana se le escapan algunas diferencias de dimensión. Tanto la victoria de Cameron hoy, sin el matiz de los liberal demócratas, como un castigo a Angela Merkel el domingo en las elecciones de Renania-Westfalia por la crisis griega, tienen algo del rechazo del Gobierno federal por parte de los ruidosos republicanos del Tea Party. Poco pueden hacer por sí solos los gobiernos europeos, incluido el británico, ante el cambio de dimensiones que ha sufrido la economía global y los estragos que está produciendo una crisis que en su origen fue financiera. Cameron representa la posición extrema de todo un abanico de posiciones crecientemente euroescépticas, en las que se incluye la antaño europeísta Alemania, que más crecen cuanto más perentorio es contar con un gobierno europeo que se enfrente a las dificultades de las cuentas públicas y del euro. Dos iniciativas emprendidas este año, con la aplicación del Tratado de Lisboa, son deberes pendientes en propiedad desde el Tratado de Maastricht, hace casi 20 años. Una es la llamada Estrategia 2020, repetición de los deberes fallidos de la Estrategia de Lisboa para 2010, que agrupa los planes para convertir a la economía europea en competitiva, crear puestos de trabajo de nuevo y situarla en cabeza del crecimiento mundial. La otra es la puesta en marcha del Servicio Exterior Europeo, que convertirá a la UE en la mayor potencia diplomática del mundo, al menos en recursos humanos. En el momento en que se diseñó el euro, los entonces 12 socios rechazaron la idea de avanzar en gobierno económico y en política exterior, y apostaron a fondo, en cambio, por ir ampliando la Unión sin apenas profundización política. A pesar de los pequeños avances realizados en los tratados de Amsterdam y Niza, ahora llegamos a la aplicación de Lisboa con un tratado de retraso, aquel retraso que recibía el castigo de la historia, según palabras de Mijail Gorbachov a Erich Hoenecker en 1989 poco antes de la caída del Muro y del comunismo. Nosotros, los europeos, sin querer darnos cuenta, cada vez nos parecemos más a los norteamericanos. Abominamos de la única medicina que nos puede curar: impuestos, inmigración y gobierno europeo. Y por eso tenemos también nuestro Tea Party, los reflejos de nuestras viejas naciones, inútiles para resolver los problemas de hoy pero en insurrección y celosas de la todavía posible única nación del mañana.

Leer más
profile avatar
6 de mayo de 2010
Blogs de autor

Cifras del apocalipsis nuclear

La demagogia, la tiranía y el populismo no están necesariamente divorciados con la verdad. Al contrario, a veces el zócalo sobre el que se construyen las peores amenazas totalitarias son verdades como puños. Repasemos los libros sobre la Europa de entreguerras y veamos la dosis de razones que contenían las locuras que sirvieron a Hitler para alcanzar el poder por las urnas y construir luego el Estado totalitario y genocida que condujo a la mayor guerra de todos los tiempos. Basta con citar una y quizás la más sustancial: las injustas indemnizaciones de guerra impuestas por los aliados en Versalles, con Francia a la cabeza, que contribuyeron a estrangular la economía de la República de Weimar.

