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Escrito por

Iván Thays

Iván Thays es escritor peruano (Lima, 1968) autor de las novelas "El viaje interior" y "La disciplina de la vanidad". Premio Principe Claus 2000. Dirigió el programa literario de TV Vano Oficio por 7 años. Ha sido elegido como uno de los esccritores latinoamericanos más importantes menores de 39 años por el Hay Festival, organizador del Bogotá39. Finalista del Premio Herralde del 2008 con la novela "Un lugar llamado Oreja de perro".

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Moleskine Literario en La Habana

Mañana parto para La Habana... el amor de Carmela me va a matar. Fuente: elpaisMe escribe Mayra Santos Febres: "La gente no entiende, Iván- la gente cree que el Caribe es baile, sexo y ron, pero es sobretodo sal y luz. Mírala bien, corazón, entiende la luz del Caribe, como te raja los ojos al mediodía, cómo se vuelve una fruta dulce en las medias mañanas o en los atardeceres, como rebota contra los cuerpos y contra el agua. El misterio del Caribe no está en los cuerpos, está en la luz."Sí señores, me voy a La Habana por tres días. Me encontraré ahí con amigos escritores del B39 como Alvaro Enrigue, Eduardo Halfon, Wendy Guerra. También con las inquietísimas organizadoras del Hay Festival Cristina e Izara. Y también con Daniel Mordzinski, mi queridísimo Daniel, quien estará tirando fotos -como dicen los cubanos- a diestra y siniestra en el malecón de La Habana. Y espero salir en alguna abrazado a él. Voy a La Habana a vivir este momento preciso, y también a escuchar a Bola de Nieve, a Celio González, a los soneros, a los Buena Vista, a la Dan Den, in situ. Y para pararme delante de la casa de Lezama Lima. Y para conocer a escritores cubanos (aunque lamentablemente, no podré ir el lunes a Casa de América porque mi avión parte temprano), y conocer las calles de Cuba y sacar mis propias conclusiones, para irme de rumba, para ir a un toque de tambores de Obatalá, para tomarme un Havana7 (recomendación de Barbara Graham), para leerme los opelés, y sobre todo para mirar el malecón y dejar que toda esa luz, y toda esa sal, me entre por los ojos, los oídos y los poros.Regreso al Moleskine Literario el lunes. Y si no regreso, ya saben dónde buscarme.



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22 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Murakami, premio Jerusalen

Haruki Murakami. Fuente: smh.com.auSi no me equivoco -como siempre- creo que, a pesar del éxito y la celebridad, son muy pocos los premios internacionales importantes que ha ganado Haruki Murakami. Pero al fin le tocó uno de peso: el Premio Jerusalen 2009. El autor recibirá el galardón en el Jerusalem International Book Fair el próximo mes.Popular Japanese writer Haruki Murakami, author of the best-selling "Norwegian Wood" and "A Wild Sheep Chase" was named winner of the 2009 Jerusalem Prize on Wednesday. The Jerusalem Prize for the Freedom of the Individual in Society is a biennial literary award traditionally bestowed upon authors whose work has dealt with human freedom, society, politics, and government. Murakami, who rarely accepts accolades in person, will arrive in Jerusalem in February as the guest of the International Book Fair, where Mayor Nir Barkat will present him with the award. The City of Jerusalem has been giving the award out since 1963. Past winners include such literary giants as Arthur Miller, Susan Sontag, Bertrand Russell, Simone de Beauvoir, Octavio Paz, Stefan Heym and Mario Vargas Llosa. Murakami, 60, is considered an icon of modern literature and has 20 titles to his name ? all of which have been translated into over 40 languages. "Murakami is the best-known and most beloved Japanese author in the West," wrote the Prize Committee. "His work interweaves Japanese culture with contemporary Western culture in a unique fashion. "While Murakami's work is easy to read it is not easy to comprehend. His clear, minimalist writing makes him vastly accessible, but the reader is struck with the complexity of his literary world upon reading it."Vía The Literary Saloon.



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22 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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¿Qué yo?

