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El verdadero misterio de la historia evolutiva

Por 25 de noviembre de 2008 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Víctor Gómez Pin

Suponía que la identidad lingüística de nuestro comensal se reducía al grado de actualización de su capacidad de hablar que ha puesto de manifiesto ante su interlocutor de la casa de comidas; suponía que su bagaje lingüístico se reducía a esos pobres esbozos de aprehensión de las cosas y las circunstancias; suponía, en definitiva, que ninguna otra lengua forja ya su espíritu y que lo que es capaz de pensar en la lengua del de la casa de comidas constituye su único pensamiento digamos no meramente animal, es decir su único pensamiento mediatizado por el lenguaje. (Precisión necesaria, pues pensar no implica hablar, de lo contrario habría que negar el pensamiento a los animales, cosa absurda; simplemente los animales tienen un pensamiento a- lingüístico). Se imponía entonces el paralelismo con la situación de un niño que meramente está aprendiendo a hablar. Pues un niño no puede servirse de una lengua anterior para archivar, como se archiva la representación de un objeto, el conjunto de frases que configuran el diálogo en el restaurante arriba expuesto. /upload/fotos/blogs_entradas/hablarbebes2_med.jpgEl niño que aprende a hablar se enfrenta a la lengua tan sólo con su naturaleza lingüística, aun casi en estado virginal, y el deseo – innato en toda especie viva- de que esta naturaleza se despliegue. Pues lo que es virtual pugna por abrirse paso, por hacerse acto y mediatizar el mundo.

Careciendo-por definición- de lengua preexistente el in-fante que está dejando de serlo no archiva frases en su memoria lingüística; más bien construye tal memoria liberando (si alguna circunstancia trágica, o canallesca, no lo impide) su potencia de fundirse en nuevas palabras y sobre todo en un conjunto de imprevisibles combinaciones de las mismas; conjunto cuya cardinalidad crece exponencialmente, trascendiendo lo finito y lo enumerable y reduciendo a magnitud ínfima el número de combinaciones de átomos del universo.

Aquí reside el verdadero misterio de la historia evolutiva: el mundo ha dado pie a algo que parece un código de señales pero que se empobrecería si se limitara a señalizar cosas del mundo… el mundo se ha hecho pequeño para la palabra.

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Víctor Gómez Pin

Victor Gómez Pin se trasladó muy joven a París, iniciando en la Sorbona  estudios de Filosofía hasta el grado de  Doctor de Estado, con una tesis sobre el orden aristotélico.  Tras años de docencia en la universidad  de Dijon,  la Universidad del País Vasco (UPV- EHU) le  confió la cátedra de Filosofía.  Desde 1993 es Catedrático de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), actualmente con estatuto de Emérito. Autor de más de treinta  libros y multiplicidad de artículos, intenta desde hace largos años replantear los viejos problemas ontológicos de los pensadores griegos a la luz del pensamiento actual, interrogándose en concreto  sobre las implicaciones que para el concepto heredado de naturaleza tienen ciertas disciplinas científicas contemporáneas. Esta preocupación le llevó a promover la creación del International Ontology Congress, en cuyo comité científico figuran, junto a filósofos, eminentes científicos y cuyas ediciones bienales han venido realizándose, desde hace un cuarto de siglo, bajo el Patrocinio de la UNESCO. Ha sido Visiting Professor, investigador  y conferenciante en diferentes universidades, entre otras la Venice International University, la Universidad Federal de Rio de Janeiro, la ENS de París, la Université Paris-Diderot, el Queen's College de la CUNY o la Universidad de Santiago. Ha recibido los premios Anagrama y Espasa de Ensayo  y  en 2009 el "Premio Internazionale Per Venezia" del Istituto Veneto di Scienze, Lettere ed Arti. Es miembro numerario de Jakiunde (Academia  de  las Ciencias, de las Artes y de las Letras). En junio de 2015 fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad del País Vasco.

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