Víctor Gómez Pin
Dando un paso más en las conjeturas de Aubrey de Grey, cargando por así decirlo la suerte, se puede pensar en que también se alcanzaría el control de mutaciones del ADN generadoras de cáncer, o la oxidación debida al mero hecho de respirar, con lo cual, en comparación a los parámetros actuales, tendríamos la impresión psicológica de inmortalidad. Mas entonces sí que el mal fario de la teja que nos cae por accidente marcaría prácticamente la frontera que convierte a un inmortal en un muerto. Ni que decir lo que entonces supondría que alguien se propusiera terminar con nuestra vida.
Obviamente todo esto son especulaciones, pues nadie se toma rigurosamente en serio las hipótesis de Grey, no porque no sean factibles (repito que no tengo idea), sino porque no nos conciernen realmente en lo profundo, es decir, no cuentan en el conjunto de posibilidades que se abren realmente a cada uno de nosotros en relación con la interrogación esencial sobre lo que somos capaces de hacer con nuestras vidas: si tenemos o no la entereza para responder a la exigencia de realizar plenamente nuestra humanidad, incluida la asunción de la finitud…y de la libertad-la distancia frente a la inmediatez natural- que supone para un ser que es producto de la evolución el saber de la propia condición.