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Escrito por

Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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Músicas para torturar

Ayer  una perseguida por el pinochetismo, contaba en El País, que para torturarla la ponían Julio Iglesias. Hace días otro de aquellos famosos cantantes sentimentales recordaba aquellos chistes de Perich en los que la tortura eran canciones de José Luis Perales. Hay sádicos de todos los gustos, de todas las estéticas y de muchas músicas. Cuando a la torturada chilena le ponían canciones de Julio Iglesias- también de Nino Bravo- con la intención de acallar los gritos, ellas contraatacaban con "Palabras para Julia" de Paco Ibáñez. Yo creo que también, gustándome mucho, habiendo seguido desde muy joven sus canciones, conociendo casi todas sus canciones/poemas cantados, para mí sería una tortura estar condenado a escuchar todo el rato a Paco Ibáñez. Quizá no comparable a tener que escuchar a Julio Iglesias, Nino Bravo o Perales. Toda música impuesta acaba siendo un ruido odioso.
 
Recuerdo aquella película de Polanski, La muerte y la doncella, basada en una obra de Ariel Dorfman, con maravillosa interpretaciones de Ben Kingsley -como el torturador descubierto- y Sigourne Weaver, la chilena torturada. Allí la música de la tortura era mucho más refinada, el personaje de Kingsley escuchaba constantemente la pieza de Schubert del mismo título de la película. Una de las más intensas y hermosas músicas que se recuerden. También puede servir para torturar.
 
No tengo claro si es más torturador, más perverso, el que tiene los gustos tan populares, o tan poco refinados, como para poner a Julio Iglesias o el refinado que escucha a Shubert. Casi me da más miedo el refinado. Me recuerda a lo perverso del personaje de "Las benévolas" o al propio y muy inquietante, perverso y odioso de la obra de Dorfman.
 
En cualquier caso, éste fin de semana, volveré a escuchar a Shubert, no estoy preparado para Julio Iglesias.

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19 de diciembre de 2008
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Justicia o belleza

Estoy leyendo un libro sobre clásicos muy cercanos. En un capítulo se habla de la oratoria. El autor de ésta reivindicación, modernización, de los clásicos, es Luis Antonio de Villena, reconocido escritor de saberes varios, dispersos, antiguos y renovados. Su pluma no está en demérito de su capacidad para la oratoria. /upload/fotos/blogs_entradas/biblioteca_de_clsicos_para_uso_de_modernos_med.jpgMuy dotado para los discursos, para los parlamentos, incluso sin hacer uso del punto ni la coma cuando se está expresando verbalmente. Buen poeta, excelente divulgador. En su último libro Biblioteca de clásicos para uso de modernos, nos recuerda ésta emocionante historia de belleza, justicia y debilidades:

"Hipérides fue célebre porque en un discurso perdido defendió a Friné, la hermosa cortesana y modelo de Praxíteles, que la convertía en Afrodita, cuando fue acusada, como antes Sócrates, de corromper a la juventud. Hipérides la defendió con brillantez, pese a lo cual (Se dice en la Vida de los diez oradores) "Friné estaba a punto de ser declarada culpable cuando Hispérides la hizo comparecer, la desgarró el vestido y dejó sus pechos al descubierto. Los jueces contemplaron su belleza y la absolvieron"

Bien es verdad que no eran tiempos de democracia paritaria. Que eran injustos, estetas, paganos y otras incorrecciones políticas y éticas. Estéticamente me emocionan, me causan envidia. ¡Yo, aquél que nunca vio los pechos de Friné!.. La verdad es que también he tenido la suerte de ver algunos hermosos y más cercanos.

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17 de diciembre de 2008
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Maneras de decir no

Siempre me ha sido más fácil decir sí. Aunque estuviera deseando decir lo contrario. Digo sí y luego hago lo que quiero. No siempre, el sí, obliga, atrapa y nos hace cómplices. Y, sin embargo, si pudiera liberarme de mi facilidad para aparentar amabilidad, buen rollo, y esas cosas que nos permiten pasar por ser amables, receptivos y hasta simpáticos. Decimos sí. Decimos gracias, muy bueno, bien, estupendo, interesante y tantas cosas para no decir lo que pensamos.
 
