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Escrito por

Iván Thays

Iván Thays es escritor peruano (Lima, 1968) autor de las novelas "El viaje interior" y "La disciplina de la vanidad". Premio Principe Claus 2000. Dirigió el programa literario de TV Vano Oficio por 7 años. Ha sido elegido como uno de los esccritores latinoamericanos más importantes menores de 39 años por el Hay Festival, organizador del Bogotá39. Finalista del Premio Herralde del 2008 con la novela "Un lugar llamado Oreja de perro".

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Vargas Llosa escandalizado

Lápida inamovible de Jorge Luis Borges. Fuente: azularte Cuando a Mario Vargas Llosa algo lo escandaliza, lo remueve por dentro, lo asquea, no deja de buscar el término preciso para su asco, que es siempre el más lapidario. "Farsa elogiosa repugnante" es la frase que, inspirado por Luis Cernuda, acuñó en su última Piedra de Toque para rechazar de plano el fallido intento populista de repatriar los restos de Jorge Luis Borges. Y de paso, deja en claro algo que debería ser obvio para todos: los artistas no le pertenecen a ningún país, las naciones no producen escritores aunque muchas veces -y solo para beneficios políticos- se apoderen de ellos. Lo explica así Vargas Llosa:(...) los grandes talentos no los ?producen? los países y, por eso, Borges no es un ?producto? argentino. Resultó de una alianza casi indiscernible de ideas, imágenes, poemas, novelas, ensayos, sistemas filosóficos, teologías, procedentes de muchas lenguas y culturas, de la atmósfera estimulante de una familia, de un grupo de amigos y conocidos, pero, principalmente, de una disposición o don personal, exclusivo y único, para soñar, fantasear, asimilar las grandes creaciones literarias y ordenar las palabras del español en frases, páginas y libros de extraordinaria precisión e inusitada belleza. Y por esa razón, al igual que Shakespeare y Goethe y Cervantes y tantos otros eminentes creadores, Borges no pertenece a la Argentina sino a todos los que lo leen y se deslumbran con su imaginación, su cultura literaria, su elegancia, su ironía y su soberbia manera de utilizar nuestra lengua imponiéndole la exactitud del inglés y la inteligencia del francés sin que por ello pierda el bronco vigor de la lengua castellana. Borges se fue de su país porque, como les ocurre a muchos escritores con los suyos, estaba acaso asqueado con lo que allí ocurría, o simplemente harto de ser una ?gloria nacional? (después de haber sido un ilustre desconocido hasta que Francia, Europa y los Estados Unidos hicieron saber a los argentinos que tenían un genio en casa) o porque, a la vejez, como dicen que hacen los elefantes cuando sienten que van a morir, quiso pasar la última etapa de su vida y morir donde había comenzado la vida que a él le importaba ?la vida intelectual?: esa Suiza donde fue, o creyó ser, feliz, leyendo vorazmente, aprendiendo idiomas, y contrayendo, contagiado por los suizos, la sobriedad, la frugalidad, la corrección y la modestia que fueron rasgos permanentes de su vida privada.Al final, Vargas Llosa da un consejo a sus amigos escritores, que deberíamos tomarlo como una confesión de parte: Nada de homenajes póstumos. Hay que cuidarse de la posteridad burocrática:Un consejo, amigos escritores: nadie puede poner lo que escribió a salvo de futuras manipulaciones, distorsiones y vejaciones. Pero sí es posible, en cambio, precaverse contra póstumas emboscadas como la que estuvo en marcha y felizmente fracasó contra los huesos del pobre Borges. Háganse incinerar y que esparzan sus cenizas en lugares inalcanzables, como el bosque o el mar. ¡Mil veces preferible alimentar a los peces o a los pájaros que a esos inescrupulosos caníbales que engordan con los despojos de los buenos escribidores!



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23 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Messi por Saviano

