Vicente Verdú
Una hipérbole del mar
nos hizo temer
la calidad del tiempo.
Una claridad
basada en el aluminio
pero inspirada
en la zona importante
del escote.
Un cuerpo de caricias
asolado por la
belleza intransmisible
y condenado
por la ondulación de una estela
que no llegaba a orientar
su limpio sino
puesto que, al contrario,
nacían olas continuas e inesperadas
de diferentes densidades
o agrupadas para decidir
en un amplio enjambre
de luces violetas
nuestra mirada insaciable
y el insuperable
murmullo
o la exageración del mar.