Vicente Verdú
Puede decirse
que los ganglios,
los glóbulos
o los nódulos
forman una guirnalda
que decora el
pecho de verbena.
Son rosarios
de vida
encendida
con linternas
y de vida que tiende
a apagarse
cuando sus
contenidos
envejecen.
Tienden a mustiarse
los tejidos y
el núcleo se ablanda
en pliegues y
flaquezas que
gradualmente
puntean el cerebro
de hoyos
diminutos
y delaciones
sin curación.
Un desgaste fatal
que compendia
la decadencia
biológica
de la existencia
Una resolución
miserable
sin pausa y
sin calibre.
Una clase de planta,
la existencia,
que muere
resignada
y por inercia.
Sin alzar,
al cabo,
la voz.