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Escrito por

Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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Carta sin batalla por Mario Vargas Llosa

Estoy en Santillana del Mar -ya saben, ni santa, ni llana, ni marítima- y el guión se cumple: llueve y parece un día de primavera en Irlanda. Hoy es el "bloomsday". Un buen día para beber y recordar a uno de los más grandes de la literatura. Hoy es el día para celebrar a Joyce, para celebrar Ulises. Todo empezó con una masturbación de su novia y terminó en esa unión ejemplar de forma e historia. Lo que debe tener una novela: la verdad de las mentiras. Una verdad que desde hace décadas nos hace volver a Vargas Llosa.

Hoy, en el día del Ulises se han inaugurado las jornadas con tres escritores en esta ciudad, en este pueblo cargado de historia, del norte de España. Hay muchos escritores, críticos, profesores, incluso hay lectores. Las desgracias, como las gracias, nunca vienen solas. Una vez más Vargas Llosa, con su capacidad para arriesgar esa unión entre vida y literatura, nos ha dado una lección de las dos cosas. Decía José Donoso que estaban lo escritores del "boom", los excelentes, los buenos, los otros y el primero de la clase, ese era Mario Vargas Llosa. Con los años ha mejorado, ya no parece el primero de la clase.

Mantiene esa voluntad deicida de recrearlo todo, de contarlo todo desde lo pequeño hasta los más grande. Lo mismo que él admiraba en ese libro tan apasionante y extraño, ese libro sin tiempo y con época que es Tirant lo Blanc.

Uno de esos libros que se atreven a suplantar a Dios, de esa estirpe de escritores en la que podemos poner además del reivindicado autor de Tirant, a su admirador Cervantes. Y por hacer caso a Vargas Llosa, en esa tropa podría estar Fielding, Balzac, Dickens, Flaubert, Tolstói, Joyce, Faulkner... Y ahora, al margen de Vargas Llosa, o a su lado, también nos podrían acompañar en este día tan literario Kafka, Borges, García Márquez, Roth, McEwan y otros que deberían estar en la historia de nuestros deicidios.

La lista podría ser larga. Esta noche, con algún vino de la cena, después de que el novelista deicida haya reposado su visita al monasterio de Liébana, a esa biblioteca de un lugar de meditación, reposo y dudas, me atreveré a preguntar a Mario Vargas Llosa qué amplía su lista de los suplantadores de Dios. De esos dioses tan nuestros que no ocupan todo el lugar de un impr Lobable paraíso. En los cielos literarios los dioses tienen que saber compartir los espacios.

Y eso lo sabe Mario Vargas Llosa que cada día está más en la tierra. Aunque él también sea un deicida. 

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17 de junio de 2008
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De tetas, paraísos e infiernos

"Seríamos ladrones de senos. Entraríamos por los balcones sigilosos, con una linterna sorda, y llegaríamos descalzos a los lechos en que ellas duermen con su seno fuera...". Ése era uno de los muchos homenajes que Ramón, en libro memorable, hizo a los senos. No tetas, como dice el colombiano Gustavo Bolívar. En su novela sobre ese falso paraíso con el que sueñan pobres chicas de tetas pequeñas, fabricado de mal gusto y dinero del narcotráfico, no hay lugar para la literatura de Gómez de la Serna, para esos senos que "sobre las balaustradas de los balcones se asoman como niños curiosos". Ni siquiera lo habría para otra mirada, juvenil literaria, que un día escribió el católico y sentimental Juan Manuel de Prada sobre los "coños" y su pluralidad. No estaba el autor de Coños en esa comida que el editor Quique Polanco organiza en tiempos de Feria, pero sí estaba el autor de Sin tetas... Decenas de miles de ejemplares y series televisivas le contemplan.

/upload/fotos/blogs_entradas/ana_garca_obregn_med.jpgAllí se habló de todo, de tetas, tamaños, paraísos e infiernos. De machos y hembras. Cosas de escritores. Elevadas conversaciones como la verdad del físico de Ana García Obregón. Todo porque en otra comida -¡así estamos!- con un empeñado editor gallego de libros en español, como un vendaval, en la mesa de enfrente se sentó la auténtica Obregón. Con nuestras discretas miradas pudimos observar que mantiene unos equilibrios corporales impropios de su edad. Hicimos una porra sobre cirugía y realidad, verdad y ficción. No diremos más. Tenemos la intención de mantener a salvo lo que queda de nuestro maltratado, nocturno y bien bebido físico.