Estados Unidos es el único país que ha usado el arma nuclear y posee todavía el mayor y más eficaz arsenal nuclear del planeta; y por ello Mahmud Ahmadinejad niega cualquier autoridad a la estrategia emprendida por Barack Obama dirigida a eliminar las armas atómicas, denuncia la utilización de Naciones Unidas y de la Agencia Internacional de la Energía Atómica para defender los intereses de Washington y se niega a aceptar cualquier régimen de inspecciones sobre su incipiente industria nuclear. Teherán, como le sucedía al Berlín hitleriano con París y Londres, tiene largas cuentas pendientes con Estados Unidos y sus aliados, desde el derrocamiento de Mossadegh por la CIA para defender intereses petrolíferos, pasando por el apoyo prestado a Irak en su larga guerra con Irán, y terminando con el régimen de sanciones y la presión para que someta su industria nuclear al control de las organizaciones internacionales. Los ejercicios de hipocresía y los dobles raseros son práctica corriente en las relaciones internacionales y todavía más en el terreno de la proliferación nuclear. Paquistán e India, ambas con armas nucleares pero países que no quisieron firmar el Tratado de No Proliferación, han recibido un trato bien desigual por parte de Estados Unidos, que ha vulnerado el TNP y ofrecido su colaboración civil con India mientras exigía el arresto y control del padre de la bomba paquistaní, Abdul Khan. La razón es sencilla, pero difícil de vender: India es un buen aliado, previsible y controlado; mientras que en Paquistán apenas se sabe quien controla la bomba, la inestabilidad política es bien evidente y es un país con unos servicios secretos todopoderosos y de fácil infiltración por parte de talibanes y yihadistas. El caso de Israel es más clamoroso, precisamente por la espesa bruma que se extiende sobre su dispositivo de disuasión atómica. Mientras no se aclare definitivamente el camino de la paz con sus vecinos será difícil que Israel acceda ni siquiera a sacar la cabeza de la bruma. La mejor disuasión es la que se fundamenta en la ausencia de información por parte del enemigo. El Tsahal sabe que no hay enemigos nucleares en el vecindario inmediato y que sólo Irán puede llegar a constituir una amenaza, existencial para más y preocupantes señas, en algún momento. De ahí que la contención primero y el desarme después del Irán nuclear sean la premisa para cualquier exigencia al Estado sionista en este capítulo. Por esta trabilla se engarzan el conflicto israelo-palestino y la dudosa hipótesis de una futura firma por parte de Israel del TNP, cosa que conduce al forcejeo entre Washington y Jerusalén: si no terminas tu con el peligro de Ahmadinejad, aunque sea con buenos modos, déjame que lo haga yo con los malos que tan bien sé manejar. Lo mejor del régimen de no proliferación construido durante la guerra fría es que ha funcionado de forma admirable si se compara con otros capítulos de la organización multilateral del mundo. El arma atómica ha hecho un servicio a la paz a través de la disuasión y de la idea macabra de la destrucción mutua asegurada, de forma que el número de estados nucleares ha quedado acotado a pesar del atractivo que tiene el arma como instrumento soberano. El precio son los desequilibrios ?las asimetrías- inevitables, la aparición de dos proliferadores fuera de todo control como Corea del Norte e Irán, y el peligro que representa su continuación en un mundo multipolar por los márgenes de inseguridad de unos arsenales que pueden caer en manos de grupos terroristas o mafiosos. Ahmadinejad ha impugnado ante Naciones Unidas, en el primer día de las sesiones de renegociación del TNP, el papel dirigente de Estados Unidos en este proceso. Pero en su argumento, basado en verdades incuestionables, muestra su absoluto desinterés por el objetivo de un mundo sin armas nucleares, pues la única forma de abrirse camino y quien sabe si en algún momento conseguirlo es que lo haga la primera superpotencia. El presidente iraní prefiere un mundo nuclearizado en el que Irán reivindique la legitimidad de su aspiración a igualarse en posibilidades a cualquier otro país con pretensiones de potencia al menos regional. De ahí el enorme valor del primer gesto de Estados Unidos en la apertura de las sesiones de renegociación del TNP. Al desvelar las cifras exactas, mantenidas hasta ahora en secreto, sobre la envergadura de su arsenal nuclear, como hizo el Pentágono este lunes, señala un camino de ejemplaridad informativa exigible a las otras potencias nucleares, demuestra que la primera superpotencia sí ha cumplido con las exigencias de reducción del TNP (ha pasado de 31.225 cabezas activas en 1967 a las actuales 5.113) y empieza a estrechar la horquilla entre las verdades molestas y los argumentos convenientes que juega en contra del desarme. Lo mínimo que les corresponde a quienes se oponen a los planes de Irán es seguir el camino de revelación de sus respectivos arsenales que ha tomado Obama.