Lionel Messi con el traje del Barcelona. Fuente: sport.es Y ya que hablamos de perseguidos por sus obras, el escritor italiano Roberto Saviano, quien no puede vivir tranquilo acusado por la mafia siciliana por su novela Gomorra, se presentó hace una semana en Barcelona y dijo, entre otras cosas, que quería ver el Camp Nou donde brilló Maradona -imagen sagrada para los napolitanos como Saviano- y donde ahora brilla su apostol más luminosos: Lionel Messi. El interés de Saviano por Messi se ha traducido en un artículo muy elogioso y entrañable del italiano donde comenta los duros comienzos de la "la Pulga", lo vincula con el mismísimo patrono Maradona, y habla sobre este duelo de david contra los goliats del fútbol donde gana el arte, la belleza, el talento. El texto se publica íntegramente hoy en Revista Ñ. Dejo aquí unos fragmentos como parte de mi propia admiración por Messi, el mejor jugador del momento más allá de los disfuerzos de Cristiano Ronaldo:Lo encuentro en los vestuarios del Camp Nou de Barcelona, un estadio enorme, el terce­ro en el mundo. Desde la tribuna, Messi es una manchita, incontro­lable y velocísima. De cerca, es un chico frágil pero sólido, timidísi­mo, habla casi susurrando con ca­dencia argentina, de rostro dulce y terso sin un hilo de barba. Lionel Messi es el campeón de fútbol vivo más menudo. Le dicen "La Pulga". Tiene estatura y cuerpo de chico. En realidad, fue de chico ?más o menos a los diez años? cuando Lionel dejó de crecer. Las piernas de los otros se alargaban, también las manos, les cambiaba la voz. A Leo no le pasaba. Algo no andaba bien y los análisis lo confirmaron: la hormona del crecimiento estaba inhibida. Messi padecía una rara forma de enanismo. Con la hormona del crecimien­to, se bloqueó todo. Y ocultar el problema era imposible. Entre los amigos, en la canchita de fútbol, todos se dan cuenta de que Lionel se quedó: "Hiciera lo que hiciera, o fuera adonde fuera, siempre era el más chico de todos". Dicen jus­tamente eso: "Lionel se quedó". Como si se hubiera detenido en algún lugar. (...) La única forma en que se puede tratar de intervenir es una terapia a base de la hormona "gh": años y años de bombardeo continuo que le permitan recupe­rar los centímetros necesarios para enfrentar a los colosos del fútbol moderno. Es un tratamiento muy caro que la familia no puede permitirse: inyecciones de quinientos euros cada una, que deben aplicarse to­dos los días. Jugar a la pelota para poder crecer, crecer para poder ju­gar: a partir de ese momento, ése es el único camino. Lionel no pue­de ni siquiera imaginar un modo de curarse que no tenga en cuenta la pasión de su vida, el fútbol. Pero esos malditos tratamien­tos no podrá permitírselos a me­nos que un club de cierto nivel lo tome bajo sus alas y se los pague. Y la Argentina está hundiéndose en la devastadora crisis económica de la que huyen en primer lugar las inversiones, luego las personas, cuyos ahorros se volatilizan con el derrumbe de los bonos estatales. Nietos y bisnietos de inmigrantes criados en el bienestar buscan la salvación emigrando a los países de origen de sus antepasados. En esa situación, ninguna empresa argentina, aun intuyendo el talen­to del pequeño Messi, tiene ganas de cargar con los costos de seme­jante apuesta. Aunque llegara a crecer algu­nos centímetros ?tal es el razo­namiento? en el fútbol moderno, ahora, sin un físico imponente, no se es nadie. A La Pulga, una defensa maciza lo aplastará, La Pulga no podrá hacer un gol de cabeza, La Pulga no soportará los esfuerzos anaeróbicos requeridos a los centro-delanteros de hoy. Pe­ro Lionel Messi, de todos modos, sigue jugando en su equipo. Sabe que debe hacerlo como si tuviera diez pies, correr más rápido que un potro, ser imbatible con la pe­lota en el suelo si quiere tener al­guna chance de ser un jugador de verdad, un profesional. Durante un partido, lo ve un observador. En la vida de los ju­gadores, los observadores son to­do. Cada partido que ganan, cada penal que consideran ejecutado a la perfección, cada muchacho que deciden seguir, cada padre con el que van a hablar, significa trazar un destino. Dibujarlo en líneas generales, abrirle una puerta: pero en el caso de Messi, lo que le ofre­cen, representa mucho más. No sólo le ofrecen la oportunidad de ser jugador de fútbol, sino la po­sibilidad de curarse, de tener por delante una vida normal. Antes de verlo, los observadores que oyen hablar de él, son de todos modos muy escépticos. "Si es muy peque­ño, no tiene esperanza, aunque sea fuerte", piensan. Pero, en cambio, hubo otras voces: "Bastaron cinco minutos para comprender que era un predestinado. En un instante fue evidente hasta qué punto era especial el muchacho". (...) Después de tres años, final­mente el Barcelona convoca a Lionel Messi y la familia sabe que si no está en condiciones de jugar como se espera, las dificultades para seguir adelante serán insu­perables. En Argentina, los Messi perdieron todo y en España toda­vía no tienen nada. Y Leo, a esa al­tura, recaería sobre sus espaldas. Pero cuando La Pulga juega, toda la angustia se desvanece. Entre­nándose duramente con el apoyo del equipo, Messi consigue crecer no sólo en bravura, sino también en altura, año tras año, centímetro tras centímetro exprimido de los músculos, alargado en los huesos. Cada centímetro adquirido, un sufrimiento. Nadie sabe en reali­dad cuánto medís ahora. Algunos calculan apenas un poco más del metro cincuenta, algunos un poco menos, un sitio habla de un Messi que, al seguir creciendo, llegó al metro sesenta. Las estimaciones oficiales cambian, concediéndo­le cada tanto algún centímetro de más, como si fuese un méri­to, un premio conquistado en la cancha. Lo cierto es que cuando los dos equipos están formados antes del silbato inicial, el ojo encuadra to­das las cabezas de los jugadores más o menos a la misma altura, mientras que para encontrar la de Messi debe bajar por lo menos al nivel de los hombros de los com­pañeros. Para un deporte donde cuenta cada vez más la potencia y, para un atacante, los casi dos metros de Ibrahimovic y el me­tro ochenta y cinco de Beckham pasaron a ser la norma, Lionel si­gue pareciéndose peligrosamente a una pulga. (...) En una publicidad donde lo in­vitaron a dibujar su historia con un marcador, es divertido y melancó­lico ver a Messi retratarse como un chiquillo minúsculo entre larguísi­mos bosques de piernas, perdido allí entre pelotas demasiado gran­des que vuelan lejos. Pero cuando tocan tierra, él las agarra, veloz, y pequeño como es consigue pasar entre las piernas de todos y llegar al arco. Cuando hay laterales y los adversarios recuperan el aliento es precisamente el momento en que él sale y los pasa, de tal ma­nera que cuando los goleadores se imaginaban que lo tenían detrás de la espalda, se lo encuentran en cambio ya cinco metros más ade­lante. El gran jugador no es el que hace cometer faltas, sino ése al que nunca se le puede hacer ninguna gambeta. La belleza misma Ver a Messi significa observar algo que va más allá del fútbol y coincide con la belleza misma. Algo como un ímpetu, casi un es­tremecimiento de conciencia, una epifanía que permite al individuo que está allí, viéndolo gambetear y jugar con la pelota, dejar de per­cibir una separación entre él y el espectáculo que está presencian­do, confundirse plenamente con lo que ve, al punto de sentirse uno con ese movimiento desigual pe­ro armónico. En esto, las jugadas de Messi son comparables a las sonatas de Arturo Benedetti Mi­chelangeli, a los rostros de Rafael, a la trompeta de Chet Baker, a las fórmulas matemáticas de la teoría de los juegos de John Nash, a todo lo que deja de ser sonido, materia, color, y se convierte en algo que pertenece a todos los elementos, a la vida misma. Ya sin separación, sin distancia. Están ahí, y no se puede vivir sin ellos. Y nunca se ha vivido sin ellos, sólo que cuan­do se descubren por primera vez, cuando por primera vez se los ob­serva al punto de quedar hipnoti­zados, la conmoción es inevitable y uno no puede más que intuirse a sí mismo. (...) Me pregunto qué maravilla y qué vértigo sería ver jugar a Mes­si en el San Paolo, él, de quien el propio Maradona dijo: "Ver jugar a Messi es mejor que tener sexo". Y Diego sabe mucho de las dos cosas. "Me gusta Nápoles, quiero ir pronto ?dice Lionel?. Estar un poco debe ser lindísimo. Para un argentino es como estar en casa". El momento más increíble de mi encuentro con Messi es cuando le digo que cuando juega se parece a Maradona ? "parece", porque no sé cómo expresar algo repetido mil veces, aunque deba decírsela igual ? y me responde: "¿De verdad?", con una sonrisa aún más tímida y contenta. Por lo demás, Lionel Messi aceptó verme no porque sea un escritor o por otra cosa, sino porque le dijeron que vengo de Nápoles. Para él es como para un musulmán nacer en La Meca. Nápoles, para Messi y para mu­chos simpatizantes del Barcelona, es un lugar sagrado del fútbol. Es el lugar de la consagración del ta­lento, la ciudad donde el dios de la pelota jugó sus mejores años, don­de de la nada partió hacia la derro­ta de los grandes equipos, hacia la conquista del mundo. Lionel parece todo lo contrario de lo que uno espera de un juga­dor: no es seguro de sí mismo, no usa las frases habituales que les aconsejan decir, se pone colorado y se mira los pies o se mordisquea las uñas del índice y del pulgar acercándoselas a los labios cuando no sabe qué decir y está pensan­do. Pero su historia es aún más ex­traordinaria. La historia de Messi es como la leyenda del abejón. Se dice que el abejón no podría volar porque el peso de su cuerpo es des­proporcionado respecto de la fuer­za de sustentación de las alas. Pero el abejón no lo sabe y vuela. Messi, con ese cuerpo flacucho, con esos pies pequeños, esas piernas, el tor­so exiguo y todos sus problemas de crecimiento, no podría jugar en el fútbol moderno, todo músculo, masa y fuerza. Sólo que Messi no lo sabe. Y por eso mismo es el más grande de todos.