Con ese cuerpo nos fuimos de nocturnidad a un islote -escondido paraíso lleno de olivos, almendros, lirios, rodeado de rascacielos- llamado El Olivar de Castillejo. Además de la casa del fundador, José Castillejo, por allí siguen las casas de Menéndez Pidal, Dámaso Alonso o Ignacio Bolívar. Aquellos españoles que supieron vivir bien, entre la ciudad y el campo, sin olvidar músicas y poesías. Flamencos y poetas para pasar el frío de la primavera. Aute, Benítez Reyes, García Montero para las voces de Arcángel, Carmen Linares o Morente.

Con Morente, como con Lorca, no hace ni frío ni calor: hace Morente. Un paso más, ahora canta a Picasso. Otro amante de las mujeres -de todos los tamaños, edades y formas- y de sus senos. Picasso habría sido amigo de Morente y admirador de su cante. Y de su hija. Antes de cantar juntos, Morente se acerca al Guernica. Y a Gernika. El cuadro en Madrid, cerca del Prado, donde quiso el artista que estuviera. Y Gernika, el pueblo, en el recuerdo de todos, en los que no olvidan que el 26 de abril de 1937 el miedo y la muerte cayeron sobre un pueblo. Que se vayan.

Artículo publicado en: El País, 15 de junio de 2008.

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16 de junio de 2008
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Me gustan los mafiosos

Hoy están deteniendo en varias ciudades de España a supuestos integrantes de la "mafia rusa". Los tipos tienen un aspecto bastante vulgar. Nada que ver con los mafiosos del cine o de la televisión. Nada que ver con los modelos que implantaron James Cagney, Humphrey Bogart, Marlon Brandon, Al Pacino o Tony Soprano, por citar unos cuantos que han dado forma en nuestro imaginario a los tipos duros, a los fuera de la ley, a los que construyeron su propio reino, sus propias reglas, sus normas y su peculiar sentido del honor en la ficción. Fueron los arquetipos de los gánsters en algunas de las mejores películas de nuestra vida. Simpáticos y mafiosos. Algo así como Frank Sinatra cuando se ponía duro.

/upload/fotos/blogs_entradas/tim_adler_med.jpgEstoy leyendo un interesante libro titulado Hollywood y la mafia. Una documentada historia obre las conexiones, negocios e influencias de ida y vuelta en esos dos mundos. Hollywood fue un buen lugar para el dinero negro, para blanquear dinero que se ganó con métodos mafiosos. Lo escribió Tim Adler, que de pequeño de sorprendió en su primera visita a Nueva York como un mafioso en un hotel de lujo era recibido como una estrella Y, a la vez, Hollywood supo crear un modelo para que esos tipos, los gánsters, que eran incultos, toscos y mal vestidos, mejoraran su estilo. El cine imita a la vida. Y la vida imita al cine.

Hollywood enseña a los gánsters cómo vestirse, como comportarse. La mafia, el gángster de verdad, sirven de argumento a los guionistas, directores y actores. Se necesitan, se retroalimentan. Como recuerda Adler, magnates, gangster y estrellas a menudo provienen de los mismos lugares y han vivido en los mismos barrios. El abuelo de Sinatra era del mismo pueblo siciliano que Lucky Luciano. Hay muchos ejemplos, pero ese es bueno. El bueno, guapo, elegante de Frank, una de las mejores voces del mundo. El marido de Ava Gadner y de una muy joven Mía Farrow, entre otras, siempre dijo que hubiera preferido ser un "don"-un jefe de la mafia- antes que presidente de Estados Unidos. Cuando se encontró a Mario Puzo, el autor de El Padrino en un restaurante, alguien los quiso presentar porque Puzo se había basado en su figura para la creación del cantante, Johnny Fontano de la película de Coppola. Se equivocaron quiénes pensaron que la ficción no molestaría a Sinatra. Le insultó, le amenazó con romperle las piernas y le llamó "mierda de paloma y soplón del FBI". Puzo se fue con sus piernas a otra parte.

¡Que bien dan los mafiosos en el cine, en la literatura!... Nada que ver con esta tropa que hoy están siendo detenidos por nuestro juez más famoso. Un juez real que parece sacado de alguna ficción.

