
Eder. Óleo de Irene Gracia
Vicente Verdú
Lo normal, ante la contemplación del mundo que ha ido formándose en internet, es que pese a la aparición de tantas webs distintas, tantas tribus en torno a un interés especial, no ha surgido la egregia figura de diferentes líderes. ¿Es así? Parecería que, de una manera totalmente impensada, la utopía del anarquismo habría venido a aterrizar en el ciberespacio. Sin embargo, como era fácil de sospechar, no todos los partícipes aceptan mansamente la situación horizontal y descuidan obtener rendimiento alguno de esa masa o esa potencial clientela. De hecho, así como ya abundan hasta la saturación los libros sobre cómo hacer amigos e influir sobre los demás en pubs y oficinas, también una serie de manuales recientes se dedican a instruir sobre cómo liderar los espacios de la Red. Esto vale para obtener rendimientos en el comercio y en la política pero sirve, en realidad, para casi cualquier cosa que se relacione con los efectos de acumular poder. ¿O es que se había creído que la potencial de la red no significaba más que una energía técnica, abstracta, curiosa y entretenida?