Leer más
profile avatar
5 de mayo de 2010
Blogs de autor

Cuanto más pacífico es el ascenso, más inquietante

Sobre todo por la prodigiosa capacidad de oclusión informativa que tienen los grandes acontecimientos oficiales en la República Popular China. Que son tres de magnitud colosal en tres años, desde 2008: los Juegos Olímpicos de Pekín, del 8 al 24 de agosto en 2008; los actos del 60 aniversario de la fundación de la República, el 1 de octubre de 2009; y la Expo de Shanghai ahora, desde el 1 de mayo hasta 31 de octubre de 2010. He escrito oclusión informativa y quiero denominar con esta expresión la fuerza propagandística que tiene un Estado para proyectar a su gusto la imagen de un país moderno y eficaz y a la vez dejar cada vez más en la sombra tanto las disfunciones del sistema de capitalismo chino como su carácter totalitario y homogeneizador.

Los comunistas chinos están consiguiendo, a lo grande, lo que los franquistas reformistas intentaron con éxito muy mediocre en los años 60. Esos desfiles perfectos de sincronización; esos éxitos mediáticos en todo el mundo; esa capacidad para romper todas las barreras en la participación internacional, no son cosas muy alejadas en cuanto a inspiración de los esfuerzos desarrollados por Manuel Fraga y sus amigos hace 50 años en aquellas campañas de las que ya casi nadie se acuerda sobre los XXV Años de Paz, la promoción del turismo extranjero con su ?Spain is diferent? o del deporte con su ?Contamos contigo?, todas ellas caras propagandísticas del desarrollismo económico que cambió la faz de España en poco más de una década. Además de la diferencia de tamaño hay otra de contexto que es la que explica todo: quien tiraba de España económicamente era Europa y correspondía al régimen franquista hacer los esfuerzos para ser considerado por los países vecinos; mientras que en China quien tira del país es la propia economía china, gracias a su apertura al mundo global ciertamente. Pero no hay nadie capaz de exigir al régimen chino los estándares de derechos humanos y de Estado de derecho que se exigió a España cuando empezaron a moverse las cosas. Al contrario, lo que se teme desde Europa y Estados Unidos y conduce a la mayor prudencia frente a China, es que la superpotencia emergente utilice su poderío para trenzar peligrosas alianzas anti occidentales con los regímenes más detestados desde Washington y Bruselas. No es extraño que entre quienes mejor han entendido lo que está sucediendo en China estén precisamente los antiguos franquistas. El difunto José Antonio Samaranch, el español más admirado y adorado por los chinos (Samaranchi en chino), fue uno de estos franquistas que intentaron una modernización desde el totalitarismo similar a la de los seguidores de Deng Xiaping con el régimen fundado por Mao Zedong. Luego no tuvieron más remedio que abrir la mano hasta un punto al que los comunistas chinos no quieren llegar de ninguna manera y esto fue, felizmente, la democracia española. Fijémonos que, de nuevo salvadas las diferencias inmensas de dimensiones, dos son los puntos en los que ambos regímenes tropiezan con obstáculos aparentemente insalvables: el pluralismo político y los derechos de las nacionalidades y regiones. Estos días en que hay quien quiere poner en tela de juicio la transición española o plantear incluso una regresión respecto al Estado de las autonomías es momento también de desear que para los ciudadanos chinos llegue bien pronto la oportunidad de saltar desde una modernización totalitaria controlada por el Estado a una sociedad abierta y plural regida por un Estado de derecho democrático como sucedió en España hace 35 años, con libertad para los partidos y autogobierno para las numerosas nacionalidades que ahora sobreviven más que viven dentro de la República Popular China.