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20 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Caravana de reseñas internacionales

Adriana Lisboa se da un tiempo para pasear y sostener para la foto mi novela. ¡Gracias, Adriana y Daniel! Foto: Daniel Mordzinski.Hace una semana, la editorial Impimenta me mandó su catálogo de novedades que se abría con la siguiente frase lapidaria (y más para mí, dado el tema de mi novela), de Truman Capote: "Acabar un libro es como sacar un niño fuera y pegarle un tiro". No se puede competir con una frase así de contundente. De inmediato descubrí que, como mi narrador, debía enterrar a ese hijo abaleado llamado Un lugar llamado Oreja de perro y seguir adelante con la próxima víctima. Por otra parte, y siempre bajo la influencia de lo que acabo de leer de Capote, útimamente siento tantos ladridos de perros alrededor mío que me he dado cuenta de que la caravana ya se echó a andar. Y debo apresurarme si quiero seguir a su ritmo, no puedo quedarme detenido en Oreja de perro. Por eso, me entusiasma cada vez menos poner reseñas de mi libro. Pero lo haré, en estricto orden de fechas, para cumplir con los lectores que aún tienen interés en leerlas. Pero intentaré no hacer ningún comentario más, más allá de los elogios o de las críticas. Me limitaré, como me enseñó a hacerlo del indigente blog "Luz de Limbo", a subrayar las partes importantes -buenas o malas- para que se enteren de que los estoy manipulando. Antes de pasar a las reseñas, agradezco infinitamente a la guapísima escritora brasileña Adriana Lisboa (compañera de B39) y a mi hermano Daniel Mordzinski por el regalo de esa foto hermosísima que ilustra mi blog. Una imagen vale más que mil palabras de amistad.Esta reseña es del 18 de diciembre del 2008, apareció en El Heraldo de Aragón, diario de Zaragoza, y está firmada por Julio José Ordovás:Un lugar llamado Oreja de perro (finalista del Premio Herralde de Novela, Angrama, 2008, 212 pp) es mucho más fácil de digerir [que Casi nunca de Daniel Sada], lo que no quiere decir que sea menos sustanciosa. Iván Thays ha escrito una novela del siglo XXI, mientras que la novela de Sada es un producto muy siglo XX, cargado de humor pero inflado de retórica. La novela de Iván Thays está escrita con tiralíneas y, aunque promete mucho más de lo que al final ofrece, sus personajes están realmente vivos y cuando se muerden, se acarician y follan, muerden, acarician y follan de verdad. No son marionetas que se ensartan al ritmo impuesto por el piano del estilo.Quizá Un lugar llamado Oreja de perro no funcione como novela social, pero tampoco creo que fuera ese el principal propósito de Iván Thays. La podredumbre andina y la corrupción de Perú de Fujimori y Toledo forman parte de la escenografía, remota y violenta para una historia de amor que acaba con una carta de despedida y una carta en blanco. Scamarone, el fotógrafo que acompaña al ?mareado? (por el soroche y por las hostias que le ha dado la vida?) periodista encargado de cubrir una visita política de Toledo que no llegará a efectuarse, es un personaje memorable, que recuerda en su cinismo al Louis Renault de Casablanca. Y no es el único personaje memorable. Casi nunca es una novela perfecta. Un lugar llamado Oreja de perro no. Pero al que procuraré no perder de vista es a Iván Thays.La siguiente reseña, la más positiva y extensa de todas, es de la sección cultural de Diario de Terrasa. Está firmada por el reconocido J.A. Aguado y se publicó el 31 de diciembre del 2008, mientras yo estaba rumbeando en Colombia:?Hoy apareció otra vez la noticia del hombre que perdió la memoria luego de matar en un accidente a su esposa y su hijo? Así comienza la novela más interesante de las publicadas últimamente por la casa de Jorge Herralde. Se trata de una novela al servicio del periodismo de investigación, finalista del prestigioso Premio Heralde 2008, titulada ?Un lugar llamado Oreja de perro? (Anarama), una aventura narrativa que supuso una ?expiación personal? para el autor y en la que cruza reflexiones del protagonista, un periodista destinado a una destruida ciudad andina, con los acontecimientos en Perú a raíz del gobierno de Fujimori. Más allá de Vargas Llosa y Bryce Echenique hay vida en Perú y se llama Iván Thays (Lima 1968) (...) La prosa de esta novela es directa. De alguien que sabe su oficio y no se pierde por sendas equivocadas, sino que nos hace pensar en fotografías, recortes de periódicos, cartas, vídeos de documentales televisivos, testimonios. (...) El mundo entrañable de los recuerdos y los laberintos de la memoria sostienen este magnífico ejemplo de arquitectura verbal. El narrador se nos muestra como un periodista en caída libre que acepta el encargo del periódico para olvidar la muerte de dos seres queridos en su vida. Acepta visitar los Andes peruanos, un lugar llamado Oreja de perro, golpeado por el terrorismo en los años ochenta y donde los militares han sido causantes de violaciones a los derechos humano. El escritor convierte el lugar en una zona de reconciliación nacional, en una metáfora de la violencia de la pérdida, de la descomposición social y personal: ?Llegué a la conclusión de que lo peor que podría pasarnos es acostumbrarnos a la muerte, a la impunidad, al horror, al Mal? (...) Como los perros con hambre desentierran cadáveres para saciar su necesidad de alimentarse, así el lector desentierra la tristeza que recorre las doscientas y pico páginas de esta novela que conmueve doblemente. Por un lado, el drama humano de un colectivo y otro el ejemplo particular de un periodista, un oficio que exige a quienes lo practican comportarse como un observador imparcial de la realidad, aunque todos sabemos que la objetividad pura no existe, sí una cierta actitud no participante en lo que se cuenta. Uno puede vivir para olvidar su pasado como ser individual y como miembro de una colectividad quieres recordar para no olvidar. En semejantes paradojas de la existencia se mueve esta gran novela. En los blogs de "El Mercurio", en Chile, apareció una reseña firmada por Rodrigo Pinto el 24 de enero de 2009. Me gusta especialmente que haya empezado con buen tino refiriéndose a un cuento mío, "Primer Encuentro con Tomás", que, en efecto, es el germen de esta novela. pPinto considera que el lenguaje lacónico de mi novela es una decisión errada:Iván Thays (Lima, 1966) figura en las tres antologías importantes de cuentos latinoamericanos publicadas entre 1997 y 2008. Ello muestra la temprana repercusión continental de su obra, que, sin embargo, es de muy difícil acceso fuera del Perú. De manera que la aparición de su tercera novela en una editorial española permite, por fin, apreciar algo más que las muestras incluidas en las mencionadas antologías; y, sin embargo, hay que partir por una de ellas. El cuento ?Primer