
Eder. Óleo de Irene Gracia
Vicente Verdú
Queridos amigos blogueros: nunca antes me he dirigido directamente a vosotros pero he caído últimamente en la cuenta que tanto las opiniones positivas o negativas respecto a mis textos o sobre los textos del grupo, son, trabadas entre sí, una buenísima manera de construir un discurso complejo al que recientemente me he referido en El capitalismo funeral y que considero tanto un presagio, ya en marcha, de la formación general del conocimiento como la fundamentación parcial de un nuevo mundo. Con esta idea tras andar alrededor de un año tanteando con el tema de la AUSENCIA, me gustaría ahora seguir adelante con la atención a vuestras sugerencias y comentarios, directos o indirectos.
La idea central de este libro sería el diagnóstico de estos años como una época notablemente despojada de asideros y referencias fuertes, a la manera rotunda de hace menos de un siglo. Por supuesto pienso en las ideologías políticas ya desvanecidas pero también en la desaparición de los padres/padres, de las reglas rígidas, de los valores firmes y de tantos conceptos sean referidos a la moda, al arte, la fe o el sexo.
El lunes pasado, el comentario que hablaba de Lacan y su tesis en torno a "la mujer no existe" me hizo pensar en "desvanecimientos" estructurales que no se recobrarán. El desmayo de la cultura del libro, la borrosa idea de lo democrático, la creciente eliminación del intermediario intelectual o comercial, la abolición del lider, etcétera, son algunos ejemplos. En Estados Unidos compré hace diez años un libro de fotos centrado en los años cincuenta que se titulaba "Going, going…gone". Algo parecido a lo que ahora vamos contemplando, las cosas -muchas de ellas de importancia y otras más, simples cachivaches, aparatos o ambientes- se van, se van…se han ido.
El vacío es el gran tema para cualquier ensayo. No quisiera repetir un libro del tipo La era del vacío a lo Lipovetski. No habrá planteamiento moral ni descalificación de la banalidad, ¡ejercicios tan banales!
Me importa más el interior desasimiento que se registra en estos tiempos y que ilustra de una manera fuerte los desasimientos amorosos, en la pareja, en la familia, en las relaciones de amistad, en el trabajo o incluso en militancias políticas o religiosas. Pero además vivido fatalmente y sin sollozar por ello. El lazo se afloja y la vinculación se pierde o se debilita sustantivamente. La pérdida queda como la impronta de una época que estando dejar de ser aún no ha encontrado su sustitución en otra. Seguro que un nuevo modelo se está formando (como he tratado de exponer en Yo y tú, objetos de lujo y en El capitalismo funeral) pero el hiato existe, la oquedad es hoy, la ausencia es la protagonista y la eliminación de compromisos entrañables son el aire de la época. ¿Un aire que huele a nuevo, o un aire inodoro que tiende a una figurada esencia cero?