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Me gustan los mafiosos

Por 13 de junio de 2008 Sin comentarios

Javier Rioyo

Hoy están deteniendo en varias ciudades de España a supuestos integrantes de la "mafia rusa". Los tipos tienen un aspecto bastante vulgar. Nada que ver con los mafiosos del cine o de la televisión. Nada que ver con los modelos que implantaron James Cagney, Humphrey Bogart, Marlon Brandon, Al Pacino o Tony Soprano, por citar unos cuantos que han dado forma en nuestro imaginario a los tipos duros, a los fuera de la ley, a los que construyeron su propio reino, sus propias reglas, sus normas y su peculiar sentido del honor en la ficción. Fueron los arquetipos de los gánsters en algunas de las mejores películas de nuestra vida. Simpáticos y mafiosos. Algo así como Frank Sinatra cuando se ponía duro.

/upload/fotos/blogs_entradas/tim_adler_med.jpgEstoy leyendo un interesante libro titulado Hollywood y la mafia. Una documentada historia obre las conexiones, negocios e influencias de ida y vuelta en esos dos mundos. Hollywood fue un buen lugar para el dinero negro, para blanquear dinero que se ganó con métodos mafiosos. Lo escribió Tim Adler, que de pequeño de sorprendió en su primera visita a Nueva York como un mafioso en un hotel de lujo era recibido como una estrella Y, a la vez, Hollywood supo crear un modelo para que esos tipos, los gánsters, que eran incultos, toscos y mal vestidos, mejoraran su estilo. El cine imita a la vida. Y la vida imita al cine.

Hollywood enseña a los gánsters cómo vestirse, como comportarse. La mafia, el gángster de verdad, sirven de argumento a los guionistas, directores y actores. Se necesitan, se retroalimentan. Como recuerda Adler, magnates, gangster y estrellas a menudo provienen de los mismos lugares y han vivido en los mismos barrios. El abuelo de Sinatra era del mismo pueblo siciliano que Lucky Luciano. Hay muchos ejemplos, pero ese es bueno. El bueno, guapo, elegante de Frank, una de las mejores voces del mundo. El marido de Ava Gadner y de una muy joven Mía Farrow, entre otras, siempre dijo que hubiera preferido ser un "don"-un jefe de la mafia- antes que presidente de Estados Unidos. Cuando se encontró a Mario Puzo, el autor de El Padrino en un restaurante, alguien los quiso presentar porque Puzo se había basado en su figura para la creación del cantante, Johnny Fontano de la película de Coppola. Se equivocaron quiénes pensaron que la ficción no molestaría a Sinatra. Le insultó, le amenazó con romperle las piernas y le llamó "mierda de paloma y soplón del FBI". Puzo se fue con sus piernas a otra parte.

¡Que bien dan los mafiosos en el cine, en la literatura!… Nada que ver con esta tropa que hoy están siendo detenidos por nuestro juez más famoso. Un juez real que parece sacado de alguna ficción.

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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