Algunas veces supe decir no. Al menos cantarlo: "diguem no". Eso era lo que nos propuso Raimon. Y ciertamente dijimos no a todo aquello del franquismo. Aunque como otro mucho decían sí, o no decían nada, terminó muriendo en la cama y sin que le hubiéramos lanzado un zapato usado.
 
/upload/fotos/blogs_entradas/el_arte_de_rechazar_una_novela_med.jpgMe ha gustado mucho encontrar un libro, inteligente, con buen humor y con varias -muchas- lecciones prácticas de cómo decir no. Es una pena que sólo se refiera a como decir no si eres editor y tienes que contestar a un autor. Por algo se empieza. He leído con mucho interés El arte de rechazar una novela, escrita por un canadiense llamado Camilien Roy. No sé cuántas veces sufrió un rechazo por parte de los editores, pero desde luego se conoce las fórmulas para hacerlo. Varias decenas de maneras de decir no. Clásicas, sentenciosas, altivas, poéticas, sarcásticas, analíticas, pesimistas, demoledoras... Por razones de espacio sólo transcribiré algunas de las más cortas.
 
"Sin preámbulos
 
Señor:
 
Para decir las cosas sin rodeos: después de haber leído algunas páginas de su manuscrito jamás y en ninguna circunstancia se nos ocurriría publicarlo. Le agradeceríamos que en el futuro no vuelva a mortificar a nuestro comité de lectura con envíos de esta índole"
 
"Conciso.
 
Señor:
 
Hemos leído. No nos ha gustado. Lo sentimos, pero lo rechazamos"
 
"Directo
 
¡No!"
 
"Silencioso
 
..."
 
Hay otras muchas, pero son más largas.

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16 de diciembre de 2008
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Secretos pintados, murales perdidos

Pocas mujeres americanas tan inquietantes, tan hermosas e incomprensibles como Blanca Luz Brum. Hace años, en Montevideo, en la librería del judío Moses, compré un libro sobre la vida de una inquietante y hermosa uruguaya, unas falsas memorias escritas por Hugo Achugar. Las devoré fascinado y desde entonces llevo años persiguiendo al fantasma real de una mujer que parece una leyenda. Atrapado por su vida, por sus excesos -no soy el único, me acompañan Andrés Trapiello y Juan Manuel Bonet-, el otro día me volví a encontrar con su realidad, su mito, en un artículo de Soledad Gallego-Díaz. Hablaba de un mural del "coronelazo" y pintor David Alfaro Siqueiros. Los desnudos de la mujer rubia de esa obra perdida, y rescatada en Buenos Aires, son los de Blanca Luz, su mujer durante algunos años al principio de los treinta del pasado siglo.

/upload/fotos/blogs_entradas/blanca_luz_brum_med.jpgSeductora, muy joven, Blanca Luz Brum se escapó de su colegio de monjas y se dejó raptar por un poeta enfermizo.

Tuvo muchos amores, muchos hombres, muchas ciudades y varias vidas. Coqueta, mentirosa, seductora, desde que muy joven se escapó de su colegio de monjas, se dejó raptar en una motocicleta por el poeta enfermizo, moderno, amante de Lenin, del fútbol y niño bien limeño Parra del Riego. Ella había nacido hermosa y con ganas de escapar. Tuvieron un niño y el poeta murió. Y Blanca Luz siguió su vida enamorando a poetas, políticos, pintores, revolucionarios y ricos. Y abandonándolos. Fue una "reina comunista", una cortesana de tiempos revolucionarios. Exaltada escritora, poeta mediocre, que desde su belleza, su impertinente juventud y su osada libertad se metía con "las poetisas gordas, invertidas, sucias; con los poetas serios, muñecotes rellenos de piedras, melenudos, momificados, egipciados...".

