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Escrito por

Iván Thays

Iván Thays es escritor peruano (Lima, 1968) autor de las novelas "El viaje interior" y "La disciplina de la vanidad". Premio Principe Claus 2000. Dirigió el programa literario de TV Vano Oficio por 7 años. Ha sido elegido como uno de los esccritores latinoamericanos más importantes menores de 39 años por el Hay Festival, organizador del Bogotá39. Finalista del Premio Herralde del 2008 con la novela "Un lugar llamado Oreja de perro".

Eder. Óleo de Irene Gracia

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El amor según Tibor Déry

Carátula del libro. Fuente: amazon Tengo alojados a dos amigos, más precisamente a una amiga peruana que estudia una maestría de Literatura en EEUU y a su novio nacido en Milwaukee. Ayer regresé agotado, pasada la medianoche, a casa y encontré en la mesa de centro de la sala, iluminado por un rayo de luz filtrado por quién sabe dónde, un libro editado por New Directions titulado Love and the Other Stories de Tibor Déry. Lo cogí y descubrí dos cosas que son como un canto de sirena para mí: Déry era húngaro y, además, el estupendo Peter Nadas lo ha elogiado muchísimo. Dice de él: "Tibor Déry was a dissenter, a subersive revolutionary and, in his old age, a jailbird. He was also one of the greatest stylist in the history of the Hungarian literature". Hojeando el libro caí sobre el cuento "Love" y, algo obvio para quien me conoce, lo empecé a leer. Y a pesar de estar en inglés, que estaba muy agotado y que no era, en términos generales, un buen día, lo terminé de leer en estado de gracia. Es uno de los cuentos más bellos que he leído en mi vida. Un cuento preciso. Hoy en google descubro la biografía de Déry:Escritor húngaro (1894-1977), autor de La frase inacabada; fue una de las figuras más importantes de la literatura húngara vanguardista (vinculado al dadaísmo y el surrealismo) en el siglo XX. Nacido en Budapest en una familia de la alta burguesía, Tibor Déry rompió pronto con su entorno para frecuentar los movimientos anarquistas y consagrarse a la escritura; participó en los movimientos revolucionarios de 1918 y 1919 y posteriormente hubo de exiliarse en Austria, Francia e Italia. De esta primera etapa de su vida cabe destacar su novela paródica El bebé gigante (1924). En la década de 1930, de nuevo en Hungría, Déry mantuvo relaciones un tanto ambiguas con el partido comunista en el poder. Pese a su consagración como escritor oficial, Déry guardó pronto las distancias con respecto al régimen; desde 1938 estuvo en el punto de mira de la censura por haber traducido Regreso de la URSS de André Gide; más tarde fue encarcelado (1957-1960) por participar en el intento de sublevación de 1956. Tras haber colaborado en diversas revistas surrealistas, Déry optó, en su narrativa, por una estética de inspiración realista. De este modo su ?novela río? La frase inacabada (1947) hacía un retrato preciso de la sociedad húngara de entreguerras describiendo los amores de un joven burgués y una militante comunista. Tras su liberación, su prestigio como escritor le permitió volver a publicar. En 1964 dio a luz una novela, El señor G. A. en X., con claras influencias, en su dimensión absurda y fantástica, del universo de Kafka. Hay que citar también El excomulgador (1966), relato en el que el autor se proponía hacer una síntesis de todos sus hallazgos formales. Cabe citar, por último, Querido suegro (1974), novela desencantada de inspiración autobiográfica en la que describe el último amor de un anciano. Escribió también novelas cortas El columpio (1969) y obras de teatro Pelotillero (1954)También descubrí otras cosas. Por ejemplo, que -con mucha justicia a juzgar de lo poco suyo que he leído- su estilo se ha vinculado con el de Franz Kafka, Anton Chejov y también Bruno Schulz (sobre quien, coincidentemente, Edmundo Paz Soldán escribió en La Tercera este fin de semana). Que existe una película del director húngaro Károly Makk sobre ese bellísimo cuento. Y que Sergio Pitol tradujo algunos cuentos de Tibor Déry -incluyendo el mencionado "Amor"- para una edición de la Universidad Veracruzana titulada El ajuste de cuentas (2007) Y también que, si son pacientes y aguantan la lectura en pantalla, gracias a Google pueden leer la ya, para mí, entrañable edición paperback de New Directions de Tibor Déry que hoy descansa en el mismo lugar en la sala donde lo encontré, al lado del improvisado florero y la flor que ya se marchita, y que ayer me hizo tan feliz pasada la medianoche.