Leer más
profile avatar
4 de mayo de 2010
Blogs de autor

Dos historias ejemplares

Hay que tener coraje para competir en una carrera que tiene como máximo trofeo y honor convertirse en la persona más odiada del país. Así sucede en la mayoría de nuestras democracias, según comenta con agudeza Aditya Chakrabortty en la primera página de The Guardian de este pasado viernes a propósito de la campaña británica. El trofeo al más odiado es el envés del story telling, la narración como mensaje político. Gana quien construye mejor el cuento, quien sabe armar una historia humana capaz de convencer al mayor número de ciudadanos electores. Todo se juega en el mundo de los caracteres personales, los sentimientos, las proyecciones autobiográficas, las identificaciones y, finalmente, los valores difusos, mejor que las ideologías, programas y propuestas políticas concretas. Quien quiera convertirse en el más odiado debe, previamente, alcanzar la condición de personaje de una narración, casi de una novela, con la aspiración de convertirla en la historia inclusiva en la que se inserten sus seguidores.

Las primeras elecciones que tenemos ahora a la vista, las catalanas, con el acicate del misterio sobre la sentencia del Estatuto de por medio, nos han ofrecido estos días dos buenos frutos primaverales del story telling, compitiendo en el Día del Libro como si fuera la primera jornada de confrontación electoral. Se trata de Descubriendo a Montilla, del reportero Gabriel Pernau y de La máscara del rey Artur, de la ex diputada, columnista y tertuliana Pilar Rahola, que es quien ganó en cifras de ventas, libros que tienen muchas más cosas en común de lo que las apariencias indican, empezando por cuestiones elementales como que son encargos de la misma casa editorial, RBA; cuentan o contarán con ediciones en catalán y castellano, y en ambos se trasluce una similar inspiración. Sin El alba la tarde o la noche, de Yasmina Reza, el libro que la escritora francesa escribió sobre la campaña presidencial de Nicolas Sarkozy, no se habría producido ninguno de los dos encargos. Hasta tal punto es así que Rahola cita a Reza hasta cuatro veces y una sola, aunque muy significativa, lo hace Pernau. No hay dudas sobre el juego de identificaciones por motivos distintos: si Rahola se ve como Reza por la voluntad literaria, es Montilla quien se identifica con Sarkozy como hijo de la inmigración que alcanza la cima política. El story telling es bien claro en ambos casos. El Artur Mas de Pilar Rahola es un hombre que presenta como mérito mayor haberse emancipado de quien lo nombró (Pujol) y de quienes lo promocionaron (el núcleo soberanista de Convergència). Y el José Montilla de Gabriel Pernau es un político que encarna el sueño de ascensión social del inmigrante, consistente en alcanzar lo más elevado de la escala institucional del país que le acoge después de subir uno detrás de otro todos los peldaños desde la administración local. Son dos personajes muy distintos, uno independentista catalán y el otro federalista español, pero una lectura atenta les sitúa a ambos, al igual que sucede con las dos narraciones, en una contigüidad mucho mayor de lo que las apariencias indican. Los dos libros quieren superar los tópicos y las caricaturas para descubrirnos unos personajes desconocidos y ocultos. Los dos nos dan retratos favorecidos, aunque ambos autores reivindican la ausencia de limitaciones y la independencia con que han actuado. Aparentemente, como Yasmina Reza, ha sido absoluta la libertad con que Rahola y Pernau han preguntado y observado. Motivo de más para que sea aconsejable la lectura en paralelo, no sólo porque Mas y Montilla se enfrentarán en las elecciones lo más tarde en noviembre, sino por el interés intrínseco de un combate tan cerrado. El primero es un político que va a intentar por tercera vez, y probablemente la última, alcanzar la presidencia catalana después de haber quedado en cabeza en dos ocasiones, pero sin mayoría para gobernar; y el segundo es un jugador tenaz que nunca se rinde mientras la bola siga rodando. Hay un favorito, que es Mas, con unos sondeos clamorosos en su favor, pero Montilla es el titular y el partido ni siquiera ha comenzado. (Enlace, con los artículos de Chakrabortty.)

Leer más
profile avatar
3 de mayo de 2010
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.