Tiempos de amor con el estalinista, bebedor de tequila y gran pintor que ya había gritado "abajo la pintura de caballete", Siqueiros. Una vida llena de emociones, cárceles, confinamientos, asesinatos políticos, aventuras revolucionarias y amigos que se llamaban Frida Kahlo, Diego Rivera, Tina Modotti, Eisenstein, Álvares Bravo, Sandino o Pablo Neruda, con él conoce alguna noche de amor. Mientras su marido la pinta desnuda para el mural del rico mecenas Natalio Botana, ella ya está enredada con el "emperador, el ciudadano Kane" de la prensa argentina. No le dura mucho Botana. Cambia de amante, de país, y se casa por la Iglesia -sin haber renunciado a la fe comunista- con un ingeniero chileno. Después vendrían los amores peronistas, incluido Juan Domingo, antecedentes de aventuras entre la progresía y la burguesía de Chile. Cada vez más rubia y más conservadora. Quiere luchar contra "los rojos", huir de Allende, refugiarse en la España de Franco. Termina sus días protegida y admirada por Pinochet, en la isla de Robinson Crusoe. Olvidada de sus viejos compañeros de viaje, vive su última huida hacia delante.

Artículo publicado en: El País, 14 de diciembre de 2008.

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15 de diciembre de 2008
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Misterio, emoción y riesgo

Estoy en  Burgos. Es una calmada, hermosa, provinciana y tranquila ciudad, dónde nunca parece pasar casi nada. En esa ciudad, en los días anteriores al 18 de Julio de 1936, sitúa la acción del primer tomo de su trilogía narrativa Oscar Esquivias. En su particular homenaje a la obra de Dante,  el libro dedicado al paraíso comienza en esa ciudad tranquila en los días previos al estallido de la barbarie de la guerra civil. "Inquietud en el paraíso", una de las más originales novelas españolas de los últimos años. Después la ciudad conoció el riesgo, seguramente la emoción de la tragedia durante unos días. Pero el asalto a la razón no conoce el misterio.

El misterio, acompañado de la emoción y el riesgo, pertenece más a los mitos, a la ficción que a la realidad. Por ejemplo la historia del Cid, el caudillo castellano, amigo de moros y combatiente contra ellos, mercenario, gran guerrero, poderoso y contradictorio parece un personaje de ficción. Y lo es. Más allá de la veracidad de su historia tuvo la suerte de encontrar quién lo escribiera. Sin "El cantar del Mío Cid", su historia estaría eclipsada, olvidada.

Eso es lo que reivindica Fernando Savater en su último libro. /upload/fotos/blogs_entradas/la_hermandad_de_la_buena_suerte_med.jpgUno de esos libros que nos acercan al más interesante y provocador de nuestros intelectuales con compromiso civil. Uno puede discrepar de sus posiciones políticas, incluso puede prescindir de sus novelas, pero siempre nos acompañará el autor de "La infancia recuperada". También de otros libros de gozoso paganismo, de rebeldías felices, de apostasías razonables y ahora ésta reivindicación de la aventura, de la necesidad de la ficción. . La ficción es parte de nuestra realidad. Lo dice con Chesterton: "la literatura es un lujo, la ficción una necesidad". Y recuerda Savater como en una encuesta sobre personajes de ficción favoritos aparecían Ricardo Corazón de León o Winston Churchill. Podía también haber estado Rodrigo Díaz de Vivar. Y triunfó como personaje histórico Sherlock Holmes.

Savater en su libro sobre sus películas y obras de ficción con misterio, emoción y riesgo favoritas, también recuerda aquello que contestó Borges cuando le preguntaron sobre su personaje histórico favorito. Cautelosamente respondió: "Bueno, todos somos históricos, ¿no?". Y ante la insistencia del periodista, "acicateado sin misericordia por su inquisidor, se decidió por fin por uno de nosotros: "Don Quijote".

Tienen razón Borges y Savater, algunos de los personajes de la ficción han sido, son, en nuestras vidas tan reales, tan necesarios que no acertamos a diferenciar realidad o imaginación. Ante la duda, nos quedamos con la imaginación.

Un libro que termina con dos cánones sobre los libros y las películas de su vida. Otro día las comentaremos.