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13 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Dos breves reseñas de Un lugar llamado Oreja de perro

"Amigos" óleo de Luz Letts. Fuente: luzletts.com El sábado 10 de enero aparecieron dos breves reseñas de mi novela Un lugar llamado Oreja de perro. La primera apareció en la revista Somos, que edita el diario El Comercio y es anónima. Dice:Finalista del Herralde de novela, Thays se decanta sorpresivamente por la tragedia de la fractura nacional, cuando su personaje recorre el crepitante camino de los muertos. Un viaje a un pasado que nunca se quiso ver y que quizá aún sea difícil percibir y asimilar desde nuestros propios esquemas de horror. Un periodista asignado a una de las zonas más convulsas durante el conflicto armado interno, donde miles de víctimas aún mantienen cuentas pendientes con las fuerzas opresoras del Estado, lentamente descubre, junto a una mujer que le repele, las espeluznantes oscuridades de la larga noche de la violencia. Entrega con la que Thays muestra oficio y nervio.Por cierto, ¿la mujer que le repele se refiere a Jazmín? Yo no creo que el protagonista sienta repulsión por Jazmín; quizá no puede entenderla, pero no le repele. La segunda apareció en La Verdad, periódico regional de Murcia, y me la envió un gentil lector de Moleskine Literario. El autor es Antonio Parra Sanz y se titula "Trallazos de amargura" (tuve que buscar qué significa trallazos en el diccionario. Significa "latigazos" o "ruidos violentos" o "chasquidos de la tralla -látigo- e incluso cañonazo, en fútbol) . Dice:Una carta, una simple carta que escribir, es el punto de partida de esta novela, una carta que su protagonista no sabe cómo escribirle a la mujer que acaba de dejarle, y que le martillea mientras acude, para cubrir una visita presidencial, a una de las zonas más castigadas por las guerras entre el ejército y Sendero Luminoso. Pero redactarla no será tan sencillo, porque tras ella se esconden demasiados lastres, empezando por la muerte de Paulo, el hijo que él y Mónica tuvieron. Iván Thays presenta esta novela con una intensidad considerable, y sin rehuir el combate con la historia reciente de su país. Oreja de Perro es un lugar desolado, cuya altura saca lo peor de cada ser humano, y en el que se han congregado un buen número de periodistas y militares. Precisamente por eso el protagonista encuentra una serie de personajes caóticos: Jazmín, una mujer que arrastra un secreto en su vientre, Scamarone, un fotógrafo viejo y resabiado, una limeña que sueña con amar a un corresponsal de guerra, o un hombre amnésico que estudia chino. El ambiente que Thays recrea es opresivo y descreído, las huellas de los desmanes están aún demasiado frescas, y no van a cerrarse con un programa de beneficios sociales. Pero la espera ayuda también al protagonista a bucear en sus recuerdos, para saber si aún puede reencontrarse con una existencia que merezca la pena vivir, de ahí el fraseo corto, como trallazos de amargura, y la intermitencia calculada con la que se entremezclan el presente y su demoledor pasado. Una mezcla que se presenta con una acertada primera persona narrativa, y unos ojos que no sólo contemplan a las criaturas que pasan por su vida en esos días de espera, sino que escrutan la política, la inconsistencia humana y hasta la venganza, aunque muchos la disfracen de nuevos rebrotes terroristas. Thays es un autor que no sólo no le da la espalda a su realidad, sino que busca la mejor manera de reflejara en sus obras, analizándola pero también enfrentándose a ella.



