Vicente Verdú
¿De dónde vienen
los días esperanzados?
¿Qué grado de influencia
tiene el buen humor?
Y ¿qué grado de humor
determina la buena conciencia?
¿Y qué salud del cuerpo
no proviene del alma
y propia y sus ganglios?
¿O qué alma buena
no requiere
densidad y buen tono?
¿Y qué pintan los demás
en todo esto.
Para mejorarte,
para amargarte,
para olvidarte.
para asesinarte.
En suma:
todo parece ser dueño de los demás,
nuestros guardianes,
nuestros asaltantes.
Los seres próximos.
transparentes pero exteriores,
que se aproximan
a la piel
o los órganos internos,
-nunca insertos sin su
aquiescencia-,
que, a distancia,
nos husmean, hurgan
u organizan.
El bien se halla,
por tanto, en las afueras
del círculo
que pobremente abordamos.
¿Y será el mal, entonces,
quien se opone
como un parásito blanquecino.
tupido y reforzado?
Nuestros débiles
Filamentos
perfeccionados por
los bordados de su artificio
sobrepuesto a nuestra entidad.
Siendo nosotros
falsos capitanes,
gobernadores ausentes
de nuestra posible vida.
Una existencia de hojalata
custodiada noche y día ,
por grandes maquinarias
de sangre,
bronce y fuego.
Ángeles anteriores
emperadores sobre
la miniatura de nuestro
incierto universo.
¿Universo que nunca será propio?
Nunca existió.
Nunca existiría
sin que antes
hubiera desaparecido
todo.