encuentro con Tomás? pone en escena a dos escritores en Venecia: el narrador, fracasado y asediado por los fantasmas de la derrota, la ruina de su familia al otro lado del océano y, sobre todo, la prematura muerte de su hijo Paulo, y Tomás, el exitoso, el hombre de mundo, que juzga con dureza la obra del narrador: ?Tampoco Lima la entendiste. Mira, Sendero estaba ahí, la sangre, la tragedia... y tú escribiendo sobre ti mismo, el infinito regodeo del yo?. La cita viene a cuento porque es tentador aplicar ese juicio, sin más, a la novela de Thays. Sendero está ahí: el libro está escrito sobre el gran fondo de la tragedia que vivió el Perú en los ochenta y los noventa, cuando senderistas y militares se turnaban para masacrar a las mismas poblaciones atrapadas en una guerra que no entendían. De hecho, cuando mejor funciona la novela, cuando parece por fin levantar vuelo, es en el momento en que el narrador deja que una de las protagonistas, Jazmín, cuente la historia de la desaparición de su madre. Pero el libro tiene otro derrotero: la estadía del protagonista y del resto de los personajes en Oreja de Perro, un caserío perdido en la sierra que fue teatro de la violencia y la represión, es, a su vez, el fondo en que se inscribe la tragedia personal del narrador, que ha perdido a un hijo ?llamado Paulo? y se ha separado de su mujer. Es decir, lo que un crítico mordaz podría llamar ?el infinito regodeo del yo?, porque no hay un intento serio de vincular ambos dolores, de poner en línea ambas tragedias, de lograr que la pérdida individual (y tan terrible como la muerte de un niño) abra la caja de resonancia de la tragedia colectiva, de las muertes arbitrarias, del ensañamiento de la tortura. El tono monocorde del relato abusa ya no del punto seguido, sino del punto aparte, y parece apostar a que el registro de nimiedades se constituya en la crónica de una pasada por los infiernos. Pero lograr ese efecto es muy difícil con párrafos como ?escucho una voz que anuncia las condiciones del tiempo en Lima, que nos advierte que no debemos levantarnos de nuestros asientos cuando hayamos tocado tierra y que esperemos a estar detenidos antes de abrir los compartimientos sobre nuestras cabezas?. Aparte: ?Empieza el descenso hacia Lima?. Hay que suponer que la pobreza del estilo y del lenguaje son deliberadas, puesto que Thays al menos tiene oficio como escritor y se tomó ocho años para escribir la novela, y hay que concluir que fueron decisiones erradas.Una nueva reseña apareció el 31 de enero de 2009, en el diario "La Voz de Galicia" y está firmada por Toni Silva. Lleva como simpático título "David Lynch en el Perú".Iván Thays (Lima, 1968) es un osado. Ha vivido una sequía de novela ?que no literaria- de ocho años desde que publicara La disciplina de la vanidad. Después de esa etapa de cambios vitales (matrimonio, paternidad, divorcio) Thays regresa al mundo editorial con Un lugar llamado Oreja de perro donde dibuja de forma paralela dos historias completamente ajenas entre sí: la transición de Toledo a Alan García en el Gobierno de Perú, con el terrorismo de Sendero Luminoso de fondo, y el viaje interior de un periodista desplazado a un pueblo peruano para cubrir un acontecimiento político (...) No es el mayor valor de la novela, pero Thays no puede negar tintes autobiográficos en el personaje principal (experiencia televisiva, hijo muerto-alejado) ?Yo estaba en ese momento en una etapa muy oscura de mi vida en los que veía muchas películas de David Lynch, entonces dije: ?Voy a hacer que Oreja de perro sea una ciudad de David Lynch? señaló Thays. Y lo consigue. Por la dureza de los que allí viven, por la esperpéntica aparición del gobernante, por la rudeza y la inconexa relación de los personajes. El reportero parece vivir en una bruma de la que no quiere despertar ?Como en una película de David Lynch, tú no llegas a saber si lo que está pasando es un sueño, una pesadilla exteriorizada o si es una realidad? Conocido por su blog Moleskine Literario, así como por su programa de entrevistas a escritores, Thays ha regresado con contundencia al estante de las novelas. Esta le ha valido el ser finalista del Premio Herralde, un certificado muy valioso para los escritores sudamericanos.Finalmente, en la "Revista de Libros" editada en España, en este número de febrero del 2009, aparece una nueva reseña generosa de Martín Schifino sobre la novela. Ahí se me vincula con el "realismo minimalista" junto a autores de mi generación que admiro, como el de Rodrigo Rey Rosas y Alejandro Zambra.En la literatura latinoamericana, tan celebrada por las expansiones del realismo mágico, hay una corriente menos caudalosa pero igualmente interesante que podría llamarse realismo minimalista. Realismo porque se aboca a situaciones concretas y contemporáneas; minimalista porque las observa de manera elusiva e indirecta, casi alegórica, recurriendo a estilos verbales de una descarnada lucidez. El gran innovador de esa tradición es Rodrigo Rey Rosa (Guatemala), pero recientemente escritores como Eusebio Rosero (Colombia), Daniel Sada (México) y Alejandro Zambra (Chile) han contado historias sencillas que nos llevan a intuir complejas realidades sociopolíticas. Aunque situada en las antípodas del alegato, esta literatura se distancia prudentemente de la autonomía fantástica. Libre de moralina, es una literatura moral. Lo mismo puede decirse de la de Iván Thays (Lima, 1968), cuentista, novelista, profesor universitario, presentador de televisión y flamante finalista del premio Herralde de novela. Un lugar llamado Oreja de perro transcurre en el Perú de nuestros días, donde se repiten las dinámicas más básicas del deseo y la desdicha. El narrador sin nombre, el ex corresponsal de guerra y ahora periodista televisivo, llega al pueblo andino para cubrir un ?intento populista? del presidente de turno: establecer una Comisión de la Verdad. Oreja de Perro, donde hay fosas clandestinas, fue muy golpeado por el terrorismo de los años ochenta, y conmemorando la tragedia, el gobierno busca erigirlo en un símbolo de la reconciliación. La memoria, personal o social, es uno de los ejes temáticos del libro. Abundan las simetrías. Uno de los habitantes del pueblo no recuerda nada desde el accidente automovilístico en el que murieron su esposa e hijo [sic] .El narrador, mientras tanto, querría olvidar la muerte del suyo y el derrumbe de su matrimonio. Un tercer personaje, Jazmín, esconde una relación violenta con un militar, al tiempo que planea una venganza. Mediante tópicos conocidos pero finamente calibrados, Iván Thays arma un relato cuasipolicial en el que un observador de fuera presencia las taras de una sociedad, y en el proceso, se redime a sí mismo. La escritura es frugal pero fibrosa, los personajes reconocibles, la trama hondamente satisfactoria.



