Vicente Verdú
Un significativo indicio de la transformación de la Navidad es el registro de infidelidades conyugales en estas fechas.
De la familia como figura incombustible al lado del fuego del hogar a la foguera de los adulterios jóvenes.
La razón básica es que las fiestas tienden a parecerse entre sí en cuanto fiestas sin más atributos. La celebración ha pasado al sistema de la vacación y no de la devoción y, secularizado todo, la consecuencia es su mayor o menor funcionalidad en cuanto vehículo de placer.
Las noches viejas fueron siempre especialmente propicias para la orgía. Pero, ahora, cualquier noche es buena antes que Buena.
Frente a las fiestas de guardar las fiestas de gastar. A no dejar pasar.