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12 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Pivot y demasiados libros

Bernard Pivot. Fuente: El Malpensante PREFACIOSiempre leo el blog de Ezequiel Martínez, "En minúscula". Y hoy me sorprendió ver mi cara (más flaco que ahora) en uno de sus post. Me refiero a aquel titulado "Ya vienen los Herralde", en el que advierte que a partir de enero se venderá mi novela en Argentina. Ezequiel también dice:Me acaba de llegar un correo electrónico con las novedades de Anagrama para enero en la Argentina. Tendré que conformarme con eso, porque hace rato que no me envían ningún ejemplar de lo que distribuyen aquí (¿suena a mangazo?). Lo que más me interesa del listado (que incluye títulos de W.G. Sebald, Arto Paasilinna, A.M. Homes y Nick Hornby), son las novelas que llegaron a la pole position de la última edición del Premio HerraldeAl parecer, las distribuidoras latinoamericanas son todas iguales: boletines electrónicos pero nada de ejemplares a la prensa. Al menos en Perú es así, y por lo visto también en Argentina. No puedo prometer que te mandaré el libro de Daniel Sada, querido Ezequiel, pero mándame un comentario a este post con tu dirección (que no publicaré) y te envío mi novela. Me da una ilusión enorme que la leas.POSTSin embargo, lo que quiero realmente comentar aquí es el artículo de Bernard Pivot, aparecido en El Malpensante, bajo el título de "¡Libros!". Ezequiel le dedica un post en el que dice:A pesar de que ya está retirado de la pantalla, el periodista y crítico francés sigue activo. Por estos días encontré en la revista colombiana El Malpensante una nota suya con la que me sentí absolutamente identificado. Bajo el sobrio y descolorido título de Libros, Pivot desmenuza línea por línea, párrafo a párrafo, una irrefutable teoría acerca de cómo "la verdadera ambición de los libros es la de expulsar a los hombres de las bibliotecas y de sus casas y ocupar todo el territorio para su grandioso y solitario goce". Algo de lo que comparte con los lectores son sus frustradas estrategias para liberarse del exceso de volúmenes que habitan ya no en su biblioteca, sino también en cada habitación, pasillo o recoveco de su casa. Pero no sólo eso: también revela qué hacen los libros mientras nadie los lee, mientras nadie los mira. Cuenta, especula o comprueba cómo sus libros huyen, se mueven, hablan, copulan, se rebelan o respiran movidos por un libre albedrío y en dimensiones que nosotros, mortales lectores, jamás podremos percibir.Todo bibiómano consumado va a encontrar en las palabras de Pivot un espejo donde mirarse. Esa otra dimensión desonococida, la de los libros que domestican nuestra existencia, nos estará vedada hasta el fin de la eternidad.Leo eso y no puedo evitar una sonrisa: Justamente por estos días estoy pensando que debo desalojar mis libros de su hábitat porque están a punto de cubrirme enteramente o, peor aún, cumplir su misión y sacarme de la casa. Ya se desbordaron los malditos. ¿Para cuándo el Amazon Kindle en español? En fin, quizá a eso se refería Cortázar en "Casa Tomada", a los libros. En lo que sí estoy de acuerdo completamente con Pivot es que los libros copulan. Sí, lo hacen toda la noche. Los escucho asustado y confundido (sobre todo ahora que tengo visitas en mi casa). ¿Y qué hijos engendran esas cópulas? Nuestros propios libros.



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12 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Siri Hustvedt entrevistada

