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Escrito por

Iván Thays

Iván Thays es escritor peruano (Lima, 1968) autor de las novelas "El viaje interior" y "La disciplina de la vanidad". Premio Principe Claus 2000. Dirigió el programa literario de TV Vano Oficio por 7 años. Ha sido elegido como uno de los esccritores latinoamericanos más importantes menores de 39 años por el Hay Festival, organizador del Bogotá39. Finalista del Premio Herralde del 2008 con la novela "Un lugar llamado Oreja de perro".

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Clara Usón, premio Biblioteca Breve

Clara Usón abrazando su anterior libro, Perseguidoras, editado por Alfaguara. Fuente: elmundo La catalana Clara Usón, nacida en 1961, ganó ayer el Premio Biblioteca Breve de Seix Barral con la novela Corazón de napalm en el que recrea los locos años 80 españoles, la fiesta que no termina, llena de punk, rock español, drogas y mucha marcha. Dice la nota:Ese mundo, personificado en Fede, hijo de 13 años de unos padres con problemas de drogadicción, que no encaja con su madrastra, que se cree maduro, que quiere saber de su madre y que tiene como ídolo a Sid Vicious es el que protagoniza Corazón de napalm (...) "Los niños nacidos en los ochenta son hijos de padres poco convencionales, por lo que más que ser hijos son padres de sus padres", definió al protagonista Ángeles Caso, escritora y miembro del jurado, que destacó la temática innovadora de la novela. "Fui un poco loca e inconsciente esos años; la persona que soy se explica en gran medida por lo vivido durante ese periodo", admitía ayer, vestida muy formal, Usón. El libro alterna la historia de Fede con la de Marta Valdés, una pintora desconocida que intenta sobrevivir "y medrar" en la Barcelona artística, en tiempos en los que el marketing lo invade todo. Las trayectorias, paralelas, se acabarán cruzando al final. "La historia de Fede es dramática, mientras que la de la artista responde más a una comedia de enredo", asegura la escritora, que, sin ambages, se siente mucho más identificada con esta parte de su novela. "La pintora es un poco mi álter ego", afirma Usón.



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10 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Fuguet, no Caicedo