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12 de diciembre de 2008
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Cantos prohibidos

Me llegan unos libros que compré en México, tardan pero llegan. Uno de ellos está publicado por un grupo mexicano llamado "Círculo Ezra Pound". Es la edición de sus Cantos prohibidos. Los poemas, como los cantos de Pound, son excelentes, extraños, valientes y muy repudiables desde algunos puntos de vista. Al menos muy repudiables desde la democracia. Son los poemas de un fascista. De un perdedor, y encerrado por su pensamiento fascista, que ni se arrepiente, ni disimula. Hubiera muerto en el manicomio si no hubiera sido por la intervención  de Robert Frost, Hemingway, Eliot, W. Carlos Willians, Zufofky y Allen Ginsberg, al menos eso dicen los simpatizantes ideológicos que han editado este libro. Y que hacen una alabanza, no sólo de los poemas, sino también de la ideología de Pound. Le vemos en una foto en Italia, años 50 y levantando el brazo a la manera de sus compañeros fascistas.
 
A Mussolini, tan admirado por el poeta, le llamaba the boss  y a los demócratas se refiere como "totalitaristas democráticos" y se congratula de haber permanecido, en compañía de pocos intelectuales, en "pie en un mundo en ruinas".
 
Se habla de sus compañeros de viaje: Celine, Drieu la Rochelle, Knut Hamsum. Sin duda esos fascistas eran tres grandes, son grandes por su literatura. No viene mal que sepamos que como personas, como seres que opinan, votan, van a las guerras y otras actuaciones no estén en nuestro lado. Reconozco que me gustan éstos y otros muchos -la lista española es grande- escritores fascistas. De Hamsun, se dice que "es uno de los pocos premio nobel que vale la pena- se nota que estos fascistas son muy sectarios- y que fuera decisiva influencia en Juan Rulfo". ¿Juan Rulfo, influenciado por el fascista Knut Hamrun? ¿Y por qué no? Aunque, la verdad, nunca se me hubiera ocurrido. Da igual. Seguiremos leyendo a algunos fascistas.

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11 de diciembre de 2008
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Atrapado por esa chica

Es pequeña, flaca, asocial, tatuada, agresiva y con un pasado lleno de oscuridades, psiquiátricos, casas de acogida y malos informes. Bisexual, escurridiza, poco habladora y con unos cuántos piercing repartidos por su diminuto cuerpo. Cero en conducta en sus colegios, sin terminar sus estudios, sin formación cultural y, por supuesto, no sabe comer, ni vestir. Los que la conocen, muy pocos, están convencidos de su rara inteligencia, de su capacidad investigadora, de sus habilidades para hacer toda clase de juegos, trampas y averiguaciones por al red. Tiene un pasado oscuro, un presente extravagante y no parece tener ningún futuro.

/upload/fotos/blogs_entradas/los_hombres_que_no_amaban_a_las_mujeres_1_med.jpgEso es lo que parece, lo que sabemos de ella. También está el otro lado, el misterioso, el fascinante y peligroso que la hace ser inquietante y extrañamente deseable. Tiene un erotismo, un poder de atracción y eso que llamamos "morbo" que me hace pensar que es una de las razones fundamentales para que millones de personas de todo el mundo estén enganchadas a su historia. Nos quedamos atrapados ya en aquél primer encuentro, cuando nos encontramos entre los seducidos por esa historia llena de intrigas, misterios, abusos, amores, dinero, periodismo, negocio y miserias del mundo más desarrollado. Aquél descubrimiento llamado "Los hombres que no amaban a las mujeres".

Ahora, con más peligros, más personajes turbios, más violencia y más corruptos, ella, nuestra querida Lisbeth Salander, se muestra como uno  de esos personajes no heroicos, uno de esos antihéroes, que tanto queremos en la ficción. En la realidad sería altamente insoportable alguien que se pareciera a la protagonista de "La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina". Hemos terminado la lectura de éste segundo tomo atrapado entre sus páginas, ávido de culebrones, enganchados a sus turbias aventuras. Nos hemos reconocido en nuestro lado de lectores de best seller. ¿Y qué? Lo somos, al menos lo somos de esta saga que un día se le ocurrió a ese desconocido, hoy famoso póstumo, llamado Stieg Larsson.

Lo peor es tener que esperar unos meses para seguir enganchados con la inquietante Salander.  Me relajaré, felizmente hay otros libros, miles, incluso mucho mejores...pero menos adictivos. ¿Cuál es el secreto?