Siri Hustvedt. Fuente: Jon Uriarte/ el paísElegía para un americano (Anagrama) es el título de la nueva novela de la escritora norteamericana Siri Hustvedt, quien ha sido entrevistada en el suplemento Babelia este fin de semana. Sobre Siri pesa una sombra muy densa, al menos en el castellano, por ser la esposa de Paul Auster (y madre de la hermosa Sophie). Pero ya es tiempo de que empiece a reconocerse en ella a una escritora autónoma, con sus propias obsesiones y su propio talento. El detonante de esta novela es el recuerdo de su padre, fallecido hace unos años, y la lectura de un diario que dejó éste al morir: "Las memorias y las cartas, eso es lo que quedó una vez que falleció mi padre. Los muertos viven en las palabras que dejan escritas" dice Siri para explicar su novela. Y la nota continúa así explicando la trama:Erik, el protagonista, es un psiquiatra y psicoanalista, vecino de Brooklyn recientemente divorciado. Tras el funeral de su padre comienza a tomar notas y lee sus memorias. Entre los papeles que encuentra con su hermana Inga hay una enigmática carta que aviva su curiosidad. Le mueve su deseo de atar cabos, de reconstruir desde un nuevo ángulo la figura paterna perdida. "Cuando alguien muere, el deseo natural es buscar a esa persona, las zonas oscuras que no conoces; intentar desentrañar su personalidad. Es un impulso", dice Hustvedt. El juego de la novela transfiere los recuerdos del padre de la escritora al padre de su personaje de ficción. A partir de ellos se construye el recuento en primera persona de la vida del solitario Erik a lo largo de un año de duelo. Mientras el narrador de la novela trata de recontarse su propia historia y asumir la pérdida, escucha a sus pacientes en terapia; fantasea con su vecina; sufre el inquietante acoso fotográfico del novio de ésta; y brinda su apoyo a su hermana Inga, y a su sobrina. Sus pacientes luchan por encontrar la cordura. La bella inquilina del piso de abajo intenta mantener el equilibrio con el perturbado artista que quiere documentar hasta el extremo su vida. Inga intenta sobreponerse a la doble pérdida de su padre y de su esposo y reconciliarse con oscuras historias del pasado que la chismosa periodista husmea, en busca de carnaza y escándalo. Las historias se entrecruzan entre otras cosas con reflexiones sobre el poder de la narrativa, comentarios sobre la obra de Kierkegaard y discusiones de psiquiatría. Hustvedt sonríe al confesar que su madre, con quien mantiene una estrecha relación, tras leer dos veces la novela, tuvo una visión doble de su hija. "Ella me dice que piensa que yo soy Inga y Erik, los dos hermanos. Esto me parece bastante justo y adecuado". Con Inga, Siri comparte la condición de mujer-de-un-escritor-archifamoso. El personaje de ficción tiene la sensación de que muchos sólo la reconocen dentro de la órbita de la gran estrella. "Me quejaba y protestaba sobre mi suerte como la olvidada, incomprendida mujer intelectual", le dice Inga a su hermano en la novela. ¿Y cómo son las cosas fuera de la página? "Si no estuviera casada con Paul hubiera sido complicado escribir eso, no sonaría verdadero, igual que tampoco podría haber incluido las experiencias de un soldado en el frente durante la Segunda Guerra Mundial sin los textos de mi padre".



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12 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Santiago Vaquera en la frontera

Autoretrato con mac. Foto: Santiago Vaquera Vásquez. Fuente: facebook Soy un gruppie de las fotos de escritores, en especial si son tan estupendas como las que saca Daniel Mordzinski (que tiene a este blog abandonado, según supe, porque ahora solo le gustan solo los cuadernos muji de Gastón García). Y esta foto de Santiago Vaquera Vásquez no tiene nada que envidiarle a Daniel. Una obra de arte hecha con un iPhone y la cámara interna de una MacBook Pro. Las máscaras de la ficción interpretada por un mundo de gadgets. Dentro de los Escritores de Frontera, los llamados escritores postcoloniales o postnacionales en EEUU, un nombre imprescindible que debe unirse a los ya consagrados de Junot Díaz o Francisco Goldman (y cada vez más el de Daniel Alarcón) es el de Santiago Vaquera Vásquez. Nació en California, de padres mexicanos, y además de profesor universitario y excelente escritor, es pintor y Dj. Un hombre contemporáneo que, además, tiene el buen gusto de usar Mac exclusivamente. Para leerlo en español tienen que acudir a antologías como Líneas aéreas o Se habla español. También pueden leer estos dos cuentos en Barcelona Review: "Juntas caminan por el bosque de su soledad" y también "Bajo el mismo cielo de siempre" Tiene además un excelente blog titulado "Confessions of a Border Crosser" Mi cuento favorito de Santiago apareció en la multitudianaria antología 54 semanas y está reproducido en el blog de esa antología. Se titula "Sonámbulo" y empieza así: Meses después la misma pesadilla: me ahogaba en el canal de irrigación y la corriente me llevaba al túnel debajo de la carretera. Mi hermano Todd sufría también y había noches en que lo escuchaba nadar desde su bolsa de dormir, alzar los brazos, agarrarme y terminar respirando profundamente.Todd era sonámbulo. Actuaba sus sueños con tanta ferocidad que nuestra madre tuvo que cerrar la puerta de la habitación con llave para que no saliera. Por años viví sus sueños con él: compartíamos cuarto. Pateaba el aire. Aplaudía. Actuaba escenas de Star Wars. Una noche en que a la jefa se le olvidó atrancar la puerta, salió a la calle. Lo seguí. Caminamos por el vecindario hasta que pude regresarlo a la casa. Al final, tuvo que dormir en un sleeping bag para restringir sus movimientos.Su voz en el teléfono. Casi inaudible. Hay mucho ruido en la línea, como si me llamara a través de una tormenta. No ha dormido en una semana. De niño fue sonámbulo, ahora insomnio. Lo imagino parado allí. Demasiado flaco. La mirada distante, vacía. Rascando los cicatrices en los brazos. Me cuenta de su viaje a Soledad. Miro por la ventana. Nieve. Su voz a cinco mil kilómetros: él en San Francisco, yo en Hanover, New Hampshire. Una tormenta de white noise entre nosotros.Para leer el cuento completo, hacer clic en este enlace. Y si están en México, pueden encontrar a Santiago (viajero impenitente, que nació con una tarjeta de acumulación de millas) caminando ahora mismo -mañana quién sabe- por Coyoacán, comprando algo en Gandhi o la Rosario Castellanos, u olfateando el olor a mac en el Mac Store más caro de Latinoamérica que queda en el DF.