Lectura en Starbucks de Trujillo. Foto: moleskine 1.-Primera confesión: En 1994, un amigo escritor colombiano que moriría unos meses después, autor de Opio en las nubes, me regaló en Barquisimeto su propio ejemplar de Que Viva la Música en la que, sospecho, era una primera edición. Fue un gesto de desprendimiento insólito motivado solo por una conversación en la que me declaré fan de los Rolling Stones. Leí la novela en Lima apenas regresé de aquel encuentro, y la encontré muy mala. Unos meses después, la vendí en un lote de libros viejos a un precio miserable ignorante de la celebridad que luego adquiriría Andrés Caicedo. Sin embargo, lo único que en realidad lamento es haberme desprendido de un objeto que le perteneció a Rafael Chaparro. 2.- Segunda confesión: Apenas supe por internet de la aparición de Mi cuerpo era una celda (Norma) supe que era un libro que jamás me interesaría leer. Las fotografías de Caicedo como hippie o como nerd me hartan -Norma ha mandado hacer una ridícula publicidad con la silueta de Caicedo cogiéndose los huevos-, su novela y sus cuentos me parecen malos, su actitud suicida me parece parte de una mitología adolescente de la que ya tuve bastante con Luis Hernández (quien, a diferencia de Caicedo, por lo menos era un buen poeta). ¿Por qué tendría que leer un libro dedicado a un autor que considero menor y sobrevalorado? Lo único que me tentaba era que se trataba de un libro de Alberto Fuguet, amigo mío al que respeto como escritor, y la curiosidad del método de composición que Alberto había elegido -a manera de montaje a partir de la correspondencia y los artículos de Caicedo- para redactar el libro. Pero eso no era suficiente para comprarme un libro. Y desde que dejé Vano Oficio ya no me regalan nada, así que debo pensar bien qué comprar y qué no. Y este libro era un no rotundo. 3.- Tercera confesión: Nunca entendí aquella fascinación que tiene Alberto Fuguet por los personajes looser de la literatura. Por recomendación en su blog vi Californication y su ídolo-modelo de escritor Hank Moody me parece un completo imbécil. Siempre he pensado que Alberto se defiende mucho de lo "literario" porque en el fondo le teme. Porque siente que en un mundo de lectores cultísimos y escritores virtuosos, él es un salvaje que no puede competir ni le interesa. Es como si todo el tiempo estuviera esperando que Donoso lo eche de su taller por no haber leído a Dostoievski. Incluso su desprecio por la obra de ficción de los autores, que lo conduce a sobre estimar las obras de no ficción de muchos, me parece sospechosa y sintomática de alguien que teme ser rechazado por el mundo -mucho más complejo y con reglas más imprecisas que el de los diarios personales- de la poderosa ficción. A pesar de eso, Fuguet no sólo es un buen escritor de ficciones sino, además, una persona capaz de crear generaciones y lectores como lo hizo con McOndo. No es fácil hacerlo. Existen decenas de editores y escritores y prologuistas y agentes literarios y periodistas que han intentado crear una promoción de autores, un grupo identificable y reconocible, y no lo han logrado jamás. A Alberto le bastó una palabra, McOndo, para conseguirlo. Eso es más de lo que se puede decir de cualquiera. Pero, pese a ello, ese obsesivo comedor de sushi que es Alberto Fuguet desconfía de la literatura y prefiere meterse en un mundo definitivamente más competitivo, frívolo y menos complejo por lo general, como es el del cine. Una contradicción aparente. Por eso no me llamó la atención que Fuguet finalmente escogiera como ídolo literario ("amigo imaginario" lo llama en el libro) a un escritor menos talentoso que él como Caicedo. Es el camino inverso al de Mario Vargas Llosa (ídolo literario de Caicedo y del mismo Fuguet) quien le dedica años de investigación a obras auténticamente transgresoras, fundamentales y casi prometeicas como las de Víctor Hugo, Flaubert, Gabo u Onetti. Fuguet en cambio prefiere dedicarle su tiempo a autores cuya discreta obra no ha influido en nada al mundo literario al que Fuguet pertenece aún sin quererlo. 4.- Cuarta confesión: Estaba con calor en Trujillo. Una persona con la que debí encontrarme me falló, y otro amigo me dijo que lo espere unas horas. Me metí en una librería y compré Mi cuerpo era una celda para leerlo, para más mcondianismo, en un Starbucks de aire acondicionado. ¿Por qué compré ese libro y no otro? Bueno, sí compré otros libros, pero de pronto pensé que sería bueno leer lo de Fuguet con todas las expecatativas en contra, y dejarlo olvidado en una mesa cuando mi amigo viniese a rescatarme. Sin embargo, el libro me atrajo. No ha logrado convencerme de que Caicedo es un buen escritor (no es esa la intención del libro), y no comparto la opinión de Alberto de que sus críticas de cine o su correspondencia es mejor que sus textos de ficción, pero hay algo en ese libro que rescata al personaje. Y es el método de composición. Curiosamente, lo que Fuguet ha descubierto es algo que jamás pretendió hacer: que la vida de cualquier sujeto puede resultar atractiva e incluso intensa cuando detrás de él hay un buen montaje. Este libro es lo más Puig que he leído en mi vida. Las cartas intrascendentes, las lamentaciones en los diarios y las impresionistas críticas de cine empiezan a adquirir sentido al aparecer montadas una sobre otras, del mismo modo como las fotografías más anodinas de alguien adquieren significado épico si son filmadas por un director genial, con un soundtrack maravilloso y un montaje inteligente. No voy a decir que no me ha conmovido el personaje: aquel muchacho ingenuo que a los 21 años pretende vender un guión de cine en Los Angeles; aquel chico edípico que le pide plata a su madre, que anda enamorado de sus hermanas, y le envía cartas llenas de temor al padre; el cinéfilo solitario y rabioso; el hippie nerd; el amante de la música que lo mismo cita a los Rolling Stones que un bolero de Leo Marini; el indeciso bisexual no por lascivia sino por lo contrario, porque anafroditismo y soledad furibunda; el enamorado de una casquivana que al final lo desprecia y lo cornea y el que, antes de cumplir con su tantas veces anticipado suicidio, se da tiempo de escribir una carta llena de comentarios técnicos sobre películas a un amigo. En todo ese espectro, el Andrés Caicedo escritor está muy por debajo de la línea, algo anecdótico casi. El empeño de Alberto Fuguet de convertirlo en el eslabón perdido entre el Boom y McOndo es fallido. Sin embargo, no lo es el convertirlo en un personaje real, complicado, entrañable, un ser humano lleno de contradicciones luminosas, de aquellos que solo parecen existir justamente en las mejores ficciones y jamás en la realidad. En este libro, escrito con las palabras de otro, Alberto ha firmado algo más que un método de composición o un homenaje a un ídolo literario. Lo que ha hecho, en realidad, es escribir una de las más sensibles, transgresoras e inteligentes obras de ficción escritas en castellano en los últimos años.