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18 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Dan Simmons por Rodrigo Fresán

Una de las carátulas de las novelas de Simmons. Fuente: crucialaunt Debo reconocer que esta reseña de Los cantos de Hyperión, de Dan Simmons, me ha dado risa, me ha parecido escrita no por Rodrigo Fresán sino por Sheldon Cooper, el divertido geek de la sit-com The Big Bang Theory. Soy un absoluto ignorante -pero no indiferente- del género de ciencia ficción, a pesar de algunas lecturas insuficientes y, muy propablemente, mal digeridas. Igual, la coloco aquí con la esperanza de que el lecto Daniel Salvo me saque de la ignorancia o, por lo menos, disfrute la reseña publicada en el ABCD Las Letras. Dice:A la hora de lo icónico y estelar, para mí la figura del Alcaudón -esa suerte de golem metálico que custodia las Tumbas del Tiempo- está casi a la misma altura de aquel ominoso monolito negro en 2001: Odisea del espacio. Y claro: casi es aquí la palabra clave y capaz de contener en su brevedad millones de años luz de distancia entre un punto y otro. Pero me reafirmo: Los cantos de Hyperion hacen por la space opera lo que el filme de Kubrick por la space symphony, y ambas se elevan hasta los confines del universo, sólo habitados por los clásicos. De ahí que esta más que merecida reedición de luxe de Los cantos de Hyperion -que reúne en un solo volumen las novelas Hyperion (1989) y La caída de Hyperion (1990)- sea ocasión de regocijo. Muy superior a lo que en su momento hicieron Isaac «Fundación» Asimov y Frank «Dune» Herbert -y acaso tan solo superada por Gene Wolfe y su vasto ciclo de los tres soles-, la multipremiada Los cantos de Hyperion desafía toda posibilidad de sinopsis argumental. Suele ocurrir con lo mejor de la sci-fi: resumir equivale a perderse en una jungla de jerga y tecnicismos que suenan absurdos e infantiles fuera de contexto. (...) El más que versátil Simmons -no hay territorio que se le resista; lo último fue el monstruo ártico de El terror, lo nuevo es un thriller victoriano con Charles Dickens y Wilkie Collins de protagonistas titulado Drood- abandonó los conflictos galácticos para regresar en 1999, brevemente, con el relato hyperiónico «Orphans of the Helix», y a lo grande con el monumental díptico compuesto por Ilion (2003) y Olimpo (2005), donde androides fans de Homero escenifican en Marte la caída de Troya con ayuda de las memorias de Shakespeare, Proust y Nabokov.Todo muy bueno; pero todo sale de aquí, de Hyperion, y de la pasmosa habilidad de Simmons para ordenar y hacer apasionante la complejísima trama panorámica -narrando toda una época en la que la política se confunde con la religión- y revolucionando un género a la vez que lo respeta. No es fácil (hay que lamentarse por cómo falló ese noble intento de Neal Stephenson que es la reciente Anathem), pero Simmons lo consiguió, en dieciocho meses de trabajo, para ganar 25.000 dólares. Eran otros tiempos y otros precios. Mucho más costará la anunciada adaptación a la pantalla grande de Los cantos de Hyperion (aunque lo mejor sería que el proyecto aterrizara como miniserie en HBO o el Sci-Fi Channel). En cualquier caso, el que aquí gana es el lector. Ya se sabe: en tiempos de crisis, nada más sabio que viajar lejos, lo más lejos posible. Para fugas así se inventó la mejor literatura de evasión. Y cuando nos encontremos con el Alcaudón, bueno, ya se nos ocurrirá algo.