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13 de junio de 2008
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Verdadero o falso

Tengo un amigo que nos sorprendió invitándonos a cenar en su casa. La casa, estaba llena de cuadros contemporáneos que nos causaban envidia y sorpresa. ¿Cómo se había enriquecido tanto nuestro amigo? Es verdad que había tenido éxito como director y productor de cine. Pero esos "clementes", "chillidas", "manrays", "mirós"... eso parecía demasiado. No pude resistir pregunté por aquella colección. ¿Te gustan, verdad? También le gustaban a una famosa pintora que compartía la cena. Y a otros. Nuestro amigo sonrió satisfecho y confesó: "¡Todos son falsos!".

Excelentes falsificaciones. Tanto que habían producido en nosotros el mismo efecto que si hubieran sido auténticos.

He recordado esto leyendo un libro, bastante falso, pero no deja de tener la gracia de la impostura. El autor es un reconocido impostor, uno más de los que rodearon a ese genio y, sin duda, gran impostor llamado Salvador Dalí.

En un momento del libro se cuentan éstas cosas:

"¿Estás diciendo que las tres cuartas partes de todos los Dalís que hay en el mercado son "falsos falsos"?

-Aproximadamente, sí.

Amanda Lear tragó saliva.

-Esto me recuerda una cosa de cuando yo era su musa y él mi profesor de arte. Dalí me dejaba usar sus pinceles y lápices... Un día, Dalí me pidió que copiara un ángel de Leonardo da Vinci de un libro de arte. Una vez terminado me lo quitó de las manos, lo firmó y se lo dio a Gala. Aquella noche, Gala vendió mi copia a Gina Lollobrigida. Era un Amanda Lear "auténtico auténtico" y un Dalí "falso falso" con una firma de Dalí "auténtica auténtica".

Es decir un Amanda Lear, "auténtico-falso"

O quizá un Dalí "falso-auténtico"

Y eso lo cuenta uno de los muchos falsificadores que se acercaron a Dalí. Un artista auténtico que vivió haciendo de lo falso un arte más. El arte de hacer dinero con el mundo de papanatas que compra una firma para exhibir como auténtico un cuadro que no les importa, ni les gusta, creo.

Y es curioso que el ejemplo lo cuente una falsa mujer, o un falso hombre, que quizá nunca se llamó Amanda Lear.

¿Con cuantos falsos convivimos en nuestros museos, casas, galerías? ¿Y es lo falso peor que lo auténtico si no sabemos diferenciarlo?

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12 de junio de 2008
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Lo peor en este instante

LO PEOR

en este instante

está sucediendo,

realmente lo peor

está sucediendo ahora,

la vida continúa.

Ese es uno de los poemas-grabado de John Giorno. Uno de los mitos vivos de la Escuela de Nueva York. Uno de los tipos más singulares y  extravagantes del posmodernismo. Un tipo que merece la pena. Hace años el pintor, y otras cosas, Oscar Mariné me viene insistiendo en la personalidad y la originalidad de este poco común creador neoyorquino. Al fin han traducido uno de sus libros, la primera vez que un libro de Giorno se traduce completo al español. Gracias a DVD ediciones podemos acercarnos al muy despierto J. Giorno.

Algunos, no muchos, lo podrán recordar por una de las más aburridas películas de la historia del cine, Sleep de Warhol, era el personaje que durante seis horas dormía ante la cámara.

Después hizo muchas cosas. Incluso muy buenos negocios poéticos. Se inventó comentarios poéticos por teléfono, "Dial a poem" (Marque un poema) y sacó una pasta de las llamadas. Sabía como su amigo Warhol que el arte era, es, un negocio y supo agitar su talento. Tiempos de ruptura, de underground, de diversiones de aquellos que se querían escapar, al menos un poco, del pope poético llamado Allen Ginsberg.

Me gustan mucho esos poetas que colaboraron con músicos, que utilizaron su voz, que jugaron con las palabras y que supieron encontrar la energía en las ciudades, lejos de campestres lirismos y de hipismos utópicos.

Pasa el tiempo, las energías se transforman. Giorno ya no es aquél. Ni tiene que tomar LSD para ver a Buda. A Buda se le puede ver por los canales temáticos, pero es un placer leer en español a éste poeta con cáncer en un testículo. Un tipo que sabe aferrarse a la nada y que todavía no está dispuesto a que le quemen para brillar.

Un poeta que nos sigue recomendando las peores costumbres. Que comienza por aconsejarnos que "simplemente di no a los valores familiares."

En fin. Gracias por nada.

