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Verdadero o falso

Por 12 de junio de 2008 Sin comentarios

Javier Rioyo

Tengo un amigo que nos sorprendió invitándonos a cenar en su casa. La casa, estaba llena de cuadros contemporáneos que nos causaban envidia y sorpresa. ¿Cómo se había enriquecido tanto nuestro amigo? Es verdad que había tenido éxito como director y productor de cine. Pero esos "clementes", "chillidas", "manrays", "mirós"… eso parecía demasiado. No pude resistir pregunté por aquella colección. ¿Te gustan, verdad? También le gustaban a una famosa pintora que compartía la cena. Y a otros. Nuestro amigo sonrió satisfecho y confesó: "¡Todos son falsos!".

Excelentes falsificaciones. Tanto que habían producido en nosotros el mismo efecto que si hubieran sido auténticos.

He recordado esto leyendo un libro, bastante falso, pero no deja de tener la gracia de la impostura. El autor es un reconocido impostor, uno más de los que rodearon a ese genio y, sin duda, gran impostor llamado Salvador Dalí.

En un momento del libro se cuentan éstas cosas:

"¿Estás diciendo que las tres cuartas partes de todos los Dalís que hay en el mercado son "falsos falsos"?

-Aproximadamente, sí.

Amanda Lear tragó saliva.

-Esto me recuerda una cosa de cuando yo era su musa y él mi profesor de arte. Dalí me dejaba usar sus pinceles y lápices… Un día, Dalí me pidió que copiara un ángel de Leonardo da Vinci de un libro de arte. Una vez terminado me lo quitó de las manos, lo firmó y se lo dio a Gala. Aquella noche, Gala vendió mi copia a Gina Lollobrigida. Era un Amanda Lear "auténtico auténtico" y un Dalí "falso falso" con una firma de Dalí "auténtica auténtica".

Es decir un Amanda Lear, "auténtico-falso"

O quizá un Dalí "falso-auténtico"

Y eso lo cuenta uno de los muchos falsificadores que se acercaron a Dalí. Un artista auténtico que vivió haciendo de lo falso un arte más. El arte de hacer dinero con el mundo de papanatas que compra una firma para exhibir como auténtico un cuadro que no les importa, ni les gusta, creo.

Y es curioso que el ejemplo lo cuente una falsa mujer, o un falso hombre, que quizá nunca se llamó Amanda Lear.

¿Con cuantos falsos convivimos en nuestros museos, casas, galerías? ¿Y es lo falso peor que lo auténtico si no sabemos diferenciarlo?

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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