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9 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Un lugar llamado Oreja de perro en Cartagena

John Jairo Junieles, misteriosa chica, Adriana Lisboa, probable afortunado esposo de Adriana, Antonio García Angel, Pilar Quintana sosteniendo mi libro y la loca de Mayra Santos Febres. Fuente: lugarmaniguaY yo que estaba triste porque no iba a estar presente este año en el Hay Festival de Cartagena 2009. Pero los amigos siempre están ahí para corregir lo que no funciona. Miren nomás lo que han hecho los locos de B39, sumados -o quizá incluso instigados- por mi amor Mayra Santos Febres (que se prepara a sacarme la vuelta con Pedro Mairal, como si no le bastara haberlo hecho con Volpi). ¡Mil gracias, amigos! Qué felicidad ver no mi libro sino sus sonrisas en Cartagena. Espero que después de eso hayan ido al Quebracanto por mí también...



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7 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Reacciones a un post

¿Existe esta camiseta en literatura? Fuente: peru En un país, en un mundo bloggero mejor dicho, donde cualquier argumento se responde con un insulto, recibir comentarios a un post que buscan refutarlo con argumentos y no con agresiones, es un gesto que solo puede agradecerse. Es la primera vez en que un post mío es comentado sin acusarme de vanidoso, superficial, burgués o referirse a mis muelas faltantes o sin pataletas. Veamos pues: En un post anterior comenté brevemente lo que dije en una Feria del Libro de Trujillo la semana pasada. El punto dos se lee:b) Que la literatura peruana, como individualidad, no existe fuera de los manuales escolares. Nosotros formamos -gracias a dios- a una fracción más amplia, diversa e interesante que es la Literatura Latinoamericana. Y desde lejos, las diferencias o particularidades entre los países que forman lo latinoamericano son ambiguas y borrosas (o borradas del todo). Amen.Quizá debí aclarar que, a lo que me refería en esa conferencia ("La literatura peruana en el mundo") es a la visión que el lector común y corriente -no el crítico ni el profesor universitario- tiene sobre la literatura peruana. Pero, en fin, para el caso da lo mismo, para mí la literatura peruana es un concepto borroso más allá de los nombre que lo conforman, y por eso he dicho siempre que no existe. Ricardo Sumalavia ha sido el primer en poner su posición:Lo que sucede es que en el caso peruano el criterio de nacionalidad siempre ha estado en crisis, una eterna construcción que no tiene cuando acabar. Decir ?peruano? dice mucho y no dice nada. Si su intención es englobar, reconciliar, no lo consigue. No existe una individualidad ?peruana?, sino individualidades fracturadas. Y algo, o mucho, de esto pasa en el resto de países vecinos.Ante este panorama, entiendo el razonamiento de Thays, y que es más saludable insertarse en un marco mayor, ?amplio, diverso e interesante?, como él sostiene. Pero creo que esto no resuelve el conflicto.Cuando se dice que ya no se puede hablar de literatura nacional, que el adjetivo ?nacional? se desdibuja, yo creo, por el contrario, que lo que se desdibuja es la noción de ?literatura?. Sumalavia, en un párrafo anterior, malinterpreta lo que dije al pensar que yo oponía el concepto "homogéneo" latinoamericano vs. el "heterogéneo" peruano, y no es así. Creo que la literatura de todo país es dispersa, versátil y heterogénea, incluso en los países que pretenden obligar a sus escritores a tomar una dirección única. Por eso la literatura socialista rusa o la maoísta -tan cara al grupo Narración- nunca funcionó. La diversidad siempre ha sido el signo de cualquier literatura. Pero es un