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10 de junio de 2008
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Leyendas y otros animales de Feria

La Feria sigue, crece, saluda al sol y expone a sus animales en jaulas estrechas, incómodas, municipales y efímeras. Los animales son fauna diversa, imprevisible y llena de manías. Unos, casi invisibles; otros, más visitados que una playa de Benidorm. Estrellas, como aquel oso blanco de cuando fuimos niños y paseantes en la Casa de Fieras. En ese parque nos han pasado muchas cosas emocionales, carnales y lectoras. Cada año, sueltos y sin bozal, regresamos a esa patria de libros. Porque nos quedan algunas patrias: los libros, las librerías y nuestra patria particular: nuestra biblioteca. Somos lo que es nuestra biblioteca. Es decir, un orden incierto, un complejo catálogo que mantiene ritos, mitos y leyendas. Hemos acumulado muchas vidas ajenas, muchas miradas, palabras, historias y fábulas que nos llegaron gracias a ese trinomio que forman escritores, editores y libreros. Artistas principales de la Feria del Libro.

Uno de los animales más conocidos de la Feria, cuarenta años le contemplan, es Jordi Herralde. Ha sido el primer gratificado por los libreros para el Premio Leyenda, un nombre que despista. Uno no se imagina a las leyendas bebiendo cervezas con hermanos libreros, editores y otros oficios como los hermanos Visor. Los visores: dos fieras legendarias, poéticas y festivas, dentro de la Feria y fuera de sus jaulas. Sin duda, Jordi Herralde es una leyenda en nuestra vida lectora.

Desde el año 1969, en que llegó con Enzensberger, hasta nuestros tiempos ha sabido resistir los días y las noches de nuestras principales fieras literarias. Ha soportado sus manías, sus reproches y sus justas, o menos justas, pretensiones dinerarias. Algunos de nuestros escritores no están con él -felizmente hay otros mundos, otros editores-, pero la mayoría o quiso o estuvo con él en un tiempo, en un país. Lejos de nuestros churros, de nuestro casticismo, Herralde nos hizo leer a los escritores que mejor han escrito en las propias patrias de sus idiomas...

La leyenda no tiene enmienda. Y no hablo de leyendas áureas, sino del gerundio de legere. En eso seguimos. En eso se reconocen los humanos en feria. Los que cada año se ponen delante de sus animales preferidos y les solicitan sus monerías. Cada uno con su estilo. Herralde contó algunas de las manías de su tribu. La más tímida, la olvidada en algún sur, Adelaida García Morales. La más estrella, la reina de la manada, Carmen Martín Gaite, una escritora que supo decir, dedicar y actuar como reina de su circo.

Vivo maestro en ese arte de marear sigue siendo Antonio Gala. Reina republicana de nuestra Feria, con su estilo firme y cálido es Almudena Grandes. Lo dijo esa leyenda llamada Herralde. No es de su tribu, pero quienes la leyeron, lo saben.

Artículo publicado en: El País, 8 de junio de 2008.

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9 de junio de 2008
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El torero republicano

Ciertamente el toreo es una cosa poco razonable, pero curiosamente es un arte, juego, que necesita racionalidad. Necesita razón. Y también locura. Emoción y conocimiento. Los que ayer pudimos ver en las Ventas a José Tomás no podremos olvidar ese misterio del riesgo y la belleza. Ayer volvió a sonar la música callada. También el clamor de miles de personas fascinados ante las cosas que hacía el torero madrileño. Uno de los más profundos, raros y necesarios que ha dado esta fiesta tan inusual. En momentos de crisis del toreo- sobre todo por culpa del toro y de los negociantes que lo rodean- la aparición de José Tomás, controlando con riesgo y racionalidad toda lidia es una prueba de que no todo está perdido.

Además el torero es republicano. Eso no lo hace mejor ni peor que otros. Pero sí le quita caspa españolista, casticismo derechista y otros tópicos y realidades que desdibujan la fiesta. Nacional, más o menos, pero también republicana. Los otros toreros brindaron un toro al rey. José Tomás brindó al público, a ese pueblo tan desigual y poco republicano que ayer llenaba la plaza. Algunos nos sentimos doblemente felices. Además es del Atlético de Madrid. Uno de los nuestros.

Decía Bergamín: "Un monstruo de la fortuna es el toro. El torero es un laberinto de razón. Si el sueño de la razón produce monstruos, como el Diablo, la razón de soñar hace laberintos, como Dios."

Ayer soñamos la tauromaquia. Nos despertamos y el arte seguía allí, en aquellas dos faenas de una tarde de primavera madrileña. Hay sueños con fortuna.

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6 de junio de 2008
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Concha Méndez, tapada y destapada

En la generación del 27 no hay mujeres, aunque las hubiera. Sin duda, dos poetas mujeres deberían haber estado mucho más presentes, Ernestina de Champurcín y Concha Méndez.

