Víctor Gómez Pin
Madame Verdurin da papirotazos a un periódico que lleva toda clase de tragedias… perfectamente compatibles con la degustación cotidiana del cruasán. Y desde luego resulta vergonzoso el constatar que la imagen (así la de un hombre postrado ante el cadáver de su hijo e insensible al argumento de que ha caído heroicamente) es alimento cotidiano para las conversaciones de ciudadanos "corrientes". Ciudadanos que sólo diferimos de los Verdurin (a los que la guerra dificulta el hacerse con cruasanes) en que ni siquiera tememos que el objeto de nuestros intercambios de opinión ponga en peligro alguno de nuestros hábitos de alimento o distracción. Obviamente me estoy refiriendo a conflictos próximos, pero acotados en su radicalidad como en sus efectos, conflictos a cuya solución nadie parece apuntar, por ser compatibles con una cotidianeidad confortable… excepto obviamente para las víctimas.
Es sin duda hoy un tópico el referirse a las catástrofes (sociales o naturales) vehiculadas por los media como una oportunidad más de evasión. Y, sin embargo, no se extraen en absoluto las consecuencias de tal hecho. Aceptamos pasivamente la invitación a sumergirnos en conflictos nuevos o resucitados, explotados hasta la médula y que sólo el fin de semana declinan a favor del enfrentamiento deportivo.