Javier Rioyo
Hoy están deteniendo en varias ciudades de España a supuestos integrantes de la "mafia rusa". Los tipos tienen un aspecto bastante vulgar. Nada que ver con los mafiosos del cine o de la televisión. Nada que ver con los modelos que implantaron James Cagney, Humphrey Bogart, Marlon Brandon, Al Pacino o Tony Soprano, por citar unos cuantos que han dado forma en nuestro imaginario a los tipos duros, a los fuera de la ley, a los que construyeron su propio reino, sus propias reglas, sus normas y su peculiar sentido del honor en la ficción. Fueron los arquetipos de los gánsters en algunas de las mejores películas de nuestra vida. Simpáticos y mafiosos. Algo así como Frank Sinatra cuando se ponía duro.
Estoy leyendo un interesante libro titulado Hollywood y la mafia. Una documentada historia obre las conexiones, negocios e influencias de ida y vuelta en esos dos mundos. Hollywood fue un buen lugar para el dinero negro, para blanquear dinero que se ganó con métodos mafiosos. Lo escribió Tim Adler, que de pequeño de sorprendió en su primera visita a Nueva York como un mafioso en un hotel de lujo era recibido como una estrella Y, a la vez, Hollywood supo crear un modelo para que esos tipos, los gánsters, que eran incultos, toscos y mal vestidos, mejoraran su estilo. El cine imita a la vida. Y la vida imita al cine.
Hollywood enseña a los gánsters cómo vestirse, como comportarse. La mafia, el gángster de verdad, sirven de argumento a los guionistas, directores y actores. Se necesitan, se retroalimentan. Como recuerda Adler, magnates, gangster y estrellas a menudo provienen de los mismos lugares y han vivido en los mismos barrios. El abuelo de Sinatra era del mismo pueblo siciliano que Lucky Luciano. Hay muchos ejemplos, pero ese es bueno. El bueno, guapo, elegante de Frank, una de las mejores voces del mundo. El marido de Ava Gadner y de una muy joven Mía Farrow, entre otras, siempre dijo que hubiera preferido ser un "don"-un jefe de la mafia- antes que presidente de Estados Unidos. Cuando se encontró a Mario Puzo, el autor de El Padrino en un restaurante, alguien los quiso presentar porque Puzo se había basado en su figura para la creación del cantante, Johnny Fontano de la película de Coppola. Se equivocaron quiénes pensaron que la ficción no molestaría a Sinatra. Le insultó, le amenazó con romperle las piernas y le llamó "mierda de paloma y soplón del FBI". Puzo se fue con sus piernas a otra parte.
¡Que bien dan los mafiosos en el cine, en la literatura!… Nada que ver con esta tropa que hoy están siendo detenidos por nuestro juez más famoso. Un juez real que parece sacado de alguna ficción.