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Atenas sin esclavos

Por 4 de enero de 2008 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Víctor Gómez Pin

Decía en la anterior entrega que, pese a su evidente fracaso, lo que fermentaba tras el proyecto de la Revolución de Octubre era la exigencia, imposible de erradicar, de reconciliar a la humanidad consigo misma. Tal reconciliación no significa que los individuos de la especie humana alcancen una suerte de limbo. La reconciliación de la humanidad consigo misma significa que los humanos se reconocen unidos e interpares a la hora inevitable en que cada individuo ha de enfrentarse ante los problemas derivados meramente de su humanidad, la cual es incompatible con la armonización en un orden meramente natural.

Aun en los momentos de radical nihilismo perdura un rescoldo del proyecto de universalizar la polis, una polis griega sin esclavos ni bárbaros, un lugar en el cual el destino de todos y cada uno de los humanos sería contemplarse en el espejo de su singular animalidad, sentir que el conjunto de sus percepciones está mediatizado por la palabra, y que si bien la palabra desarraiga de la naturaleza ofrece sin embargo una suerte de refugio cuando es plenamente compartida.

Mas la polis es el lugar de la tragedia, de ahí que para escapar a la polis, el ser humano haya multiplicado las falsas querellas, los problemas sin sentido, y los odios construidos. La lucha de clases, sí, que no es sino algo inherente al concepto de clase, y que mientras duren las clases seguirá sirviendo para distraernos de lo esencial. El proyecto comunista, como proyecto de realización de la polis, no era sino el de acabar con la situación en la cual el trabajo embrutecedor y el ocio complementario de ese embrutecimiento impide a los ciudadanos un solo instante de veracidad, es decir: de lúcida exploración de su condición indisociablemente exultante y trágica. Veracidad de la propia vida a la que han apelado, a lo largo de la historia, artistas y poetas, pero asimismo, simplemente todos los hombres sensatos.

/upload/fotos/blogs_entradas/la_revolucion_rusa_med.jpgLa sociedad contemporánea tiene su urdimbre en guerras en las cuales a veces el patriotismo es falso, pero el odio es imprescindible, pues sin ese odio se abriría una rendija por la que podría penetrar la luz de un proyecto colectivo. De Bagdad a Haití la tierra está poblada de conflictos sin solución alguna. Pues bien, cabe decir que en el origen de esos conflictos no se halla la lucha de los seres humanos por alcanzar sus objetivos, sino el esfuerzo nihilista por evitar que el ser humano los delimite claramente. Sarcasmo, o al menos ironía, produciría hoy la frase "cada uno según sus posibilidades, a cada uno según sus necesidades". Y sin embargo, sólo en la comprensión de lo que esta frase significa puede uno pensar que el arte a todos concierne, que la ciencia no es cosa de élites, que los poetas y pintores que constituían la vanguardia de la Revolución de Octubre no estaban motivados por meros intereses narcisistas.

En la parodia de la polis griega que constituye la llamada "sociedad global", la lucha por la mera subsistencia sigue siendo un ingrediente (una vez más esa imagen de África sometida a la rapiña no ya de los recursos naturales, sino de la cultura, los modos de vida y hasta las lenguas de poblaciones enteras). Mas Aristóteles nos indicaba ya que las cosas que gravemente afectan al ser humano aparecen cuando está resuelto no sólo lo relativo a la subsistencia, sino también lo relativo al ornato de la vida. Aristóteles indicaba ya que si en Egipto la matemática había podido tomar vuelo, era porque había allí un grupo privilegiado de seres en apariencia libres, a saber los sacerdotes, y digo en apariencia porque la libertad es global o es una contradicción en sí misma.

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Víctor Gómez Pin

Victor Gómez Pin se trasladó muy joven a París, iniciando en la Sorbona  estudios de Filosofía hasta el grado de  Doctor de Estado, con una tesis sobre el orden aristotélico.  Tras años de docencia en la universidad  de Dijon,  la Universidad del País Vasco (UPV- EHU) le  confió la cátedra de Filosofía.  Desde 1993 es Catedrático de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), actualmente con estatuto de Emérito. Autor de más de treinta  libros y multiplicidad de artículos, intenta desde hace largos años replantear los viejos problemas ontológicos de los pensadores griegos a la luz del pensamiento actual, interrogándose en concreto  sobre las implicaciones que para el concepto heredado de naturaleza tienen ciertas disciplinas científicas contemporáneas. Esta preocupación le llevó a promover la creación del International Ontology Congress, en cuyo comité científico figuran, junto a filósofos, eminentes científicos y cuyas ediciones bienales han venido realizándose, desde hace un cuarto de siglo, bajo el Patrocinio de la UNESCO. Ha sido Visiting Professor, investigador  y conferenciante en diferentes universidades, entre otras la Venice International University, la Universidad Federal de Rio de Janeiro, la ENS de París, la Université Paris-Diderot, el Queen's College de la CUNY o la Universidad de Santiago. Ha recibido los premios Anagrama y Espasa de Ensayo  y  en 2009 el "Premio Internazionale Per Venezia" del Istituto Veneto di Scienze, Lettere ed Arti. Es miembro numerario de Jakiunde (Academia  de  las Ciencias, de las Artes y de las Letras). En junio de 2015 fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad del País Vasco.

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