
Sergio Ramírez
En el prefacio a su libro de poemas Cantos de vida y esperanza, Rubén Darío reafirma su identificación con lo que él llama "la aristocracia del pensamiento": su antiguo aborrecimiento a la mediocridad, a la mulatez intelectual, a la chatura estética que apenas se aminora hoy con una razonada indiferencia…
Mulatez parece ser un término acuñado por el mismo Darío, y que obviamente no va por el camino de la exaltación, como podría decirse "hispanidad", o "indianidad", sino por el del desprecio, como podría decirse "estupidez", o si queremos darle matices, como la incapacidad de entender la cultura, o no entenderla del todo, gracias a la estulticia y a la chatura mental y estética. Este concepto parte de la visión tradicional que a lo largo de la colonia, y aún durante la vida republicana, se tuvo en América del mulato, que para estos efectos viene a representar una condición rebajada del espíritu, porque a su vez representa una condición racial rebajada.
Pero la mulatez tiene también otra cara reversa, y contraria. Es la del propio Darío, vástago del turbión en el que entran todos quienes tienen el signo de descender de beatos e hijos de encomenderos, de esclavos africanos, de soberbios indios…, como él mismo dice en otra parte, una mezcla que viene a representar toda una deslumbrante explosión creativa en el nuevo continente.