Vicente Verdú
"Esta fragancia me da mucha compañía", dijo el taxista
refiriéndose al ambientador que perfumaba su coche.
El olor da noticias sin cesar
El cuerpo entero se divide en
Áreas de olor
que germinan
de unos y otros quehaceres de la fisiología.
El cuerpo se representa
masivamente, exhaustivamente,
por dentro y por fuera,
en la visión
de la tecnología más avanzada
Pero se manifiesta secretamente,
primitivamente,
en el variable
aroma que desprende su
constitución.
El olor es esencia.
Esencia de plantas y carnes
Esencias de la excrecencia,
la aversión o el beso de amor.
Calidades del ser
miedo o querencia,
que se representa
torpemente
siendo
la exudación decisiva
de personas.
hoteles, calles y
oficinas.
Desde sus filtraciones
parte
un fluido de conjunciones,
que delatan
odio o deseo.
Calidades del alma
que escapan
como metástasis
de los intersticios salaces
o impíos.
Es así como el sentimiento
o la emoción se expresa
adentro y llega a las superficies.
sin decir palabra, sin figuras
ni aderezos.
No hay objeto palpable
sino fantasma
inspirador, inspirable.
No realidad gruesa
sino inmaterialidad.
Tal como es también el alma,
un clase superlativa
de emanación central
que actúa como el
viento o su ala.
Intáctil, sin comparación.
Sin tacto, sin ojo,
sin voz
El olor se conduce
como un canto sin texto.
Música ni letra.
Canto inaudible,
insobornable y enigmático
del ser sin antifaz.
Con él el desnudo
se expone sin
mordazas o ataduras.
El olor es vida absoluta
El olor en la lumbre
del nacimiento
y en las carroñas
de la descomposición
final.
Sortilegio
de laberintos exactos,
eminentes
al principio y al fin de la vida.
Entidad, en suma,
cuya estructura fundamental
recorre,
con pudor u obscenidad
la duración biológica
del taxi y el taxista
batidos por la fragancia
de una fuerza
que pareciendo
sin musculatura
hace crecer
o nos entierra
con su perfusión.
Atmósfera inconsútil
En un hábitat sin límites
donde el mundo
es el ambientador.