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10 de diciembre de 2008
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Si te dicen que caí

Siguen los pistoleros. Hace tiempo que no llevan uniforme franquista, ni camisa azul, ni signos fascistas históricos, son perversa suma de lo peor de todo aquello. Restos de una negra camada, panda fanatizada dispuesta a seguir gritando: "¡Viva la muerte!". Los asesinos etarras siempre han estado más cerca de aquellos esperpénticos, falsos patriotas del "¡Muera la inteligencia!" que de los ciudadanos que votan, dudan, trabajan, están en paro o van al teatro.

Ridruejo pasó más de media vida rectificando los errores de sus años hímnicos, falangistas, fascistas y franquistas.

Veníamos de ver en A Coruña la extravagancia de una estatua dedicada a Millán Astray. Anacrónica, fea y estúpida manera de recordar, a la fuerza, a uno de los peores personajes de nuestra historia. Chulo, exaltado, matón, vividor, casado con beata, amigo de folclóricas, simpático, manco, tuerto y tabernario. Hiperrealista modelo de una patria que se impuso por la fuerza. Y hemos visto, en el teatro Valle Inclán -otro gallego y manco, pero en las antípodas de Millán Astray- una obra en la que el protagonista es aquel general que presumía de ser novio de la muerte. El actor, Adolfo Fernández, habla, ríe, bebe y canta los himnos que acompañaron la vida del general mutilado. Algunos jóvenes se reían, seguramente pensaban que aquellos gritos, aquellas letras chulescas o líricas, eran una exageración teatral. Es teatro y fue verdad.

Y verdad fue, aunque no creo que tenga muchas estatuas, espero que sí algunas democráticas calles, la vida de un compañero de primeros viajes, patrióticamente exaltados, la interesante vida de Dionisio Ridruejo. /upload/fotos/blogs_entradas/lavidarescatada_med.jpgCoincidieron en los años más crueles del franquismo, uno nunca se arrepintió, el otro, Ridruejo, pasó más de media vida rectificando los errores de sus años hímnicos, falangistas, fascistas y franquistas.

Ahora que celebramos aniversario constitucional es buen momento para acercarse a la doble vida -La vida rescatada como titula su biógrafo, Jordi Gracia- del más lírico de los falangistas de primera hora. Tiempos de puños y pistolas, de asesinos y poetas. Tiempos que Juan Marsé hizo novela, que tituló con unos versos que podrían haber sido escritos por Ridruejo -escribió otros del Cara al Sol- y que sirvieron para que el demócrata, el fascista arrepentido, se encontrara con una novela que para él fue un doloroso regalo. De los que hacen crecer. En ese texto de Ridruejo, que fue prólogo de la primera edición española, dice que Marsé le pareció el "hombre menos afectado del mundo". Volver a Marsé. Huir de los miserables. Mejorar leyendo lo que escribió ese premiado que huyó del "estrépito de himnos idiotas y banderas depravadas". Leer al "ceñudo, maldiciente, de pupila desarmada y descreída, escépticos los hombros, nariz garbancera y un relámpago negro en el corazón y en la memoria". No lo olvidaremos.

Artículo publicado en: El País, 7 de diciembre de 2008.

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9 de diciembre de 2008
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Montañas nevadas, lecturas al viento

Recuerdo con placer unos días aislados en montañas nevadas de un lugar del Tirol. Un pequeño accidente me obligó a no descender más montañas nevadas, pero a seguir entre la nieve unos días antes del regreso. Tenía mucho tiempo para leer, contemplar y pocas cosas más. Una de aquellas lecturas fue La montaña mágica. No creo que haya mejor libro para acompañarnos en montañas, aislamientos, entre nieve o sin nieve. En realidad es una lectura que se puede hacer en cualquier lado, en cualquier tiempo, con cualquier excusa o sin excusa.
 