hecho concreto que para el resto del mundo lector, un "escritor peruano" es apenas distinguible a un "escritor ecuatoriano" digamos. Bolaño en EEUU no es un escritor "chileno" sino "latinoamericano" y el concepto McOndo, a pesar incluso de sus autores, sigue funcionando mejor que el de cualquier nacionalidad.Luego, Gustavo Faverón decide proponer la noción de "canon" o "tradiciones nacionales" (que mencioné en la mesa de Trujillo justo refiriéndome a un antiguo post de Gustavo) para dar pruebas de que la literatura peruana sí existe. Dice:La literatura peruana y la latinoamericana no existen en un cierto sentido, pero, en otro, ambas son igual de reales. Romper ese equilibrio es una forma de arbitrariedad no aceptable, porque recurre a criterios distintos para tratar a cada una. Quien lo haga tendría que explicar, inmediatamente después, por qué la relación entre la obra de Óscar Colchado y la de Alejandro Zambra como parte, supuestamente, de una misma tradición, es más real que la relación entre la obra de Óscar Colchado y la de José María Arguedas. Un problema nada pequeño. Como en el caso de los dialectos, puedo decir que la obra de Arguedas es parte de la literatura hispana, de la literatura latinoamericana, de la panandina, de la peruana, de la andina peruana, de la novela indigenista o neoindigenista, acaso de la ficción regionalista, pero también de muchas otras líneas genealógicas. Ninguna de esas afirmaciones hace falsa a las otras. Es obvio que el debate Sarmiento-Hernández es más crucial para Borges y para Ricardo Piglia que para Augusto Monterroso. Es obvio que el choque Arguedas-Vargas Llosa significa más para Jorge Eduardo Benavides que para Diamela Eltit. Es obvio que Krauze y Paz son más cruciales para Jorge Volpi que para Iván Thays. Son obvias las razones por las cuales Edmundo Paz Soldán escribió una tesis doctoral sobre Alcides Arguedas, que no hubiera sido ni la primera ni la centésima opción de Álvaro Enrigue o de Abelardo Castillo. No me parece discutible que la veracidad y la certeza de esas afirmaciones encuentra su justificación en un mismo punto: Piglia, Benavides, Volpi, Paz Soldán, todos son escritores claramente cosmopolitas, que se nutren de muchas tradiciones, que vuelan sobre muchos campos, y que, sin embargo, no por ello pueden declarar inexistente el vínculo histórico, cultural, social, político, que los une con sus tradiciones nacionales. O, para decirlo con los términos de mi ejemplo: son escritores que, como todos, hablan muchos dialectos, muchos al mismo tiempo, y no tienen cómo negar a uno de ellos, porque lo ponen en práctica, lo convierten en habla, en su habla, cada vez que escriben, al mismo tiempo en que activan todos los demás.A mí lo que me gustaría saber, luego de leer lo de Gustavo, es en qué medida dialéctica, formal o temática, más allá del hecho arbitrario de haber nacido en una misma frontera, une la literatura de Oscar Colchado a la de Enrique Prochazka por ejemplo. O por qué la discusión Vargas Llosa-Arguedas debería interesarme más, o ser más estimulante artísticamente, que la de Nabokov-Edmund Wilson por ejemplo. Mis orejas (de burro, si quieren los anónimos, los nunca doctorandos o los límbicos) están bien paradas en Huanchaco. Como lo dije cuando hicimos el blog "Bata japonesa", yo estoy siempre dispuesto a aprender y creo, siempre, que el Arte de ser discípulo es más estimulante que el de ser profesor. Y alguien como Gustavo, que estudia estos temas desde hace años, tiene mucho que enseñarme. A ver.



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6 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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De Gabo a Mario

