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De Linneo a Carl Woese

Por 15 de enero de 2008 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Víctor Gómez Pin

Recordemos que Linneo era creacionista y consideraba que el número de especies permanecía invariable desde la creación ("hay exactamente tantas especies como en su día fueron creadas", afirmaba).

Sin duda las taxonomìas han cambiado desde Linneo. La relación evolucionista entre individuos determina clasificaciones que tienen tan sólo un valor provisional. Sin embargo, el criterio formal para proceder a especificar no ha cambiado: descubriremos una nueva especie como resultado de que en un marco compartido (lo que Aristóteles denominaba género) se percibe un rasgo no implicado en el género mismo (o sea, no es analíticamente deductible de él) y que singulariza en algo radical (por ejemplo, en la posibilidad de progenitura viable) a los individuos que lo poseen. Y el aristotélico límite del proceso también persiste: una vez que hemos reconocido la especie, tenemos mucha dificultad para hallar rasgos clasificadores de los individuos. No hay un conjunto de diferencias que nos permita dar una clara definición genética de Pedro frente a Pepe.

Los individuos difieren por rasgos contingentes, rasgos que (por posición a los claros y distintas de la forma o especie) Aristóteles calificaba de diferencias materiales, rasgos dependientes, por ejemplo, del llamado junk ADN.

En la historia de las clasificaciones cabe aquí mencionar la de la de R. H. Whittaker que en 1969 convirtió en cinco los dos reinos de Linneo (monera, protista, plantae, fungi, animalia). Pero particular interés tiene la clasificación de Carl Woese, que en 1979 dividió el registro de la vida en tres amplios reinos: bacterias, arqueas y eucariotas. Los dos primeros reinos recubren organismos unicelulares y en el universo de los eucariotas hay cinco linajes uno de los cuales (uno entre otros) recubre tres regiones que son plantae, fungi y animalia.

Cabe enfatizar el hecho de que en conformidad a esta clasificación lo más singular son los arquea, que difieren de las bacterias nada menos que por el 56% de la secuencia genética. Estos seres son amantes de lo extremo, son insensibles ácidos son generadores de metano y sobreviven a temperaturas elevadísimas.  

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Víctor Gómez Pin

Victor Gómez Pin se trasladó muy joven a París, iniciando en la Sorbona  estudios de Filosofía hasta el grado de  Doctor de Estado, con una tesis sobre el orden aristotélico.  Tras años de docencia en la universidad  de Dijon,  la Universidad del País Vasco (UPV- EHU) le  confió la cátedra de Filosofía.  Desde 1993 es Catedrático de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), actualmente con estatuto de Emérito. Autor de más de treinta  libros y multiplicidad de artículos, intenta desde hace largos años replantear los viejos problemas ontológicos de los pensadores griegos a la luz del pensamiento actual, interrogándose en concreto  sobre las implicaciones que para el concepto heredado de naturaleza tienen ciertas disciplinas científicas contemporáneas. Esta preocupación le llevó a promover la creación del International Ontology Congress, en cuyo comité científico figuran, junto a filósofos, eminentes científicos y cuyas ediciones bienales han venido realizándose, desde hace un cuarto de siglo, bajo el Patrocinio de la UNESCO. Ha sido Visiting Professor, investigador  y conferenciante en diferentes universidades, entre otras la Venice International University, la Universidad Federal de Rio de Janeiro, la ENS de París, la Université Paris-Diderot, el Queen's College de la CUNY o la Universidad de Santiago. Ha recibido los premios Anagrama y Espasa de Ensayo  y  en 2009 el "Premio Internazionale Per Venezia" del Istituto Veneto di Scienze, Lettere ed Arti. Es miembro numerario de Jakiunde (Academia  de  las Ciencias, de las Artes y de las Letras). En junio de 2015 fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad del País Vasco.

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