De la tapada y destapada Concha Méndez quiero contar algunas cosas. El otro día, después de tantos años, y gracias al empeño del Centro Cultural de la Generación del 27, se presentó la poesía completa en la Residencia de Estudiantes. El mismo lugar donde una tarde se presentó la joven Concha Méndez para regalar su primer libro a Federico García Lorca. Se presentó descubriendo un secreto. Se presentó como la desconocida novia de Luis Buñuel. Sí, el contradictorio Luis Buñuel, el "irracional" como le llamaba Pepín Bello, era novio secreto de ésta mujer tan libre, tan peculiar, tan independiente. Amante de los deportes, del jazz, los viajes, moderna sin sombrero y mujer libre en el amor. Toda una rareza en su tiempo. Todo eso, además de una curiosa intelectual y poeta, quedaba tapado por su condición de ser mujer en un entorno muy machista. El tan libre Luis Buñuel, se acostaba -o lo que hicieran en sus relaciones secretas- con Concha Méndez, pero no quería que estuviera en su entorno. No quería presentarla a sus amigos. El maligno de Pepín, esteta y exagerado, decía que no quería presentarla porque no era muy atractiva. No se, es posible. Después no quiso que su mujer estuviera cuando estaban sus amigos porque la bella Jeanne provocaba sus celos incontenibles. No tiene desperdicio su libro de memorias, libro que habría que rescatar: "Memorias de una mujer sin piano", se pudo haber llamado "Memorias de la cocinera de Buñuel". Fue una mujer sin piano porque a Luis le molestaba el piano. Y siempre fue una excelente cocinera. "La mujer, la pierna quebrada y en casa". Como Tristana.

Y Concha dejó de ser novia de Buñuel. Mejor con su amor siguiente, el poeta, editor e impresor, Manuel Altolaguirre. Al menos mejor durante unos años. Fecundos años de creación de la imprenta Sur. De las publicaciones de los poetas de su generación. Y ella seguía en los márgenes. ¿Por qué estas mujeres listas y libres soportaban esas sometidas historias con sus maridos, con sus novios, con su entorno de hombres? Sin duda eran otros tiempos.

Pasaron los años. Llegó el exilio y casi el olvido de una obra que nunca paró. Se separó de Altolaguirre, que se hizo muy amigo de Buñuel, y trabajó en el cine hasta que un fatal accidente de coche, cuando se dirigía al Festival de San Sebastián, acabó con su vida y la de su nueva compañera. Concha siguió siendo una mujer vital, inquieta, buscadora de felicidad a pesar de las adversidades y los desamores. Siguió creciendo como mujer y como poeta. Ahora finalmente rescatada.

Me gustan sus iniciales, una tanto inocentes, escarceos vanguardistas, ultraístas, como ese poema dedicado al jazz y resumen de lo feliz de los años veinte:

"Luces vibrantes. / Campanas histéricas. /Astros fulminantes. / Erotismos. / Licores rebosantes. / Juegos de niños. / Acordes delirantes. / Jazz-band. Rascacielos. / Diáfanos cristales. / Exóticos murmullos. / Quejido de metales."

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5 de junio de 2008
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Fuera esos hombres de mis calles

Hace tiempo vengo quejándome de algunas cosas que nunca cambian. Treinta años después de la llegada de la democracia en España tenemos que seguir soportando vergonzantes nombres de algunas calles. ¿Cómo es posible que una de las más hermosas, y principales, calles de Santa Cruz de Tenerife se siga llamando General Franco? Alguien podría imaginar la calle Adolf Hitler en el centro de Berlín. También pensaba poner el ejemplo de Mussollini en mi querida Roma, pero tal como están las cosas en Italia y cómo es el nuevo alcalde de Roma, todo disparate, toda regresión, es posible.

Puse el ejemplo de nombre de calle en Canarias porque siempre que voy me sorprende la cantidad y calidad de las calles que el fascismo español mantiene en Canarias. No se corresponde al pensamiento, la historia ni el carácter liberal de la mayoría de los canarios. Y que liberal nada tiene que ver con el ser liberal de Esperanza Aguirre, por ejemplo. No hay que viajar a Canarias para encontrar callejero franquista. No hace nada más que buscar en los callejeros de muchas ciudades de Castilla, Levante, Cantabria y otras muchas repartidas por casi todo el territorio español.

