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Cuando un código de señales trabaja para sí mismo

Por 28 de enero de 2008 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Víctor Gómez Pin

La aparición en un código de señales de la polaridad significante -significado no puede menos que introducir una radical subversión en la función misma del signo. Mientras nos movemos en el ámbito del mero código, se da tan sólo un lazo horizontal, por así decir, entre la señal y lo por ella designado, un eventual botín, por ejemplo. Obviamente, una vez que el botín ha sido alcanzado el funcionamiento del código ya no tiene sentido alguno. Pues en ausencia de alteridad, el interés se ha agotado. Mas cuando la señal encierra esa polaridad interna que la convierte en signo lingüístico, entonces la alteridad persiste, y aun no habiendo interés exterior… se abre la posibilidad de recreación interna.

El signo fertiliza la potencialidad interna de crear polaridades sin necesidad alguna de remitirlo al exterior. Mas hacer funcionar el signo lingüístico aún en ausencia de correlato en el entorno físico es la base misma de lo que denominamos narración. Cuanto más indiferente sea el mundo exterior más exigencias se tienen de fertilizar el interior. Por retomar los términos de Aristóteles: cuanto más resuelto esté lo relativo a la subsistencia y al ornato de la vida, cuanto más satisfecha esté la necesidad, más se acrecentará el deseo de que surjan nuevos conceptos y nuevos vínculos entre conceptos y hasta nuevas combinaciones (en número potencialmente infinito) de esos vínculos entre conceptos.

Es así de sencillo: en ese momento del día en que ha cesado la lucha cotidiana por la subsistencia, entonces, junto al fuego, los campesinos bretones narran cuentos a sus hijos, al igual que junto al fuego Descartes realiza su meditación, solipsista en este caso, mas que responde a la polaridad significante-significado. Y también entorno al fuego cabe imaginar al joven Einstein discutiendo a-temporalmente con John Bell. ¿Discutiendo de qué? Pues de algo tan alejado de la preocupación por la subsistencia como  la vigencia o no vigencia del principio de contigüidad, es decir, si cabe o no el vacío y la acción a distancia.

En razón de la polaridad interna del signo lingüístico, los niños alcanzan esa capacidad para formar innumerables conjuntos tanto de expresiones aisladas como de oraciones perfectamente cargadas de sentido. Expresiones que nadie les ha enseñado, simplemente porque se trata de un enumerable no finito, y éste es imposible que sea alcanzado mediante acumulación contable de vocablos.

Los niños, ciertamente, aprenden una lengua imitando, pero esa condición necesaria no es en absoluto suficiente, como lo muestra el hecho de que determinados pájaros imitan sonidos humanos, sin que se den ellos el menor atisbo de lo que la condición lingüística supone.

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Víctor Gómez Pin

Victor Gómez Pin se trasladó muy joven a París, iniciando en la Sorbona  estudios de Filosofía hasta el grado de  Doctor de Estado, con una tesis sobre el orden aristotélico.  Tras años de docencia en la universidad  de Dijon,  la Universidad del País Vasco (UPV- EHU) le  confió la cátedra de Filosofía.  Desde 1993 es Catedrático de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), actualmente con estatuto de Emérito. Autor de más de treinta  libros y multiplicidad de artículos, intenta desde hace largos años replantear los viejos problemas ontológicos de los pensadores griegos a la luz del pensamiento actual, interrogándose en concreto  sobre las implicaciones que para el concepto heredado de naturaleza tienen ciertas disciplinas científicas contemporáneas. Esta preocupación le llevó a promover la creación del International Ontology Congress, en cuyo comité científico figuran, junto a filósofos, eminentes científicos y cuyas ediciones bienales han venido realizándose, desde hace un cuarto de siglo, bajo el Patrocinio de la UNESCO. Ha sido Visiting Professor, investigador  y conferenciante en diferentes universidades, entre otras la Venice International University, la Universidad Federal de Rio de Janeiro, la ENS de París, la Université Paris-Diderot, el Queen's College de la CUNY o la Universidad de Santiago. Ha recibido los premios Anagrama y Espasa de Ensayo  y  en 2009 el "Premio Internazionale Per Venezia" del Istituto Veneto di Scienze, Lettere ed Arti. Es miembro numerario de Jakiunde (Academia  de  las Ciencias, de las Artes y de las Letras). En junio de 2015 fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad del País Vasco.

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