Jaime Bayly. Fuente: marinabernal El lunes conversé con Susana Montesinos, peruana graduada en Literatura en una universidad holandesa con una tesis sobre Jaime Bayly y la "autoficción". ¿Es Bayly autoficción aunque su narrador nunca usa el "yo" literario? es la pregunta que intenta resolver su trabajo, que en unos días leeré. Por lo pronto, en el suplemento Babelia del fin de semana Juana Vásquez hace algunas precisiones sobre ese "yo" literario, en respuesta a un especial en el mismo suplemento hace unos meses. Dice Vásquez:Hay literatura del yo a través de la ocultación -en parte- de lo que es el yo real, para crear el yo con el que uno se identifica. Por supuesto que se trata de literatura del yo, pero en este caso del yo deseado. El yo histórico está constantemente en nuestras novelas, el tiempo pasado se presta a desvestirnos en la literatura sin problema alguno. Existe pues mucha literatura actual del yo histórico. Otra de las formas en que se manifiesta el yo es fragmentado a través de los múltiples espejos, que son los personajes. Cada personaje porta una o varias vetas del autor. Es también literatura del yo, pero de un yo disperso. Está el yo de las autobiografías de ficción, en donde uno mezcla el yo real y el que uno desea a través de contar y fabular sobre uno mismo, es un yo mitificado. Y este yo es el mismo de las autobiografías, puras y duras. Pues son el resultado de seleccionar los hechos que al autor le interesan para configurar el yo que le conviene. En una entrevista a Alfredo Landa en EL PAÍS, se le preguntaba acerca de la misma: "¿Es un strip-tease?". Y respondió: "No, coño, lo hago totalmente vestido. Cuento todo lo que puedo contar, lo que debo contar". Y termino con el yo del subconsciente, cuando escribimos de forma más o menos automática. Quizá sea ése el yo más real, pues uno no controla la escritura, y por lo tanto no condiciona a ese yo con el que se identifica de cara a la galería.



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22 de enero de 2009

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Obama lector

Obama lector. Fuente: papercuts Ya varias veces antes he comentado en Moleskine las aficiones literarias del recién ungido Presidente de los Estados Unidos, Barack Obama (o "marbus" para los siempre paranoicos lectores de Nostradamus). En el suplemento Ñ hoy le rinden homenaje a este momento histórico comentando la relación de Obama con los libros, subrayando sus lecturas preferidas. Aquí está la lista, que incluye a El Gran Gatsby obviamente:El amor de Obama por la ficción y la poesía (en su página de Facebook enumera a Moby Dick, las obras de Shakespeare y Gilead de Marilynne Robinson como algunos de sus favoritos, junto con la Biblia y las obras completas de Abraham Lincoln y Emerson), no sólo le ha dado un conocimiento sofisticado del uso del lenguaje. También lo ha inmerso en el sentido trágico de la historia y un conocimiento de las ambigüedades de la condición humana, muy opuestas de la visión del mundo que tiene Bush. Obama ha dicho que en la universidad escribió "poesía muy mala" y su biógrafo David Mendell ha sugerido que en algún momento fantaseó con la idea de ser novelista. De todas formas Sueños de mi padre demuestra un gran talento para relatar y una combinación excepcional de la empatía e imparcialidad que poseen los grandes novelistas. En esas memorias, Obama logró comunicar excepcionalmente variados puntos de vista distintos a los suyos y también evocar varios de los lugares donde vivió durante su infancia. En el libro, el narrador es a la vez un marginal solitario y un observador omnisciente que nos provee una vista coral de su pasado. Como Sueños de mi padre, muchas de las novelas que se dice que admira Obama tratan el tema de la identidad: La canción de Salomón de Toni Morrison cuenta la historia de un hombre que intenta averiguar sobre sus raíces familiares; El cuaderno dorado de Doris Lessing relata las dificultades de una mujer en articular el sentido de sí misma; y El hombre invisible de Ralph Ellison trata el problema de la definición del ser en un Estados Unidos hiper-consciente de los temas raciales y la posibilidad de trascendencia en ese ámbito. Las poesías de Elizabeth Alexander, quien fue elegida por Obama para leer una poesía original en la ceremonia de asunción, tratan sobre la intersección del pasado y del futuro, lo privado y lo político; mientras que la poesía de Derek Walcott (Obama fue fotografiado recientemente leyéndolo) explora qué significa ser "un niño dividido", situado sobre el margen de dos culturas, sin raíces tal vez, pero libre para inventar un nuevo ser. Esta idea de la creación del propio ser es muy estadounidense ?es uno de los temas centrales, por ejemplo, de El gran Gatsby?y parece ejercer una gran fascinación sobre la imaginación de Obama.No hay que menospreciar, además, la lectura de los escritores afroamericanos como James Baldwin, Ralph Ellison, Langston Huges, Richard Wrigt y W.E.B. Du Bois, que hoy están de fiesta.



