Vicente Verdú
De carácter
mohíno,
aceptaba
cualquier recriminación.
Le dolía la censura.
pero la absorbía
su espíritu
que no aspiraba
ni poseía concreción.
Se exponía,
con triste abandono,
a la adversidad
natural
y era como
una almohada
que dormía
en sí misma
forrada de diluida
amargura.
Un apoyo
continuamente
blando
que cedía
ante la menor
presión.
No parecía
por todo ello
expuesta a morir
violentamente
sino a permanecer
en una tibia
enfermedad
sin variaciones.
Cierto mal neumático
donde habitaba
un pulmón azul
y otro de algodón
sin costuras.
Una humildad
que se concatenaba
a una vida
sin manifiesta finalidad.
Así la zaheríamos
sin verla derramar
una gota
de sangre
roja
sino transparente y
pautada.
Como una lágrima
del silencio
regular que la cubría
como un fanal
afligido
apegado a sí.