Javier Rioyo
Estoy en Burgos. Es una calmada, hermosa, provinciana y tranquila ciudad, dónde nunca parece pasar casi nada. En esa ciudad, en los días anteriores al 18 de Julio de 1936, sitúa la acción del primer tomo de su trilogía narrativa Oscar Esquivias. En su particular homenaje a la obra de Dante, el libro dedicado al paraíso comienza en esa ciudad tranquila en los días previos al estallido de la barbarie de la guerra civil. "Inquietud en el paraíso", una de las más originales novelas españolas de los últimos años. Después la ciudad conoció el riesgo, seguramente la emoción de la tragedia durante unos días. Pero el asalto a la razón no conoce el misterio.
El misterio, acompañado de la emoción y el riesgo, pertenece más a los mitos, a la ficción que a la realidad. Por ejemplo la historia del Cid, el caudillo castellano, amigo de moros y combatiente contra ellos, mercenario, gran guerrero, poderoso y contradictorio parece un personaje de ficción. Y lo es. Más allá de la veracidad de su historia tuvo la suerte de encontrar quién lo escribiera. Sin "El cantar del Mío Cid", su historia estaría eclipsada, olvidada.
Eso es lo que reivindica Fernando Savater en su último libro. Uno de esos libros que nos acercan al más interesante y provocador de nuestros intelectuales con compromiso civil. Uno puede discrepar de sus posiciones políticas, incluso puede prescindir de sus novelas, pero siempre nos acompañará el autor de "La infancia recuperada". También de otros libros de gozoso paganismo, de rebeldías felices, de apostasías razonables y ahora ésta reivindicación de la aventura, de la necesidad de la ficción. . La ficción es parte de nuestra realidad. Lo dice con Chesterton: "la literatura es un lujo, la ficción una necesidad". Y recuerda Savater como en una encuesta sobre personajes de ficción favoritos aparecían Ricardo Corazón de León o Winston Churchill. Podía también haber estado Rodrigo Díaz de Vivar. Y triunfó como personaje histórico Sherlock Holmes.
Savater en su libro sobre sus películas y obras de ficción con misterio, emoción y riesgo favoritas, también recuerda aquello que contestó Borges cuando le preguntaron sobre su personaje histórico favorito. Cautelosamente respondió: "Bueno, todos somos históricos, ¿no?". Y ante la insistencia del periodista, "acicateado sin misericordia por su inquisidor, se decidió por fin por uno de nosotros: "Don Quijote".
Tienen razón Borges y Savater, algunos de los personajes de la ficción han sido, son, en nuestras vidas tan reales, tan necesarios que no acertamos a diferenciar realidad o imaginación. Ante la duda, nos quedamos con la imaginación.
Un libro que termina con dos cánones sobre los libros y las películas de su vida. Otro día las comentaremos.