carátula del libro. Fuente: edhasaUn nuevo libro sobre la amistad de Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa se publicó el martes en Madrid. Fue escrito por Ana Gallego y Angel Estebán y se titula De Gabo a Mario, editada por Edhasa. En este se indaga la amistad profunda de estos dos en Barcelona, donde vivían en casas gemelas, sobre la pelea real que los separó -de la que no dicen nada nuevo ni aportan dato alguna- y de su distancia posterior por culpa de las diferencias ideológicas que hasta hoy se mantienen. ¿Será cierto que una vez Vargas Llosa llamó "chupamedias de Fidel Castro" a Gabo? A ver qué dicen los autores. La nota anuncia perogrulladas:Los especialistas en Literatura y Filología Hispanoamericana Ana Gallego y Ángel Esteban trazan en De Gabo a Mario un retrato literario de los autores que iluminaron el "boom" de la literatura hispanoamericana."Nos interesaba bucear en esa amistad legendaria, que no surge con facilidad en el mundo de las letras, y en el hecho de que sólo durase una serie de años para cortarse bruscamente", explicó Ángel Esteban en una entrevista concedida a la agencia de noticias EFE.Fue hace más de treinta años, el 12 de febrero de 1976, cuando un puñetazo propinado supuestamente por Vargas Llosa a García Márquez puso punto y final a una de las amistades más fructíferas de la historia de la literatura, hecho que ?de todos modos- nadie pudo jamás comprobar. Ambos biógrafos sostuvieron que la disputa fue originada por una "cuestión personal", que nadie conoce debido, recordaron, al pacto de silencio que ambos autores mantienen hasta el día de hoy. "Hemos consultado muchísimos documentos, pero mientras que ellos no digan lo que pasó nadie lo sabrá", aseguran a viva voz. Los autores se atreven a sugerir además que las "diferencias ideológicas" terminaron por minar la relación y condujeron a un distanciamiento paulatino, tras haber coincidido ambos durante los años setenta en Barcelona (...) La relación entre García Márquez y Vargas Llosa habría encontrado su primera piedra, en 1971, a raíz del encarcelamiento del poeta cubano Heberto Padilla. Esteban recordó cómo Vargas Llosa fue "el primero" en acercarse junto a Cortázar y Carlos Fuentes, a la Revolución cubana y en apoyarla, mientras que García Márquez se mantuvo al margen.Cuando llegó el "caso Padilla", añadió el especialista, casi todos los escritores condenaron el proceso contra el poeta cubano y "comienzan a distanciarse de la Revolución, Vargas Llosa a la cabeza. Sin embargo, García Márquez todavía hoy mantiene su adhesión"."El caso Padilla fue el principio del fin del grupo que conformó el boom", aunque, resaltó, que la amistad se mantuvo intacta hasta 1976 entre el autor colombiano y el peruano pese a las diferencias "cada vez más crecientes" respecto de Cuba", agregó Esteban.Bueno, realmente no sé qué interés puede tener un libro como este, salvo el de reunir la información dispersa. El Boom y su historia ha sido muy trajinado. Lo que sí sería interesante (quizá eso suceda en el libro, que no he leído obviamente) es que los autores intenten explicar cómo un autor extraordinario como Mario Vargas Llosa, en vez de pelearse con su contemporáneo igual de genial y hacerle el palo encebado o ningunearlo o mezquinarlo, le dedica un libro generoso, profundo, inteligente y lúcido, como Historia de un deicidio. En la historia de la literatura universal, de cualquier época e idioma, eso sí es un auténtico milagro. Por su parte, Gabo que yo sepa sólo le ha dedicado elogios a las caderas de Shakira. En fin.



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6 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Jorge Volpi, premio Mazatlán

Jorge Volpi premiado. Fuente: wikimedia Más allá del premio Villaurrutia, el premio Mazatlán de México es uno de los que va ganando mayor prestigio cada año. Este año, con un jurado integrado por Juan Villoro, Mario Bellatin y Sergio Pitol (todos ellos ganadores del premio en su momento) eligieron el libro de ensayos Mentiras contagiosas de Jorge Volpi -Bogotá39, por si lo han olvidado o si les jode- como ganador. La nota es de La Jornada:El escritor Jorge Volpi, integrante de la llamada generación del crack y actual director de Canal 22, fue galardonado con el Premio Mazatlán de Literatura 2009 por su libro de ensayos titulado Mentiras contagiosas. Volpi, vía telefónica, se dijo sorprendido de recibir este galardón y preguntó al director del Instituto de Cultura de Mazatlán, José Luis Franco, cuál libro era el ganador, quien respondió que se trataba de Mentiras contagiosas. La entrega del premio, anunció el presidente del jurado, Mario Bellatín, se efectuará en el contexto del Carnaval 2009: Fantasía Universal? un viaje por los carnavales del mundo. En el jurado del Premio Mazatlán de Literatura también participaron los escritores Sergio Pitol y Juan Villoro



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5 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Un taxi en Cuba