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18 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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100 años del futurismo

Filippo Tomasi Marinetti. Fuente: britannica El Futurismo, esa escuela de vanguardia creada hace 100 años por el poeta italiano Filippo Tomasi Marinetti, tuvo una larga nfluencia en la poesía peruana. Basta mencionar a poetas como Juan Parra del Riego o Carlos Oquendo de Amat para valorar su importancia. Se cumple este año una centuria desde que el Futurismo lanzó su larga, provocadora y renovadora estela en Europa y el resto del mundo. Así lo recuerda El País:A finales del año 1908 Marinetti, uno de los principales protagonistas del vanguardismo europeo, es arrojado por su coche a una zanja llena de agua tras un rocambolesco viraje para evitar a dos ciclistas. Será el primer accidente moderno que dará lugar a una narrativa mítica, la de los orígenes (...) Marinetti va a perder la vida en su accidente, o por lo menos la vida que conoce hasta aquella tarde. Como si de un bautismo laico se tratara -cuenta la leyenda que más circula- reemerge de la zanja futurista. No está mal el nombre acuñado para la ocasión, pues no hay pasado ni hay ancestros: sólo el futuro por delante. Se pone a la tarea sin perder ni un momento, porque el futuro va muy deprisa, y apenas unos meses después está concluido el texto que aparece en Figaro hace ahora 100 años, el 20 de febrero de 1909. Es un escrito programático en el que no caben dudas respecto a lo que se espera del porvenir y con ese Primer manifiesto del futurismo se inaugura mucho más que el amor a la velocidad. Con él se da el pistoletazo de salida para la vanguardia como va a entenderse y a organizarse a partir de entonces: una actitud renovadora en el terreno artístico y, sobre todo, existencial. Hay que ser sobre todo modernos, como dijeran los poetas franceses de finales del XIX. Y Marinetti se propone serlo desde sus orígenes decadentistas que apenas un año después, en 1910, le llevan a escribir -casi a destiempo- una novela indescriptible, Mafarka el futurista, paroxismo de desenfreno colonial africano pese a dedicarse el protagonista, en ese colmo de las paradojas que acarrea el movimiento, a "la construcción de pájaros mecánicos"Pero más allá de lo que sucedió en aquellos años, ¿cuál es el legado del Futurismo? ¿Fue solo una corriente de época, como lo enseñan en las academias, o su luminosa velocidad ha calado luego de cien años? Dice la nota:(...) hoy día el Futurismo tiende a leerse como un soplo de arte fresco, al menos en lo que a las propuestas artísticas se refiere. Si personajes como Boccioni o Balla trataron de mostrar el movimiento en la escultura, el cine y la foto de Bragaglia y sus sobreimpresiones dinámicas -la ilusión óptica de atrapar el movimiento mientras ocurre- se enraízan con la famosa obra de Duchamp Desnudo bajando una escalera, que convulsionaría la escena de los primeros años diez. No sólo. Es posible que todas y cada una de las provocaciones de la vanguardia, su fascinación por convertir el arte en la vida y la vida en el arte, por romper las fronteras entre ambos, deban volver la mirada hacia las primeras performances marinettianas. Por eso, tratar de encontrar la herencia futurista en la actualidad no parece de ninguna manera desatinada. Los planteamientos de los futuristas siguen vivos tanto en nuestra pasión de hoy por la técnica como en la crítica cultural a los museos, si bien, más mediocres que ellos, no terminamos de quemarlos. Dejando a un lado las radicalidades vanguardistas, está claro que el Futurismo nos enseñó algunas cosas esenciales de la modernidad: a vivir deprisa, por ejemplo, pues como dijo Lacan, la realidad no nos espera.



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18 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Truman Capote y Lola

Truman Capote en el Plaza. Fuente: tsupen.blogspet De manera equívoca, algunos lectores podrían creer que el volumen Los perros ladran (publicado por Anagrama en 1999 y reeditado en el 2006) que reúne dos libros menores de Truman Capote (Color local y Se oyen las musas), además de una autoentrevista, tienen interés solo para especialistas y fanáticos. Creo que el libro es estupendo para todo aquel que quiera acercarse a la obra y la personalidad de Truman Capote, tan manipulado (queriendo o sin querer) por las bio-pics de hace unos años. Las anécdotas de sus viajes, por más atractivas o impresionantes que sean, quedan relegadas ante el poder del preciso observador ("El tren se movpia tan lentamente que las mariposas entraban y salían por la ventana") y el gran contador de historias, el fabulador. Es obvio que exagera, que maquilla la realidad, pero eso no es malo, al contrario, es algo que debemos agradecer. Color local comenta sus diversos viajes y sus estancias más o menos prolongadas en Europa, África y EEUU. Se oyen las musas, su primera obra de "no ficción" al parecer, es un largo relato de un viaje de 1956 por la Rusia comunista siguiendo al grupo teatral americano Everyman Opera que representaba la comedia musical Porgy and Bess en plena guerra fría. La auto-entrevista es sumamente divertida, aunque ligera. Una entrevista condescendiente consigo mismo. Pudo ser más devastadora.Pero de todo el conjunto titulado Los perros ladrán (debido a un proverbio árabe que le regaló André Gide como conjura contra las malas críticas: "Los perros ladran, pero la caravana avanza"), lo que más me llamó la atención de lejos es el relato titulado "Lola". Ahí cuenta la historia de un cuervo hembra que le regalaron en Italia. Al principio detestaba al animal, pero luego fue encariñándose con él. Lola nunca se consideró pájaro, se creía perro como el bulldog inglés y el terrier irlandés que tambié criaba. Se hizo parte de la familia y al fin, por su culpa, el escritor tuvo que mudarse de su enorme casa en un lugar aislado de Sicilia pues su criada acusó a Lola de ser de malagüero y a él, por tanto, de echar el mal de ojo. Una maldición imposible de rebatir. Se mudó a un pequeño ático en Via Margutta, en Roma, donde Lola se apropió del balcón. El final de Lola es triste. Pero fuera de que ese relato sea el más redondo, el imprescindible, del volumen, lo que dice Truman Capote sobre éste en el Prefacio que acompaña la edición es absolutamente genial: le da una vuelta de tuerca, lo convierte en un ars poetica:"(...) Lola tiene una curiosa historia. Fue escrito para exorcisar el fantasma de una amiga perdida, y posteriormente lo compró una revista americana, que no lo publicó porque el director de la revista decidió que lo encontraba horrendo: dijo que no sabía de qué se trataba y que, además, lo encontraba negro y siniestro. Yo disiento, aunque comprendo a qué se refiere; instintivamente debió de penetrar la máscara sentimental de este relato verídico y comprender, sin reconocerlo del todo, de qué trataba en realidad: de los peligros y la perdición que supone no percibir y aceptar los límites de nuestra supesta identidad, las clasificaciones que nos imponen los demás: un pájaro que cree ser un perro, Van Gogh insistiendo que es un artista, Emily Dickinson en que es poeta. Pero sin esos juicios erróneos y esas conviccones los mares dormirían, y nadie hollaría las nieves eternas".Amén.