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21 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Washington Cucurto por Faverón

Carátula de la novela. Fuente: puenteaéreo La última vez que vi en Lima a Gustavo Faverón, enemigo jurado de las ensaladas y de Ricardo Montaner, me comentó la lectura de 1810, la novela de Washington Cucurto editada por Emecé. Y me comentó, sobre todo, un cuento con que se completa el volumen que, al parecer, es una relectura de "Casa tomada", el famoso cuento de Julio Cortázar. Recordé entonces el plan que tenemos varios amigos, escritores latinoamericanos, de hacer un libro de covers literarios de autores del Boom. El de Cucurto cae ni que pintado. Esto dice Gustavo en su blog sobre 1810:Hace un par de semanas leí una novela que quise recomendarles y se me fue pasando. Su título es 1810. Su largo subtítulo, que pueden leer en la foto, explica dudosamente su contenido: es el relato falsamente histórico (descabellado, más bien) de la revolución independentista de San Martín en Argentina del modo en que habría sucedido si los soldados de su expedición hubieran sido, todos ellos, negros africanos insólitamente cumbiamberos y peculiarmente altisonantes. (...) La novela está escrita en una clave carnavalesca que tiene más de Rei Momo y Padre Ubú que de M.M. Bakhtin, y que encuentra una inusitada armonía en la sucesión de disparates de su argumento: libidinosa y tanática, mortífera y mortal, abrupta y descortés, ruidosa y aleatoria, subversiva y cómica, anacrónica y, sin embargo, inusualmente consciente de sí misma.Quizá lo más interesante del libro, sin embargo, no está en el cuerpo principal de la novela, sino en uno de los dos textos adicionales que le sirven de doble epílogo: se trata de una versión hipertrófica y desbocada del célebre relato "Casa tomada", de Julio Cortázar. En la versión de Washington Cucurto, el texto se convierte en la historia del misterioso desalojo vista desde la óptica del grupo de negros invasores que han penetrado en el hogar burgués para ir empujando a los invisibles señores de la casa en dirección a la calle. Imperdible.Por cierto, un lector de "Puente Aéreo" opina que Cucurto está sobrevalorado y le pide a Gustavo "menos entusiasmo pa la proxima". La respuesta de Gustavo es extraordinaria y debería aparecer en la tapa de cualquier manual para aprender a hacer reseñas en castellano: "Ok, señor. Para la próxima trataré de ser más ácido, pesimista y desganado en el momento de recomendar los libros que me gustan"



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21 de enero de 2009
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Charles Dantzig por Fogel

Carátula del libro. Fuente: thefindbuzz Charles Dantzig es el autor de Dictionnaire goste de la littrature franaise (Diccionario egoísta de la literatura francesa), probablemente el único Diccionario honesto de literatura que se ha publicado jamás, en el que el antologador hace explícito que se guía solo por sus gustos arbitrarios, obsesivos, absolutamente personales. Ahora, Dantzig ha publicado un nuevo libro y Jean Francoise Fogel lo comenta en su blog:Vuelve Dantzig en estos días con una Encyclopdie capricieuse du tout et du rien (Enciclopedia caprichosa del todo y de la nada), un título tan abierto que todo cabe en las 791 páginas de la obra. Son listas, tremendas listas de lo que gusta y no gusta a Dantzig: lugares, personas, libros, artes, palabras, cosas, calles, espectáculos, miembros de su familia o de la humanidad. Es muy parecido al librito Schott's Original Miscellany de Benn Schott que tanto éxito tuvo en inglés (se puede leer en español bajo el título La miscelánea original de Schott -El Aleph) lo que permite ver un intento de resucitar a los viejos almanaques. Dantzig no va por este camino; lo entrega todo, aplasta con citas, historias, informaciones inútiles e imprescindibles que me hacen pensar en saludar su obra como la aparición de una literatura a lo Google. En una página (una entre tantas otras) Dantzig se burla del poeta Alfred de Vigny: proclama "No hay más grandeza que el silencio" antes de escribir tres mil páginas. Dantzig, que se pinta como esteta y anacoreta, es el Vigny de nuestra era Google y tiene, por supuesto, un éxito merecido en París.