Taxi en Cuba. Fuente: Letras Libres He recibido en mi email varios correos acerca de las largas, y absolutamente previsibles, reacciones de los escritores cubanos en Cuba (como diría Vallejo "perdonen la tristeza") a raíz de la participación de un grupo de avanzada (Halfon, Enrigue y yo) en La Habana, financiado por el Hay Festival y teniendo como anfitriones a Senel Paz y Wendy Guerra (y con el marco fotográfico de Mordzinski). Como dije, todo muy previsible. Pronto daré mi propia versión sobre el tema. Por lo pronto, les dejo con este extraordinario artículo que publicó en enero el autor de Livadia, José Manuel Prieto, en el último número de Letras Libres (dedicado a Cuba, por cierto) que tiene un artículo también del gran Antonio José Ponte y Ernesto Hernández Busto (un trío bastante peliagudo si se han enterado algo leyendo La fiesta vigilada). Les dejo la parte titulada "¿Quién soy yo y por qué voy viajando en ese taxi?" ¿Quién soy yo y por qué voy viajando en ese taxi? Soy, podría decirlo de esta forma y levantar más de una ceja, el más genuino fruto de la Revolución cubana, su más genuino hijo, alguien que de no haberse dado esta, el acontecimiento que explico o intento explicar en este libro, jamás habría venido al mundo (mis padres consideraron posible tener otros dos niños, mi hermana y yo, en la holgura de los primeros años en que todo debe haberles parecido fácil).Un niño modelo que creció en una guerra privada y no menos dolorosa que la que atravesaba el país, resistiéndome a Czerny, a las escalas cromáticas y los estudios para cuatro manos de Béla Bartók, las largas sesiones de piano que debí aprender porque mi madre había querido estudiarlo. Un niño revolucionario enfrascado y poniendo en práctica el sueño pequeñoburgués de una infancia con piano y lecciones de esgrima. Fui luego, cuando crecí y quedó claro que jamás sería concertista, a la mejor escuela del país, a la Eton cubana (para que se me entienda en Inglaterra). Una institución con el simpático y muy evocador nombre de Vladimir Ilich Lenin, líder de la Revolución Mundial. Donde, en el ambiente de seriedad y excelencia académica ?absolutamente cierto, dicho esto sin ironía?, me decidí en el último año de estudios a convertirme en ingeniero en computación, para lo que debí, de la manera más inverosímil y en un viaje que terminó por cambiar totalmente mi vida, yéndome a Rusia. Un largo viaje en barco que, cada vez que pienso en él y lo rememoro, se me antoja más fantástico e imposible: veintiún días del Caribe al Mar Negro, una larga semana en tren luego, a lo más profundo del territorio soviético, una ciudad en su lejana retaguardia, a dos mil (¡) kilómetros de la ya muy lejana Moscú.Mi asombro ante la coloración muy roja de las hojas la tarde que llegué a esa ciudad a fines del verano y donde viviría cinco inviernos (cinco duros inviernos) y donde, de manera insospechable para un hijo del Trópico, aprendí a calcular con facilidad a cuántos grados bajo cero por la escarcha en la ventana. Quise irme el primer año, pensé muchas veces en hacerlo y no me arrepiento de haberme quedado, terminado mis estudios y dejado entrar en mí la vida de todo un país del que el mío era meramente un aliado político, un frío (nunca mejor dicho) aliado político, un país que llegué a amar profundamente, cuya literatura llegué a conocer tan bien y a querer tan bien como la literatura de mi propio país.Menciono esto, o debería explicarle al taxista porque viene a cuento: la vida improbable, el mundo absolutamente nuevo (y exótico) en el que la Revolución cubana colocó a todo el país (y a mí con él). Gústenos o no.Un fruto imposible de la Revolución cubana, lo improbable de un destino del que no sólo no reniego sino que considero una gran suerte: aquella remota ciudad, los duros inviernos, la más profunda y radical experiencia.



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3 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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La regla de Updike

John Updike. Fuente: Critical mass Mientras se anuncia que la última novela de John Updike "Las viudas de Eastwick", secuela de la novela Las brujas de Eastwick y editada en el 2008, será editada en España por Bromera (¿y qué pasó con Tusquets?) podemos leer esta frase de Updike acerca del incomprendido arte de hacer reseñas literarias, que él dominó con tanta eficiencia:Review the book, not the reputation. Submit to whatever spell, weak or strong, is being cast. Better to praise and share than blame and ban. The communion between reviewer and his public is based upon the presumption of certain possible joys in reading, and all our discriminations should curve toward that end." Review the book, not the reputation" vuelvo a leer. Palabras sabias. La frase ha sido recordada en el blog Paper Cuts por Jennifer Schuessler a partir de un pentálogo de Updike como crítico literario publicado en Critical Mass en el 2006.