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9 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Asesinos reunidos

Sangre. Fuente: talavera post/ comunidad el país ¿Matar puede ser considerada como una de las bellas artes? Quizá matar no, pero escribir sobre el asesinato puede serlo. La editorial Adriana Hidalgo le encargó a Alvaro Abós una compilación de textos sobre asesinatos de distinta estirpe, relatados por narradores y poetas. El resultado es Asesinos, una antología que incluye autores insospechados. Dice la nota en suplemento Ñ:Asesinos habilita diversos abordajes: la sólida e imbatible dupla entre violencia y narrativa es una de ellas. Aun los escritores más plenamente literarios, aun aquellos para quienes la tensión narrativa no es un recurso barato y a la mano para sumar tensión fácil, no han podido evitar que el color púrpura se derrame profusamente en sus páginas. Un cuchillo relampaguea en la noche, un disparo ilumina súbitamente el espacio literario y el drama moral comienza y las páginas corren con un voltaje dramático casi imposible de empardar con otras astucias argumentales. La posterior formalización del género policial, avanzado el siglo XIX, con el impulso que recibe primero desde el mundo anglosajón y enseguida desde Francia, no hizo otra cosa que renovar y perfeccionar un envase que ya estaba presente en la imaginación creativa, oculta o manifiesta entre los textos sagrados y en la tragedia clásica. Casi no hay narrativa sin que el asesinato aceche. La más actualizada concepción de que todo crimen es finalmente un crimen de Estado se posó mucho antes en el relato literario que en la reflexión política.La antología preparada por Abós -que también se encarga de actualizar las traducciones- reconfirma el maridaje entre la narrativa y el crimen en sus múltiples posibilidades.La nota menciona a algunos de los autores antologados:La selección es amplia en el espacio y en el tiempo: de Marcel Proust a Ambrose Bierce, de Arthur Conan Doyle a Bram Stoker, de Ivan Turgueniev a Wilkie Collins. Hay también perlas y sorpresas como el Impulso perverso del poeta norteamericano Walt Whitman. Intercalada entre los representantes del canon universal, hay tres relatos inevitables para una sumaria antología rioplatense, los de Paul Groussac, Ricardo Güiraldes y Horacio Quiroga.



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9 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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La nieta de Hellmans

