Víctor Gómez Pin
J- Cuando en los planteamientos evangélicos Jesús hace una serie de postulados éticamente muy nobles, plantea una serie de reflexiones y de ideales y de alguna manera esta dando una visión de algo que se quiere convertir en una religión del amor y de la justicia, y posteriormente se pervierte y se transforma en un mecanismo de alineación…
V- No, no hay ese cambio lo que hay en el Cristianismo está ahí desde el origen. Vamos a ver, el estalinismo por ejemplo es el fracaso de los idearios de emancipación, de libertad, de racionalidad y en suma de dignificación de la condición humana, encarnados por la Revolución de Octubre. Por el contrario el Franquismo y su despótico sistema económico-social no es ninguna traición al ideario falangista sino la verdad del mismo, escondida tras la parafernalia de la "revolución pendiente", etcétera…
Análogamente, el Vaticano es la realización de lo que decía Cristo. Es así de claro: Cristo invitaba a la genuflexión y la Iglesia se ha encargado de que efectivamente estemos genuflexos, es decir que renunciemos a todo ideario de emancipación, que dejemos de aspirar aquí y ahora a condiciones sociales que permitan una asunción plena de la condición humana Esa historia de amor al prójimo (incluido el enemigo) etcétera es el mero aspecto ideológico del asunto. De todas maneras insisto en que una religión que posibilita la erección de catedrales es mucho más soportable que los sucedáneos que constituyen ciertas religiones descafeinadas de nuestra época (descafeinadas desde el punto de vista de la intensidad espiritual de los que las practican, pero no menos peligrosas).