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21 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Los disfraces de Gabriela Wiener

Gabriela Wiener disfrazada de Gatúbela, según Andreas. Fuente: Planeta Hoy Andreas se levantó, cogió uno de los libros que estaban sobre la mesa de noche y me preguntó: ?¿Quién es ella?? Pasé saliva. Pensé que por culpa de Gabriela Wiener y su libro Sexografías, y en especial por su foto de contratapa (que ilustra este post), iba a tener que darle a mi hijo (seis años cumplidos el lunes pasado) un curso acelerado de sexo, empezando por la historia de las abejitas hasta llegar a eso de los swingers. Felizmente, antes de empezar se me ocurrió preguntarle: ?¿Por qué?? Me respondió: ?Porque parece Gatúbela?. Pude sonreír aliviado (hasta que el psicoanálisis no diga lo contrario). Gabriela con lentes oscuros, pelo lacio y largo como cascada sobre medio rostro, escote y short jumper es demasiado hasta para un niño. No sé si a ella le gustaría ser Gatúbela, no creo que le disgustaría en todo caso, pero lo que sí sé que le van bien los disfraces.Sexografías es un libro de disfraces. En una lectura rápida, uno podría pensar que Gabriela se está exponiendo demasiado, incluso ofreciendo su propio cuerpo como carnada para una crónica. Pero eso no es necesariamente cierto. Salvo en el último relato (titulado ?Babies? y en el que habla de la maternidad), en todos los demás Gabriela está disfrazada. A veces ese disfraz incluye, además, un traje. En la mayoría, solo es la voz apenas modulada, la actitud agresiva y en especial la mirada la que va encubierta. Gabriela es una cronista distante y aguda que se disfraza de periodista?gonzo-con-ganas-de-vivir-la-vida-loca para que le hagan más caso y obtener toda la información que, de otro modo, no podría obtener. Juego y provocación, dos elementos químicos altamente explosivos mezclados en el tubo de ensayo una y otra vez. A veces, el resultado es una prosa demasiado snob y pretendidamente ?ingeniosa? para ser realmente filosa (hablando del gurú y multiesposo Badani dice ?Si Badani fuera un electrodoméstico, sería uno que corta, pica y raya a su interlocutor a miles de revoluciones por segundo.? Y estamos solo en la primera frase del primer texto). Pero en la mayoría de casos, Gabriela consigue lo que busca: entender el sexo no como un casillero aparte en la vida de todos nosotros sino como un tema complejo, sofisticado incluso en su crueldad y en sus posibles variaciones, ambiguo y siempre excitante, como la vida misma debería serlo. A veces hay que dejar que un actor porno derrame un poco de semen en tu zapato para comprobar que el sexo, al fin y al cabo, no es necesariamente eso. Todas las historias del libro, por más escabrosas, confusas o raras que parezcan, nos conducen siempre al final: una mujer embarazada que lleva en su vientre al ?futuro?. Los freaks, al fin y al cabo, son los demás. Los que no entienden eso y piensan que el sexo es un ente autónomo alejado de la vida. Los que no son capaces de descubrir que una mujer embarazada, (aunque se masturbe de vez en cuando viendo un canal cutre de sexo o quizá, justamente, porque lo hace), es una celebración de la vida adquieriendo cada día sentido. Un sentido que luego se desmonta para volver a reformularse al día siguiente, siempre el mismo pero siempre distinto.¿Esa fue la intención de Gabriela? No tiene importancia si a fin de cuentas eso es lo que dice el libro. Detenerse en lo anecdótico de un bar de swingers o del látigo de Lady Monique, seguir la ruta de los transexuales en Lima, aprender palabras nuevas como ?Furrymanía? o ?Metapornosis?, y descubrir que Gabriela era una freak hasta que se operó los sobacos resulta atractivo, pero no es suficiente. Entender que Gabriela y no el sexo, en realidad, es la auténtica protagonista de estas historias -¿gabygrafías?- tampoco es tan importante. Rodrigo Fresán la llama ?suerte de Marco Polo hembra y X-rated?; he ahí una frase ingeniosa. Gabriela tiene varias por el estilo, extraordinarias, pero ni siquiera es eso lo que convierte este libro en un texto notable. Lo que sucede en realidad en Sexografías es que Gabriela, al igual que el depresivo David Foster Wallace (o hipotéticamente su ídola Louise Lane), ella también es capaz de convertir algo tan ridículo como el mundo de los cruceros mastodónticos ?en su caso, por ejemplo, la existencia de dealers pornográficos o las muñecas de la infancia- en una interrogante sobre la condición humana.Gabriela Wienner es la chica en medio de toda esa legión de falocéntricos y casi misóginos cronistas brillantes que apareció en Etiqueta Negra, con el maestro Julio Villanueva Chang a la cabeza. Como sabe todo aquel que ha visto Seinfeld, la presencia de una chica en medio de un grupo de hombres es fundamental. No es solo una adición más, sino un factor que cambia completamente la ecuación. Gabriela ha llegado más lejos que ninguno de sus compañeros, ha sido más osada en su lenguaje, más malcriada, más despeinada, más X-rated, más divertida. Mientras que todos los demás intentan ser inteligentes y agudos (a veces con éxito), Gabriela simplemente lo es, aunque a costa de ciertas imperfecciones de estilo y boutades. Mientras los otros investigan en hemerotecas, Gabriela parece ser más onda Google y lentes oscuros para entrar a los bares de single acompañada de J., su héroe enmascarado justamente. Gabriela es la hermanita menor y descarada en medio de tanto joven turco que sueña con publicar en The New Yorker o pisar las huellas dejadas por Kapuscinski por todo el planeta. Qué suerte que existe una Gaby para que existan, en su exacta dimensión y diferencia, los demás.