Frasco. Fuente: diariodelmaestro Mario Bellatin ha publicado en el reciente Etiqueta Negra su último cuento, titulado "La nieta de Hellmans" y misteriosamente dedicado para Para l.f.f, el verdadero autor. Como un regalo retrasado de Reyes (el atraso se debe a que no pude abrir el archivo ayer) les dejo el cuento en Moleskine Literario, enviado por el mismo Mario (quien, por cierto, cada vez tiene más fans en la Fan Page de Facebook que le creé hace unas semanas). Así empieza el relato:Ayer olvidé nuevamente regar a hellmans. Suele suceder. A pesar de que hace años, en la clase de botánica, nos dijeron que debíamos estar atentos a su cuidado, pendientes de proveer lo necesario para que hellmans continuase de manera normal con su crecimiento. Que mantuviera las condiciones adecuadas para seguir engendrando retoños. Hasta ahora sólo podemos estar seguros de que posee una hija, lo de la nieta es sólo una manera de mirar las cosas. Puede ser que sean, tanto los hijos como la nieta, sólo extensiones caprichosas de su anatomía, si es que las plantas poseen semejante conformación. ¿Se les llamará anatomía a sus estructuras? En este caso la de hellmans parece ser bastante compleja. A pesar de que el maestro en clase nos trató de explicar su conformación molecular, nunca he podido estar seguro de dónde comienza y acaba su individualidad. Lo que nos pareció sorprendente ?recuerdo que lo comentamos con otros compañeros de curso- es cómo hellmans parecía desafiar las reglas de la naturaleza que aprendimos a lo largo de aquel curso escolar. Creo que en ese periodo se sitúa el inicio de mi odio posterior a todo lo que tenga que ver con lo que suele conocerse como docencia. En ese curso de biología asistimos a una suerte de homenaje a la muerte. Todos los demás retoños que plantamos durante la primera semana de clase desaparecieron casi de inmediato. Salvo hellmans, quien me acompaña hasta ahora, en que comienzo mi propia vejez, encerrado en un frasco que conseguí de una forma que aún me causa cierto tipo de vergüenza?Para leer todo el relato, hacer clic aquí.



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8 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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AM Homes autobiográfica

A.M. Homes. Fuente: un apéndice del ocio Juan Manuel de Prada no es, como reseñista, uno de mis favoritos. Al contrario, normalmente me disgustan mucho sus críticas, casi tanto como sus últimas novelas (¿alguna vez volverá el autor de El silencio del patinador?) Pero ahora veo una reseña suya a la última obra de AM Homes publicada por Anagrama, La hija de la amante, que empecé a leer hoy por coincidencia, y no puedo menos que estar de acuerdo y entusiasmado por este párrafo:No nos hallamos, como avanzábamos más arriba, ante una novela, ni siquiera en su variante de "autoficción" (tan en boga hoy), sino ante una confesión descarnada. Recién alcanzada la treintena, los padres de la autora le revelan que, en realidad, es una hija adoptada, y que su madre biológica, Ellen, desea conocerla. La conciencia de la escritora se convierte desde ese momento en un nido de víboras: por un lado, el deseo de restablecer su identidad la impulsa a entablar contacto con Ellen; por otro, algo parecido al rencor -tal vez tan sólo un dolor sin consuelo- le impide aceptar el acercamiento de esa madre "sobrevenida", que no tardará en convertirse en algo similar al asedio. La primera parte del libro es, sin duda, la más lúcida y terrible, la más cuajada literariamente también. Homes renuncia a los alardes retóricos, en un ejercicio de despojamiento que soslaya la búsqueda de una identificación emocional con el lectorSigo leyendo con más ganas...



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7 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Rafael Lemus sobre Un lugar llamado Oreja de perro

