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Moribundos

Por 16 de abril de 2008 Sin comentarios

Vicente Verdú

El moribundo fue antes un ser que, entre tumbos contra el espacio invisible, rondaba el cercano momento de perecer. Ese moribundo yaciendo en la batalla, en el hospital o en el lecho doméstico, apenas se movía ni poseía esperanza alguna de curación. Su ubicación, tanto en el concepto social como en la realidad física, lo situaba en un irreversible preámbulo de la muerte, un espacio angosto donde apenas podía accionar su cuerpo ni su pensamiento. El moribundo llevaba a la convicción de que su muerte se hallaba a un paso, inmediata y segura, y que no disponía, en adelante, de una válida comunicación con los demás, ni emitía mensajes ni se hallaba en condiciones de comprender.

/upload/fotos/blogs_entradas/paseando_en_la_playa_med.jpgHoy, en cambio, el moribundo se presenta numeroso  e instalado en los hogares o las residencias, en los paseos o las playas, con una carta de legitimación vital que, debido a su   valor y  su número, ha determinado la emergencia general de una nueva subespecie humana. Estos moribundos no van a morir enseguida, pero aunque fueran a morir pronto pero se les trata efectivamente como si no fueran a morir. Se les trata de convencer incluso de que no hay muerte para ellos. En el ideal que se les imparte su vida no acabaría  jamás puesto que todos sus cuidadores, familiares o no, le discuten continuamente, vigorosamente, sus presagios luctuosas y niegan la importancia de la dolencia que acaso les estrangula. Todos, en fin, tienden a animarle para que no piense ni un segundo en su muerte, negada en su proximidad o en su indeterminación lejana.

Esta grey, en fin, de hombres y mujeres envejecidos con apenas fuerzas y nulo aliciente para pasar las jornadas ambulan por las estancias de la casa, da los  paseos o los parques para regresar más tarde a su cama o su sillón. En conjunto componen una populosa legión que requiere grandes atenciones,  cuidados médicos y entregas afectivas porque, en efecto, aunque todo lo indique, su consideración no se incluye en la noción de moribundos sino tan sólo de personas mayores, ancianos que se mantienen, natural o artificialmente, en una asíntota vital que se desenlazará no en forma de cadáver derivado de lo  moribundo sino en la planicie de un cuerpo con cefalograma plano o en la insignificancia simbólica de un anónimo puñado de cenizas.

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Vicente Verdú

Vicente Verdú, nació en Elche en 1942 y murió en Madrid en 2018. Escritor y periodista, se doctoró en Ciencias Sociales por la Universidad de la Sorbona y fue miembro de la Fundación Nieman de la Universidad de Harvard. Escribía regularmente en el El País, diario en el que ocupó los puestos de jefe de Opinión y jefe de Cultura. Entre sus libros se encuentran: Noviazgo y matrimonio en la burguesía española, El fútbol, mitos, ritos y símbolos, El éxito y el fracaso, Nuevos amores, nuevas familias, China superstar, Emociones y Señoras y señores (Premio Espasa de Ensayo). En Anagrama, donde se editó en 1971 su primer libro, Si Usted no hace regalos le asesinarán, se han publicado también los volúmenes de cuentos Héroes y vecinos y Cuentos de matrimonios y los ensayos Días sin fumar (finalista del premio Anagrama de Ensayo 1988) y El planeta americano, con el que obtuvo el Premio Anagrama de Ensayo en 1996. Además ha publicado El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción (Anagrama, 2003), Yo y tú, objetos de lujo (Debate, 2005), No Ficción (Anagrama, 2008), Passé Composé (Alfaguara, 2008), El capitalismo funeral (Anagrama, 2009) y Apocalipsis Now (Península, 2009). Sus libros más reciente son Enseres domésticos (Anagrama, 2014) y Apocalipsis Now (Península, 2012).En sus últimos años se dedicó a la poesía y a la pintura.

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