
Eder. Óleo de Irene Gracia
Vicente Verdú
No me canso de repetirme y de repetir a los demás que "no hay mal que por bien no venga". El mal viene solo la mayoría de las veces pero contra esa jactancia se alza la opción de sacarle provecho a la contrariedad. Los espacios que el mal abre sin buena intención no son, en la mayoría de los casos, sepulturas sino grandes o imprevisibles oportunidades de sorpresa y gozo. Contra la cara oscura que trae el mal el rostro más allá con una inesperada estampa soleada. No es sólo se trata de un consejo consolatorio, Diría que se acerca a las hechuras de la máxima verdad, tan rotundas como perfumadas y mágicas.