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19 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Siete latinoamericanos en Bs As

Mapa de escritores latinoamericanos. Fuente: la nación Horacio Castellanos Moya (El Salvador), Juan Gabriel Vásquez (Colombia), Daniel Galera (Brasil), William Ospina (Colombia), Santiago Roncagliolo (Perú), Edmundo Paz Soldán (Bolivia) y Daniel Alarcón (Perú) fueron los siete "samurais" latinoamericanos, entre la treintena de participantes en el Festival de Literatura del Malba que ocurrió el año pasado en Buenos Aires, elegidos para comentar en el ADN cultura el porvenir de la literatura latinoamericana. La conclusión es la misma de todos los encuentros, pero no por lugar común menos cierta: el signo primordial es la pluralidad y la dispersión de temas y formas. Lo dice así el prólogo a estas siete entrevistas:"Hoy la literatura latinoamericana no tiene que demostrarle nada a nadie", dice el salvadoreño Horacio Castellanos Moya, convencido de que las letras del continente habrían alcanzado, por fin, su definitiva madurez. La confianza del autor de El asco encuentra sus mejores argumentos en la actual diversidad de estilos y tendencias, la imprevisible amplitud en el horizonte de la libertad creativa (un arco que va de la experimentación de César Aira a la variedad de registros narrativos del mexicano Juan Villoro) y, muy especialmente, en la convivencia pacífica entre las propuestas, toda una novedad para quienes durante décadas se enzarzaron en grandes e históricos debates acerca de por qué una estética debía imponerse sobre la(s) otra(s). "A esta altura ya tenemos claro que, más allá de los gustos personales, todas las corrientes son válidas, cada una con su mérito", cierra Castellanos Moya. El campo de batalla parece haberse convertido en campo de creatividad, y por una vez, la aceptación del otro resulta más importante que la imposición de lo propio. El rigor histórico de William Ospina no se opone a la ficción intimista del brasileño Daniel Galera ni a la pasión por "la palabra justa" de Alan Pauls. El acento performático de Mario Bellatin no es más ni menos valioso que el interés periodístico de Santiago Roncagliolo o la mirada política de Martín Kohan. Ya no se le teme a la libertad del que piensa y escribe desde la esquina opuesta del ring. Es más: en el ring del siglo XXI se discute, pero raramente se condena (...) Edmundo Paz Soldán, que además de escritor es profesor de literatura latinoamericana en Estados Unidos, afirma que el argentino César Aira y el méxicano Mario Bellatin ampliaron el espectro de la "tradición excéntrica", aquella que se aparta del realismo tradicional para aventurarse a construcciones más experimentales. Aira y Bellatin han hecho escuela y en las nuevas generaciones su influencia pesa tanto que en rigor esa literatura -señala- ya no podría llamarse "periférica". Junto a ella se mantiene la línea más realista y social, un tronco central de la tradición latinoamericana, y basten como ejemplo Juan Gabriel Vásquez, Santiago Roncagliolo, Daniel Alarcón y el propio Paz Soldán. En ellos, el factor político no es asunto menor. Lo que sí ha muerto son las viejas utopías: ya nadie entiende la literatura como una forma de militancia política.En la nota hubo espacio para comentar lo que significó, en su real dimensión, ese encuentro llamado Bogotá 39, un maravilloso grupo humano del que nunca dejaré de decir que me siento orgulloso de pertenecer. Sin proclamas, sin manifiestos, sin buscarle tres pies al gato, sin postboom o mini boom, solo unos amigos que hacen lo mismo reunidos para estar juntos (si me disculpan el juego de palabras):La iniciativa Bogotá 39, que en el Hay Festival de 2007 reunió 39 escritores latinoamericanos menores de 40 años, puede ser tomada como un momento de mutuo reconocimiento que fortaleció el espíritu de grupo, si no literario, al menos generacional. Más atrás, la antología McOndo, editada por los escritores chilenos Alberto Fuguet y Sergio Gómez a mediados de los años 90, que intentó presentar una nueva narrativa latinoamericana -urbana y realista al modo norteamericano, reacia además al realismo mágico-, puede ser tomada como antecedente lejano. Pero mucho ha cambiado desde entonces. Hoy, con el mundo convertido en aldea, prima la diversidad y no parecen tiempos de proclamas grupales.



