Víctor Gómez Pin
Constatando que la capacidad creativa de los matemáticos estaba en múltiples ocasiones empobrecida por la subordinación de la disciplina a otras cuya conveniencia para la vida práctica no las hacía necesariamente relevantes para la vida del espíritu, René Descartes reivindicaba en el Discurso del Método "un uso más elevado de la Matemática". Cabría hoy en día retomar tal exigencia en relación a la Mecánica Cuántica, susceptible de una utilización cabalmente filosófica que no debe en ningún caso ser confundido con el evocado uso meramente ideológico. La Mecánica Cuántica (como de hecho toda teoría y toda ideología ) es impotente para salvar el alma, pero es extraordinariamente poderosa para despertar en cada uno de nosotros la exigencia de lucidez y enriquecernos en el mantenimiento de tal reto.
Pues esta disciplina tan eficazmente descriptiva de los entresijos de la materia y tan útil para la utilización de los mismos al servicio de la técnica, tiene ella misma un enorme problema de justificación. Pues resulta que los comportamientos que describe literalmente no se entienden, si entender algo consiste en encontrar su adecuación a determinadas reglas y principios, de siempre aceptados como armazón de la naturaleza en general y en consecuencia de la naturaleza ( racional y lingüística) de los hombres, la cual entre otras cosas aspira a dar cuenta de la primera. Como antes evocaba, el comportamiento de las entidades microscópicas llenó en ocasiones de estupor a los propios descubridores del mismo y tal estupor les movió en algún caso a la exigencia de replantear la cuestión de los pilares del conocimiento, es decir les convirtió en filósofos. Ello ciertamente no ocurrió con todos y menos aun ocurre en nuestros días. Cabe decir que muchos de aquellos sobre quienes recae la responsabilidad de sostener el edificio de la ciencia abdican de todo cuestionamiento radical y se instalan en una posición que cabría denominar "pragmática", caracterizada por la aceptación del primado de las cosas, sin preguntarse por lo que significa el término mismo cosa.
Esta posición pragmatista, que no deja de ser una suerte de filosofía (en el sentido convencional de actitud ante el mundo, en este caso excesivamente conservadora y por ende perezosa) determina enormemente la ideología de los ciudadanos y por ello merecería ser expuesta con cierto detalle. Sin embargo se imponen ciertas consideraciones preliminares, que abordaré en el próximo texto.