Vicente Verdú
La inminencia de la muerte
concede un plus de autenticidad
puesto que habiéndolo perdido todo
no hay nada más que perder.
Ni tampoco que estafar.
Así , los moribundos,
son temibles tanto por lo que pudieran
pronunciar con un susurro
como por el mudo compendio
encerrado en la almohada donde se apoyan.
No hay bien ni mal para los otros mortales
y visitantes.
No hay bien o mal para sí mismo
o su curación.
La autenticidad es una síntesis casi perfecta
o una víspera absoluta
del legado fatal
que va haciéndose lingote de oro.
Vidrio auténtico
cuando el fin se arropa en su totalid