Una foto mía más para que se escandalice Rafael Lemus. Delante del cuadro "El amigo" de Luz Letts en la galería Lucía de la Puente. Fuente: moleskine Esta es la crítica que más estaba esperando. Me habían comentado que Rafael Lemus iba a reseñar mi novela para Letras Libres. Conozco sus textos, es una persona seria, inteligente, culta, que busca ubicarse en el lugar que los grandes críticos mexicanos están dejando abandonado. Más allá de lo que dijese de bueno o malo sobre mi novela, quería aprender algo a través de su crítica. Algo sobre mi libro, pero también algo sobre literatura. Pero, qué pena, no ha sucedido. Más allá de estar de acuerdo con la conclusión: "Un lugar llamado Oreja de Perro es una buena novela. Es sólo que a veces uno quiere algo más que pasar un rato agradable", solo me queda parafrasearla y decir: "Lemus ha hecho una buena reseña. Es sólo que a veces uno espera que una reseña sea algo más que un rato agradable". Ya desde el comienzo, Lemus parte del prejuicio al comentar irónicamente mi participación en Bogotá 39, como si fuera un pecado sonreír para una foto o estar feliz de ser parte de un grupo extraordinario de personas (escritores, ya veremos):Está, primero, la fotografía. 39 escritores (o menos) de 39 años o menos en Bogotá, Colombia. Alguno sonríe y posa, otros sonríen y posan, todos sonríen y posan. En el extremo izquierdo, el escritor peruano Iván Thays (abrigo negro, bufanda gris) sonríe y posa. ¿Qué celebran? Imposible saberlo. Uno sólo quisiera creer que no se festejan a sí mismos ni el hecho de estar allí, juntos y felices, satisfechos de haber sido nombrados, oh, losmejores39escritoreslatinoamericanosetcétera.Luego, su prejuicio se alimenta con lo que opina sobre mi blog de manera distorsionada, como si todos los blogs tuvieran la obligación de ser "intelectuales" como los de Letras Libres. Pero lo que es peor, Lemus intenta hacer una intersección entre los libros autores que cito en mi blog y mi propia novela. Lo suyo no ha sido un intento de entender la novela en su propio contexto y autonomía, sino una pesquiza de fuentes y correspondencias, que en mi caso son supuestamente públicas porque comento mis lecturas en Moleskine, como si un reseñista tuviera la fortuna de ingresar a las bibliotecas de los autores y de ahí deducir sus fuentes:(...) Thays, sensible y atento a la actualidad literaria, aprovecha cierta escritura contemporánea en vez de explorarla. Un ejemplo: son pocos los riesgos formales y nada es radical en esta novela ?el laconismo no es extremo, el tono desencantado no lo es tanto, la violencia es esencialmente temática. Los elementos de una buena novela contemporánea están allí, pero un tanto apagados, a un paso del lugar común; dispuestos cautelosamente, sin atrevimiento alguno, como para que nada destaque y distraiga, o apueste y pierda. Tampoco es extraño: conocemos el blog de Thays y sabemos que sus apuntes literarios ?es decir, la manera en que lee? jamás son insólitos ni radicales. ¿Por qué habría de serlo su narrativa?Pero vayamos al núcleo central de la reseña, apenas tres párrafos positivos pero mediatizados siempre por esa mirada-con-el-rabillo-del-ojo que un crítico como Lemus tiene sobre un escritor-con-blog-personal:Hay que escribirlo de una vez: Un lugar llamado Oreja de Perro es una buena novela. La trama es clara y, si se quiere, atractiva: un periodista peruano ?que perdió hace poco a su hijo y está por perder a su esposa? viaja a Oreja de Perro, una miserable ciudad andina destruida por el terrorismo, para cubrir la visita del presidente Alejandro Toledo; allí se involucra con una ?chola?, padece la violencia del Perú profundo, escribe las líneas que leemos. Hay un juego, más o menos obvio, con el tema de la memoria (un hombre amnésico, otro incapaz de olvidar y un país decidido a recordar los crímenes pasados), así como un descenso, no demasiado intenso, a los bajos fondos. Hay, sobre todo, oficio, una factura casi intachable: nada desentona, todo fluye y los cabos son atados. Si el desarrollo dramático depara pocas sorpresas, algunos fragmentos son de veras notables. Esto no es poca cosa. La novela es tan ágil y legible, se asimila tan fácilmente, que podría decirse que es ejemplo de cierto buen gusto contemporáneo. Lejos están, por fortuna, las convenciones decimonónicas, el fervor por la trama, el didactismo de temperamentos más pesados. Lejos, también, el modernism del Boom y los juegos, pastiches y riesgos de la minoría posmoderna. Lo que prevalece es una narrativa algo cinematográfica y más o menos usual en las buenas novelas contemporáneas. Se sabe: el fragmento, el laconismo, el ritmo veloz, el tono desencantado, la clemente ausencia de paja. En algunos momentos, incluso, la escritura detiene un segundo su marcha para reflexionar levemente sobre sí misma (?qué aburridas son las palabras?), como si se quisiera mostrar que el narrador está al tanto de la crisis de la narrativa. Esto tampoco es