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29 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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MARGARITA POSADA por Mordzinski

Margarita, está linda la mar. Foto: Daniel Mordzinski Hoy empezó el Hay Festival 2009 en Cartagena, del que ya escribí un post dando recomendaciones de algunos eventos obligatorios a los que asistir, y Daniel Mordzinski está tirando fotos a diestra y siniestra. Ha prometido enviarme fotos así podremos seguir la rumba madre que se arma en Cartagena. (¡Extraño el inolvidable Hotel Bantú! ¡Pedro, Gastón, Alvaro, Antonio, Joao, Pilar, JJ, dónde andan! ¡Camila y Juliana las recuerdo siempre!) Y no pudo Daniel escoger mejor foto para empezar estos envíos: la preciosa narradora colombiana Margarita Posada (que este año publicó la novela Sin Título 1977 en Alfaguara) caminando, con sus zapatos morados en la mano, frente al mar de Cartagena. Todos los años se elige al "Rey o Reina" del Hay Festival. El año pasado ganó Joaquín Sabina tramposamente, porque todos sabíamos que la reina del Hay Festival era Violeta, la dulce hija de Antonio García Ángel. Este año la ganadora tiene que ser Margarita Posada o si no, volteamos las urnas y rompemos todo. Salvo que vuelva a ir Violeta acompañando a su padre, claro; en tal caso firmamos desde ya el empate.



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29 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Más sobre la leyenda Bolaño

Roberto Bolaño a los 23 años. Foto: NYT, cortesía León Enrique Bolaño Hace unas semanas, Gustavo Faverón nos advertía del interés de The New York Times por desentrañar el affaire Bolaño. ¿Realmente su enfermedad se debe al abuso de heroína como dicen sus biógrafos al vuelo norteamericanos? Ayer se publicó en NYT finalmente el artículo "A Chilean Writer?s Fictions Might Include His Own Colorful Past" en el que el periodista Larrry Rother hace un resumen de lo que averiguó entre sus conocidos:Regarding Mr. Bolaño and drugs, numerous Latin American and European critics and bloggers have taken the side of his widow, accusing American critics and publishers of deliberately distorting the writer?s past to fit him into the familiar mold of the tortured artist. Mr. Bolaño?s life and work have been made into ?a trivial spectacle,? Julio Ortega, a Peruvian critic and scholar, wrote in El País, the leading daily in Spain. The focus of the heroin controversy is a four-page narrative that appeared in a collection whose title translates as ?Between Parentheses,? published the year after Mr. Bolaño?s death but not yet available in English. Called ?Beach,? the text consists of a single long sentence, whose opening words are, ?I gave up heroin and went back to my town and started on the methadone treatment administered me at the clinic. ...? The title page of ?Between Parentheses? describes it as a collection of ?essays, articles and speeches.? In the introduction Ignacio Echevarría, a Spanish critic and editor whom Mr. Bolaño named as his literary executor, explains that the book should be seen as ?a type of ?fragmented autobiography? ? and ?personal cartography? of Mr. Bolaño. In separate interviews, however, Mr. Echevarría and Jorge Herralde, Mr. Bolaño?s publisher, said that the introduction and title page of future Spanish-language editions of the book would be changed to incorporate language to indicate that ?Beach? is fiction, as will the English-language version, which New Directions intends to publish next year. ?The situation lends itself to confusion because Bolaño liked to play tricks and create mysteries,? Mr. Herralde acknowledged. ?But he may just have been trying to lay a trap for his future biographers.? (...) In interviews by telephone from Spain and Mexico, Mr. Bolaño?s friends and associates suggested that he also embraced ambiguity. ?He created his own myth,? said the woman with whom the writer was romantically involved at the time of his death, but who asked that her name not be published because she wants to preserve her privacy. ?Nobody can deny that he played that game, and he would be the first to admit it.? Parece claro que el error parte del relato "Playa" que publicó en El Mundo en julio del 2000. Manuel Llorente, editor de aquel cuento, aclara al respecto: "I knew Bolaño was a writer who played with reality, who cultivated ambiguities and false identities, so I didn?t care whether the narrative he submitted was true or invented" Nada más que agregar.



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28 de enero de 2009
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