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19 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Mayra Santos Febres sobre Un lugar llamado Oreja de perro

Mayra Santos Febres en una de sus innumerables conferencias. Fuente: Lugarmanigua Y para cerrar con este día lleno de coincidencias, otra de las autoras que estuvo en ese encuentro en Guadalajara ha escrito hoy sobre mi novela. Se trata de mi Mayra Santos Febres, amiga queridísima y compañera espiritual, quien en su blog "Lugarmanigua" -donde alguna vez me dedicó una salsa que espero bailar con ella este año- ha escrito una reseña de Un lugar llamado Oreja de perro. Las palabras generosas estaban previstas, dada nuestra amistad, pero también la lectura aguda (no en vano se doctoró en Cornell con super notas, según supe, y en sus años mozos fue considerada una niña prodigio en su país). Dice Mayra:La textura literaria de la novela taladra la piel como un ácido y desgarra por dentro lentamente. Pero uno resiste; resiste las historias de muerte, de pérdida, de tortura y de violencia, resiste. Como lector, una lee la desgarradora nitidez de las oraciones secas, mutiladas ellas mismas- como si el lenguaje utilizado por el narrador fuese también sobreviviente de terribles torturas. A fin de cuentas, desde el principio de "Un lugar" el narrador ya ha tirado su advertencia. Advierte acerca de "las aburridas palabras", como éstas han sido utilizadas por el gobierno y la prensa para que la gente se acostumbre a la violencia. Por eso el lenguaje en "Un lugar llamado Oreja de perro" es tan parco, tan mutilado, tan "instalado en sus heridas". Y por eso el acto de su lectura es una experiencia de "aguante", de "resilience" ergo, de transformaciónLuego, apunta al blanco -y le da, por supuesto- cuando descubre que el verdadero tema de la novela es el dolor y la posibilidad de superarlo. Aquella mención al "animal humano" de Sebald no tiene desperdicio. ¡Cómo me entiendes, Mayra!:Esta es una novela que narra la educación sentimental de un hombre en un lugar llamado Oreja de perro, un hombre animalizado por la violencia, la guerra, la muerte. Es decir, que la novela narra la historia del animal humano, parafraseando a W.G.Sebald, la "Historia natural de una destrucción". "Un lugar llamado Oreja de perro" se desescribe en cada trazo, en cada página, dejándonos abandonados en nuestra propia intimidad política y personal, que carece de palabras para entender y explicar el dolor- el ajeno, el propio.Y cómo se sobrevive a este dolor.Solo puedo acotar que es un lujo tener una reseña de Mayra Santos Febres, autora de novelas tan notables como la magnífica Nuestra Señora de la Noche, Cualquier miércoles soy tuya o Sirena Selena vestida de pena. También es un lujo que una amiga tan querida se introduzca tan profundamente en tu obra. Pero sobre todo, es un orgullo descubrir que el alma sensible de Mayra se ha dejado interpelar por mi novela. Gracias mi Mayra. Y como diría el Maelo: ¡Equahey!



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19 de enero de 2009
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