poca cosa. Es necesario escribirlo: Un lugar llamado Oreja de Perro es una buena novela porque se parece, más de lo habitual, a algunas grandes novelas. Uno piensa casi de inmediato en Mario Vargas Llosa. Parecería, en principio, que la anécdota de un periodista abatido por la violencia peruana está demasiado cerca de, por ejemplo, Conversación en la Catedral, pero el ánimo narrativo es muy distinto: allí donde Vargas Llosa crea murales, Thays se limita a dar algunas pinceladas, con frecuencia contundentes. Uno piensa, luego, en J.M. Coetzee y justo eso: la novela debe mucho, demasiado, a la obra del sudafricano. Puede decirse, casi sin exagerar, que Un lugar llamado Oreja de Perro es una cruza de, digamos, La edad de hierro y Desgracia. Son obvias las coincidencias temáticas: un humanista inmerso en un ambiente hostil; su relación con una mujer que le repele físicamente; la presencia de algunos nihilistas; una escena de violencia extrema; incluso un perro famélico. Son obvias, también, las coincidencias formales: la narración en primera persona, el tiempo presente, los párrafos breves, las frases lacónicas, las preguntas retóricas. ¿Hay que decir que Un lugar llamado Oreja de Perro es capaz de mucho pero incapaz de reproducir el aura de aquellas novelas?Me pregunto cómo hubiera leído mi novela Lemus si yo fuera un fotofóbico como Coetzee o un escritor comprometido intelectualemente como Vargas Llosa; si hubiera mandado una carta pública rechazando asistir al B39 por considerar ese evento un ejercicio de vanidad extrema; si no tuviese un blog personal de manías sino un blog de ideas como el de Christopher Domínguez Michael o el de Gustavo Faverón. Me queda claro que si yo fuera un fóbico social, mi novela quizá le hubiera parecido un descenso a los infiernos y la apuesta más arriesgada de la literatura latinoamericana contemporánea. Si me negase a publicar mi foto en la contratapa, y Herralde hubiera tenido que robarse una del anuario escolar del Hans Christian Andersen, Lemus se vuelve loco y me coloca como autor de culto y secreto mejor guardado de la literatura latinoamericana. Si se entera de que en mi biblioteca solo existe una Biblia y La Divina Comedia en lengua original, ¿estaría comentando Lemus las concidencias del perro famélico de la carátula de mi libro y de la edición de Desgracia en Mondadori? Pero, sobre todo, me pregunto: ¿Por qué a Lemus le cuesta tanto aceptar lo que de manera obvia está diciendo? Es decir, si una novela de un escritor contemporáneo a mí me trae a la memoria dos autores espléndidos del siglo XX como Mario Vargas Llosa y JM Coetzee, y novelas tan extraordinarias como La edad de hierro, Desgracia o Conversación en la Catedral, solo puedo asumir que estoy ante una novela extraordinaria sin reparos. Brincos diera porque fuera cierto. Por otra parte, por qué esperar que mi novela "reproduzca" el aura de esas novelas milagrosas, ni más ni menos que la obra fundamental del escritor más importante de América Latina y el mejor premio Nóbel de las últimas décadas, y no intentar entender cuál es, por dónde va, la propia aura de mi novela, si acaso la tiene.En fin, es un viejo truco de los reseñistas el comparar las obras de sus contemporáneos con obras geniales afines para luego rebajarle el mérito declarando que una, obviamente, no tiene la resonancia de aquellos otros. Es un viejo y aburrido truco de los reseñistas, pero de alguien que pretende llegar más lejos como crítico literario como Rafael Lemus uno espera otra cosa. Insisto: La reseña es buena, cierto, incluso agradable, pero uno a veces quiere leer un ejercicio intelectual más interesante y productivo de lectores agudos como Rafael Lemus.



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7 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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After the first death, there is no other.

Dolor. Un padre lleva a su hijo muerto en brazos en Franja de Gaza. Fuente: afpA Refusal To Mourn The Death, By Fire, Of A Child In LondonDylan ThomasNever until the mankind makingBird beast and flowerFathering and all humbling darknessTells with silence the last light breakingAnd the still hourIs come of the sea tumbling in harnessAnd I must enter again the roundZion of the water beadAnd the synagogue of the ear of cornShall I let pray the shadow of a soundOr sow my salt seedIn the least valley of sackcloth to mournThe majesty and burning of the child's death.I shall not murderThe mankind of her going with a grave truthNor blaspheme down the stations of the breathWith any furtherElegy of innocence and youth.Deep with the first dead lies London's daughter,Robed in the long friends,The grains beyond age, the dark veins of her mother,Secret by the unmourning waterOf the riding Thames.After the first death, there is no other.



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7 de enero de 2009
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