Vicente Verdú
Pájaros de azufre,
caimanes de níquel,
dolores de seda,
cantos de serpiente,
pieles cocidas,
azucenas negras,
baldías amapolas
de percal,
cercos de menta,
claros de luna,
visitas al doctor,
nacimientos impuros,
verdes cromados,
minutos de plomo,
la ira,
el manto inestable de la virgen,
los opiáceos,
los vahídos del volcán.
El ondular de las rosas
la calle exenta.
Su obelisco.
Los truenos insonoros
las fiestas hundidas,
miércoles de cera,
columpios de azafrán,
irremediables ramas,
suelos boquiabiertos.
Extremos de una trenza
amarilla y negra.
Milímetros de aliento,
citas perfumadas,
meriendas en el monte
corceles por el mar,
mendigos rapaces,
sacerdotes moribundos.
Gracias y gracias.
Fuegos, golondrinas,
mieles resecas,
labios de rubí,
estelas feneciendo,
caminos de esparto.
No hay principio,
No hay sentido.
No hay destino.
El destino se escora
y desaparece
El principio es soledad.