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17 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Paquistán también existe

Publicidad de book tour de Mohsin Hamid, "a pakistani voice". Fuente: siliconeer Opacada por la emergente, arrasadora literatura de la India, la literatura paquistaní escrita en inglés siempre ha sido considerada la hermana menos talentosa, la Heinrich Mann de esa familia, digamos. Sin embargo, el éxito de The Reluctant Fundamentalist de Mohsin Hamid (que estuvo en la shortlist del Booker hace dos años), una novela que busqué infrutuosamente en España por cierto, ha hecho voltear un poco el reflector hacia la hermana menos afortunada. Claro, justo le tocó un momento en el que la literatura India está boyante, pero los paquistanís defienden su propio mini-boom en The Guardian:"Some of us have been writing for many years but suddenly we've had four or five novels coming out together and that's created a buzz," said Shamsie, whose latest work is an ambitious story that starts off in Second World War Japan and moves to post-9/11 Afghanistan. "Indian writing has been established for 25 years or more, since Midnight's Children (Salman Rushdie's book, published in 1981). Pakistani writing is very much in its infancy. "Pakistani writing is like the new young fast bowler on the scene but Indian writing is like the spinner who's been going for years and whose greatness is assumed."Desde luego, la política ocupa el tema central de esta literatura escrita, hasta el punto de que es casi inconcebible una novela sin este tema (Mohsin Hamid lo justifica así: "Great fiction comes from the tension that produces those dramatic political developments"). Además, las obras más exitosas han sido realizadas por jóvenes privilegiados, una pequeña élite que ha logrado educarse fuera del país:Readers have embraced the political nature of much of the new Pakistani fiction, looking perhaps for an explanation of the country's turmoil, which has accelerated after it sided with the West in the "war on terror". "If you've grown up in Pakistan, to sit down and write something that's not political is almost impossible," said Hanif, a former air force pilot. "I'm sure that the headlines make people curious about Pakistan but when they read these stories, I hope it's done on their own merit." The Pakistani writers causing most excitement tend to be young and from the country's upper class, having grown up in Pakistan in the 1980s. Mohsin Hamid said that, for Pakistan's small English-speaking elite who had been able to live an insulated lifestyle up to the 1980s, coming of age under the oppressive dictatorship of General Zia was a "dramatic wrenching change" that created a fertile ground for writers. "There's a desire now to dine on Pakistani writing cuisine. It's coming at the same time as some really amazing Pakistani writing," said Hamid, who lives in London. "Great fiction comes from the tension that produces those dramatic political developments. Pakistan has been going through really interesting times. As writers process that through their fiction, they're coming up with an art with a real urgency and personal need."En The Guardian aparece, además, una lista de libros al respecto para no perderse:Kamila Shamsie's epic novel Burnt Shadows tells the story of three families, spanning decades and continents. Stretching from the detonation of the nuclear bomb in Nagasaki in 1945 to Afghanistan in the wake of 9/11 via India and Pakistan, it's a sweeping narrative with a breath-taking climax. Shamsie was born in Pakistan and lives in London.Mohammed Hanif's darkly comic first novel A Case of Exploding Mangoes - shortlisted for the Guardian's first book award last year - takes as its starting point the plane crash in which Pakistan's military dictator General Zia ul Haq died on 17 August 1988, offering increasingly bizarre explanations for the event, from mechanical failure to a blind woman's curse.In Other Rooms, Other Wonders is a collection of linked short stories about an extended Pakistani landowning family in Lahore. Daniyal Mueenuddin, who practised law in New York before returning to Pakistan to manage the family farm, has created a revealing glimpse into the complexities of Pakistani class and culture.The Reluctant Fundamentalist by Mohsin Hamid sees Pakistani Princeton graduate Changez buttonhole an American stranger in a Lahore cafe to tell how his high-flying career and budding relationship in Manhattan started to crumble following the attacks on 9/11. The narrative shows how Changez really feels about the attacks. Hamid grew up in Lahore, attended Princeton like his protagonist, and lives in London.



