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La causa de la naturaleza y la causa del animal de razón (VI): la animalidad perdida

Por 30 de marzo de 2020 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Víctor Gómez Pin

El "Rousseaunismo" da hoy un paso más: nostalgia no ya de una condición primitiva del ser hablante (pretendidamente marcada por la armonía con el entorno), sino nostalgia de una condición previa: nostalgia no de "nuestra humanidad" (título de un libro de Francis Wolff ) sino de nuestra animalidad. 
 
Y desde luego si se reivindica en primer término nuestra genérica pertenencia al mundo animal, hay razones para estar nostálgicos, pues desde que en la historia evolutiva emergió el lenguaje, esta animalidad se halla en gran parte perdida para nosotros. Por ello la buscamos en los animales "puros"; buscamos una imagen imposible de nosotros mismos. De ahí que además de la cuestión de los animales dañinos, surja en nuestro tiempo con gran fuerza un interrogante sobre la legitimidad de la utilización mecánica de los animales, de su consumo como alimento y desde luego de su instrumentalización en ritos y juegos. 
 

Creo que este movimiento responde a una real carencia de nuestra civilización. De alguna manera se trata de una protesta: las razones para no estar satisfechos con nuestra humanidad se traducen, no tanto en proyecto de mejorarla como en repudio de la misma, bajo forma de negación de su singularidad. Precisamente porque responde a causas profundas, por el momento este movimiento no parece que vaya a ser contenido: estamos ante una movilizadora causa urbana clamando contra la urbanización de nuestra existencia. Hay en esta actitud, una evolución que refleja una paradoja. Un tiempo la visión idílica de la naturaleza podía sintetizarse en la clásica "nostalgia de aldea y menosprecio de corte". Al respecto el siguiente párrafo con el que se cierra el libro de Guevara:

"Quédate adiós, mundo, pues en ti no hay gozo sin sobresalto, no hay paz sin discordia, no hay amor sin sospecha, no hay reposo sin miedo, no hay abundancia sin falta, no hay honra sin mácula, no hay hacienda sin conciencia, ni aun hay estado sin queja, ni amistad sin malicia(…) ¡Oh, mundo inmundo!, yo que fui mundano conjuro a ti, mundo, requiero a ti, mundo, ruego a ti, mundo, y protesto contra ti, mundo, no tengas ya más parte en mí; pues yo no quiero ya nada de ti ni quiero más esperar en ti, pues sabes tú mi determinación, y es que: Posui finem curis; spes et fortuna, valete (Puse fin a mis cuitas ; esperanza y fortuna, adiós).

Aquí se acaba el libro llamado Menosprecio de corte y alabanza de aldea, en el cual se tocan muchas y muy buenas doctrinas para los hombres que aman el reposo de sus casas y aborrecen el bullicio de las cortes". (Antonio de Guevara. "Menosprecio de corte y alabanza de aldea" Valladolid 1539 Capítulo XX.)

En la disposición que esta obra refleja, las gentes del mundo rural (campesinos, cazadores, pastores, pescadores) eran contemplados no ya como garantes de la alimentación sino como conservadores naturales, por así decirlo, del ambiente.

Basta considerar el hecho de que, en la vecina Francia, ganaderos y agricultores sufren continuos ataques en sus instalaciones (incendios incluidos) por parte de grupos ecologistas, urbanos generalmente, para medir hasta qué extremo las cosas han cambiado: acusados de depredadores, los campesinos franceses caen en la depresión, hasta el punto de ser uno de los colectivos de Europa en el que se da índice mayor de suicidios.

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Víctor Gómez Pin

Victor Gómez Pin se trasladó muy joven a París, iniciando en la Sorbona  estudios de Filosofía hasta el grado de  Doctor de Estado, con una tesis sobre el orden aristotélico.  Tras años de docencia en la universidad  de Dijon,  la Universidad del País Vasco (UPV- EHU) le  confió la cátedra de Filosofía.  Desde 1993 es Catedrático de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), actualmente con estatuto de Emérito. Autor de más de treinta  libros y multiplicidad de artículos, intenta desde hace largos años replantear los viejos problemas ontológicos de los pensadores griegos a la luz del pensamiento actual, interrogándose en concreto  sobre las implicaciones que para el concepto heredado de naturaleza tienen ciertas disciplinas científicas contemporáneas. Esta preocupación le llevó a promover la creación del International Ontology Congress, en cuyo comité científico figuran, junto a filósofos, eminentes científicos y cuyas ediciones bienales han venido realizándose, desde hace un cuarto de siglo, bajo el Patrocinio de la UNESCO. Ha sido Visiting Professor, investigador  y conferenciante en diferentes universidades, entre otras la Venice International University, la Universidad Federal de Rio de Janeiro, la ENS de París, la Université Paris-Diderot, el Queen's College de la CUNY o la Universidad de Santiago. Ha recibido los premios Anagrama y Espasa de Ensayo  y  en 2009 el "Premio Internazionale Per Venezia" del Istituto Veneto di Scienze, Lettere ed Arti. Es miembro numerario de Jakiunde (Academia  de  las Ciencias, de las Artes y de las Letras). En junio de 2015 fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad del País Vasco.

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