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Muerte y enamoramiento

Por 21 de agosto de 2008 Sin comentarios

Vicente Verdú

Si el enamoramiento representa la mayor cima amorosa, el estadio de mayores recompensas, el nivel celestial de recompensas, tan altas que escapan de la explicación, tan vivas que no resisten la duración, tan mágicas que desbordan la historia real, ¿de qué nos valemos pues para ser más sino es precisamente de la ausencia?

De los elementos de realidad e irrealidad que componen el arrobamiento no hay sentencia que acierte a discernirlos. Sería sensato pensar que algo en el primer momento del encanto debe existir para actuar, al menos, como fulminante. Pero de qué se trata tal fulminante si no se ofrece nunca un cabal documento. Más bien las investigaciones neurológicas dejan siempre la holgura para lo inefable tal como sin se temiera -como en el caso de Dios- que una rotunda desmitificación bioquímica de la atracción no lograra dar cuenta del punto clave que logra el efecto espectacular de la fe o el ‘encoñamiento’. Lo espectacular de ese resultado actúa de hecho como un contrapeso a la medición científica puesto que si en casi todo asunto la pugna entre positivismo y romanticismo opera ¿cómo no esperar que en plena cancha romántica el equipo de casa no tuviera una clara ventaja? ¿Los enamorados se encuentran narcotizados? ¿Los enamorados se reconocen atontados? Más bien parece que, envenenados o tontos, los protagonistas se hallan en el kairos esencial de la existencia compuesto, en el peor de los casos, por mayor dosis de invención que de realización, de peso ideal que de peso material (o peso bruto). Pero, en este caso, ¿cómo no reconocer que gozan circunstancialmente si se quiere de una virtud extraordinaria? Lo material, lo mensurable, lo tangible o lo concreto se distribuyen popularmente a granel y se encuentran fácilmente a mano. Lo inusual, por el contrario, es sentirse en condiciones de degustar el jugo de lo inmaterial, la textura de lo inasible, la belleza de lo inmarcesible o lo imaginario. Tal capacidad excepcional corresponde de pleno derecho y en exclusiva al universo de la ausencia, ese universo que nace necesariamente y como una áurea exhalación de lo que no está y produce una majestad imbatible. Lo ausente gana incomparablemente al presente puesto que el no estar genera un espacio infinito y de construcción interminable. En ese ámbito se expande el gas enamorado que, al cabo, viene a ser la referencia más eximia del amor, sin importar los embates de la medicina.

El enamoramiento es. ¿Está? Habita de pleno en un transespacio desde el cual, como en otros asuntos de la ilusión, su aroma traspasa los muros del sentido común, barre las asperezas del carácter y adorna la vida con su causa. Perfume de ausencia, final de las pestilencias, liberación de los alientos, acabamiento de la temporalidad. Tiempo bruñido y dorado por la luz sin combustible sólido. ¿Qué más puede esperarse de la ausencia. La ausencia nos solicita como el agua purificadora y la muerte, precisamente condensación de ausencia, nos hace justicia al fin a través del efecto principal de desaparecernos.

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Vicente Verdú

Vicente Verdú, nació en Elche en 1942 y murió en Madrid en 2018. Escritor y periodista, se doctoró en Ciencias Sociales por la Universidad de la Sorbona y fue miembro de la Fundación Nieman de la Universidad de Harvard. Escribía regularmente en el El País, diario en el que ocupó los puestos de jefe de Opinión y jefe de Cultura. Entre sus libros se encuentran: Noviazgo y matrimonio en la burguesía española, El fútbol, mitos, ritos y símbolos, El éxito y el fracaso, Nuevos amores, nuevas familias, China superstar, Emociones y Señoras y señores (Premio Espasa de Ensayo). En Anagrama, donde se editó en 1971 su primer libro, Si Usted no hace regalos le asesinarán, se han publicado también los volúmenes de cuentos Héroes y vecinos y Cuentos de matrimonios y los ensayos Días sin fumar (finalista del premio Anagrama de Ensayo 1988) y El planeta americano, con el que obtuvo el Premio Anagrama de Ensayo en 1996. Además ha publicado El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción (Anagrama, 2003), Yo y tú, objetos de lujo (Debate, 2005), No Ficción (Anagrama, 2008), Passé Composé (Alfaguara, 2008), El capitalismo funeral (Anagrama, 2009) y Apocalipsis Now (Península, 2009). Sus libros más reciente son Enseres domésticos (Anagrama, 2014) y Apocalipsis Now (Península, 2012).En sus últimos años se dedicó a la poesía y a la pintura.

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