Vicente Verdú
Patológicamente
la buena salud
es el estado menos
detectable
y apreciable
del cuerpo.
Basta que la carne rosada
se circunvale de salud
para que desaparezca.
Sin olor, sin dolor, sin rumor
Es así como la salud
se comporta a la manera
de como un fantasma
absoluto.
Se establece y lo borra todo.
Llega y nos extingue.
No siquiera queda
tras su paso
la huella que la delate
puesto que su naturaleza
consiste
en desnaturalizarse.
Hacerse inconstatable.
Desde ella nada
es posible decir,
ni aullar, ni señalar.
Sólo es posible
,para la investigación,
atentar ominosamente
contra su invisible
entidad
de azúcar transparente.
Después una fiebre, un daño,
un gato peligroso
emana de su ausencia.
Gracias a él
o mediante alguna
otra alimaña
Tomamos en cuenta
el tiempo en que
residió en nosotros
contra el horror.
Porque sanos
no somos nada cierto
y sólo la enfermedad
nos devuelve la presencia.