Vicente Verdú
Des journés entiéeres dans les arbres.
Este libro de Marguerite Duras
fue siempre
un título antes que una un libro,
un novela menos dura que una narración,
Fue una metáfora que eludía
lo que debajo de los árboles,
en los bancales,
junto a algarrobas
desperdigadas
y suculentas
Constituía un universo sin
estampa cabal.
Las ramas de los árboles
sustituían
el pesar de existir
pegados a la tierra
y sufrir sus escarpaduras.
Penitencias de la ruralidad,
Penitencias que,
años después,
fueran decepciones sin fin.
Nada del otro mundo
simplemente una muerte hurgada
en los surcos cobrizos.
Una lástima
que pesaba demasiado
como un grueso metal.
Jornadas sobre los árboles
Sin trabajo alguno,
Notas de ensoñación
y no pudo expresarse con mayor
precisión.
Lo que yo mismo sentía respecto a mi capacidad
literaria, fue así.
Velas naturales que no aprovecharan ese
Empuje de las jornadas enteras en los árboles.
Precipitadas
como frutos lentos
sin estruendo
hasta perder su gloria.
Los árboles iban hacia arriba
Y yo iba paso a paso sobre la tierra
meditando
mi mediocre condición.