Skip to main content
Blogs de autor

A veinte años del grunge

Por 24 de septiembre de 2011 Sin comentarios

Edmundo Paz Soldán

Hace exactamente 20 años, el 24 de septiembre de 1991, yo caminaba por Telegraph Street en Berkeley cuando me llamaron la atención las vitrinas de las tiendas de discos más importantes, Rasputin y Amoeba. Estaban tomadas por copias de un disco de vinilo con la cubierta impactante de un bebé nadando hacia un billete de un dólar. Se trataba de Nevermind, el nuevo álbum de una banda llamada Nirvana de la cual pocos habían oído hablar (incluido yo). En la radio no tardó en escucharse, una y otra vez, su canción emblemática, "Smells Like Teen Spirit", que se convertiría en el himno de una generación. El disco, del cual se habían hecho 45.000 copias, llegaría a vender 30 millones.
Nevermind popularizó el sonido grunge, rock influido por la energía y la intensidad del punk y el heavy metal, con mucha distorsión en las guitarras (ruptura de afinación en la nota D, dirían los entendidos). El estilo era muy marcado: letras con un tono de angustia y desesperación, look descuidado, actitud de rebeldía ante el deseo de las grandes corporaciones de convertir al músico en una deslavada estrella de rock que se debía al público. Con la llegada del grunge, los ochenta llegaron a su fin. Las bandas grunge debieron lidiar con la contradicción de ser rebeldes con un éxito comercial superlativo; pocas lo hicieron bien.
 
Aunque el sonido parecía haber aparecido de la noche a la mañana, su historia es larga y compleja; el libro de Mark Yarn, Everybody Loves Our Town: A Oral History of Grunge, la cuenta a través de más de doscientos cincuenta entrevistas, con un impresionante exceso de detalles. El grunge comienza en verdad a principios de los ochenta, en la escena musical de Seattle, con bandas post-punk com U-Men y The Melvins. Seattle era entonces una ciudad aletargada, lejos de los centros donde se creaban las principales tendencias musicales. Ese aislamiento ayudó a que apareciera ese estilo crudo, tan poco amable.Sub Pop, un sello musical nacido en Seattle, se dio cuenta antes que nadie del poder de esa música; hacia 1983, uno de sus fundadores, Bruce Pavitt: "la escena musical de Seattle dominará el mundo". El mérito de Pavitt es el de haber dicho esa frase cuando bandas como U-Men apenas llegaban a congregar a treinta personas en sus conciertos.
    
Del libro de Yarn impresiona la mención a una cantidad de bandas prácticamente olvidadas que contribuyeron a la consolidación del grunge: Screaming Trees, Mother Love Bone, Green River, TAD, Babes in Toyland, etc. A fines de los ochenta, el grupo por el que todos apostaban para llegar al gran éxito era Mudhoney; Mudhoney logró una audiencia importante, pero no el triunfo masivo de los cuatro grandes del movimiento (Nirvana, Pearl Jam, Soundgarden y Alice in Chains).
    
Con su voz potente y gran presencia escénica, Chris Cornell, el cantante de Soundgarden, fue la primera estrella grunge. A principios del 91, Alice in Chains sonaba mucho en la entonces influyente MTV. Luego vino Nevermind y arrasó con todo. Comenzaron los problemas: nadie quería menos que el impacto mundial de Nirvana; grupos de todas partes de los Estados Unidos se mudaban a Seattle para ser considerados parte del movimiento; a los productores musicales se les pedía el "sonido Nevermind", como si eso pudiera ser fácilmente replicado; el look grunge se convirtió en algo tan comercial que hasta la revista Vogue le dedicó sus páginas.
 
El suicidio de Kurt Cobain en 1994 puso fin a los años de euforia. Lo que ocurrió con el grunge es un capítulo más en la larga lucha del artista con las fuerzas del mercado, que parece concluir siempre de la misma manera: a la larga, el mercado termina cooptando hasta a los punks y anarquistas. El sonido grunge fue influyente, pero sobre todo en bandas alejadas de la estética rebelde (Creed, Silverchair, Nickelback). Sin embargo, basta volver al origen para descubrir que Nirvana, Pearl Jam y Mudhoney están tan vivas como en los primeros días.

(La Tercera, 24 de septiembre 2011)

profile avatar

Edmundo Paz Soldán

Edmundo Paz Soldán (Cochacamba, Bolivia, 1967) es escritor, profesor de literatura latinoamericana en la Universidad de Cornell y columnista en medios como El País, The New York Times o Time. Se convirtió en uno de los autores más representativos de la generación latinoamericana de los 90 conocida como McOndo gracias al éxito de Días de papel, su primera novela, con la que ganó el premio Erich Guttentag. Es autor de las novelas Río Fugitivo (1998), La materia del deseo (2001), Palacio quemado (2006), Los vivos y los muertos (2009), Norte (2011), Iris (2014) y Los días de la peste (2017); así como de varios libros de cuentos: Las máscaras de la nada (1990), Desapariciones (1994) y Amores imperfectos (1988).Sus obras han sido traducidas a ocho idiomas y ha recibido galardones tan prestigiosos como el Juan Rulfo de cuento (1997) o el Naciones de Novela de Bolivia (2002).

Obras asociadas
Close Menu