No todo está perdido, vengo de uno de los  primeros pueblos progresistas de España, Puerto de la Cruz. Fue el primer pueblo español que tuvo un ayuntamiento socialista, en los años 20 del pasado siglo. Ha sido uno de los pueblos más- y no necesariamente mejor- transformados por el turismo. Aunque conserva un entorno, algunas calles y una naturaleza envidiable. También una gente. Una gente que, al fin, en su mayoría se siente contenta por haber quitado el nombre de Franco en una de sus calles principales. Fuera la calle Francisco Franco, ¡viva la calle Agustín de Betancourt! Me alegro por los amigos de Puerto de la Cruz. /upload/fotos/blogs_entradas/muchas_veces_me_pediste_que_te_contara_esos_aos_med.jpgPor muchos, pero especialmente por uno de ellos: Juan Cruz. El periodista, novelista y antifranquista está contento, como lo están los del Instituto de Estudios Hispánicos, los del Museo de Arte  Contemporáneo, los concejales -menos los de Coalición Canaria- y la mayoría de los ciudadanos que no quieren seguir soportando calles con nombre de mala gente.

Juan Cruz nos ha contado muchas cosas del Puerto de la Cruz, ahora nos sigue contando desde la ficción cosas que le pasaron al chico que creció, se hizo periodista y novelista. Su última novela -no para- se llama Muchas veces me pediste que te contara esos años. Tiempo de franquismo, antifranquismo y sin franquismo. Me alegro por nosotros.

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4 de junio de 2008
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Cocinar hizo del mono un hombre

La cocina de las estrellas es un invento para ricos, políticos, empresarios y cargos públicos y echar de comer a los periodistas. La cocina es el medio. El cocinero es el mensaje. Habíamos conseguido lanzar un mensaje nuevo. Los españoles ya no éramos unos canijos comedores de patrióticas tortillas, ajos, paellas o gachas. Hace tiempo que no es así. Ya no somos canijos con mala leche -no es que estén abolidos, simplemente están en decadencia-, sino que somos un pueblo que come modernidad, experimento, deconstrucción y ciencia-ficción.

/upload/fotos/blogs_entradas/los_cocineros_ruscalleda_dacosta_berasategui_arzak_adri_y_arola_med.jpgDecía Montaigne que el hombre es un animal que guisa. Sí, pero también un animal que de vez en cuando levanta el hueso y atiza al mono que está cocinando diferente. No hemos cambiado tanto. Picasso también comía huevos fritos. Como Juan Mari Arzak. Y gambas a la plancha, como Ferran Adrià. Incluso callos, como Santi Santamaria. Sigue siendo más difícil cambiar de gustos culinarios que de religión o equipo de fútbol. Para ser buen cocinero es imprescindible tener memoria Y la memoria se alimenta con guisos de las madres, bocatas de la mili y cocidos populares. Hace unas noches, colado en una cena de casticismo progre y madrileño donde se proponía la refundación de izquierda desunida, tuve la sensación de volver a la prehistoria, antes de Arzak, mucho antes de Adrià. Allí, en aquel comedero de cuando fuimos progres, entre morcillas y codillos, entre cigarrillo y cigarrillo, se levantó Carrillo para aconsejar al bueno de Gaspar sobre la necesidad de soltar el lastre de la vieja izquierda: la grasa de los comunistas. Carrillo apuesta por la nueva cocina.

Bajamos grasa en el restaurante tan civilizado de Juan Miguel Sola, donde hasta la Casa Real tiene que esperar su turno. No había nadie de Comisiones Obreras, pero estaban muchos navarros ilustres, y uno de cuyo nombre no quiero acordarme, además de un grupo de emboscados intelectuales, arquitectos, escritores y gentes del cine que se sorprendieron con el brindis del presidente navarro. Aprovechó el pacharán para recordar que los vascos no eran un reino. Y que ellos tienen más gordos los espárragos. Se nota que estamos en plena guerra culinaria.

Esa misma noche, en Madrid, España, el gran cabreado y más grande cocinero Santamaria, volvió atizando donde más duele. Yo creo que Adrià y Santamaria están cada día más unidos por sus muchas discrepancias. Ellos, más la tropa vasca, representan a la cocina española. ¿A su pesar? ¿Los cocineros, como los peperos, son reinos de taifas? Decía Pla que "para comer tortilla en esta Península se requiere, demasiadas veces, una cantidad notable de patriotismo y fe en el país". ¿Aguantará nuestra selección de cocineros una tortilla española?

Artículo publicado en: El País, 1 de junio de 2008.

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2 de junio de 2008
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