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17 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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La maleta de Heinrich Mann

Heinrich Mann y Nelly. Fuente: usc.edu A pesar de haber escrito una novela (Professor Unrat) que, llevada al cine con Marlene Dietrich de protagonista, se ha convertido en un hito de la historia del siglo XX, El ángel azul, lo absolutamente incuestionable es que Heinrich Mann siempre estará a la sombra de su hermano Thomas. La relación entre los dos hermanos fue siempre conflictiva, no solo por el talento de uno que opacaba al otro sino por las infranqueables diferencias de carácter entre ambos. Una maleta con 107 cartas dirigidas a Heinrich Mann alimentan la mitología alrededor de los Mann:La familia de los escritores Thomas y Heinrich Mann es probablemente una de las más investigadas del siglo XX por razones que van desde el más puro interés literario hasta la más descarada curiosidad morbosa. Ahora, una maleta encontrada en Praga -con documentos inéditos de Heinrich Mann- agrega un nuevo capítulo a esa historia. La maleta, recuperada por el catedrático Peter Stein en una peripecia llena de casualidades, contenía 107 cartas del archivo de Heinrich Mann, además de otros papeles, que están ahora al cuidado del archivo de la Academia de las Artes de Berlín que presenta hoy el hallazgo. La correspondencia entre Heinrich Mann y el germanista francés Felix Bertaux, en la que ambos, en pleno auge del nacionalsocialismo, muestran todavía confianza en poderse oponer a la barbarie como intelectuales, es parte importante de la maleta de Praga. Otras misivas forman parte de una documentación más personal como aquellas de condolencia que recibe Heinrich Mann tras el suicido en el exilio estadounidense de su segunda mujer, Nelly Kröger.Además, la nota en ADN Cultura hace hincapié en las diferencias de carácter entre los dos hermanos escritores:Esa "pulsión tanática" de la familia, como la llamó Thomas Mann en uno de sus diarios tras el suicidio de su hijo Klaus, estaba sin duda relacionada con una compleja confrontación con la propia sexualidad. La tendencia homosexual de Thomas Mann -que ha quedado reflejada en muchas de sus obras entre las que se destaca "Muerte en Venecia"y el esfuerzo que éste hizo durante toda su vida por reprimirla ha sido tema de innumerables trabajos. La rigurosa disciplina que rigió siempre la vida de Thomas Mann, y la obsesión alimentada por su mujer Katia de llevar una vida ordenada y burguesa, eran también formas de mantener a raya sus propios demonios interiores. Esa disciplina era ajena a Heinrich Mann, un erotómano consumado que en su juventud fue cliente habitual de los burdeles de Lübeck y que en uno de sus cuentos se lamenta de que su madre no fuera capaz de ponerle los cuernos a su padre, y que dejó a la posteridad una serie de dibujos eróticos bastante explícitos, ocultados durante mucho tiempo por su pudorosa cuñada Katia. La tumultuosa vida erótica de Heinrich Mann fue lo que le llevó a los brazos de Nelly Kröger, una actriz de baja categoría que nunca llegó a ser plenamente aceptada por Thomas ni, mucho menos, por Katia Mann. En el exilio en California el rechazo familiar era especialmente sensible para Nelly Kröger. Ella y Heinrich Mann, cuyas obras estaban lejos de tener el éxito internacional de las de su hermano, dependían de la ayuda financiera del autor de "La montaña mágica", con lo que el desprecio a que era sometida dolía aún más. Katia Mann logró que la imagen que tuvo la posteridad de Nelly Kröger -que cayó en un alcoholismo crónico hasta llegar al suicidio durante el exilio- haya sido, durante mucho tiempo, la de una mujer vulgar y sin interés alguno. Recientemente, y las cartas de la maleta de Praga ayudan a entenderlo, esa imagen ha empezado a ser revisada. Así, por ejemplo, una carta del escritor Alfred Döblin, en la que lamenta la muerte de Nelly, la describe como una mujer abierta, fina y solidaria hasta el fin con otro destino (el de Heinrich Mann).



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17 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Murakami en Jerusalén

Haruki Murakami el domingo en Jerusalen. Fuente: The GuardianHaruki Murakami, como lo mencioné hace unas semanas, ganó el Premio Jerusalén que le fue entregado en la 24th Feria Internacional del libro de Jerusalen. Sin embargo, recibir ese importante premio internacional, el primero realmente prestigioso que recibe (que lo han ganado antes JM Coetzee, VS Naipaul, Arthur Miller, Mario Vargas Llosa y Milan Kundera), no le fue fácil dada la coyuntura política y de los grupos de apoyo Pro-Palestinos que le pedían que rechace el premio. En The Guardian reseñan lo que dijo Murakami para justificar la aceptación del premio:When I was asked to accept this award I was warned from coming here because of the fighting in Gaza. I asked myself: Is visiting Israel the proper thing to do? Will I be supporting one side?" the Jerusalem Post quoted him as saying. "I gave it some thought. And I decided to come. Like most novelists, I like to do exactly the opposite of what I'm told. It's in my nature as a novelist. Novelists can't trust anything they haven't seen with their own eyes or touched with their own hands. So I chose to see. I chose to speak here rather than say nothing." Murakami went on to compare humans to eggs. "If there is a hard, high wall and an egg that breaks against it, no matter how right the wall or how wrong the egg, I will stand on the side of the egg. Why? Because each of us is an egg, a unique soul enclosed in a fragile egg. Each of us is confronting a high wall. The high wall is the system which forces us to do the things we would not ordinarily see fit to do as individuals." We are all "human beings, individuals, fragile eggs", according to the author. "We have no hope against the wall: it's too high, too dark, too cold," he said. "To fight the wall, we must join our souls together for warmth, strength. We must not let the system control us ? create who we are. It is we who created the system." Creo que después de esto, nunca volveré a comer huevos revueltos con tocino (mis favoritos para escándalo de mi nutricionista) sin sentir un poco de compasión por el género humano.



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16 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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HAY FESTIVAL CARTAGENA 2009 por Mordzinski

Aquí está el tan esperado Album Fotográfico de Daniel Mordzinski en el HAY Festival Cartagena 2009. Que lo disfruten.Salman Rushdi. Foto: Daniel Mordzinski Fernando Vallejo. Foto: Daniel Mordzinski Antonio García Ángel. Foto: Daniel Mordzinski Luis Sepúlveda. Foto: Daniel MordzinskiFabrizio Mejía y Carmen Boullosa. Foto: Daniel MordzinskiAdriana Lisboa y Mayra Santos Febres. Foto: Daniel MordzinskiJunot Díaz. Foto: Daniel Mordzinski



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16 de febrero de 2009
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