/upload/fotos/blogs_entradas/mientras_nieva_sobre_los_cedros_22_med.jpgAhora, sin olvidar las páginas de Thomas Mann que me acompañaron en un lugar de nieve, entre montañas, estoy en otras lecturas. Dos días en Andorra, y sin esquiar, me sirven para lecturas que me llevan a la nieve, a las montañas, a esa lentitud que acompaña a los lugares de invierno cuando no haces algún deporte que agota, aunque otorgue otros placeres. Me había encantado Mientras nieva sobre los cedros, de ese novelista de Seattle, David Guterson, que tanto sabe de nieves, montañas, bosques y regiones aisladas. Ahora estoy comenzando otra novela que tiene que ver con esa naturaleza potente, fría, nevada o no, del mundo de naturaleza misteriosa de los bosques. Estoy en un lugar muy civilizado, en una calle llena de tentaciones para el amante del deporte del shopping, en el centro de Andorra la Vella, y a la vez estoy al lado del mundo de la montaña, del poderoso silencio de las montañas del Pirineo. Más allá de los turista, de los esquiadores, de los compradores, está el mundo de montaña. Mágico mundo. Extraño como lo inalcanzable.
 
Y me acompañan otros libros. Otro ya leído que me acompaña para volver a él en días de montañas, campo, nieve y viento. /upload/fotos/blogs_entradas/la_vida_en_el_campo_med.jpgEs el clásico de Giovanni Verga, La vida en el campo que acaba de rescatar la inevitable editorial, tan abierta y cosmopolita, tan de pueblo y universal, como es "Periférica". Raíces profundas de la vida en el campo. Un mundo rural, muchas veces seductor, otras tan mezquino como para salir corriendo sin mirar atrás.
 
Y me espera la lectura de un clásico rescatado. Un libro sobre el cantón de Vaud, en la cordillera de los Alpes suizos. Allí hay un lugar llamado "Derborence", que da título a un libro de Charles-Ferdinand Ramuz. Habla de la montaña y de los hombres que en ella viven. De los pastores, de esos hombres que pertenecen a un mundo en extinción, que viven, vivían, en un mundo que yo no podemos ver si no es por la literatura. Gracias a esos libros que todavía nos trasladan a mundos donde de lo que se habla pertenece a la hermosa reliquia del pasado o a un presente que será raro que podamos conocer.

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5 de diciembre de 2008
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Mikel Laboa

Murió hace dos días. Los que conocen la música del País Vasco saben que es tan grande, tan importante, tan renovador, tan patriarca y esencial como para la música anglosajona lo es Bob Dylan. Mikel Laboa, que cantó con Dylan hace pocos años, se ha muerto cuando estaba artísticamente mejor que la mayoría de los de su oficio. De su oficio de cantante, de compositor, de músico, porque Laboa también era psiquiatra, un gran psiquiatra infantil. Un gran tipo. Un artista que no se merecen los miserables que han matado a un hombre, a un empresario tranquilo, de Azpeitia. Una parte de la sociedad, del pueblo de Laboa, está enferma. Quiero pensar que son pocos, pero desde luego están locos. No quiero compartir con ellos ni una música, ni una letra de Laboa. Me pongo su música, leo sus letras, creo que entiendo mucho mejor el sentimiento profundo de un pueblo que es otra cosa que muerte y fanatismo. No podrán con el cantante que sabe cantar el pasado doliente de esa tierra, y que también ha sabido cantar lo mejor del mundo euskaldun de hoy, no podrán hacernos creer que tengan algo que ver con ese hombre poético, culto, sentimental, lleno de humor y de experimento, lleno de verdad que se llama Mikel Laboa.
 
Los que quieren saber que en el País Vasco hay gentes que son capaces de hacer, de cantar y de decir lo que Laboa supo hacer en una vida tan rica, tan suya y de los que le seguimos.
 
No podía con aquellos verdugos de su pueblo que querían disfrazarse de víctimas. Los asesinos, los injustos, los canallas no tienen quién les cante. Al menos no tienen a su lado artistas como Laboa. Era un humanista que no estaba dispuesto a que siguiera aquello que denunciaba Brecht: "con paso firme se pasea hoy la injusticia". No podemos seguir paseando al lado de la injusticia y mirar para otro lado.
 
Escucharé a Laboa y pensaré que el mundo puede ser distinto. Mejor.

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4 de diciembre de 2008
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El Boomeran(g)
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